Auxilio: En vez de lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer. Romanos 7:19 (TLA)
Aún recuerdo la primera vez que leí esas palabras discordantes de Pablo. Pensé, “¡ese soy yo!”. Esas palabras sucintas describieron las más profundas frustraciones de mi vida. Estaba completamente comprometido con Cristo, tratando de servirle con todo mi corazón, sin embargo, seguía siendo arrastrado hacia la pornografía o ________________ (puedes escribir en el espacio en blanco el área de tu lucha sexual).
“¿Qué me pasa?”, lloraba. Pensaba que si tan solo lo intentase más fuerte, el problema se iría. Pero eso simplemente empeoraba las cosas porque, al tratar de controlar y avergonzarme a mí mismo, las recaídas solo se volvían más dolorosas y agobiaban mi alma aún más. El punto decisivo para mí, vino cuando entendí que el infierno había secuestrado mi cerebro. Como Pablo, yo era literalmente un hombre de doble pensamiento en guerra conmigo mismo.
El cerebro crea patrones y modelos de acción para ayudarnos a enfrentar más efectivamente las exigencias de nuestro día. De este modo, no tenemos que decidir cuál mano utilizar cuando firmamos un cheque o qué lado de la cara empezaremos a afeitarnos primero en la mañana. ¿Te has dado cuenta de que siempre empiezas por el mismo lado de tu cara?
Tu cerebro hace más de tres mil millones de decisiones por segundo, la mayoría de ellas son inconscientes. De hecho, se estima que el 90% de las decisiones que tomas diariamente son por naturaleza inconscientes. Estás en piloto automático la mayoría del tiempo, lo cual libera la corteza pre frontal para desarrollar y analizar nuevas situaciones. Esto no es un problema, hasta que el piloto automático es secuestrado. Todos hemos tenido la experiencia de caminar por la casa apurados, terminando en un cuarto sin recordar por qué fuimos allí. Luego recordamos que necesitábamos ir al garaje a buscar un destornillador, pero terminamos parados en la sala a causa de nuestra fatiga. Caminamos hacia ese cuarto por hábito. Como Pablo, íbamos camino a un lugar y terminamos en otro. Terminamos en el lugar equivocado porque estábamos bajo estrés. Lo más probable es que nos detuvimos en la sala porque es allí donde generalmente vamos cuando nos queremos relajar.
Nuestro piloto automático estaba tratando de ayudarnos pero, por el contrario, terminó secuestrando nuestro destino deseado. Esta es una
experiencia común a la de la persona luchando con la esclavitud sexual. La adicción sexual está guiada por el hecho de que estás tratando con un cerebro secuestrado. Esto no quiere decir que no puedes ayudarte a ti mismo; significa que vas a tener que trabajar duro para recalibrar y reprogramar tu cerebro. Tendrás que reestructurar internamente las conexiones neurológicas de tu cerebro que te están llevando a pasar tu vida en los lugares equivocados.
Estaba haciendo un vuelo sobre el mar y el alcance del combustible de la aeronave estaba notoriamente bajo. Por lo tanto, tuvimos que emprender un número de encuentros con el avión cisterna. Normalmente estos encuentros no son desafiantes, pero ese día yo tenía un piloto automático que no se soltaba fácilmente y estaba tirando al avión en dirección contraria a la necesitada. El piloto automático debió de haber sido mi mejor amigo ese día. Los vuelos sobre el mar son muy aburridos porque uno tiene siempre que navegar con los instrumentos. Es decir, no hay referencias de tierra que le indiquen dónde se encuentra, entonces uno está pegado al panel de instrumentos de navegación. El piloto automático puede ahorrar mucho trabajo, pero en este caso estaba más bien aumentando mi carga. Volé por horas batallando con este aparato, ansioso por la posibilidad de no lograr enganchar con el avión cisterna. El Océano Pacífico puede llegar a ser un lugar muy solitario cuando uno está buscando desesperadamente ese avión cisterna, y viendo que la perilla del combustible baja rápidamente a cero.
Esta ilustración es una imagen lúcida de la batalla mental que el adicto atraviesa, porque su piloto automático defectuoso está tratando de ignorar su propio juicio o “sentido común”. Cuando estás luchando con la esclavitud sexual, el compromiso de tu corteza pre frontal hacia Cristo está constantemente siendo impulsado a salir de rumbo por el piloto automático de tu sistema límbico muy adentro de tu cerebro. Cuando continúas tomando decisiones que no tienen sentido en tu vida, repetidas decisiones sexuales destructivas, márcalas como un problema del sistema límbico.
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