Hoy, 7 de diciembre, conmemoramos a Santa BURGUNDÓFORA, Abadesa.
SANTA BURGUNDÓFORA o FARA (595-657) nació en Pipimisicum, la actual Poincy, cerca de Meaux, en Francia, en una familia noble.
Santa Burgundófora, conocida también como Santa Fara, fue hija de los condes Cagnerico y Leodegunda, y tuvo dos hermanos santos: San Cagnoaldo, monje en Luxeuil y San Farón, obispo de Meaux.
Cuando el monje irlandés San Columbano pasó por Meaux, Santa Burgundófora apenas era una niña de brazos. El monje se hospedó con Cagnerico y Leodegunda, y antes de partir bendijo la casa y profetizó que la niña llevaría una vida religiosa.
Muchos años después, Cagnerico, olvidando las palabras de San Columbano, prometió a su hija Burgundófora en matrimonio.
Al enterarse ella de la noticia, corrió a esconderse en una iglesia, negándose a casarse. Luego de que la hallaron, Santa Burgundófora cayó presa de una desconocida enfermedad que la mantuvo al borde de la muerte.
Sus padres no sabían qué hacer, hasta que recibieron la tranquilizadora visita de San Eustasio. Explicándole la situación, Cagnerico expresó que con tal de que su hija se curara, él le permitiría ofrendarse a Jesús.
Y entonces, Santa Burgundófora sanó milagrosamente, y el propio San Eustasio fue quien le colocó el velo de consagración.
Así, con la aprobación del obispo Gundoaldo de Meaux, Santa Burgundófora fundó en terrenos cedidos por su padre una abadía que al principio se llamó Evoriacum, aunque luego se renombró como Faremoutiers, en honor suyo.
Durante los siguientes cuarenta años, Santa Burgundófora fungió como abadesa de Faremoutiers, que llegó a ser un importante centro de vida espiritual.
A Santa Burgundófora se le invoca especialmente contra los padecimientos de los ojos.
SANTA BURGUNDÓFORA nos enseña el valor de perseverar en la vocación.
SANTA BURGUNDÓFORA o FARA (595-657) nació en Pipimisicum, la actual Poincy, cerca de Meaux, en Francia, en una familia noble.
Santa Burgundófora, conocida también como Santa Fara, fue hija de los condes Cagnerico y Leodegunda, y tuvo dos hermanos santos: San Cagnoaldo, monje en Luxeuil y San Farón, obispo de Meaux.
Cuando el monje irlandés San Columbano pasó por Meaux, Santa Burgundófora apenas era una niña de brazos. El monje se hospedó con Cagnerico y Leodegunda, y antes de partir bendijo la casa y profetizó que la niña llevaría una vida religiosa.
Muchos años después, Cagnerico, olvidando las palabras de San Columbano, prometió a su hija Burgundófora en matrimonio.
Al enterarse ella de la noticia, corrió a esconderse en una iglesia, negándose a casarse. Luego de que la hallaron, Santa Burgundófora cayó presa de una desconocida enfermedad que la mantuvo al borde de la muerte.
Sus padres no sabían qué hacer, hasta que recibieron la tranquilizadora visita de San Eustasio. Explicándole la situación, Cagnerico expresó que con tal de que su hija se curara, él le permitiría ofrendarse a Jesús.
Y entonces, Santa Burgundófora sanó milagrosamente, y el propio San Eustasio fue quien le colocó el velo de consagración.
Así, con la aprobación del obispo Gundoaldo de Meaux, Santa Burgundófora fundó en terrenos cedidos por su padre una abadía que al principio se llamó Evoriacum, aunque luego se renombró como Faremoutiers, en honor suyo.
Durante los siguientes cuarenta años, Santa Burgundófora fungió como abadesa de Faremoutiers, que llegó a ser un importante centro de vida espiritual.
A Santa Burgundófora se le invoca especialmente contra los padecimientos de los ojos.
SANTA BURGUNDÓFORA nos enseña el valor de perseverar en la vocación.
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