lunes, 27 de abril de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 26 DE ABRIL DEL 2015 - JESÚS EL BUEN PASTOR




El Buen Pastor
Yo soy el Buen Pastor

Juan 10, 11-18. 4o. Domingo Pascua B. oremos también por las vocaciones, para que el Dueño de la mies mande a su Iglesia muchos y santos sacerdotes según su Corazón.






Del santo Evangelio según san Juan 10, 11-18
Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre.

Oración introductoria
Señor mío, vengo ante Ti porque quiero tener un momento de intimidad contigo. Soy esa oveja que pierde fácilmente el rumbo si no está en comunicación permanente con su pastor. En esta oración, con un acto libre de mi voluntad, quiero entregarme completamente a Ti, quiero ser parte de tu rebaño, muéstrame el camino a seguir.

Petición
¡Ven Espíritu Santo! Dame la docilidad de la oveja que nunca abandona a su pastor.

Meditación del Papa Francisco
Jesús es el Buen Pastor, las ovejas escuchan su voz y lo siguen. No era ni un fariseo casuístico moralista, ni un saduceo que hacia negocios políticos con los poderosos, ni un guerrillero que buscaba la liberación política de su pueblo, ni un contemplativo del monasterio. ¡Era un pastor! Un pastor que hablaba la lengua de su pueblo, se hacía entender, decía la verdad, las cosas de Dios: ¡no negociaba nunca las cosas de Dios! Pero las decía de tal forma que el pueblo amaba las cosas de Dios. Por esto lo seguían.
¿A mí a quién me gusta seguir? A quienes me hablan de cosas abstractas o de casuísticas morales; los que se dicen del pueblo de Dios, pero no tienen fe y negocian todo con los poderes políticos, económicos; los que quieren siempre hacer cosas extrañas, cosas destructivas, guerras llamadas de liberación, pero que al final no son el camino del Señor; o un contemplativo lejano?
Que esta pregunta nos haga llegar a la oración y pedir a Dios, el Padre, que nos haga llegar cerca de Jesús para seguir a Jesús, para asombrarnos de lo que Jesús nos dice. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 26 de junio de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
En algunos países de América Latina, en este domingo de Pascua, día del "Buen Pastor", se celebra -además del Jueves Santo- el día de los sacerdotes. Gracias a Dios, nuestra Iglesia Católica cuenta con muchos y muy santos sacerdotes en todas las latitudes del mundo. Pero algunos de nuestros enemigos se han confabulado rabiosamente para atacarlos con calumnias de muy mal gusto, para desprestigiarlos y manchar públicamente su buena fama y reputación con mentiras soeces y deshonestas. Y, lo que es peor, algunos católicos inconscientes se han prestado como tontos útiles para hacerles eco y seguir su juego tan sucio y tan poco leal. Pero, en fin, si Cristo mismo fue perseguido y calumniado, no podemos esperar una suerte diversa para sus sacerdotes. Él mismo nos lo advirtió: "El discípulo no es más que su Maestro: si al amo le llamaron Beelzebul -o sea, príncipe de los demonios-, ¿cuánto más a los de su casa?" (Mt 10, 24-25). Si nos calumnian injustamente, es señal de que vamos por el mismo camino que siguió nuestro Señor.

Pero, aunque es verdad que algunos pocos, poquísimos, sí han fallado -pues los sacerdotes son también seres humanos frágiles y pecadores- debemos hacerles justicia y reconocer públicamente que los buenos sacerdotes son, por fortuna, la inmensa mayoría, casi todos. Y se comportan como "buenos pastores", siguiendo el ejemplo de Jesucristo, el Buen Pastor.

Todos nosotros, en las más diversas circunstancias de la vida, hemos tenido a nuestro lado a santos sacerdotes que nos han ayudado a mantenernos en pie, a pesar de las dificultades. Y a ellos les debemos la perseverancia en nuestra fe y en nuestra vocación cristiana.

Yo recuerdo con grandísimo cariño -y estoy seguro de que también tú, querido amigo lector- la figura de sacerdotes que han dejado una huella indeleble en mi existencia porque han sabido ser, como Cristo, "buenos pastores". Pastores, sí; y también buenos, como auténticos padres, amigos y compañeros de la vida.

De san Francisco de Sales, aquel obispo inefablemente amable, dulce y bondadoso, la gente solía decir: "¡Cuán bueno debe ser Dios, cuando ya es tan bueno el obispo de Ginebra!". Y se cuenta que un hombre incrédulo de la Francia del siglo XIX, alrededor del año 1840, fue invitado a visitar al padre Juan María Vianney, conocido como el santo Cura de Ars. Y, a pesar de haber ido en contra de su voluntad, después de conocerlo, exclamó: "¡Hoy he visto a Dios en un hombre!".

Es impresionante también el testimonio que nos narró personalmente, hace algunos años, Mons. Tadeusz Kondrusiewicz, entonces Administrador apostólico de la Rusia europea y actual Arzobispo de Moscú: Perni es una ciudad que se encuentra en los Urales y, durante el comunismo, había allí campos de concentración. Todavía en los años ochenta estaba detenido en ese lugar un sacerdote lituano, Sigitas Tamkjavicius, hoy obispo metropolitano de Kaunas. Después de la santa Misa los fieles me invitaron a visitar el cementerio. Me llevaron ante la tumba del primer sacerdote que había trabajado en esa ciudad, muerto en el siglo XIX. La gente me decía: "Durante sesenta años hemos permanecido sin iglesia y sin sacerdote, pero estaba esta tumba; y durante las fiestas veníamos aquí y rezábamos sobre esta tumba, incluso confesábamos nuestros pecados. Ninguno de nosotros ha conocido al sacerdote que está aquí sepultado. De él sólo sabemos lo que nos han contado nuestros abuelos. Y, sin embargo, durante estos sesenta años él, de modo invisible, ha estado presente entre nosotros, como si hubiera salido de la tierra para enseñarnos a ser fieles a nuestra vocación cristiana. Gracias a esta tumba hemos conservado la fe, que ahora renace y se refuerza".

Gracias a Dios, en nuestra Iglesia hay muchos sacerdotes santos. Y, como éstos, tenemos legiones enteras y miríadas de ejemplos. Sacerdotes que, llenos de amor a Dios y a los demás, desgastan su vida en silencio y a escondidas, como la vela roja del Santísimo Sacramento que se consume de día y de noche en un continuo acto de amor y de adoración a Jesús Eucaristía.

Pero los sacerdotes también necesitan de nuestra oración y de nuestro apoyo, para que el Señor les dé a todos el don de la santidad y de la perseverancia en su vocación. Y oremos también por las vocaciones, para que el Dueño de la mies mande a su Iglesia muchos y santos sacerdotes según su Corazón: buenos pastores, como Jesús, "el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas".

Propósito
Ante Cristo Eucaristía, ofrecerme como pobre instrumento para acercar a otros al Buen Pastor y pedir especialmente por los sacerdotes.

Diálogo con Cristo
El Señor es mi pastor, nada me falta. Qué verdad tan consoladora en este mundo individualista en donde nadie parece preocuparse por los demás. El pastor pide obediencia a sus ovejas y da la vida por ellas, por eso, permite, Padre mío, que sepa siempre responder a tu llamado y que sepa dar una dimensión sobrenatural a todos mis esfuerzos y actividades del día de hoy.

domingo 26 Abril 2015

Cuarto Domingo de Pascua

San Rafael Arnaíz Barón, Beato Estanislao Kubista

Leer el comentario del Evangelio por
San Antonio de Padua : «El buen pastor da la vida por las ovejas»

Hechos 4,8-12.
En aquellos días:
Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos,
ya que hoy se nos pide cuenta del bien que hicimos a un enfermo y de cómo fue curado,
sepan ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre está aquí sano delante de ustedes por el nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, al que ustedes crucificaron y Dios resucitó de entre los muertos.
El es la piedra que ustedes, los constructores, han rechazado, y ha llegado a ser la piedra angular.
Porque no existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos salvarnos".

Salmo 118(117),1.8-9.21-23.26.28.29.
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
Es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres;
es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los poderosos.

Yo te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos.

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
Tú eres mi Dios, y yo te doy gracias;
Dios mío, yo te glorifico.
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!



Epístola I de San Juan 3,1-2.
Queridos hermanos:
¡Miren cómo nos amó el Padre!
Quiso que nos llamáramos hijos de Dios,
y nosotros lo somos realmente.
Si el mundo no nos reconoce,
es porque no lo ha reconocido a Él.
Queridos míos,
desde ahora somos hijos de Dios,
y lo que seremos no se ha manifestado todavía.
Sabemos que cuando se manifieste,
seremos semejantes a Él,
porque lo veremos tal cual es.

Juan 10,11-18.
Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas.
El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa.
Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.
Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí
-como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.
El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla.
Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Antonio de Padua (1195-1231), franciscano, doctor de la Iglesia
Sermones para el domingo y las fiestas de los santos

«El buen pastor da la vida por las ovejas»

«Yo soy el buen pastor». Cristo, con todo derecho, puede decir: «Yo soy». Para él nada es pasado o futuro, todo le es presente, Es lo que él mismo dice en el Apocalipsis: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso» (Ap 1,8). Y en el Éxodo: «Soy el que soy. Dirás a los hijos de Israel: 'El que es me ha enviado a vosotros'» (Ex 3.14).

«Yo soy el buen pastor.» La palabra «pastor» viene de la palabra «pacer». Cristo nos apacienta cada día con su carne y con su sangre, en el sacramento del altar. Jesé, el padre de David, dijo a Samuel: «Mi hijo menor es un niño y está paciendo el rebaño» (1S 16,11). Nuestro David, pequeño y humilde, a pacienta también a sus ovejas como un buen pastor...

También en Isaías se lee: «Como un pastor apacienta el rebaño; su mano los reúne, lleva en brazos los corderos, cuida de las madres» (Is 40,11)... En efecto, el buen pastor, cuando conduce su rebaño a los pastos o lo saca de él, reúne a todos los corderos pequeños que todavía no pueden caminar; los toma en sus brazos, los lleva sobre su seno; lleva también a las madres, las que vana parir o las que acaban de dar a luz. Eso mismo hace Jesucristo: cada día nos alimenta con las enseñanzas del Evangelio y los sacramentos de la Iglesia. Nos reúne en sus brazos, que extendió sobre la cruz «para reunir en un solo cuerpo a los hijos de Dios dispersos» (Jn 11,52). Nos acoge en el seno de su misericordia, como una madre acoge a su hijo. 


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