El pozo de agua
Conocerme a mí mismo es llave de sabiduría, porque desde mi realidad personal puedo crecer y superarme. Epitecto, filósofo griego, escribió: “La cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos, la cosa más fácil, hablar mal de los demás”. Conocerte es encontrarte con tu realidad: límites y fortalezas. Ten un tiempo para evaluarte serenamente.
Un hombre se acercó a un monje y le preguntó: — ¿Qué es lo que aprendes en tu vida de silencio? El monje estaba sacando agua de un pozo y dijo al visitante: — Mira allá abajo, en el fondo del pozo. ¿Qué ves? El hombre miró no vio nada. — No veo nada, dijo. Después de un tiempo en que el monje estuvo absolutamente quieto, el monje dijo de nuevo al visitante: — Mira ahora. ¿Qué ves en el pozo? El hombre obedeció y respondió: — Ahora me veo a mí mismo: el agua es mi espejo. El monje le dijo: — Ves, cuando sumerjo el cubo, el agua se agita; ahora, en cambio, el agua está tranquila. Esta es la experiencia del silencio: el hombre se ve a sí mismo.
Conocer tus fortalezas y debilidades, está en la base del crecimiento armónico como persona. Con un ojo en tus virtudes para conservarlas y darles brillo, y con el otro ojo en tus debilidades para neutralizarlas, afronta con esperanza esa labor cotidiana de realizar el proyecto de Dios sobre tu vida. Para eso busca un tiempo de silencio y reflexión.
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