Por la imposición de manos Mons. Gerardo Melgar Viciosa, obispo de Osma Soria, el misionero javeriano Francisco Javier Martínez Rodrigo sx, ha sido ordenado sacerdote para la misión Ad Gentes.
Javier predicando en su Primera Misa, en la Parroquia Santa María la Mayor de Ólvega.
Ordenación Sacerdotal.
El día 26 de enero, en la parroquia del Salvador de Soria, tuvo lugar la ordenación de Francisco Javier Martínez Rodrigo sx. Celebración alegre, emotiva, oracional y concurrida. Muchos sacerdotes, jóvenes, fieles, el seminario de la Diócesis al completo, familiares, misioneros javerianos y amigos, todos en torno a Mons. Gerardo, obispo de Osma Soria, que imponía las manos a Javier y presenciaban cómo la Iglesia continúa la misión de Cristo a través de la llamada y respuesta a su Evangelio. Sacerdocio y Misión Ad Gentes, Iglesia local y universal, fe y celebración, oración y proclamación, alegría y esperanza son algunas de las realidades que nos han hecho vivir nuestra única vocación cristiana y deseo de propagar la Buena Nueva al mundo entero.
El don de por vida.
La entrega de por vida, de un joven, a la misión Ad Gentes marca mucho. Y marca aún más, al saber que, este joven neo-sacerdote, proviene de una diócesis que experimenta necesidad de sacerdotes para su propia diócesis; varios sacerdotes tienen que servir incluso hasta diez pueblos. Aun así, la alegría por la ordenación sacerdotal de uno de los suyos ha sido rebosante, además, al tratarse de la ordenación de un sacerdote misionero. Este gesto de gran generosidad y consciencia de la misión universal de la Iglesia nos evoca a la Iglesia latinoamericana, a dónde está destinado Javier, Iglesia que afirma con plena confianza en el Señor y convicción misionera: “Es verdad que nosotros necesitamos misioneros pero debemos dar desde nuestra pobreza” (Puebla 368)[1].
Cristo, fuente e inspiración.
El Obispo, de Osma-Soria, D. Gerardo Melgar Viciosa, señaló que Francisco Javier Martínez Rodrigo, respondía a la llamada del Señor, tal y como lo hizo san Guido María Conforti, lo invitó a vivir su sacerdocio contemplando a Cristo y sugiriéndole ese encuentro del cual Conforti diría “Yo lo miraba, y él me miraba, y parecía decirme tantas cosas”. También lo exhortó a tenerlo como fuente de inspiración de su sacerdocio misionero, manteniendo un diálogo intenso con Cristo. Mons. Gerardo, comentando el rito sacerdotal, ahondó su reflexión en el misterio sacerdotal que se abandona en Dios, haciendo hincapié en la gracia del Señor, que lleva todo a feliz término.
Maduración vocacional.
Francisco Javier, nació en Ólvega, provincia de Soria, desde pequeño entró en el seminario y cursó también sus estudios en el Seminario Mayor Diocesano de esa diócesis. Ahí maduró su llamada a la misión de la Iglesia Universal, y discernió su vocación misionera Ad Gentes, por ello entró en la familia misionera de los Misioneros Javerianos, fundada por Conforti y que tiene como modelo e inspiración de la misión a san Francisco Javier. Se daban cita a tan emotiva ordenación la familia Martínez Rodrigo, sus padres Baltasar y Consuelo y sus hermanos Jesús, Luis y hermana María José, su tío Pedro, sacerdote con 56 años de ordenación, la gran mayoría del clero Soriano, con quien él vivió y creció y los Misioneros Javerianos que trabajan en la animación misionera en España.
Primera Misa.
Su primera Misa tuvo lugar el domingo 27 de enero en la parroquia Santa María la Mayor de Ólvega, una Eucaristía muy concurrida que además de enorgullecerse de un hijo sacerdote y misionero, coincidía alegremente con la Infancia Misionera. Por lo tanto, una vez más, sacerdotes amigos, familia, comunidad cristiana, vecinos, y niños han podido agradecer juntos a Dios, la alegría del don de un sacerdote y misionero. Ciertos dones entregados al final, por el Alcalde de Ólvega, por sus amigos, han querido mostrar que Javier es un hijo querido y que será acompañado en la oración, la amistad y la admiración a lo largo de su ministerio sacerdotal y misionero.
Rolando Ruiz Durán sx
[1] III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Puebla, México, 1979.
Los niños de Ólvega entregando las ofrendas para la Eucaristía y huchas para los niños del mundo entero, en el día de la Infancia Misionera.
Los padres, en primer plano, y familiares de Javier, vivamente emocionados durante la ordenación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario