Papa Francisco: No sean hipócritas, corruptos o tibios, porque así alejan a la gente de la fe
VATICANO, 14 Ene. 14 / 10:34 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Francisco reflexionó hoy, en la homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta, sobre cuatro modelos de creyentes para profundizar sobre el verdadero testimonio del cristiano. Inspirado en las figuras presentes en las lecturas del día para subrayar que la novedad traída por Jesús es el amor de Dios por cada uno de nosotros, el Pontífice advirtió sobre las actitudes hipócritas o legalistas que alejan a la gente de la fe.
Los cuatro modelos de creyentes que surgen de las lecturas del día, son: Jesús, los escribas, el sacerdote Elí y sus dos hijos, también sacerdotes. El Evangelio, observó el Papa según señala AICA, nos dice cuál era "la actitud de Jesús en su catequesis", "enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas". Estos últimos, afirmó, "enseñaban, predicaban, pero ataban a la gente con muchas cosas pesadas sobre los hombros, y la pobre gente no podía continuar".
“Y Jesús mismo les dice que ellos no movían estas cosas ni con un dedo, ¿no? Y después, dirá a la gente: ‘¡Hagan lo que dicen pero no lo que hacen!’. Gente incoherente… Pero siempre estos escribas, estos fariseos, es como si dieran bastonadas a la gente, ¿no? ‘Deben hacer esto, esto y esto’, a la pobre gente… Y Jesús dice: ‘Pero así cierran –¡se lo dice a ellos!– la puerta del Reino de los Cielos. ¡No dejan entrar, y ustedes tampoco entran!’. Es una manera, un modo de predicar, de enseñar, de dar testimonio de la propia fe… Y así, cuantos hay que creen que la fe es así…”.
En la Primera Lectura, tomada del Libro de Samuel, afirmó el Santo Padre, encontramos la figura de Elí, “un pobre sacerdote, débil, tibio” que “dejaba hacer muchas cosas malas a sus hijos”. Elí estaba sentado ante la puerta del Templo del Señor y mira a Ana, una señora “que rezaba a su manera, pidiendo un hijo”.
Esta mujer, señaló el Papa, “rezaba como reza la gente humilde: sencillamente, pero desde su corazón, con angustia”. Ana “movía los labios”, como hacen “tantas buenas mujeres” “en nuestras iglesias, en nuestros santuarios”. Rezaba así “y pedía un milagro”. Y el anciano Elí la miraba y decía: “¡Pero, esta está bebida!” y “la despreció”. Él, advirtió el Pontífice, “era el representante de la fe, el dirigente de la fe, pero su corazón no sentía bien y despreció a esta señora”:
“Cuantas veces el pueblo de Dios se siente no querido por aquellos que deben dar testimonio: por los cristianos, por los laicos cristianos, por los sacerdotes, por los obispos… ‘Pero, pobre gente, no entiende nada... Debe hacer un curso de teología para entender bien’. Pero, ¿por qué tengo cierta simpatía por este hombre? Porque en el corazón aún tenía la unción, porque cuando la mujer le explica su situación, Elí le dice: ‘Vete en paz, y que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido. Sale la unción sacerdotal: pobre hombre, la había escondido dentro y su pereza… es un tibio. Y después acaba mal, pobrecito”.
Sus hijos, prosiguió, no se ven en el pasaje de la Primera Lectura, pero eran los que gestionaban el Templo, “eran ladrones”. “Eran sacerdotes, pero ladrones”. “Iban detrás del poder, detrás del dinero, explotaban a la gente, se aprovechaban de las limosnas, de los regalos” y “el Señor les castiga fuerte”.
Esta, observó el Papa, “es la figura del cristiano corrupto”, “del laico corrupto, del sacerdote corrupto, del obispo corrupto, que se aprovecha de su situación, de su privilegio de la fe, de ser cristiano” y “su corazón acaba corrupto”, como sucede a Judas. De un corazón corrupto, prosiguió, sale “la traición”. Judas “traiciona a Jesús”. Los hijos de Elí son por tanto el tercer modelo de creyente.
Y después está el cuarto, Jesús. Y de Él la gente dice: “Este enseña como uno que tiene autoridad: esta es una enseñanza nueva” ¿Pero dónde está la novedad?, se pregunta el Papa Francisco. Es “el poder de la santidad”, “la novedad de Jesús es que trae consigo la Palabra de Dios, el mensaje de Dios, es decir el amor de Dios por cada uno de nosotros”. Jesús, explicó, “acerca a Dios a la gente y para hacerlo se acerca Él: está cerca de los pecadores”.
Jesús, recordó el Pontífice, perdona a la adúltera, “habla de teología con la Samaritana, que no era un angelito”. Jesús, explicó también, “busca el corazón de las personas, Jesús se acerca al corazón herido de las personas.
A Jesús sólo le interesa la persona, y Dios”. Jesús, señaló el Santo Padre, “quiere que la gente se acerque, que le busque y se siente conmovido cuando la ve como oveja sin pastor”. Y toda esta actitud, “es por lo que la gente dice: ‘¡Pero, esta es una enseñanza nueva!’”. No, observó el Pontífice, “no es una enseñanza nueva: es la manera de hacerlo, nueva. Es la transparencia evangélica”.
“Pidamos al Señor que estas dos lecturas nos ayuden en nuestra vida de cristianos: todos. Cada uno en su lugar. A no ser legalistas puros, hipócritas como los escribas y los fariseos. A no ser corruptos como los hijos de Elí. A no ser tibios como Elí, sino a ser como Jesús, con ese celo de buscar a la gente, de curar a la gente, de amar a la gente y con esto decirle: ‘¡Pero si yo hago esto así, piensa cómo te ama Dios, cómo es tu Padre!’. Esta es la enseñanza nueva que Dios nos pide. Pidamos esta gracia”.
Papa Francisco: El amor de Dios “ajusta” nuestra historia de pecadores
VATICANO, 13 Ene. 14 / 01:17 pm (ACI).- El amor de Dios ajusta nuestras equivocaciones, nuestra historia de pecadores, no nos abandona jamás, incluso si no comprendemos este amor. Así lo indicó el Papa Francisco en la homilía de la Misa de hoy que presidió en la Casa Santa Marta.
Según señala Radio Vaticano, el Santo Padre reflexionó sobre el Evangelio en el que Jesús llama a Pedro, Andrés, Santiago y Juan que están pescando, dejan inmediatamente las redes y lo siguen. El Señor quiere preparar a sus discípulos para su nueva misión. “Es precisamente de Dios, del amor de Dios”, dijo el Papa Francisco, “preparar los caminos… preparar nuestras vidas, para cada uno de nosotros. Él no nos hace cristianos por generación espontánea: ¡Él prepara! Prepara nuestro camino, prepara nuestra vida, con tiempo”.
“Parece que Simón, Andrés, Santiago y Juan hayan sido aquí elegidos definitivamente, ¡sí han sido elegidos! ¡Pero ellos, en este momento no han sido definitivamente fieles! Después de esta elección se han equivocado, han hecho propuestas no cristianas al Señor: ¡han renegado al Señor! Pedro de modo superlativo, los demás por temor: están asustados y se van. Han abandonado al Señor. El Señor prepara. Y después, tras la Resurrección, el Señor ha debido continuar este camino de preparación hasta el día de Pentecostés. Y después de Pentecostés también, algunos de éstos – Pedro, por ejemplo – se ha equivocado y Pablo ha tenido que corregirlo. Pero el Señor prepara”.
El Papa dijo luego que “cuando las cosas no van bien, Él se implica en la historia y ajusta la situación y va adelante con nosotros. Pero pensemos en la genealogía de Jesucristo, en aquella lista: éste genera a éste, éste genera a éste, éste genera a éste… En aquella lista de historia hay pecadores y pecadoras. ¿Pero cómo ha hecho el Señor? Se ha implicado, ha corregido el camino, ha regulado las cosas. Pensemos en el gran David, un gran pecador y después un gran santo. ¡El Señor sabe! Cuando el Señor nos dice ‘Con amor eterno, Yo te he amado’ se refiere a esto. Desde tantas generaciones el Señor ha pensado en nosotros, ¡en cada uno de nosotros!”.
“Me agrada pensar que el Señor tenga los sentimientos de la pareja que está en espera de un hijo: lo espera. Nos espera siempre en esta historia y después nos acompaña durante la historia. ¡Éste es el amor eterno del Señor; eterno, pero concreto! También un amor artesanal, porque Él va haciendo la historia, va preparando el camino a cada uno de nosotros. ¡Y éste es el amor de Dios” que “nos ama desde siempre y jamás nos abandona! Oremos al Señor para conocer esta ternura de su corazón”. Y esto, observó el Papa Francisco es “un acto de fe” y no es fácil creer esto.
El Santo Padre dijo que no es sencillo hacer esto “porque nuestro racionalismo dice: ‘¿Cómo el Señor, con tantas personas que tiene, piensa en mí? ¡Pero me ha preparado el camino a mí! Con nuestras mamás, nuestras abuelas, nuestros padres, nuestros abuelos y bisabuelos… El Señor hace así. Es éste su amor: concreto, eterno y también artesanal”.
Para concluir el Pontífice alentó a orar “pidiendo esta gracia de comprender el amor de Dios. ¡Pero no se lo comprende jamás! Se siente, se llora, pero entenderlo desde acá, no se lo entiende. También esto nos dice cuán grande es este amor. El Señor que nos prepara desde hace tiempo, camina con nosotros, preparando a los demás. ¡Está siempre con nosotros! Pidamos la gracia de entender con el corazón este gran amor”.
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