viernes, 10 de octubre de 2014

La Virgen en la cruz la nueva Eva


 
En un artículo anterior publicamos ya un tema referido al tema de María la nueva Eva. En este artículo ofrecemos un hermoso comentario teológico sobre el evangelio de Juan en donde La Virgen es proclamada la Nueva Eva, es un texto de el que es sin duda el mejor comentario al evangelio de Juan, se trata del comentario realizado por Raimond Brown, autor también de otros estudios tan hermosos y espectaculares como "La muerte del Mesías", "El nacimiento del Mesías".

El texto es largo pero realmente vale la pena leerlo, en donde veras como contundentemente y con pruebas tan sólidas el autor menciona la Nueva Eva y como en "La hora" de Jesús en la Cruz se le es dado ahora si un nuevo "papel" en la salvación y en el amor de la humanidad y algo más que hermoso como ese autor demuestra que la entrega de la Virgen María era también parte del plan del PADRE "..y sabiendo JESUS que todo se había cumplido..."

"Ahí tienes a tu hijo", "Ahí tienes a tu Madre" Ahí esta JESÚS, desfigurado pero aun así LLENO DE AMOR...

...Por otro lado el mismo evangelio nos da indicios de que se piensa en algo más profundo. La frase “ahí tienes a tu madre” y “Ahí tienes a tu hijo” son dos ejemplos de de fórmula revelatoria, un genero que De Goedt ha señalado en otros pasajes de Juan. En estas formulas el personaje que revela el misterio de la especial misión salvífica que habrá de asumir aquel a quien se dirige; la filiación y maternidad que se proclaman de este modo desde la cruz tienen un valor definidos en los planes de DIOS y guardan relación con lo que acontece con ser elevado JESUS sobre la cruz. El versículo que sigue a este episodio en Juan sugiere que hay en todo ello un significado más profundo “Después de esto, sabiendo JESUS que ahora todo quedaba terminado…” La decisión tomada por JESUS respecto a su Madre y al discípulo amado vienen a completar la obra que el Padre le había encomendado y sirve para dar cumplimiento a la escritura. Todo esto implica algo más profundo que la preocupación filial.

Numerosos comentaristas encuentran aquí varios significados. Orígenes In Jo., 1,4(6); GCS 10,9, ve en esta escena una lección sobre el perfecto cristiano: «Todo el que a ser perfecto ya no vive su propia vida, sino que Cristo vive en él” Y por que Cristo vive en él, se dijo a María acerca de él: “Aquí tienes tu hijo, Cristo"». Evidentemente, no podemos analizar tan ricas posibilidades figurativas. Más adelante expondremos la interpretación que juzgamos más plausible, apoyándonos en los artículos de Koehler y Langkammer en cuanto a los datos históricos y en las obras de Gaechter y Feuillet en lo que concierne al simbolismo. No cabe duda de que el discípulo amado puede simbolizar en el pensamiento joánico al cristiano; Origenes es testigo de la antigüedad de esta interpretación. El problema esta en valorar el alcance simbólico de la madre de Jesús. Hay pruebas de que en el siglo IV se consideraba a María al pie de la cruz como una figura de la Iglesia. Efren Sirio afirma que del mismo modo que Moisés designo a Josué para que cuidara del pueblo en su lugar, también Jesús encargaría a Juan que atendiera a María la Iglesia, a su muerte (Koehler, 124).

En Occidente y por la misma epoca, Ambrosio afirmaba que en María tenemos el misterio de la Iglesia y que Jesús podría decir a cada uno de los cristianos en relación con ésta: «Ahí tienes a tu madre»; mirando a Cristo victorioso en la cruz, el cristiano se hace hijo de la Iglesia. Esta interpretación del siglo IV que ve a la Iglesia figurada en María al pie de la cruz ha de relacionarse con la interpretación del siglo II (y aun antes) que ve a María como la nueva. Ahora hemos de preguntarnos hasta que punto esta interpretación está concorde con la mentalidad joánica. Antes de seguir adelante hemos de hacer un paréntesis para exponer dos observaciones en bien de una mayor claridad. Primera, no pretendemos afirmar que la interpretación que ve en María al pie de la cruz una imagen de la Iglesia sea la que predomina en el siglo IV o en los siglos siguientes. Segunda, esta interpretación simbólica del cometido de María es cosa muy distinta de la teoría que considera a María como indiuiduo madre de todos los cristianos. Igual que en relación con el episodio de Caná, hay una extensa literatura católica que se ha ocupado de la escena al pie de la cruz y ha buscado frecuentemente en este episodio la base para una teología de la maternidad espiritual de María. Los artículos de Ceroke y Kerrigan citados en la bibliografía son ejemplos de un estudio serio en esta línea (en contraste con otros escritos puramente piadosos y devocionales). Sobre la base de que las citas papales de este pasaje constituyen una interpretación autoritativa, D. Unger, afirma que la maternidad espiritual es doctrina católica. Sin embargo, numerosos exegetas católicos, como Tillmann, Wikenhauser y otros, consideran esa interpretación fruto de una ulterior labor teológica a partir del texto y estiman que va mucho más allá de la intención probable del evangelista. Nosotros adoptamos este mismo punto de vista. (Los comentaristas protestantes, quizá como una reacción a las ideas católicas, se muestran muy cautelosos en cuanto a la importancia que haya de atribuirse a la figura de María en este pasaje joánico; Hoskyns y Thurian son excepciones notables.)



La interpretación de María como símbolo de la Iglesia es muy antigua, pero el concepto de la maternidad espiritual a nivel personal de María aparece, en relación con la escena al pie de la cruz, en Oriente con Jorge de Nicomedia (Jesús hizo a María madre no sólo de Juan, sino de todos los demás discípulos) durante el siglo IX. En Occidente aparece esta interpretación en el siglo XI con el papa Gregorio VII (Koehler, arto cit., 141-45; Langkammer.). Volviendo ahora a nuestro estudio sobre la intención del evangelista en este episodio, nos parece claro que cualquiera que sea el simbolismo que entraña el episodio, ha de estar centrado en el hecho de que María se convierte en madre del discípulo amado. (Es posible que también el título de «mujer» sea importante.) Tenga en cuenta el lector lo que decíamos acerca del simbolismo de la madre de Jesús en Caná . Y de la mujer a punto de dar a luz en 16,21. El episodio al pie de la cruz tiene en común con la escena de Caná los siguientes detalles: estas dos escenas son los únicos pasajes del evangelio en que aparece la madre de Jesús: en ambos casos Jesús se dirige a ella llamándola «mujer»; en Caná se rechaza su intervención sobre la base de que aún no ha llegado la hora de Jesús, pero aquí estamos ya en el contexto de la hora de Jesús (en el V. 27 se menciona «la hora»; es la única vez, dentro de los caps. 18-19. que este término aparece con sentido teológico); en ambas escenas figuran en plano destacado los discípulos de Jesús. La escena al pie de la cruz tiene en común con 16,21 los siguientes detalles: el uso de 10 términos «mujer» y «hora»; el tema de la maternidad y el tema de muerte de Jesús.
En anteriores páginas, sugeríamos que a María se le negaba (en las bodas de Caná) un papel que desempeñar durante el ministerio de Jesús cuando dio comienzo en Caná: "Mi hora no ha llegado",pero que la Madre de JESUS le sería asignado un cometido cuando sonara la hora de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. En esta hora culminante han de ser creados de nuevo los hombres en su condición de hijos de Dios al serles comunicado el Espíritu. La escena impregnada de tristeza que se desarrolla al pie de la cruz representa los dolores de parto a través de los cuales brota (Is 26,17-18) y es comunicado (Jn 19,30) el Espíritu de salvación. Al convertirse en madre del discípulo amado (el cristiano), María evoca simbólicamente a Sión, que, en medio de sus dolores de parto, da el ser a un pueblo nuevo que hace brotar la alegría (Jn 16,21; Is 49,20-22; 54,1; 66, 7-11). Su hijo según la carne es el primogénito de entre los muertos (Col 1,18), el que tiene las llaves de la muerte (Ap 1,18); los que creen en él nacen de nuevo a su imagen y, como hermanos de Jesús, tienen a María por madre. La madre de Jesús es la Nueva Eva que, a imitación de su prototipo, la «mujer» de Gn 2-4, puede decir: «Con ayuda del Señor he dado el er a un hombre» (cf. Gn 4,1; Feuillet, Les adieux, 474-77). Quizá podamos relacionar también a María, la Nueva Eva, con Gn 3,15, un pasaje en que se describe la lucha entre la descendencia de Eva y la descendencia de la serpiente, ya que «la hora» de Jesús es también la hora de la caída del príncipe de este mundo (Jn 12,23.31)El simbolismo del cuarto Evangelio muestra cierto parecido con el de Ap 12,5.17, en que una mujer da a luz al Mesías en presencia del dragón satánico o serpiente antigua del Génesis, y que al mismo tiempo tiene otros hijos que son blanco de la ira de Satanás cuando el Mesías es arrebatado al cielo. Es interesante advertir que los hijos de la mujer del Apocalipsis son descritos como «los que guardan los mandamientos de Dios»; en efecto, en Jn 14,21-23 se dice que quienes guardan los mandamientos son objeto de amor por parte del Padre y del Hijo, de forma que un discípulo amado es el que guarda los mandamientos.


Resumiendo, por tanto, diríamos que el cuadro joánico en que la madre de Jesús se convierte en madre del discípulo amado parece evocar los temas veterotestamentarios de Sión dando a luz un pueblo nuevo en la edad mesiánica y de Eva con su descendencia. Estas imágenes nos llevan a la de la Iglesia que da a luz hijos conforme al modelo de Jesús y a la de las relaciones amorosas que deben unir a estos hijos con su madre. No queremos forzar en exceso los detalles de este simbolismo o afirmar que carece de oscuridades. Pero hay datos suficientes que nos confirman en una razonable seguridad de que no vamos descaminados. Este simbolismo hace que resulte inteligible el juicio con el que Juan (19,28) valora el episodio al pie de la cruz como la culminación de la obra que el Padre encomendó a Jesús, en el contexto del cumplimiento de la Escritura. El simbolismo que hemos propuesto tiene ciertamente raíces bíblicas (y de ahí que este episodio de la crucifixión encaje perfectamente al lado de los demás episodios en que la Escritura se subraya de manera tan insistente).
El simbolismo, por otra parte, se centra en el hecho de que Jesús adopta unas previsiones para el futuro de los que creen en él, por lo que viene a completar su obra en diversos aspectos. Jesús muestra el amor que tiene a los suyos hasta el extremo (13,1), pues simbólicamente está creando un contexto comunitario de amor mutuo en el que los suyos habrán de vivir una vez que él se haya marchado. La fórmula revelatoria «Ahí tienes ... », que ya hemos comentado, encaja perfectamente en esta escena, puesto que se crea una nueva relación representativa de la que unirá a la Iglesia y al cristiano.

No hay comentarios: