sábado, 6 de abril de 2013

Apariciones de Jesús a sus discípulos

Marcos 16, 9-15. Pascua. El cristiano es, en la Iglesia y con la Iglesia, un misionero de Cristo enviado al mundo.
 
Apariciones de Jesús a sus discípulos
Del santo Evangelio según san Marcos 16, 9-15

Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con él, que estaban tristes y llorosos. Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron. Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea. Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos. Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado. Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación».

Oración introductoria

Dios mío, creo en Ti, pero necesito aumentar mi fe porque la incredulidad y la dureza de corazón, que recriminas en tus discípulos, están también presentes en mi vida cotidiana, cuando se presentan los problemas, cuando la exigencia de cumplir tu voluntad se ve superior a las propias fuerzas o cuando no comprendo o acepto las dificultades. Ilumina esta oración para que tu luz y tu verdad me lleven a predicar tu Evangelio.

Petición

Señor, aparécete en mi oración, o dame la humildad de saber que me escuchas, aunque no «sienta» nada.

Meditación de SS Benedicto XVI

El Concilio Vaticano II lo indicó con claridad y el Magisterio posterior lo confirmó con fuerza. Esto exige adecuar constantemente estilos de vida, planes pastorales y organización diocesana a esta dimensión fundamental de ser Iglesia, especialmente en nuestro mundo en continuo cambio. Y esto vale también para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, como también para los Movimientos eclesiales: todos los componentes del grande mosaico de la Iglesia deben sentirse fuertemente interpelados por el mandato del Señor de predicar el Evangelio, para que Cristo sea anunciado en todas partes. Nosotros los pastores, los religiosos, las religiosas y todos los fieles en Cristo, debemos seguir las huellas del apóstol Pablo, quien, "prisionero de Cristo por los paganos", trabajó, sufrió y luchó para llevar el Evangelio en medio de los paganos sin ahorrar energías, tiempo y medios para dar a conocer el Mensaje de Cristo».(Benedicto XVI, 26 de enero de 2012).

Reflexión

Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe. (1 Co, 15,14). Desde la primera generación cristiana la Iglesia se reconoce en esta expresión de San Pablo. El problema que se ha siempre presentado es aquél de cómo interpretar esta verdad central del credo. ¿Quiere decir que ha resucitado verdaderamente, es decir, que vive por siempre en su cuerpo y no solamente como simple manera espiritual?

Es esto lo que afirma la Escritura y la fe de la Iglesia. La resurrección en cuanto tal, es decir, el acto por el cual Dios glorifica a Jesús, es inaccesible y se puede alcanzar sólo por la fe. Por eso es importante que este hecho no huya de la búsqueda histórica. Es inimaginable la primera predicación cristiana, sin la experiencia pascual de los apóstoles que testimonian que Jesús se ha manifestado muchas veces antes de la muerte. Sólo esta verdad da un significado auténtico y trascendental a la propia existencia, la ilumina y la hace vivir con optimismo. La resurrección de Cristo es vida para los difuntos, perdón para los pecadores, gloria para los santos. Todo tiene razón de existir con la resurrección de Cristo y el mismo dolor se transforma.

Propósito

Ser testigo de Cristo con un comentario o una buena acción, aunque me cueste.

Diálogo con Cristo

Jesús, no podré ser un testigo auténtico de tu resurrección si primero no logro amar a cada uno de mis hermanos con el mismo amor con que Tú los amas. Dame una caridad como la tuya: total, generosa, desinteresada, que sólo busque el bien de los demás y acepte a todos por igual, sin poner límites y sin hacer acepciones entre las personas. Esto se dice fácil, pero para lograrlo, necesito convertirme en una persona que haya hecho la experiencia de tu amor en su propia vida, por medio de la vida sacramental, la oración y mi ayuda a los demás.


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El Viernes Santo, empezó la Novena a la Divina Misericordia. cuya fiesta se celebra el domingo siguiente a la Resurrección.


Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia

"En nuestros tiempos, muchos son los fieles cristianos de todo el mundo que desean exaltar esa misericordia divina en el culto sagrado y de manera especial en la celebración del misterio pascual, en el que resplandece de manera sublime la bondad de Dios para con todos los hombres.

Acogiendo pues tales deseos, el Sumo Pontífice Juan Pablo II se ha dignado disponer que en el Misal Romano, tras el título del Segundo Domingo de Pascua, se añada la denominación "o de la Divina Misericordia" ..... " (Fragmento del Decreto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, de 5 de mayo de 2000.

Indulgencias en el Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia:

"Se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado de la Misericordia divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia divina, o al menos rece, en presencia del santísimo sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en ti")".
sábado 06 Abril 2013
Sábado de la Octava de Pascua
Los Mártires de Persia
 
 
Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II : “...el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes y el Señor cooperaba con ellos.” (Mc 16, 19-20) 
Lecturas
Hechos 4,13-21.

Quedaron admirados al ver la seguridad con que hablaban Pedro y Juan, que eran hombres sin instrucción ni preparación, pero sa bían que habían estado con Jesús.
Los jefes veían al hombre que había sido sanado allí, de pie a su lado, de modo que nada podían decir contra ellos.
Mandaron, pues, que los hicieran salir del tribunal mientras de liberaban entre ellos. Decían:
«¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Todos los habitantes de Jerusalén saben que han hecho un milagro clarísimo, y nosotros no podemos negarlo.
Pero prohibámosles que hablen más de ese Nombre ante ninguna persona, no sea que esto se extienda entre el pueblo.»
Llamaron, pues, a los apóstoles y les ordenaron que de ningún modo enseñaran en el nombre de Jesús, que ni siquiera lo nombraran.
Pedro y Juan les respondieron: «Juzguen ustedes si es correcto delante de Dios que les hagamos caso a ustedes, en vez de obecedecer a Dios.
Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.»
Insistieron ellos en sus amenazas y los dejaron en libertad. No encontraron manera de castigarlos a causa del pueblo,

Salmo 118(117),1.14-15.16-18.19-21.

Den gracias al Señor, pues él es bueno, pues su bondad perdura para siempre.
El Señor es mi fuerza, el motivo de mi canto, ha sido para mí la salvación.
Clamores de alegría y de triunfo resuenan en las tiendas de los justos: «¡La diestra del Señor hizo proezas,
la diestra del Señor lo ha enaltecido, la diestra del Señor hizo proezas!»
No, no moriré sino que viviré y contaré las obras del Señor.
El Señor me corrigió mucho, pero no me entregó a la muerte.
«¡Abranme las puertas de justicia para entrar a dar gracias al Señor!»
«Esta es la puerta que lleva al Señor, por ella entran los justos».
¡Te agradezco que me hayas escuchado, tú has sido para mí la salvación!
 
Marcos 16,9-15.

Jesús, pues, resucitó en la madrugada del primer día de la semana. Se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios.
Ella fue a anunciárselo a los que habían sido compañeros de Jesús y que estaban tristes y lo lloraban.
Pero al oírle decir que vivía y que lo había visto, no le creyeron.
Después Jesús se apareció, bajo otro aspecto, a dos de ellos que se dirigían a un pueblito.
Volvieron a contárselo a los demás, pero tampoco les creyeron.
Por último se apareció a los once discípulos mientras comían, y los reprendió por su falta de fe y por su dureza para creer a los que lo habían visto resucitado.
Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación.

Extraído de la Biblia Latinoamericana.
 
Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Carta Apostólica para el nuevo milenio “Novo millenio ineunte”, § 29 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)
“...el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes y el Señor cooperaba con ellos.” (Mc 16, 19-20) 
La vuelta de Cristo al cielo: “.yo estoy con vosotros todos los días
hasta el fin del mundo.” (cf Mt 28,20) Esta certeza, queridos hermanos y
hermanas, ha acompañado a la Iglesia durante dos mil años y se ha renovado
en nuestros corazones por la celebración del año santo. Debemos sacar de
aquí un renovado empeño para nuestra vida cristiana, haciendo de esta
verdad la fuerza inspiradora de nuestro caminar. Conscientes de esta
presencia del resucitado entre nosotros, nos hacemos hoy la pregunta que
fue dirigida a Pedro en Jerusalén, después de su discurso de Pentecostés:
“¿Qué tenemos que hacer?” (Hch 2,37)
Nos interrogamos con un optimismo lleno de confianza, sin olvidar los
problemas. No nos dejamos seducir por una perspectiva ingenua, como si
existiera una fórmula mágica para enfrentarnos a los grandes desafíos de
nuestro tiempo. No, no es una fórmula mágica que nos salvará, sino una
persona y la certeza que nos inspira: “Yo estoy con vosotros.”
No se trata, pues, de inventar un “nuevo programa”. El programa ya
existe: es el de siempre, sacado del evangelio y de la Tradición viva. Está
centrado, en último término, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar,
imitar, para vivir en él la vida trinitaria y para transformar con él la
historia hasta su plenitud en la Jerusalén celestial... Con todo, es
necesario que este programa se traduzca en orientaciones pastorales
adaptadas a las condiciones de cada comunidad...En las iglesias locales hay
que fijar los elementos concretos de un programa... que permita llegar a
las personas con el mensaje de Cristo y modelar las comunidades, actuar en
profundidad, por el testimonio de los valores evangélicos, en las
sociedades y la cultura...Se trata, pues, de un relanzamiento pastoral
lleno de entusiasmo que nos concierne a todos.
 

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