El Papa Francisco en África (2): discurso a las autoridades de Kenia y con el Cuerpo Diplomático (25-11-2015)
Violencia, conflictos y terrorismo nacen de la pobreza y la frustración, dijo el Papa en Nairobi
(RV).- En su primer acto público en tierra africana, concretamente en Nairobi, capital de Kenia, el Papa Francisco, tras el discurso de bienvenida del presidente de esta nación, dirigió su primera alocución en el encuentro que se celebró en el jardín de la residencia presidencial con las autoridades civiles y el cuerpo diplomático.
El Obispo de Roma destacó tres temas principales, a saber: que Kenia es un país de jóvenes (de hecho constituyen el 60% de la población); la cuestión ecológica con sus implicaciones en la relación existente entre el ser humano y la naturaleza y la situación social, en la que también se encuentra el terrorismo.
El Santo Padre comenzó sus palabras agradeciendo la afectuosa bienvenida que le ofrecieron en su primera visita a África. “Kenia – dijo el Papa – es una nación joven y vibrante, una sociedad de gran diversidad, que desempeña un papel significativo en la región”.
Tras destacar que su experiencia de dar forma a una democracia es compartida por otras naciones africanas, el Pontífice manifestó su deseo de encontrarse en estos días con muchos de los jóvenes que componen el país y que – dijo – “son la riqueza más valiosa de una nación”, por lo que protegerlos, invertir en ellos y tenderles una mano es la mejor manera de garantizarles un futuro digno.
Refiriéndose a esta nación tan bendecida con inmensa belleza y abundantes recursos naturales el Papa aludió a la grave crisis ambiental que afronta nuestro mundo y que exige cada vez más una mayor sensibilidad por la relación entre los seres humanos y la naturaleza. De ahí que destacara la responsabilidad de transmitir a las generaciones futuras la belleza de la naturaleza en su integridad, y la obligación de administrar adecuadamente los dones recibidos. Y no dudó en afirmar que estos valores están profundamente arraigados en el alma africana por lo que, a su vez, deben inspirar los esfuerzos de los líderes nacionales para promover modelos responsables de desarrollo económico.
Francisco reafirmó cuanto él mismo ha escrito en su encíclica sobre el cuidado de la casa común acerca de la relación que existe entre la protección de la naturaleza y la construcción de un orden social justo y equitativo. Y les dijo que en la medida en que en las sociedades se experimentan divisiones (étnicas, religiosas o económicas) los hombres y las mujeres de buena voluntad están llamados a trabajar por la reconciliación y la paz, el perdón y la sanación.
Por esta razón afirmó que la experiencia demuestra que la violencia, los conflictos y el terrorismo que se alimenta del miedo, la desconfianza y la desesperación nacen de la pobreza y la frustración.
Tras recordar que el Evangelio nos dice que aquellos a quienes mucho se les ha dado, mucho se le exigirá, el Santo Padre Francisco animó a esta nación a trabajar con integridad y transparencia por el bien común, y fomentar un espíritu de solidaridad en todos los ámbitos de la sociedad. Y los exhortó a preocuparse verdaderamente por las necesidades de los pobres, las aspiraciones de los jóvenes y una justa distribución de los recursos naturales y humanos con que el Creador ha bendecido a su país, asegurándoles el compromiso constante de la comunidad católica, a través de sus obras educativas y caritativas, por ofrecer su contribución específica en estas áreas.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
Texto completo del discurso del Santo Padre Francisco a los Miembros del Gobierno y Autoridades civiles de Kenia:
Señor Presidente,
Miembros del Gobierno y Autoridades civiles,
Distinguidos Miembros del Cuerpo Diplomático,
Hermanos Obispos,
Señoras y Señores:
Estoy muy agradecido por la afectuosa bienvenida que me han ofrecido en esta mi primera visita a África. Le agradezco, Señor Presidente, sus amables palabras en nombre del pueblo de Kenia. Deseaba mucho estar entre ustedes. Kenia es una nación joven y vibrante, una sociedad de gran diversidad, que desempeña un papel significativo en la región. En muchos aspectos, su experiencia de dar forma a una democracia es compartida por muchas otras naciones africanas. Al igual que Kenia, ellas también están trabajando para construir, sobre las bases sólidas del respeto mutuo, el diálogo y la cooperación, una sociedad multiétnica que sea verdaderamente armoniosa, justa e inclusiva.
La suya es también una nación de jóvenes. Espero encontrarme con muchos de ellos estos días, hablar con ellos y poder alentar sus esperanzas y aspiraciones para el futuro. Los jóvenes son la riqueza más valiosa de una nación. Protegerlos, invertir en ellos y tenderles una mano es la mejor manera que tenemos para garantizarles un futuro digno de la sabiduría y de los valores espirituales apreciados por sus mayores, valores que son el corazón y el alma de un pueblo.
Kenia ha sido bendecida no sólo con inmensa belleza, en sus montañas, en sus ríos y lagos, en sus bosques, sabanas y semidesiertos, sino también con la abundancia de recursos naturales. Los keniatas tienen gran aprecio por estos dones recibidos de Dios, y son conocidos por su cultura de la conservación, lo cual les honra. La grave crisis ambiental que afronta nuestro mundo exige cada vez más una mayor sensibilidad por la relación entre los seres humanos y la naturaleza. Tenemos la responsabilidad de transmitir a las generaciones futuras la belleza de la naturaleza en su integridad, y la obligación de administrar adecuadamente los dones que hemos recibido. Estos valores están profundamente arraigados en el alma africana. En un mundo que, en vez de proteger, sigue explotando nuestra casa común, estos valores deben inspirar los esfuerzos de los líderes nacionales para promover modelos responsables de desarrollo económico.
En efecto, existe una clara relación entre la protección de la naturaleza y la construcción de un orden social justo y equitativo. No puede haber una renovación de nuestra relación con la naturaleza, sin una renovación de la humanidad misma (cf. Laudato si’, 118). En la medida en que nuestras sociedades experimentan divisiones, ya sea étnicas, religiosas o económicas, todos los hombres y mujeres de buena voluntad están llamados a trabajar por la reconciliación y la paz, el perdón y la sanación. La tarea de construir un orden democrático sólido, de fortalecer la cohesión y la integración, la tolerancia y el respeto por los demás, está orientada primordialmente a la búsqueda del bien común. La experiencia demuestra que la violencia, los conflictos y el terrorismo que se alimenta del miedo, la desconfianza y la desesperación nacen de la pobreza y la frustración. En última instancia, la lucha contra estos enemigos de la paz y la prosperidad debe ser llevada a cabo por hombres y mujeres que creen en ella sin temor, y dan testimonio creíble de los grandes valores espirituales y políticos que inspiraron el nacimiento de la nación.
Señoras y señores, la promoción y preservación de estos grandes valores se confía de un modo especial a ustedes, dirigentes de la vida política, cultural y económica de su país. Esta es una gran responsabilidad, una verdadera vocación al servicio de todo el pueblo de Kenia. El Evangelio nos dice que aquellos a quienes mucho se les ha dado, mucho se le exigirá (cf. Lc 12,48). Con este espíritu, les animo a trabajar con integridad y transparencia por el bien común, y fomentar un espíritu de solidaridad en todos los ámbitos de la sociedad. Yo les exhorto, en particular, a preocuparse verdaderamente por las necesidades de los pobres, las aspiraciones de los jóvenes y una justa distribución de los recursos naturales y humanos con que el Creador ha bendecido a su país. Les aseguro el compromiso constante de la comunidad católica, a través de sus obras educativas y caritativas, por ofrecer su contribución específica en estas áreas.
Queridos amigos, me han dicho que aquí en Kenia es una tradición que los escolares jóvenes planten árboles para la posteridad. Que este signo elocuente de esperanza en el futuro y la confianza en que Dios acompaña su crecimiento, los sostenga en sus esfuerzos por cultivar una sociedad solidaria, justa y pacífica, en este país y en todo el gran continente africano. Les doy las gracias una vez más por su cálida bienvenida e invoco sobre ustedes y sus familias, y sobre todo el amado pueblo de Kenia, abundantes bendiciones del Señor.
Mungu abariki Kenya!
¡Que Dios bendiga Kenia!
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