martes, 5 de julio de 2016

El Santo Evangelio del día martes 05 Julio 2016



Martes de la decimocuarta semana del tiempo ordinario

San Antonio María Zaccaría

Leer el comentario del Evangelio por
San Juan Crisóstomo : «Proclamando la buena noticia y curando enfermedades»

Oseas 8,4-7.11-13.

Así habla el Señor:
Entronizaron reyes pero sin contar conmigo; designaron príncipes, pero sin mi aprobación. Se hicieron ídolos con su plata y su oro, para su propio exterminio.
Yo rechazo tu ternero, Samaría; mi ira se ha encendido contra ellos. ¿Hasta cuándo no podrán recobrar la inocencia?
Porque ese ternero proviene de Israel: lo hizo un artesano, y no es Dios. Sí, el ternero de Samaría quedará hecho pedazos.
Porque siembran vientos, recogerán tempestades. Tallo sin espiga no produce harina, y si la produce, se la tragarán los extranjeros.
Efraím multiplicó los altares para expiar el pecado, pero esos altares le han servido sólo para pecar.
Por más que escriba para él mil prescripciones de mi Ley se las tendría por una cosa extraña.
En cuanto a los sacrificios que me ofrecen, ¡que los inmolen, que se coman la carne! ¡El Señor no los aceptará! Ahora, él se acordará de sus culpas y pedirá cuenta de sus pecados: entonces ellos regresarán a Egipto.

Salmo 115(113B),3-4.5-6.7ab-8.9-10.

Nuestro Dios está en el cielo y en la tierra
él hace todo lo que quiere.
Los ídolos, en cambio, son plata y oro,
obra de las manos de los hombres.

Tienen boca pero no hablan,
ojos, pero no ven ,
tienen orejas, pero no oyen,
tienen nariz, pero no huelen.

Tienen manos, pero no palpan,
tienen pies, pero no caminan;
Como ellos serán los que los fabrican,
los que ponen en ellos su confianza.

Pueblo de Israel, confía en el Señor:
él es tu ayuda y tu escudo;
familia de Aarón, confía en el Señor:
él es tu ayuda y tu escudo.



Mateo 9,32-38.

En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado.
El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: "Jamás se vio nada igual en Israel".
Pero los fariseos decían: "El expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios".
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha."


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Juan Crisóstomo (c. 345-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilías sobre el evangelio de san Mateo, nº 32

«Proclamando la buena noticia y curando enfermedades»

Jesús, en cambio, tras de infinitas injurias y querellas: recorría las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino de Dios y curando toda enfermedad y toda dolencia. Y no sólo no los castiga por ingratos, pero ni siquiera los reprende. Manifestaba así su mansedumbre (...) Recorría así las ciudades y aldeas y sinagogas, enseñándonos a rechazar las injurias, no con injurias, sino con beneficios mayores. Si tú haces los beneficios por Dios y no por los hombres, hagan lo que hagan tus consiervos, no dejarás de beneficiarlos, para que sea mayor tu recompensa. (…) Cristo, para enseñarnos que procedía por pura benignidad, no sólo no esperaba a que los enfermos fueran a él, sino que iba en busca de ellos y les hacía un doble beneficio: el del reino de los cielos y el de la curación de todo género de enfermedades.

Y no se contentaba con esto sino que tomó otra providencia además. Pues dice el evangelista: Viendo a la muchedumbre, se enterneció de compasión por ella, porque estaban fatigados y decaídos, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a los discípulos: "La mies es mucha, pero pocos los obreros. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies". Considera de nuevo cuan ajeno está a la vanagloria. Para no atraerlos todos personalmente hacia sí, manda a sus discípulos. Pero no únicamente por eso, sino además para adiestrarlos, a fin de que, ejercitándose en Judea, como en una palestra, se preparen de este modo para las luchas en todo el orbe. (…)

Por de pronto los gradúa como médicos de las enfermedades corporales y les reserva para más tarde la curación de las almas, que es la principal. Advierte en qué forma les hace ver ser esto cosa fácil y necesaria. ¿Qué les dice? La mies es mucha y los obreros pocos. Como si les dijera: «Mirad que no os envío a la siembra, sino a la cosecha». (…) Les decía esto para reprimirles sus altos sentires e instruyéndolos al mismo tiempo para que tuvieran gran confianza y demostrándoles que ya había precedido el mayor trabajo.

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