lunes, 22 de abril de 2013

Apolonio de Roma, Santo


Mártir, Abril 21
 
Apolonio de Roma, Santo
Apolonio de Roma, Santo

Mártir

Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de san Apolonio, filósofo y mártir, que, en tiempo del emperador Cómodo, ante el prefecto Perenio y el Senado defendió con aguda palabra la causa de la fe cristiana, que confirmó con el testimonio de su sangre al ser condenado a la pena capital (185).

Etimológicamente: Apolonio = Aquel que brilla, es de origen griego.
Apolonio, senador romano, era conocido entre los cristianos de la Urbe por su elevada condición social y profunda cultura. Denunciado probablemente por un esclavo suyo, el juez invitó a Apolonio a sincerarse frente al senado.

El presentó -escribe Eusebio de Cesarea- una elocuentísima defensa de la propia fe, pero igualmente fue condenado a muerte.

El procónsul Perenio, en atención a la nobleza y fama de Apolonio deseaba sinceramente salvarlo, pero se vio obligado a pronunciar la condena por el decreto del emperador Cómodo (alrededor del año 185).

Reproducimos aquí algunos pasajes del proceso, en que el mártir afirma su amor por la vida, recuerda las normas morales de los cristianos recibidas del Señor Jesús, y proclama la esperanza en una vida futura.

Apolonio: Los decretos de los hombres no pueden suprimir el decreto de Dios; más creyentes ustedes maten, y más se multiplicará su número por obra de Dios. Nosotros no encontramos duro el morir por el verdadero Dios, porque por medio de él somos lo que somos; por no morir de una mala muerte, lo soportamos todo con constancia; ya vivos, ya muertos, somos del Señor.
Perenio: ¡Con estas ideas, Apolonio, tú sientes gusto en morir!
Apolonio: Yo experimento gusto en la vida, pero es por amor a la vida que no temo en absoluto la muerte; indudablemente, no hay cosa más preciosa que la vida, pero que la vida eterna, que es inmortalidad del alma que ha vivido bien en esta vida terrena. El Logos (= Palabra) de Dios, nuestro Salvador Jesucristo "nos enseñó a frenar la ira, a moderar el deseo, a mortificar la concupiscencia, a superar los dolores, a estar abiertos y sociables, a incrementar la amistad, a destruir la vanagloria, a no tratar de vengarnos contra aquellos que nos hacen mal, a despreciar la muerte por la ley de Dios, a no devolver ofensa por ofensa, sino a soportarla, a creer en la ley que él nos ha dado, a honrar al soberano, a venerar solamente a Dios inmortal, a creer en el alma inmortal, en el juicio que vendrá después de la muerte, a esperar en el premio de los sacrificios hechos por virtud, que el Señor concederá a quienes hayan vivido santamente.

Cuando el juez pronunció la sentencia de muerte, Apolonio dijo: "Doy gracias a mi Dios, procónsul Perenio, juntamente con todos aquellos que reconocen como Dios al omnipotente y unigénito Hijo suyo Jesucristo y al Espíritu santo, también por esta sentencia tuya que para mí es fuente de salvación".

Apolonio murió decapitado en Roma el domingo 21 de abril. Eusebio comenta así la muerte de Apolonio: "El mártir, muy amado por Dios, fue un santísimo luchador de Cristo, que fue al encuentro del martirio con alma pura y corazón fervoroso. Siguiendo su fúlgido ejemplo, vivifiquemos nuestra alma con la fe".
Sabemos también por el mismo Eusebio que el acusador de Apolonio - como también más tarde el del futuro papa Calixto- fue condenado a tener las piernas quebradas. En efecto, según una disposición imperial, que Tertuliano (Ad Scap. IV, 3) atribuye a Marco Aurelio, los acusadores de los cristianos debían ser condenados a muerte. Las Actas del martirio de Apolonio, descubiertos en el siglo pasado, existen hoy en versión original armenia y griega y en varias traducciones modernas (de las "Actas de los antiguos mártires", incorporadas en Eusebio, "Historia  Eclesiástica", V, 21).
San Apolonio, mártir
fecha: 21 de abril
fecha en el calendario anterior: 18 de abril
†: 185 - país: Italia
otras formas del nombre: Apolonio el apologista o el apologeta
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
En Roma, conmemoración de san Apolonio, filósofo y mártir, que en tiempo del emperador Cómodo, ante el prefecto Perenio y el Senado, defendió con aguda palabra la causa de la fe cristiana, y la confirmó con el testimonio de su sangre al ser condenado a la pena capital.

San Apolonio fue martirizado en Roma en el 185, bajo el imperio de Cómodo (161-192); las noticias nos han llegado por medio de cuatro fuentes: ante todo por los procesos verbales contenidos en los relatos («Actas») de los antiguos mártires, incorporados en la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea, obispo e historiador (265-340); en dos capítulos del «Varones Ilustres» de san Jerónimo, y en dos redacciones de la «Passio», una en armenio y una en griego, descubiertas en el siglo XIX.

Según estas fuentes, Apolonio era un ilustre personaje romano, erudito en ciencia y filosofía, y parece que incluso Senador. Puesto que era cristiano, fue denunciado al prefecto del Pretorio, Perennio, por lo que fue llamado a disculparse, y, según san Jerónimo, él leyó delante del senado un «insigne volumen descriptivo de la fe en Cristo». Puesto que este «volumen» en vez de ser una retractación, contenía una apología del Cristianismo, contrario al rescripto imperial de Trajano, que prohibía esas manifestaciones, Apolonio fue condenado a muerte.

Los textos refieren que fue sometido a dos interrogatorios, a distancia de tres días uno del otro, el primero presidido por el propio Perennio, el segundo por un colegio de senadores, consejeros y juristas. La descripción de la audiencia maravilla por el tono comedido y el tratamiento, no sólo por su rango social, al contrario que otras pasiones claramente inverosímiles o demasiado breves. Es escuchado con atención, lo interrumpen sólo para contestar, pero con seriedad, sus argumentaciones, o para moderar la aspereza de sus palabras y por tanto la posibilidad de ser castigado por ellas. Perennio es un juez iluminado y magnánimo, así como Apolonio un hombre de mente pronta y vivacísima; no tenemos en esta situación la mera repetición de las amenazas a los cristianos, de que no rechacen sacrificar a los dioses, tal como es común en las hagiografías de los mártires. A Apolonio le gusta vivir, pero no duda en escoger la muerte, porque sin ninguna constricción cree en la doctrina de la resurrección y del juicio final, porque incluso si esta doctrina fuera también ilusión o error, consuela e ilumina la vida, sacándola de compromisos humillantes.

En cuanto a la muerte recibida, los textos discordan: en la pasión griega Apolonio muere después de que le parten las piernas, suplicio que recibe también su denunciante (aunque no se aclara por qué), mientras que en la armenia es decapitado, y ésta es la versión recogida en el Martirologio Romano. Su figura fue inscripta tarde en los martirologios cristianos, ya que no fue objeto de una precisa conmemoración en los primeros siglos; en el Medioevo fue confundido con otros dos santos del mismo nombre, Apolonio de Alejandría, y un Apolonio mártir que se celebraba el 18 de abril, fecha que durante mucho tiempo fue la del apologista, inscripto actualmente en el día 21.

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