domingo, 13 de abril de 2014

Pablo VI en Tierra Santa hace 50 años


Trece años después de la peregrinación de Juan Pablo II, cuatro después de la de Benedicto XVI, han comenzado, entre bastidores, los preparativos para recibir este año al papa Francisco en Jerusalén.

La decisión de venir en 2014 no es casual. Hace cincuenta años, el 4 de enero, comenzaba en Jordania la histórica peregrinación del papa Pablo VI a Tierra Santa. Ahora que los periodistas usan continuamente el adjetivo «histórico», es precisamente esta palabra la que más conviene a la hora de hablar del viaje de Pablo VI a Tierra Santa. La facilidad con que los pontífices viajan hoy en día no nos debe hacer olvidar que el viaje de Pablo VI no tuvo precedentes. Nunca antes que él un papa había dejado voluntariamente Italia. Desde la época de san Pedro, ningún papa vino jamás a Tierra Santa.

El anuncio del viaje de Giovanni Battista Montini, papa desde el 21 de junio, se hizo público el 4 de diciembre del mismo año, durante el discurso final del pontífice en la segunda sesión del Concilio Vaticano II. «Estamos tan convencidos que para obtener un buen éxito del Concilio se deben elevar pías súplicas, multiplicar las obras, que, tras madura reflexión y muchas oraciones dirigidas a Dios, hemos decidido acercarnos como peregrino a aquella tierra, patria de Nuestro Señor Jesucristo […]. Veremos aquella tierra venerada, de donde san Pedro partió y a la que ningún sucesor suyo ha vuelto jamás. Pero Nosotros, humilísimamente y por brevísimo tiempo volveremos allí en espíritu de devota oración, de renovación espiritual, para ofrecer a Cristo su Iglesia; para reclamar para ella, una y santa, a los hermanos separados; para implorar la divina misericordia a favor de la paz, que en estos días parece aún vacilante y recelosa; para suplicar a Cristo Señor por la salvación de toda la humanidad».

Un mes después, el papa aterrizaba en Jordania para vivir tres días intensos de peregrinación que lo llevaron desde el sitio del bautismo de Cristo hasta Betania, después a los lugares de la Pasión de Cristo (Vía Dolorosa, Santo Sepulcro y Getsemaní), a Galilea (con paradas en Nazaret, Caná, Tabga, Cafarnaún, monte de las Bienaventuranzas y Tabor), y finalmente regreso a Jerusalén con la visita al Cenáculo y, por último, a Belén.

El encuentro con Atenágoras, patriarca de Constantinopla, fue uno de los momentos especialmente fuertes de esta peregrinación. Tuvo lugar gracias a la iniciativa del patriarca que, tras el anuncio de la peregrinación, se lo propuso al soberano pontífice. De hecho, hubo dos encuentros; el primero, la tarde del 5 de enero, en la Delegación apostólica en el monte de los Olivos, con una pequeña delegación; el segundo, el 6 de enero, en la residencia del patriarca griego ortodoxo de Jerusalén, en el monte de los Olivos. Fue este segundo encuentro el que tuvo una gran difusión gracias a los medios de comunicación.

Ver a un papa subir a un avión para viajar hasta Tierra Santa fue una revolución. Verlo rodeado de una gran muchedumbre en cada uno de sus desplazamiento, fue sorprendente. Irene, voluntaria de la Custodia, recuerda que las imágenes de televisión suscitaron en ella el temor por la vida del papa. El padre Lugans, director entonces de la revista Tierra Santa en lengua francesa, escribió a tal propósito: «Se ha hablado de gentío, aglomeración, de un desorden inimaginable, de muchedumbre agitada… o prefiero hablar de entrada triunfal, de alegría popular, de delirio entusiasta e irresistible».

Un papa que quiere ver a «su pueblo», mantenido a distancia en Nazaret por «motivos de seguridad», que visita a un enfermo en su casa, que deja al custodio para ir a bendecir a un niño paralítico, que abandona a los cardenales de su séquito en el almuerzo para continuar, lo más rápidamente posible, camino de Cafarnaún… Viendo cómo Pablo VI desarmó su séquito con su audacia, nos hace estar impacientes en espera de recibir al papa Francisco.

Para revivir la visita de Pablo VI a Tierra Santa, las revistas Tierra Santa de la Custodia han dedicado un dosier al evento. La revista italiana en su número de noviembre-diciembre de 2013; las revistas española y francesa en el de enero-febrero de 2014. Estas tres revistas, ya en la época y cada una según su estilo propio, dedicaron a ello números especiales.

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