No compararse con los otros
Cuando estamos enfermos nos resentimos por los que rebosan salud; cuando nuestra pareja hace aguas sentimos rencor por las que funcionan como el primer día y cuando padecemos problemas económicos nos disgustamos por los que nadan en la abundancia. Éstas y otras reacciones semejantes son fruto de la envidia. El P. Alfonso Milagro comunica su experiencia:
Encontré a un hombre de buenas cualidades que casi las maldecía. Le pregunté por qué y me respondió: “Porque hacen sombra y eso no me lo perdonan”. ¿Será verdad?
Hay en el mundo quienes, siendo incapaces de elevarse una pulgada por sí mismos, tratan de levantarse sobre las ruina de los otros. La envidia no es más que odio a la superioridad ajena.
La mejor señal de poseer grandes cualidades y generoso corazón es carecer de envidia por los bienes y cualidades de los demás. La envidia suele querer apagar las luces, para que en la oscuridad todos parezcamos iguales
Es fundamental convencerme que si quiero ser yo mismo, el único punto de referencia para superarme soy yo. No necesito compararme con nadie más. Lo correcto es conocer mis talentos y habilidades, alegrarme de lo que tengo y no vivir ansioso por mis límites y carencias. Que esto te ayude a vivir con equilibrio y en paz tu propia realidad.
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