miércoles, 15 de abril de 2015

Dios es nuestro Padre que nos ama

flor


Dios es nuestro Padre que nos ama
La idea de que Dios es nuestro Padre que nos ama por ser  hijos suyos es revelación de Jesús de Nazaret, la cual reforma y perfecciona  la idea  de la  Antigua Alianza en la que Yavet  es nuestro dueño y señor y nosotros somos criaturas suyas. Nos lo releva al llamarle a Dios: Padre Nuestro que está en los cielos (Mt. 6,9).  Nos pone  de ejemplo y similitud de que Dios es nuestro Padre que nos ama y nos quiere  al compararlo con el  padre del hijo pródigo que todo es  amor y esperanza cuando lo perdió, y todo es misericordia, perdón y alegría cuando lo encuentra (Lc. 15, 11-31).
Jesús de Nazaret es no es un filósofo especulativo ni tenía visiones divinas.  Dios Padre estaba y lo sentía en él. Extrae de su corazón cuanto  Dios Padre le dice por su constante comunicación y relación directa con él. Toda la teología de Jesús de Nazaret es revelarnos que él es el Hijo consustancial con Dios Padre, que Dios es, además, Padre de todos nosotros por ser sus hijos creados, y predicar y fundar el reino de Dios o de los Cielos como medio de salvación y de vida eterna para cuantos le crean.
 Giovanni Papini escribe en su libro, Historia de Cristo: El amor del esposo es fuerte pero carnal y celoso, el del hermano está frecuentemente envenenado por la envidia, el del hijo  manchado por la rebelión, el del amigo manchado por el engaño y el del amo henchido de orgullosa condescendencia. Pero el amor del Padre a sus hijos es perfecto, puro y desinteresado.
Juan evangelista escribe: “Dios es amor, y quien vive en el amor permanece en Dios, y Dios en él” (1 Jn.4.16). El amor es longánimo, benigno, no es envidioso, ni jactancioso, ni se hincha, ni es descortés, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa mal, no se alegra de la injusticia, se complace  en la verdad, todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera y todo lo tolera” (1 Cor. 13,4-7).
El amor de Dios Padre es, pues,  causa,  razón y origen de la persona divina de Jesús de Nazaret y de nuestra existencia y vida humana. El padre hace por su s hijos lo que no haría por nadie. Vive, se complace y se contempla en ellos. Trabaja y sufre por ellos, les perdona y se alegra con ellos.

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