martes, 6 de diciembre de 2011

Lecturas Tercer Domingo de Adviento 2011



Mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador

El Espíritu del Señor está sobre mí

Antífona de Entrada

Estad siempre alegres en el Señor os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca.

No se dice Gloria.

Oración Colecta

Oremos:

Mira, Señor, a tu pueblo que espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo, y concédele celebrar el gran misterio de nuestra salvación con un corazón nuevo y una inmensa alegría.

Por nuestro Señor Jesucristo…

Amén.

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta

Isaías (61, 1-2. 10-11)

El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón a los cautivos, la libertad a los prisioneros y a pregonar el año de gracia del Señor.

Me alegro en el Señor con toda el alma y me lleno de júbilo en mi Dios, porque me revistió con vestiduras de salvación y me cubrió con un manto de justicia, como el novio que se pone la corona, como la novia que se adorna con sus joyas.

Así como la tierra echa sus brotes y el jardín hace germinar lo sembrado en él, así el Señor hará brotar la justicia y la alabanza ante todas las naciones.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Lucas 1

Mi espíritu se alegra en Dios,

mi salvador.

Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso los ojos en la humildad de su esclava.

Mi espíritu se alegra en Dios,

mi salvador.

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega, de generación en generación, a los que lo temen.

Mi espíritu se alegra en Dios,

mi salvador.

A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada. Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo.

Mi espíritu se alegra en Dios,

mi salvador.

Segunda Lectura

Lectura de la primera carta

del apóstol san Pablo a los

Tesalonicenses (5, 16-24)

Hermanos: Vivan siempre alegres, oren sin cesar, den gracias en toda ocasión, pues esto es lo que Dios quiere de ustedes en Cristo Jesús. No impidan la acción del Espíritu Santo, ni desprecien el don de profecía; pero sométanlo todo a prueba y quédense con lo bueno.

Absténganse de toda clase de mal. Que el Dios de la paz los santifique a ustedes en todo y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, se conserve irreprochable hasta la llegada de nuestro Señor Jesucristo. El que los ha llamado es fiel y cumplirá su promesa.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres.

Aleluya.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Juan (1, 6-8. 19-28)

Gloria a ti, Señor.

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino testigo de la luz.

Este es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?” El reconoció y no negó quién era. El afirmó: “Yo no soy el Mesías”. De nuevo le preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?” El les respondió: “No lo soy”. “¿Eres el profeta?” Respondió: “No”.

Le dijeron: “Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?” Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías”.

Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: “Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?” Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias”.

Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

Oración de los Fieles

Celebrante:

Con espíritu agradecido y con sencillez de corazón, oremos a Dios que nos anuncia la paz, y nos da la esperanza. Digamos unidos a toda la Iglesia:

Escucha, Señor,

nuestra oración.

Para que la voz de la Iglesia y de sus pastores, resuene en este tiempo con mayor fuerza proclamando con gozosa esperanza el evangelio de Jesucristo, raíz profunda de los auténticos derechos humanos.

Oremos al Señor.

Escucha, Señor,

nuestra oración.

Para que los estados protejan y fomenten el desarrollo de los pueblos más necesitados, renunciando a los egoístas intereses particulares.

Oremos al Señor.

Escucha, Señor,

nuestra oración.

Para que la Palabra de Dios mueva a todos los cristianos y hombres de buena voluntad a ser, según el mandato de Cristo, solidarios con los más necesitados como una exigencia esencial de nuestra vocación al servicio del Reino de Dios y su justicia. Oremos al Señor.

Escucha, Señor,

nuestra oración.

Para que, reconociendo las maravillas que Dios obra en la historia, como María, vivamos en constante acogida de su Palabra, en activo servicio a su proyecto, y en solícita y alegre caridad con los que sufren o están tristes.

Oremos al Señor.

Escucha, Señor,

nuestra oración.

Para que en este tiempo de gracia, los que se han consagrado al Señor, vivan a impulso de su Espíritu en una creciente fidelidad a sus insinuaciones y en una amorosa entrega a su vocación.

Oremos al Señor.

Escucha, Señor,

nuestra oración.

Para que todos los hombres reconozcamos, en Jesús, al Mesías que nos trae la paz, y allanemos sus caminos en los corazones más endurecidos, con nuestra oración constante y con nuestra entrega generosa.

Oremos al Señor.

Escucha, Señor,

nuestra oración.

Celebrante:

Escucha, Señor, nuestras súplicas y nuestra acción de gracias; haz que amemos siempre tu voluntad y que no ahoguemos nunca la llama de tu Espíritu que nos llama a ser fieles a Ti, que sellaste con nosotros una promesa de salvación.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Oración sobre las Ofrendas

Te pedimos, Señor, que este sacrificio, signo de nuestra total entrega a ti, te sea ofrecido siempre para que realice la intención que tuviste al instituir este sacramento, y lleve a cabo plenamente en nosotros tu salvación.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de Adviento I

Las dos venidas de Cristo

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.

El cual, al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación, para que cuando venga de nuevo, en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.

Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

Antífona de la Comunión

He aquí que vendrá nuestro salvador, ya no tengáis miedo.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Que esta Eucaristía nos purifique, Señor, de toda mancha y nos prepare así a celebrar dignamente la Navidad ya próxima.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

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