miércoles, 22 de octubre de 2014

La lectura de la Biblia


    La lectura de la Biblia
La Biblia es un libro precioso, pues es la mismísima Palabra de Dios a los hombres; pero cuando se lee fuera del contexto histórico-teológico en el cual nació y sin tener en cuenta otros datos valiosos, puede convertirse en arma de doble filo, para propia condenación. Aconsejamos copiar el documento e imprimirlo, para leerlo con más provecho y detenidamente.

"Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo" (San Jerónimo, s IV)

INTRODUCCIÓN

Sin ninguna duda, en las últimas décadas se ha producido un gran despertar bíblico entre lo católicos. La lectura de la Biblia va dejando de ser algo reservado a nuestros hermanos de las otras Iglesias o grupos cristianos. Prueba de esto es la multiplicación de ediciones católicas de la Biblia en todos los idiomas y más concretamente en castellano. Además se multiplican los círculos y encuentros de iniciación y reflexión bíblica.
Se trata de un hecho sumamente positivo que tuvo su aval y su mejor estímulo en el Concilio Vaticano II concluido hace 25 años. ¡Cómo no va a ser positivo que se conozca en forma directa la Palabra que fundamenta y alimenta toda nuestra fe! Esa Palabra que, en buena parte -lo que nosotros llamamos Antiguo Testamento -es leída y venerada también por los judíos.
Sin embargo, el entusiasmo inicial por la lectura de la Biblia se transforma no pocas veces en una especie de decepción. "Yo leo la Biblia pero no la entiendo": esta es una expresión que suele estar en labios de personas muy sinceras y llenas de buena voluntad. Como consecuencia, a menudo se abandona aquella lectura.

LA BIBLIA NO ES UN LIBRO FÁCIL

Hay que reconocer que la Biblia no es un Libro fácil. No lo fue nunca y tampoco lo es ahora. En mayor o menor grado a todos nos pasa lo que le sucedió a aquel funcionario de la reina de Etiopía que volvía de Jerusalén leyendo al profeta Isaías: ¿Cómo lo Puedo entender, si Nadie me lo explica?".
Una traducción inteligible es muy importante y es lo que se ha intentado con la versión realizada en nuestro país, titulada "El Libro del Pueblo de Dios". Pero no basta. Necesitamos que nos inicien y nos guíen en la lectura de la Biblia. O sea, que nos hagan entrar en el mundo de la Biblia, que fue escrita -sobre todo el Antiguo Testamento- en épocas y ambientes tan distintos de los nuestros.
Entonces, ¿será la Biblia sólo para "iniciados"? Sí y no. No, si entendemos por "iniciados" a una minoría selecta con muchos conocimientos intelectuales. Sí, si nos referimos a una iniciación por lo menos elemental, semejante a la que se necesita para manejar un automóvil o desempeñarse en cualquier trabajo.

FINALIDAD ÚLTIMA DE SU LECTURA

De todos modos no se trata de oponer una lectura "científica" de la Biblia a otra llamada "espiritual". Por supuesto, lo importante es en último término descubrir el mensaje siempre actual de la Biblia y su aplicación a nuestra vida: "¿Qué nos dice Dios aquí y ahora a través de esos viejos textos de otros tiempos y lugares?".
Precisamente, para lograr esto como es debido, no queriendo hacer decir a la Biblia lo que nosotros queremos que diga, se hace necesaria una suficiente iniciación. De lo contrario, los textos de la Sagrada Escritura pueden confundirnos y hasta desconcertarnos. Incluso, pueden llevarnos a conclusiones completamente gratuitas y fantasiosas, cuando no contrarias a la verdadera fe. Es lo que sucede con algunas sectas tan extendidas en todas partes.
A esta finalidad responde el presente folleto, que podrá servir de base tanto a la lectura personal de la Biblia cuanto a la que se realiza en forma grupal. Desde luego existen otros libros y escritos elaborados con el mismo fin. De ellos daremos una bibliografía que, sin duda, será de mucha utilidad. Es de esperar que todo esto nos ayude a "leer" los textos bíblicos para "vivir" la Palabra contenida dentro de ellos.
"El Concilio exhorta vehementemente a todos los fieles cristianos a que adquieran el "inapreciable conocimiento de Cristo Jesús", con la lectura frecuente de las divinas Escrituras" (Concilio Vaticano II, Constitución sobre la Revelación divina, 25).

PARA LEER Y COMENTAR

Lc. 11. 27-28 Hech. 8. 26-40

Heb. 4. 12 Sant. 1. 19-25

PARA REZAR

"Conservo tu Palabra en mi corazón, para no pecar contra ti" Sal. 119. 11.

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