Hoy es un día especial de gratitud, día de Acción de Gracias. Aunque yo siempre estoy agradecida de Dios por sus bondades y Su gran amor con el que me ha amado, porque son muchas Sus misericordias, Su perdón y fidelidad, hoy tengo que hacer mención de una de las peticiones especiales que tenía delante de Dios y que después de muchos años, el Señor me la ha concedido con Su poder y gracia. Ésta es ver a mi esposo Daniel, decidirse por Cristo. Mi gratitud a Dios es tan grande, que lo único que he podido hacer es caer de rodillas en Su presencia, sin poder pronunciar palabra alguna, solamente en un mar de lágrimas decir: ‘¡Gracias Señor!’. Quisiera únicamente vivir postrada en señal de adoración, para agradecerle Sus favores y esta tan grande bendición.

Fueron once años desde que él se alejó del Señor. ¡Qué larga se hace la espera! ¡Cuántas dudas me sobresaltaron!, temores, terribles miedos, incertidumbres… Pero hoy, en este día especial de Acción de Gracias, tengo que agradecer al Señor, que nos ha consolado, toda la famila esta gozosa, y Daniel, este fin de semana en los cultos especiales que se van a celebrar aquí en Kingwood, va a esperar en la promesa Divina. El mejor regalo que puedo recibir es que mi familia se decida por Cristo, por eso hoy quiero, aquí en el Rincón junta a todas mis amigas y lectores, tan sólo expresar mi gratitud.Solamente saber que Jesús murió por mí para que yo pudiera vivir para siempre, esto por sí solo ya es suficiente para merecer toda mi gratitud y mi alabanza, y sigue dándome más. ¡Loado sea Su nombre por siempre!

Aquí todos en esta linda congregación están contentos con el regreso de Daniel a la vida espiritual, y en el Cielo seguramente hay fiesta. Como hoy es un día de gratitud, quiero agradecerle al Obispo Vicente Díaz y a nuestro querido director y pastor Joel Mondéjar, por apoyarnos, por cuidarnos, por querernos, por el empujoncito tan necesario que Vicente le dio a Daniel, por todo, tan sólo gracias.

Gracias a Dios por mi madrecita que todavía la tengo, mis hermanos y hermanas, toda mi familia, por el especial cuidado que Dios tiene con cada uno de mis hijos, nueras, mi yerno y nietos; por mi iglesia, mis hermanos y hermanas en Cristo, por el Rincón, mis amigas y todos los lectores; por el don de la vida y por todo lo que recibo a diario, el aire que respiro, el sol, el día, la noche; por hablar, caminar, pensar… Es tanto lo que me das, Cristo, gracias, tan sólo gracias.