sábado, 6 de abril de 2013

Prudencio de Troyes, Santo

Obispo, 6 de abril
Prudencio de Troyes, Santo
Prudencio de Troyes, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Troyes, de Neustria, san Prudencio, obispo, que preparó para los itinerantes un breviario del Salterio, recogió de las Sagradas Escrituras los preceptos para los candidatos al sacerdocio y restauró la disciplina de los monasterios ( 861).

Etimológicamente: Prudencio = Aquel que prevé, es de origen latino.
Parece que fue el primer controversista español. Probablemente de origen pirenaico. Dejó su patria -como tantos- por la invasión de los musulmanes y buscó fortuna al otro lado de los Pirineos, al amparo de la corte de los carolingios. Supo encontrarla y, además, su vida y ministerio sirvió como vehículo de la tradición isidoriana por tierras más allá de los montes. Amén de historiador erudito y sabio teólogo, fue obispo y santo.

Mantiene a lo largo de su vida con orgullo noble su condición de español. De hecho, en el evangeliario de su biblioteca, bellamente iluminado con las figuras simbólicas de los evangelistas, confiesa su origen hispano: "Yo, Prudencio, soy quien mandó hacer esta obra; yo, que nací en Hesperia y llevo la sangre de los celtíberos". ¡Quién sabe si el mismo nombre de Prudencio lo tomara en honor del paisano historiador y poeta de los siglos IV y V!.

Gobernó la iglesia de Troyes, iluminándola con la doctrina y defendiéndola con su pluma. Gran conocedor de la Sagrada Escritura y consciente de que ella encierra el tesoro de la Palabra, enseñó a rezar a sus fieles con los salmos escribiendo para ellos el Breviarium Psalterii. También divulgó el Florilegium ex sacra Scriptura, un manual de ética con sentencias espigadas de los libros santos.

Consiguió reunir una gran biblioteca -manía de todos los intelectuales- donde se refugiaba en los momentos libres de atenciones pastorales, para preparar otras labores pastorales futuras. Pasa ratos y a veces temporadas dedicados a la reflexión y el estudio. Allí pudo reunir ejemplares que encerraban gran parte del saber teológico del tiempo; sus favoritos son Gregorio Magno, Isidoro de Sevilla, San Agustín.

Adquirió gran erudición eclesiástica y agudeza discursiva que le capacitaron para tomar parte en las controversias teológicas de altos vuelos que hubo en su tiempo. Por ejemplo, la disputa entre Godescalco - a quien es posible que conociera en la juventud, en las aulas de Fulda, donde Rabano Mauro era maestro-, acusado de hereje por Hincmaro, el temible arzobispo de Reims, que no paró hasta meterlo en prisión. Fueron conflictos de pensamiento teológico en cuestiones de predestinación y libre albedrío, y en ellas se vió envuelto el irlandés Escoto Erígena. Tuvo que intervenir Prudencio para dar salida a la pureza de la fe, poniendo en juego toda la agudeza del raciocinio del teólogo al tiempo que supo conjugar la caridad con la más implacable fuerza dialéctica

No extraña que conste en su curriculum de historiador y teólogo el hecho de llegar a ser capellán y consejero de Ludovico Pío y Carlos el Calvo. Troyes lo veneró como santo desde su muerte por haber sido un pastor celoso de la fe y de las almas, que supo hermanar la fuerza y rigidez de pensamiento con la blandura de un padre en sus gestos.
San Prudencio de Troyes, obispo
fecha: 6 de abril
†: 861 - país: Francia
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En la misma ciudad de Troyes, san Prudencio, obispo, que para quienes tenían que viajar preparó un compendio del Salterio, recogió de las Sagradas Escrituras los preceptos para los candidatos al sacerdocio y restauró la disciplina monástica.

San Prudencio fue uno de los más doctos prelados de la Iglesia en la Galia durante el siglo IX. Cierto que su actuación no fue muy firme en la complicada controversia sobre la predestinación en la que se vio envuelto; pero debe recordarse que la cuestión era particularmente intrincada y que Prudencio estaba dispuesto a someter sus conclusiones equivocadas al juicio de la Iglesia. Era español de nacimiento y se apellidaba Galindo. Hacia el año 840 u 845 fue elegido obispo de Troyes. En un sermón sobre Santa Maura dice de sí mismo que se ocupaba en oír confesiones y administrar los últimos sacramentos, sin descuidar por ello sus deberes episcopales. Sin duda que gozaba ya de gran fama como teólogo, pues fue llamado por el obispo Hincmar de Reims para dar su opinión sobre la doctrina del monje Gotescalco, quien había sido condenado porque sostenía que Cristo sólo había muerto por los predestinados y que Dios había condenado a la mayor parte de la humanidad al infierno, desde toda la eternidad. Gotescalco había sido torturado y estaba preso. Prudencio juzgó que ese castigo era excesivo, particularmente la excomunión lanzada por Hincmar; según parece, él fue uno de los que sospecharon que Hincmar negaba la absoluta necesidad de la gracia y se inclinaba al semipelagianismo.

San Prudencio desempeñó un importante papel en las controversias subsiguientes. Todavía se conserva un libro que escribió para corregir los errores de Juan Escoto Erígena. Aparte de su trabajo en las controversias teológicas, san Prudencio luchó ardientemente en favor de la disciplina eclesiástica y la reforma de las costumbres. Murió el 6 de abril del año 861. La diócesis de Troyes celebra todavía su fiesta. Los bolandistas no lo incluyen en Acta Sanctorum, por lo que los datos sobre la vida de san Prudencio hay que buscarlos en las crónicas y documentos de la época.

Ver, p.e., Migne, PL., vol. CXV, y Ebert, Literatur des Mittelalters, vol. II. En Hefele-Leclercq, Conciles, vol. IV, p. 138, se hallará una bibliografía muy nutrida sobre la controversia de la predestinación; cf. todo el libro XXII.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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