"Anochecer: frío viento invernal roza los muros de la capilla.
No aúlla, no gime, no es lúgubre. ¿Puede haber algo funerario en el viento?
Es inocente, y sin tristeza. No tiene qué lamentar. El viento es un niño fuerte, que disfruta de su juego, asombrado de su fuerza, lanzándola en nubes contra el edificio. El viento no tiene qué lamentar. La capilla está muy fría.
Dos tercos novicios permanecen solos en ella, los dos arrodillados muy tiesos, sin fingir ya siquiera disfrutar o entender nada".
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