El que venga a mí, no tendrá hambre
Pascua
Juan 6, 35-40. Pascua. No somos puro cuerpo, también estamos hechos de espíritu, y éste necesita del alimento, que es Jesús.
Del santo Evangelio según san Juan 6, 35-40
En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.
Oración introductoria
Jesús, la promesa que haces de acoger siempre a quien se acerca a Ti me llena de confianza y entusiasmo. Quiero cumplir siempre tu voluntad. Haz que esta oración abra mi entendimiento, disponga mi voluntad y avive mi amor, para que nunca me estanque en el conformismo o en la mediocridad.
Petición
Te pedimos Señor que nos dé el alimento, la Eucaristía, , para poder alimentar también nuestro espíritu, y llegar a tener vida en Cristo.
Meditación del Papa Francisco
En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.
Oración introductoria
Jesús, la promesa que haces de acoger siempre a quien se acerca a Ti me llena de confianza y entusiasmo. Quiero cumplir siempre tu voluntad. Haz que esta oración abra mi entendimiento, disponga mi voluntad y avive mi amor, para que nunca me estanque en el conformismo o en la mediocridad.
Petición
Te pedimos Señor que nos dé el alimento, la Eucaristía, , para poder alimentar también nuestro espíritu, y llegar a tener vida en Cristo.
Meditación del Papa Francisco
Lo contrario a cumplir la voluntad de Dios comenzó en el Paraíso, con la no obediencia de Adán. Y esa desobediencia ha llevado el mal a toda la humanidad. También los pecados son actos de no obedecer a Dios, de no hacer su voluntad. Sin embargo, el Señor nos enseña que este es el camino, no hay otro. Y comienza con Jesús, sí, en el Cielo, en la voluntad de obedecer al Padre.
Pero cumplir la voluntad de Dios «no es fácil». No fue fácil para Jesús que fue tentado en el desierto y en el huerto de los olivos. Tampoco lo fue para algunos discípulos, que lo dejaron porque no entendieron qué quería decir hacer la voluntad del Padre.
Tampoco es fácil para nosotros desde el momento que cada día nos presentan en una bandeja muchas opciones. Y así, ¿cómo hago para hacer la voluntad de Dios? Pidiendo la gracia de querer hacerlo. […]
Que el Señor nos dé la gracia, a todos, que un día pueda decir de nosotros lo que ha dicho de aquel grupo, de aquella multitud que lo seguía, los que estaban sentado en torno a Él, como hemos escuchado en el Evangelio. Y así hacer la voluntad de Dios nos hace ser parte de la familia de Jesús, nos hace madre, padre, hermana, hermano. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 27 de enero de 2015, en Santa Marta).
Reflexión
Imagínate que vas de paseo. Has caminado mucho, a lo mejor unas seis horas bajo el sol, no hay arboles suficientes para hacer sombra. La caminata va haciéndose cada vez más pesada y lenta. La lengua empieza a pedir agua para no pegarse al paladar, y el estomago reclama un bocado para parar el hambre. De repente llega un hombre que te dice: ¿quieres comer? Lo miras y ves que no tiene nada con qué quitarte el hambre, pero confías en él. Te da algo de comer y luego se va. Días después lo encuentras y ¿no le pedirías otra vez algo de comer?
Esto es lo que ha pasado, y los judíos le buscaban porque aún estaban asombrados por el milagro de los panes, pero Jesús conoce sus intenciones y les reprende como un día lo hiciera con el mismo Satanás, aunque con otras palabras: "No de solo pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios."
No somos puro cuerpo, también estamos hechos de espíritu, y éste necesita del alimento. Un solo alimento existe para el alma, y es Jesús, "Yo soy el Pan de la Vida." Pidamos a Dios que nos dé este alimento como lo hicieran los judios, para poder alimentar también nuestro espíritu, y llegar a tener vida en Cristo.
Diálogo con Cristo
Jesús, me doy cuenta que el ideal de cumplir siempre tu voluntad es costoso. El orgullo, la pereza espiritual o el miedo son obstáculos que necesito vencer, pero frecuentemente olvido que sólo tu gracia podrá lograr esa transformación de mi egoísmo y soberbia en amor a Ti y a los demás. Nunca permitas que me aparte de la fuente de esa gracia: tu Eucaristía.
Propósito
Para que recibir la Eucaristía nunca se convierta en un acto rutinario, hoy (y siempre) me prepararé lo mejor posible para recibirla y agradeceré a Dios su infinito amor.
Imagínate que vas de paseo. Has caminado mucho, a lo mejor unas seis horas bajo el sol, no hay arboles suficientes para hacer sombra. La caminata va haciéndose cada vez más pesada y lenta. La lengua empieza a pedir agua para no pegarse al paladar, y el estomago reclama un bocado para parar el hambre. De repente llega un hombre que te dice: ¿quieres comer? Lo miras y ves que no tiene nada con qué quitarte el hambre, pero confías en él. Te da algo de comer y luego se va. Días después lo encuentras y ¿no le pedirías otra vez algo de comer?
Esto es lo que ha pasado, y los judíos le buscaban porque aún estaban asombrados por el milagro de los panes, pero Jesús conoce sus intenciones y les reprende como un día lo hiciera con el mismo Satanás, aunque con otras palabras: "No de solo pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios."
No somos puro cuerpo, también estamos hechos de espíritu, y éste necesita del alimento. Un solo alimento existe para el alma, y es Jesús, "Yo soy el Pan de la Vida." Pidamos a Dios que nos dé este alimento como lo hicieran los judios, para poder alimentar también nuestro espíritu, y llegar a tener vida en Cristo.
Diálogo con Cristo
Jesús, me doy cuenta que el ideal de cumplir siempre tu voluntad es costoso. El orgullo, la pereza espiritual o el miedo son obstáculos que necesito vencer, pero frecuentemente olvido que sólo tu gracia podrá lograr esa transformación de mi egoísmo y soberbia en amor a Ti y a los demás. Nunca permitas que me aparte de la fuente de esa gracia: tu Eucaristía.
Propósito
Para que recibir la Eucaristía nunca se convierta en un acto rutinario, hoy (y siempre) me prepararé lo mejor posible para recibirla y agradeceré a Dios su infinito amor.
miércoles 22 Abril 2015
Miércoles de la tercera semana de PascuaSan Sotero, Beato Francisco de Fabriano
Leer el comentario del Evangelio por
San Cirilo de Jerusalén : “Yo soy el pan de vida.”
Hechos 8,1b-8.
Ese mismo día, se desencadenó una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, excepto los Apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría.
Unos hombres piadosos enterraron a Esteban y lo lloraron con gran pesar.
Saulo, por su parte, perseguía a la Iglesia; iba de casa en casa y arrastraba a hombres y mujeres, llevándolos a la cárcel.
Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Palabra.
Felipe descendió a una ciudad de Samaría y allí predicaba a Cristo.
Al oírlo y al ver los milagros que hacía, todos recibían unánimemente las palabras de Felipe.
Porque los espíritus impuros, dando grandes gritos, salían de muchos que estaban poseídos, y buen número de paralíticos y lisiados quedaron curados.
Y fue grande la alegría de aquella ciudad.
Unos hombres piadosos enterraron a Esteban y lo lloraron con gran pesar.
Saulo, por su parte, perseguía a la Iglesia; iba de casa en casa y arrastraba a hombres y mujeres, llevándolos a la cárcel.
Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Palabra.
Felipe descendió a una ciudad de Samaría y allí predicaba a Cristo.
Al oírlo y al ver los milagros que hacía, todos recibían unánimemente las palabras de Felipe.
Porque los espíritus impuros, dando grandes gritos, salían de muchos que estaban poseídos, y buen número de paralíticos y lisiados quedaron curados.
Y fue grande la alegría de aquella ciudad.
Salmo 66(65),1-3a.4-5.6-7a.
¡Aclame al Señor toda la tierra!
¡Canten la gloria de su Nombre!
Tribútenle una alabanza gloriosa,
digan al Señor: «¡Qué admirables son tus obras!»
Toda la tierra se postra ante ti,
y canta en tu honor, en honor de tu Nombre.
Vengan a ver las obras del Señor,
las cosas admirables que hizo por los hombres.
El convirtió el Mar en tierra firme,
a pie atravesaron el Río.
Por eso, alegrémonos en él,
que gobierna eternamente con su fuerza.
¡Canten la gloria de su Nombre!
Tribútenle una alabanza gloriosa,
digan al Señor: «¡Qué admirables son tus obras!»
Toda la tierra se postra ante ti,
y canta en tu honor, en honor de tu Nombre.
Vengan a ver las obras del Señor,
las cosas admirables que hizo por los hombres.
El convirtió el Mar en tierra firme,
a pie atravesaron el Río.
Por eso, alegrémonos en él,
que gobierna eternamente con su fuerza.
Juan 6,35-40.
Jesús dijo a la gente: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.
Pero ya les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen.
Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí yo no lo rechazaré,
porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.
La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día".
Pero ya les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen.
Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí yo no lo rechazaré,
porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.
La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día".
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Cirilo de Jerusalén (313-350), obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismal, 22
Cuando Cristo dice de sí mismo, refiriéndose al pan: “Este es mi cuerpo” ¿quién dudará? Y cuando afirma “esta es mi sangre” ¿quién vacilará? En su tiempo, en Caná, Jesús transformó el agua en vino –el vino, hermano de la sangre. ¿Quién se negará ahora a creer que transforma el vino en sangre? Invitado a unas bodas según la carne realizó este milagro asombroso. Con más razón ¿cómo no reconocer que concede a los amigos del Esposo la alegría de su cuerpo y de su sangre?
Te es dado su cuerpo bajo la forma de pan y su sangre bajo la forma de vino para que, participando en el cuerpo y en la sangre de Cristo formes con él un solo cuerpo y una sola sangre. Así nos convertimos en “portadores de Cristo” , cristóforos. Su cuerpo y su sangre se diluyen en nuestros miembros. Así nos hacemos partícipes de su naturaleza divina. En otro tiempo, conversando con los judíos, Cristo les decía: “Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros.” (Jn 6,54) Si el pan y el vino son puramente naturales a tus ojos, no te quedes en esto...Si tus sentidos te extravían, deja que la fe te asegure.
Cuando te acercas, pues, para recibir el cuerpo de Cristo, no te acerques distraído, extendiendo las palmas de las manso con los dedos separados, sino, como se va a posar el Rey sobre tu mano derecha ¡hazle un trono con tu mano izquierda y en el hueco de tu mano recibe el cuerpo de Cristo y responde: Amén!
Te es dado su cuerpo bajo la forma de pan y su sangre bajo la forma de vino para que, participando en el cuerpo y en la sangre de Cristo formes con él un solo cuerpo y una sola sangre. Así nos convertimos en “portadores de Cristo” , cristóforos. Su cuerpo y su sangre se diluyen en nuestros miembros. Así nos hacemos partícipes de su naturaleza divina. En otro tiempo, conversando con los judíos, Cristo les decía: “Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros.” (Jn 6,54) Si el pan y el vino son puramente naturales a tus ojos, no te quedes en esto...Si tus sentidos te extravían, deja que la fe te asegure.
Cuando te acercas, pues, para recibir el cuerpo de Cristo, no te acerques distraído, extendiendo las palmas de las manso con los dedos separados, sino, como se va a posar el Rey sobre tu mano derecha ¡hazle un trono con tu mano izquierda y en el hueco de tu mano recibe el cuerpo de Cristo y responde: Amén!
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