lunes, 19 de diciembre de 2011

Adorad sólo a Dios



Sólo a Dios es a quien adoran los ángeles, sólo es a Él a quien dan culto. También ellos pasaron la prueba de la libertad y lo eligieron a Él.
Cuando se termine esta vida y entremos en la Eternidad, veremos la cantidad de energías que hemos malgastado en cosas tan absurdas como tener más que otros, el ser más que otros, el estar por encima de los otros... cuanto tiempo perdido en el vacío, irrecuperable, malgastado, adorándose cada uno a sí mismo.
Quien ponga su adoración en las criaturas o en sí mismo, habrá hecho su peor negocio, mientras que nadie quedará defraudado de haber adorado a Dios.
Gastar la vida en la adoración a Dios es como si, habiendo recibido de Él un lápiz y unas hojas en blanco, los utilizáramos en escribir magníficas obras de literatura; es como si nos hubiera dado un poco de tierra y sólo un pequeño apero de labranza y los usáramos para producir las cosechas más variadas y abundantes. La materia, que de por sí es pobre, transformada por la voluntad del hombre, se convierte en trascendente.
Eso es adorar a Dios: levantar un edificio con piedras, ornamentarlo con maderas y pintarlas, adornarlo todo con flores, quemar incienso y velas, ataviarse con lo mejor y más digno que se tenga, cantarle como lo hacen los ángeles, rezarle como le rezan los santos, alabarle como lo alaba la Iglesia y mirarle como lo mira su Madre.
Adorar a Dios es amarle.

No adoréis a nadie más que a Él

Poner los ojos en las criaturas, es poner los ojos en el tiempo, en lo caduco; y mirar a Dios es poner los ojos en la eternidad. Poner los ojos en Dios es darle el corazón. Y quien ponga la mirada en Dios poniendo en Él el corazón, recibirá la mirada de Dios recibiendo de Él su Corazón. Sólo Dios merece ser mirado con las miradas más tiernas de nuestro corazón y adorado con el culto más perfecto de todo nuestro ser de hombres y mujeres.

No pongáis los ojos en nadie más que en Él

Sólo Dios puede sostenernos hasta el extremo de sufrir las mayores contrariedades, la vida es ciertamente un valle de lágrimas y lo es para todo el mundo, nadie pasará por esta vida sin ellas, pero es distinto llorar en soledad, apoyados en las criaturas o llorar reclinando la cabeza en el Corazón de Dios.

Sólo Él os puede sostener

La libertad que sólo Dios puede dar es la única y verdadera libertad que corta amarras con el mundo, el demonio y la carne. Para ser libre hay que mirar sólo a Dios, hay que dar el corazón sólo a Dios.
Sólo Dios hace libre a quien sólo a Dios adora.

Sólo Él os da la libertad

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