jueves, 16 de octubre de 2014

16 de octubre, día de Santa María Margarita de Alacoque



Hoy, 16 de octubre, conmemoramos a Santa MARGARITA MARÍA de ALACOQUE, Mística.

SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE (1647-1690) nació en L`Hautecour, pequeña aldea de Verosvres, en Borgoña, Francia.

A los 8 años de edad, al perder a su padre, quien era caballero de la corte, Santa Margarita María fue internada en una pensión de monjas clarisas.

Dos años después le acometió una extraña enfermedad que la mantuvo paralítica mucho tiempo. Sin embargo, cuando cumplió 14 años, un día amaneció completamente curada de manera milagrosa.

Margarita amó siempre la oración, el silencio y la soledad, pero a partir de entonces empezó a tener visiones, las cuales venían acompañadas de voces que ella oía y que la conminaron a consagrarse a una orden.

A los 24 años, en 1671, ingresó pues al convento de Paray-le-Monial, de la Orden de la Visitación fundada por San Francisco de Sales, donde adquirió también el nombre de María.

En 1673, al estar adorando el Santísimo Sacramento, fue la primera vez que Santa Margarita María de Alacoque tuvo una manifestación visible de Jesús, lo cual se repitió durante dos años los primeros viernes de cada mes.

En 1675, en su visión Jesús tenía el corazón abierto, y Él le dijo: “Éste es el corazón que tanto ha amado a los hombres… Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.”

Estas apariciones fuera de lo común le trajeron al principio la incomprensión de sus superioras y las burlas de sus hermanas. No obstante, ella reafirmó su apostolado del Sagrado Corazón, buscando que se estableciera una fecha para VENERARLO.

No fue sino hasta años más tarde, encontrándose bajo la dirección espiritual del jesuita San Claudio de la Colombière, que éste confirmó la veracidad de las experiencias místicas.

Gracias a sus empeños, la devoción al Sagrado Corazón tuvo una difusión amplísima. Santa Margarita María de Alacoque fue canonizada en 1920 por el papa Benedicto XV.

SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE nos enseña a seguir con tenacidad la misión que Jesús nos ha encomendado.

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