lunes, 7 de diciembre de 2015

EL ÁRBOL DE NAVIDAD


El ÁRBOL DE NAVIDAD que todos tenemos en nuestras casas, es originario de Alemania, más concretamente,  de la ciudad de Estrasburgo, en el siglo XVI. Después pasó a toda Europa, y de allí a América.
Se relaciona con los árboles del paraíso: “el árbol de la vida” y el “árbol de la ciencia del bien y del mal”, de los que nos habla el libro del Génesis.
Se escogió que fuera un pino, porque el pino se mantiene verde en todas las épocas del año, y es símbolo de vida.
En algunas partes se adorna sólo con bolas o manzanas rojas, precisamente, para hacer alusión al fruto que Dios prohibió comer a Adán y Eva, y  que representa el pecado del cual nos salva Jesús.
Recuerda que la manzana es símbolo del pecado, no el pecado mismo.
LAS LUCES DE COLORES que colocamos en el árbol de Navidad, en el pesebre, y en las ventanas y balcones de las casas, nos hablan de Jesús que es la “luz del mundo”.
Él mismo lo dijo en varias ocasiones: “Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8, 12).
Jesús es la luz que ilumina nuestro camino hacia Dios.
La ESTRELLA que colocamos en la punta más alta del árbol de Navidad, y también en el pesebre, sobre el lugar del nacimiento, nos recuerda la estrella luminosa que anunció a los Reyes Magos que había nacido Jesús, y que los llevó hasta él.
Cuenta la historia, que esta estrella se movía por el cielo y los Magos la veían como si caminara con ellos. Luego se detuvo exactamente sobre el lugar en el que estaba Jesús con María y José.
Cuando Jesús nació, todo el universo se conmovió y sucedieron cosas maravillosas como esta de la estrella más brillante que se ha visto.

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