¿Dónde podrá hallar nuestra debilidad un descanso seguro y tranquilo, sino en las llagas del Salvador? En ellas habito con seguridad, sabiendo que él puede salvarme. Grita el mundo, me oprime el cuerpo, el diablo me pone asechanzas, pero yo no caigo, porque estoy cimentado sobre piedra firme. Si cometo un gran pecado, me remorderá mi conciencia, pero no perderé la paz, porque me acordaré de las llagas del Señor. Él, en efecto, fue traspasado por nuestras rebeliones. ¿Qué hay tan mortífero que no haya sido destruido por la muerte de Cristo? Por esto, si me acuerdo que tengo a mano un remedio tan poderoso y eficaz, ya no me atemoriza ninguna dolencia, por maligna que sea.
Por esto, no tenía razón aquel que dijo: Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Es que él no podía atribuirse ni llamar suyos los méritos de Cristo, porque no era miembro del cuerpo cuya cabeza es el Señor.
Pero yo tomo de las entrañas del Señor lo que me falta, pues sus entrañas rebosan misericordia. Agujerearon sus manos y pies y atravesaron su costado con una lanza; y, a través de estas hendiduras, puedo libar miel silvestre y aceite de rocas de pedernal, es decir, puedo gustar y ver qué bueno es el Señor.
Sus designios eran designios de paz, y yo lo ignoraba. Porque, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién fue su consejero? Pero el clavo penetrante se ha convertido para mí en una llave que me ha abierto el conocimiento de la voluntad del Señor. ¿Por qué no he de mirar a través de esta hendidura? Tanto el clavo como la llaga proclaman que en verdad Dios está en Cristo reconciliando al mundo consigo. Un hierro atravesó su alma, hasta cerca del corazón, de modo que ya no es incapaz de compadecerse de mis debilidades.
Las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad, nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios, por la que nos ha visitado el sol que nace de lo alto. ¿Qué dificultad hay en admitir que tus llagas nos dejan ver tus entrañas? No podría hallarse otro medio más claro que estas tus llagas para comprender que tú, Señor, eres bueno y clemente, y rico en misericordia. Nadie tiene una misericordia más grande que el que da su vida por los sentenciados a muerte y a la condenación.
Luego mi único mérito es la misericordia del Señor. No seré pobre en méritos, mientras él no lo sea en misericordia. Y, porque la misericordia del Señor es mucha, muchos son también mis méritos. Y, aunque tengo conciencia de mis muchos pecados, si creció el pecado, más desbordante fue la gracia. Y, si la misericordia del Señor dura siempre, yo también cantaré eternamente las misericordias del Señor. ¿Cantaré acaso mi propia justicia? Señor, narraré tu justicia, tuya entera. Sin embargo, ella es también mía, pues tú has sido constituido mi justicia de parte de Dios.
De los sermones de san Bernardo, abad, sobre el libro del Cantar de los cantares. (Sermón 61, 3-5: Opera omnia, edición cisterciense, 2, 1958, 150-151)
"Les he dado la gloria que tú me diste" por San Gregorio de Nisa
De las Homilías de san Gregario de Nisa, obispo, sobre el Cantar de los cantares
(Del Oficio de lecturas del sábado VI° de Pascua)
Cuando el amor llega a eliminar del todo el temor, el mismo temor se convierte en amor; entonces llega a comprenderse que la unidad es lo que alcanza la salvación, cuando estamos todos unidos, por nuestra íntima adhesión al solo y único bien, por la perfección de la que nos hace participar la paloma mística.
Algo de esto podemos deducir de aquellas palabras: Es única mi paloma, mi perfecta; es la única hija de su madre, la predilecta de quien la engendró.
Pero las palabras del Señor en el Evangelio nos enseñan esto mismo de una manera más clara. Él, en efecto, habiendo dado, por su bendición, todo poder a sus discípulos, otorgó también los demás bienes a sus elegidos, mediante las palabras con que se dirige al Padre, añadiendo el más importante de estos bienes, el de que, en adelante, no estén ya divididos por divergencia alguna en la apreciación del bien, sino que sean una sola cosa, por su unión con el solo y único bien. Así, unidos en la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz, como dice el Apóstol, serán todos un solo cuerpo y un solo espíritu, por la única esperanza a la que han sido llamados.
Pero será mejor citar literalmente las divinas palabras del Evangelio: Para que todos sean uno -dice-; para que, así como tú, Padre, estás en mi y yo en ti, sean ellos una cosa en nosotros.
El nexo de esta unidad es la gloria. Nadie podrá negar razonablemente que este nombre, gloria, se atribuye al Espíritu Santo, si se fija en las palabras del Señor, cuando dice: Yo les he dado la gloria que tú me diste. De hecho, dio esta gloria a los discípulos, cuando les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
Y esta gloria que él poseía desde siempre, antes de la existencia del mundo, la recibió él también al revestirse de la naturaleza humana; y, una vez que esta naturaleza humana de Cristo fue glorificada por el Espíritu Santo, la gloria del Espíritu fue comunicada a todo ser que participa de esta naturaleza, empezando por los apóstoles.
Por esto dice: Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en el/os y tú en mi, para que sean perfectos en la unidad. Por esto, todo aquel que va creciendo de la niñez hasta alcanzar el estado de hombre perfecto llega a aquella madurez espiritual, capaz de entender las cosas, capaz, por fin, de la gloria del Espíritu Santo, por su pureza de vida, limpia de todo defecto; éste es la paloma perfecta a la que se refiere el Esposo cuando dice: Es única mi paloma. mi perfecta.
"Llego una mujer a sacar agua" Un comentario de San Agustín
De los Tratados de San Agustín, obispo,
sobre el evangelio de san Juan
Llegó una mujer. Esta mujer es figura de la Iglesia no justificada aún, pero en vías de justificación, ya que de esto trata el relato. Llegó ignorante de lo que allí le esperaba, encontró a Cristo, y éste le dirigió la palabra. Veamos qué palabras y por qué. Llegó una mujer samaritana a sacar agua. Los samaritanos no eran de raza judía, eran tenidos por extranjeros. Concuerda con el simbolismo del relato el hecho de que esta mujer, figura de la Iglesia, venga de un pueblo extranjero, ya que la Iglesia había de venir de entre los gentiles, de los que no eran de raza judía.
Por tanto, oigámonos a nosotros en sus palabras, reconozcámonos a nosotros en ella, y en ella demos gracias a Dios por nosotros. Ella era figura, no realidad; pero ella misma comenzó por ser figura y terminó por ser realidad. Creyó, en efecto, en aquel que quería hacerla figura de nosotros. Llegó, pues, a sacar agua. Había venido simplemente a sacar agua, como acostumbraban hacer todos.
Jesús le dijo: «Dame de beber.» Mientras tanto sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alguna cosa para comer. Díjole la samaritana: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Conviene saber que los judíos no alternan con los samaritanos.
Veis cómo se trata de extranjeros: los judíos no usaban en modo alguno de sus vasijas. Y aquella mujer, que llevaba consigo una vasija para sacar agua, se admira de que un judío le pida de beber, cosa que no solían hacer los judíos. Pero el que le pide de beber, en realidad, de lo que tiene sed es de la fe de aquella mujer.
Escucha quién es el que le pide de beber: Jesús le respondió: «Si conocieses el don de Dios y quién es el que te dice: "Dame de beber", seguro que se la pedirías tú a él y él te daría agua viva.» Pide de beber y promete una bebida. Se presenta como quien está necesitado, y tiene en abundancia para saciar a los demás. Si conocieses -dice- el don de Dios. El don de Dios es el Espíritu Santo. Pero de momento habla a aquella mujer de un modo encubierto, y va entrando paulatinamente en su corazón. Seguramente empieza ya a instruirla. ¿Qué exhortación, en efecto, más suave y benigna que ésta? Si conocieses el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», seguro que se la pedirías tú a él y él te daría agua viva.
¿Qué agua había de darle, sino aquella de la que está escrito: En ti está la fuente viva? Pues no pueden ya tener más sed los que se nutren de lo sabroso de tu casa.
Prometía el alimento y saciedad del Espíritu Santo, pero ella no lo entendía aún; y, por eso, ¿qué respondía? Exclamó entonces la mujer: «Señor, dame de ese agua, para que no sienta ya más sed ni tenga que venir aquí a sacar agua.» La necesidad la obligaba a fatigarse, pero su debilidad recusaba la fatiga. Ojalá hubiera podido escuchar aquellas palabras: Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré descanso. Porque todo esto se lo decía Jesús para que no tuviera ya que fatigarse, mas ella no lo entendía aún.
Por tanto, oigámonos a nosotros en sus palabras, reconozcámonos a nosotros en ella, y en ella demos gracias a Dios por nosotros. Ella era figura, no realidad; pero ella misma comenzó por ser figura y terminó por ser realidad. Creyó, en efecto, en aquel que quería hacerla figura de nosotros. Llegó, pues, a sacar agua. Había venido simplemente a sacar agua, como acostumbraban hacer todos.
Jesús le dijo: «Dame de beber.» Mientras tanto sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alguna cosa para comer. Díjole la samaritana: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Conviene saber que los judíos no alternan con los samaritanos.
Veis cómo se trata de extranjeros: los judíos no usaban en modo alguno de sus vasijas. Y aquella mujer, que llevaba consigo una vasija para sacar agua, se admira de que un judío le pida de beber, cosa que no solían hacer los judíos. Pero el que le pide de beber, en realidad, de lo que tiene sed es de la fe de aquella mujer.
Escucha quién es el que le pide de beber: Jesús le respondió: «Si conocieses el don de Dios y quién es el que te dice: "Dame de beber", seguro que se la pedirías tú a él y él te daría agua viva.» Pide de beber y promete una bebida. Se presenta como quien está necesitado, y tiene en abundancia para saciar a los demás. Si conocieses -dice- el don de Dios. El don de Dios es el Espíritu Santo. Pero de momento habla a aquella mujer de un modo encubierto, y va entrando paulatinamente en su corazón. Seguramente empieza ya a instruirla. ¿Qué exhortación, en efecto, más suave y benigna que ésta? Si conocieses el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», seguro que se la pedirías tú a él y él te daría agua viva.
¿Qué agua había de darle, sino aquella de la que está escrito: En ti está la fuente viva? Pues no pueden ya tener más sed los que se nutren de lo sabroso de tu casa.
Prometía el alimento y saciedad del Espíritu Santo, pero ella no lo entendía aún; y, por eso, ¿qué respondía? Exclamó entonces la mujer: «Señor, dame de ese agua, para que no sienta ya más sed ni tenga que venir aquí a sacar agua.» La necesidad la obligaba a fatigarse, pero su debilidad recusaba la fatiga. Ojalá hubiera podido escuchar aquellas palabras: Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré descanso. Porque todo esto se lo decía Jesús para que no tuviera ya que fatigarse, mas ella no lo entendía aún.
(Tratado 15, 10-12. 16-17: CCL 36, 154-156)
22 de octubre de 1978: Homilía de Inicio de Pontificado del Beato Papa Juan Pablo II
"«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16).
Estas palabras fueron pronunciadas por Simón, hijo de Jonás, en la región de Cesarea de Filipo. Las dijo, sí, en la propia lengua, con una convicción profunda, vivida, sentida; pero no tenían dentro de él su fuente, su manantial: «...porque no es la carne, ni la sangre quien esto te ha revelado, sino mi Padre que está en los cielos» (Mt 16, 17). Eran palabras de fe.
(...)
¡Hermanos y hermanas! ¡No tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad!
¡Ayudad al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera!
¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!
Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura. de la civilización y del desarrollo. ¡No tengáis miedo! Cristo conoce «lo que hay dentro del hombre». ¡Sólo El lo conoce!
Con frecuencia el hombre actual no sabe lo que lleva dentro, en lo profundo de su ánimo, de su corazón. Muchas veces se siente inseguro sobre el sentido de su vida en este mundo. Se siente invadido por la duda que se transforma en desesperación. Permitid, pues, —os lo ruego, os lo imploro con humildad y con confianza— permitid que Cristo hable al hombre. ¡Sólo El tiene palabras de vida, sí, de vida eterna!
Precisamente hoy toda la Iglesia celebra su "Jornada Misionera mundial": es decir, ora, medita, trabaja para que las palabras de vida de Cristo lleguen a todos los hombres y sean escuchadas como mensaje de esperanza, de salvación, de liberación total."
Texto completo de la homilía en español en:
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1978/documents/hf_jp-ii_spe_19781022_inizio-pontificato_sp.html
26 de abril, día del Beato Rafael
Máximas espirituales del hermano Rafael Arnáiz
Qué grande es Dios! ¡Qué bien ordena los acontecimientos siempre para su gloria!
¡Sólo Dios llena el alma..., y la llena toda!
La verdadera felicidad se encuentra en Dios y solamente en Dios.
El que no tiene a Dios necesita consuelo; pero el que ama a Dios, ¿qué más consuelo?
¡Cómo se inunda mi alma de caridad verdadera hacia el hombre, hacia el hermano débil, enfermo...! Si el mundo supiera lo que es amar un poco a Dios, también amaría al prójimo.
Al amar a Jesús, forzosamente se ama lo que El ama.
La única verdad es... Cristo.
He hecho el votó de amar siempre a Jesús. Virgen María, ayúdame a cumplir mi voto.
Para Jesús todo, y todo, para siempre, para siempre.
No le bastó a Dios entregarnos a su Hijo en una Cruz, sino además nos dejó a María.
Honrando a la Virgen, amaremos más a Jesús; poniéndonos bajo su manto, comprenderemos mejor la misericordia divina.
¡Qué grande es Dios, qué dulce es María!
La vocación bautismal: la IMITACIÓN de CRISTO - San Basilio Magno
Del Oficio de lecturas del Martes Santo
De san Basilio Magno, obispo, Sobre el Espíritu Santo
(Cap. 15, núm. 35: PG 32, 127-130)
"Nuestro Dios y Salvador realizó su plan de salvar al hombre levantándolo de su caída y haciendo que pasara del estado de alejamiento, en que había incurrido por su desobediencia, al estado de familiaridad con Dios.
Éste fue el motivo de la venida de Cristo en la carne, de su convivencia con los hombres, de sus sufrimientos, de su cruz, de su sepultura y de su resurrección: que el hombre, una vez salvado, recobrara, por la imitación de Cristo, su antigua condición de hijo adoptivo.
Y así, para llegar a una vida perfecta, es necesario imitar a Cristo, no sólo en los ejemplos que nos dio durante su vida, ejemplos de mansedumbre, de humildad y de paciencia, sino también en su muerte, como dice Pablo, el imitador de Cristo: Muriendo su misma muerte, para alcanzar también la resurrección de entre los muertos.
Mas, ¿de qué manera podremos reproducir en nosotros su muerte? Sepultándonos con él por el bautismo. ¿En qué consiste este modo de sepultura, y de qué nos sirve el imitarla? En primer lugar, es necesario cortar con la vida anterior. Y esto nadie puede conseguirlo sin aquel nuevo nacimiento de que nos habla el Señor, ya que la regeneración, como su mismo nombre indica, es el comienzo de una vida nueva. Por esto, antes de comenzar esta vida nueva, es necesario poner fin a la anterior. En esto sucede lo mismo que con los que corren en el estadio: éstos, al llegar al fin de la primera parte de la carrera, antes de girar en redondo, necesitan hacer una pequeña parada o pausa, para reemprender luego el camino de vuelta; así también, en este cambio de vida, era necesario interponer la muerte entre la primera vida y la posterior, muerte que pone fin a los actos precedentes y da comienzo a los subsiguientes.
¿Cómo podremos, pues, imitar a Cristo en su descenso a la región de los muertos? Imitando su sepultura mediante el bautismo. En efecto, los cuerpos de los que son bautizados quedan, en cierto modo, sepultados bajo las aguas. Por esto el bautismo significa, de un modo arcano, el despojo de las obras de la carne, según aquellas palabras del Apóstol: Habéis sido circuncidados, no con operación quirúrgica, sino con la circuncisión de Cristo, que consiste en el despojo de vuestra condición mortal; con Cristo fuisteis sepultados en el bautismo, ya que el bautismo en cierto modo purifica el alma de las manchas ocasionadas en ella por el influjo de esta vida en carne mortal, según está escrito: Lávame: quedaré más blanco que la nieve. Por esto reconocemos un solo bautismo salvador, ya que es una sola la muerte en favor del mundo y una sola la resurrección de entre los muertos, y de ambas es figura el bautismo."
Éste fue el motivo de la venida de Cristo en la carne, de su convivencia con los hombres, de sus sufrimientos, de su cruz, de su sepultura y de su resurrección: que el hombre, una vez salvado, recobrara, por la imitación de Cristo, su antigua condición de hijo adoptivo.
Y así, para llegar a una vida perfecta, es necesario imitar a Cristo, no sólo en los ejemplos que nos dio durante su vida, ejemplos de mansedumbre, de humildad y de paciencia, sino también en su muerte, como dice Pablo, el imitador de Cristo: Muriendo su misma muerte, para alcanzar también la resurrección de entre los muertos.
Mas, ¿de qué manera podremos reproducir en nosotros su muerte? Sepultándonos con él por el bautismo. ¿En qué consiste este modo de sepultura, y de qué nos sirve el imitarla? En primer lugar, es necesario cortar con la vida anterior. Y esto nadie puede conseguirlo sin aquel nuevo nacimiento de que nos habla el Señor, ya que la regeneración, como su mismo nombre indica, es el comienzo de una vida nueva. Por esto, antes de comenzar esta vida nueva, es necesario poner fin a la anterior. En esto sucede lo mismo que con los que corren en el estadio: éstos, al llegar al fin de la primera parte de la carrera, antes de girar en redondo, necesitan hacer una pequeña parada o pausa, para reemprender luego el camino de vuelta; así también, en este cambio de vida, era necesario interponer la muerte entre la primera vida y la posterior, muerte que pone fin a los actos precedentes y da comienzo a los subsiguientes.
¿Cómo podremos, pues, imitar a Cristo en su descenso a la región de los muertos? Imitando su sepultura mediante el bautismo. En efecto, los cuerpos de los que son bautizados quedan, en cierto modo, sepultados bajo las aguas. Por esto el bautismo significa, de un modo arcano, el despojo de las obras de la carne, según aquellas palabras del Apóstol: Habéis sido circuncidados, no con operación quirúrgica, sino con la circuncisión de Cristo, que consiste en el despojo de vuestra condición mortal; con Cristo fuisteis sepultados en el bautismo, ya que el bautismo en cierto modo purifica el alma de las manchas ocasionadas en ella por el influjo de esta vida en carne mortal, según está escrito: Lávame: quedaré más blanco que la nieve. Por esto reconocemos un solo bautismo salvador, ya que es una sola la muerte en favor del mundo y una sola la resurrección de entre los muertos, y de ambas es figura el bautismo."
El deseo del corazón tiende hacia Dios - Por San Agustín
Del Oficio de Lecturas de hoy, viernes de la VI semana
¿Qué es lo que se nos ha prometido? Seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. La lengua ha expresado lo que ha podido; lo restante ha de ser meditado en el corazón. En comparación de aquel que es, ¿qué pudo decir el mismo Juan? ¿Y qué podremos decir nosotros, que tan lejos estamos de igualar sus méritos?
Volvamos, pues, a aquella unción de Cristo, a aquella unción que nos enseña desde dentro lo que nosotros no podemos expresar, y, ya que por ahora os es imposible la visión, sea vuestra tarea el deseo.
Toda la vida del buen cristiano es un santo deseo. Lo que deseas no lo ves todavía, mas por tu deseo te haces capaz de ser saciado cuando llegue el momento de la
visión. Supón que quieres llenar una bolsa, y que conoces la abundancia de lo que van a darte; entonces tenderás la bolsa, el saco, el odre o lo que sea; sabes cuán grande es lo que has de meter dentro y ves que la bolsa es estrecha, y por esto ensanchas la boca de la bolsa para aumentar su capacidad. Así Dios, difiriendo su promesa, ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensanchándola, la hace capaz de sus dones.
Deseemos, pues, hermanos, ya que hemos de ser colmados. Ved de qué manera Pablo ensancha su deseo, para hacerse capaz de recibir lo que ha de venir. Dice, en efecto: No quiero decir con esto que tenga ya conseguido el premio o que sea ya perfecto; yo, hermanos, no considero haber ganado todavía el premio.
¿Qué haces, pues, en esta vida, si aún no has conseguido el premio? Sólo una cosa busco: olvidando lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que veo por delante, voy corriendo hacia la meta para conseguir el premio de la asamblea celestial. Afirma de sí mismo que está lanzado hacia lo que ve por delante y que va corriendo hacia la meta final. Es porque se sentía demasiado pequeño para captar aquello que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre.
Tal es nuestra vida: ejercitarnos en el deseo. Ahora bien, este santo deseo está en proporción directa de nuestro desasimiento de los deseos que suscita el amor del mundo. Ya hemos dicho en otra parte que un recipiente, para ser llenado, tiene que estar vacío. Derrama, pues, de ti el mal, ya que has de ser llenado del bien.
Imagínate que Dios quiere llenarte de miel; si estás lleno de vinagre, ¿dónde pondrás la miel? Hay que vaciar primero el recipiente, hay que limpiarlo y lavarlo, aunque cueste fatiga, aunque haya que frotarlo, para que sea capaz de recibir algo.
Y así como decimos miel, podríamos decir oro o vino; lo que pretendemos es significar algo inefable: Dios. Y cuando decimos «Dios», ¿qué es lo que decimos? Esta sola sílaba es todo lo que esperamos. Todo lo que podamos decir está, por tanto, muy por debajo de esa realidad; ensanchemos, pues, nuestro corazón, para que, cuando venga, nos llene, ya que seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre la primera carta de san Juan
(Tratado 4: PL 35, 2608.2009)
Volvamos, pues, a aquella unción de Cristo, a aquella unción que nos enseña desde dentro lo que nosotros no podemos expresar, y, ya que por ahora os es imposible la visión, sea vuestra tarea el deseo.
Toda la vida del buen cristiano es un santo deseo. Lo que deseas no lo ves todavía, mas por tu deseo te haces capaz de ser saciado cuando llegue el momento de la
visión. Supón que quieres llenar una bolsa, y que conoces la abundancia de lo que van a darte; entonces tenderás la bolsa, el saco, el odre o lo que sea; sabes cuán grande es lo que has de meter dentro y ves que la bolsa es estrecha, y por esto ensanchas la boca de la bolsa para aumentar su capacidad. Así Dios, difiriendo su promesa, ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensanchándola, la hace capaz de sus dones.
Deseemos, pues, hermanos, ya que hemos de ser colmados. Ved de qué manera Pablo ensancha su deseo, para hacerse capaz de recibir lo que ha de venir. Dice, en efecto: No quiero decir con esto que tenga ya conseguido el premio o que sea ya perfecto; yo, hermanos, no considero haber ganado todavía el premio.
¿Qué haces, pues, en esta vida, si aún no has conseguido el premio? Sólo una cosa busco: olvidando lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que veo por delante, voy corriendo hacia la meta para conseguir el premio de la asamblea celestial. Afirma de sí mismo que está lanzado hacia lo que ve por delante y que va corriendo hacia la meta final. Es porque se sentía demasiado pequeño para captar aquello que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre.
Tal es nuestra vida: ejercitarnos en el deseo. Ahora bien, este santo deseo está en proporción directa de nuestro desasimiento de los deseos que suscita el amor del mundo. Ya hemos dicho en otra parte que un recipiente, para ser llenado, tiene que estar vacío. Derrama, pues, de ti el mal, ya que has de ser llenado del bien.
Imagínate que Dios quiere llenarte de miel; si estás lleno de vinagre, ¿dónde pondrás la miel? Hay que vaciar primero el recipiente, hay que limpiarlo y lavarlo, aunque cueste fatiga, aunque haya que frotarlo, para que sea capaz de recibir algo.
Y así como decimos miel, podríamos decir oro o vino; lo que pretendemos es significar algo inefable: Dios. Y cuando decimos «Dios», ¿qué es lo que decimos? Esta sola sílaba es todo lo que esperamos. Todo lo que podamos decir está, por tanto, muy por debajo de esa realidad; ensanchemos, pues, nuestro corazón, para que, cuando venga, nos llene, ya que seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre la primera carta de san Juan
(Tratado 4: PL 35, 2608.2009)
DIA DE TODOS LOS SANTOS - De los Sermones de san Bernardo, abad
Del Oficio de Lecturas de hoy, día de todos los SANTOS
APRESURÉMONOS HACIA LOS HERMANOS QUE NOS ESPERAN
(Sermón 2; Opera omnia, edición cisterciense, 5 [1968], 364-368 )
¿De qué sirven a los santos nuestras alabanzas, nuestra glorificación, esta misma solemnidad que celebramos. ¿De qué les sirven los honores terrenos, si reciben del Padre celestial los honores que les había prometido verazmente el Hijo? ¿De qué les sirven nuestros elogios? Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra devoción. Es que la veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo. Por lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos, se enciende en mí un fuerte deseo.
El primer deseo que promueve o aumenta en nosotros el recuerdo de los santos es el de gozar de su compañía, tan deseable, y de llegar a ser conciudadanos y compañeros de los espíritus bienaventurados, de convivir con la asamblea de los patriarcas, con el grupo de los profetas, con el senado de los apóstoles, con el ejército incontable de los mártires, con la asociación de los confesores, con el coro de las vírgenes, para resumir, el de asociamos y alegramos juntos en la comunión de todos los santos. Nos espera la Iglesia de los primogénitos, y nosotros permanecemos indiferentes; desean los santos nuestra compañía, y nosotros no hacemos caso; nos esperan los justos, y nosotros no prestamos atención.
Despertémonos, por fin, hermanos; resucitemos con Cristo, busquemos las cosas de arriba, pongamos nuestro corazón en las cosas del cielo. Deseemos a los que nos desean, apresurémonos hacia los que nos esperan, entremos a su presencia con el deseo de nuestra alma. Hemos de desear no sólo la compañía, sino también la felicidad de que gozan los santos, ambicionando ansiosamente la gloria que poseen aquellos cuya presencia deseamos. Y esta ambición no es mala, ni incluye peligro alguno el anhelo de compartir su gloria.
El segundo deseo que enciende en nosotros la conmemoración de los santos es que, como a ellos, también a nosotros se nos manifieste Cristo, que es nuestra vida, y que nos manifestemos también nosotros con él, revestidos de gloria. Entretanto, aquel que es nuestra cabeza se nos representa no tal como es, sino tal como se hizo por nosotros, no coronado de gloria, sino rodeado de las espinas de nuestros pecados. Teniendo a aquel que es nuestra cabeza coronado de espinas, nosotros, miembros suyos, debemos avergonzarnos de nuestros refinamientos y de buscar cualquier púrpura que sea de honor y no de irrisión. Llegará un día en que vendrá Cristo, y entonces ya no se anunciará su muerte, para recordarnos que también nosotros estamos muertos y nuestra vida está oculta con el. Se manifestará la cabeza gloriosa y, junto con él, brillarán glorificados sus miembros, cuando transfigurará nuestro pobre cuerpo en un cuerpo glorioso semejante a la cabeza, que es él.
Deseemos, pues, esta gloria con un afán seguro y total. Mas, para que nos sea permitido esperar esta gloria y aspirar a tan gran felicidad, debemos desear también en gran manera la intercesión de los santos, para que ella nos obtenga lo que supera nuestras fuerzas."
El primer deseo que promueve o aumenta en nosotros el recuerdo de los santos es el de gozar de su compañía, tan deseable, y de llegar a ser conciudadanos y compañeros de los espíritus bienaventurados, de convivir con la asamblea de los patriarcas, con el grupo de los profetas, con el senado de los apóstoles, con el ejército incontable de los mártires, con la asociación de los confesores, con el coro de las vírgenes, para resumir, el de asociamos y alegramos juntos en la comunión de todos los santos. Nos espera la Iglesia de los primogénitos, y nosotros permanecemos indiferentes; desean los santos nuestra compañía, y nosotros no hacemos caso; nos esperan los justos, y nosotros no prestamos atención.
Despertémonos, por fin, hermanos; resucitemos con Cristo, busquemos las cosas de arriba, pongamos nuestro corazón en las cosas del cielo. Deseemos a los que nos desean, apresurémonos hacia los que nos esperan, entremos a su presencia con el deseo de nuestra alma. Hemos de desear no sólo la compañía, sino también la felicidad de que gozan los santos, ambicionando ansiosamente la gloria que poseen aquellos cuya presencia deseamos. Y esta ambición no es mala, ni incluye peligro alguno el anhelo de compartir su gloria.
El segundo deseo que enciende en nosotros la conmemoración de los santos es que, como a ellos, también a nosotros se nos manifieste Cristo, que es nuestra vida, y que nos manifestemos también nosotros con él, revestidos de gloria. Entretanto, aquel que es nuestra cabeza se nos representa no tal como es, sino tal como se hizo por nosotros, no coronado de gloria, sino rodeado de las espinas de nuestros pecados. Teniendo a aquel que es nuestra cabeza coronado de espinas, nosotros, miembros suyos, debemos avergonzarnos de nuestros refinamientos y de buscar cualquier púrpura que sea de honor y no de irrisión. Llegará un día en que vendrá Cristo, y entonces ya no se anunciará su muerte, para recordarnos que también nosotros estamos muertos y nuestra vida está oculta con el. Se manifestará la cabeza gloriosa y, junto con él, brillarán glorificados sus miembros, cuando transfigurará nuestro pobre cuerpo en un cuerpo glorioso semejante a la cabeza, que es él.
Deseemos, pues, esta gloria con un afán seguro y total. Mas, para que nos sea permitido esperar esta gloria y aspirar a tan gran felicidad, debemos desear también en gran manera la intercesión de los santos, para que ella nos obtenga lo que supera nuestras fuerzas."
La Palabra de Dios, fuente inagotable de vida. (De San Efrén, diácono)
Comentario de San Efrén, diácono.
"Señor, ¿Quién hay capaz, de penetrar con su mente una sola de tus frases? Como el sediento que bebe de la fuente, mucho más es lo que dejamos que lo que tomamos. Porque la palabra del Señor presenta muy diversos aspectos, según la diversa capacidad de los que la estudian. El Señor pintó con multiplicidad de colores su palabra, para que todo el que la estudie pueda ver en ella lo que más le plazca. Escondió en su palabra variedad de tesoros, para que cada uno de nosotros pudiera enriquecerse en cualquiera de los puntos en que concentrara su reflexión.
La palabra de Dios es el árbol de vida que te ofrece el fruto bendito desde cualquiera de sus lados, como aquella roca que se abrió en el desierto y manó de todos lados una bebida espiritual. Comieron—dice el Apóstol—el mismo alimento espiritual y bebieron la misma bebida espiritual.
Aquel, pues, que llegue a alcanzar alguna parte del tesoro de esta palabra no crea que en ella se halla solamente lo que él ha hallado, sino que ha de pensar que, de las muchas cosas que hay en ella, esto es lo único que ha podido alcanzar. Ni por el hecho de que esta sola parte ha podido llegar a ser entendida por él, tenga esta palabra por pobre y estéril y la desprecie, sino que, considerando que no puede abarcarla toda, dé gracias por la riqueza que encierra. Alégrate por lo que has alcanzado, sin entristecerte por lo que te queda por alcanzar. El sediento se alegra cuando bebe y no se entristece porque no puede agotar la fuente. La fuente ha de vencer tu sed, pero tu sed no ha de vencer la fuente, porque, si tu sed queda saciada sin que se agote la fuente, cuando vuelvas a tener sed podrás de nuevo beber de ella; en cambio, si al saciarse tu sed se secara también la fuente, tu victoria sería en perjuicio tuyo.
Da gracias por lo que has recibido y no te entristezcas por la abundancia sobrante. Lo que has recibido y conseguido es tu parte, lo que ha quedado es tu herencia. Lo que, por tu debilidad, no puedes recibir en un determinado momento lo podrás recibir en otra ocasión, si perseveras. Ni te esfuerces avaramente por tomar de un solo sorbo lo que no puede ser sorbido de una vez, ni desistas por pereza de lo que puedes ir tomando poco a poco..."
La palabra de Dios es el árbol de vida que te ofrece el fruto bendito desde cualquiera de sus lados, como aquella roca que se abrió en el desierto y manó de todos lados una bebida espiritual. Comieron—dice el Apóstol—el mismo alimento espiritual y bebieron la misma bebida espiritual.
Aquel, pues, que llegue a alcanzar alguna parte del tesoro de esta palabra no crea que en ella se halla solamente lo que él ha hallado, sino que ha de pensar que, de las muchas cosas que hay en ella, esto es lo único que ha podido alcanzar. Ni por el hecho de que esta sola parte ha podido llegar a ser entendida por él, tenga esta palabra por pobre y estéril y la desprecie, sino que, considerando que no puede abarcarla toda, dé gracias por la riqueza que encierra. Alégrate por lo que has alcanzado, sin entristecerte por lo que te queda por alcanzar. El sediento se alegra cuando bebe y no se entristece porque no puede agotar la fuente. La fuente ha de vencer tu sed, pero tu sed no ha de vencer la fuente, porque, si tu sed queda saciada sin que se agote la fuente, cuando vuelvas a tener sed podrás de nuevo beber de ella; en cambio, si al saciarse tu sed se secara también la fuente, tu victoria sería en perjuicio tuyo.
Da gracias por lo que has recibido y no te entristezcas por la abundancia sobrante. Lo que has recibido y conseguido es tu parte, lo que ha quedado es tu herencia. Lo que, por tu debilidad, no puedes recibir en un determinado momento lo podrás recibir en otra ocasión, si perseveras. Ni te esfuerces avaramente por tomar de un solo sorbo lo que no puede ser sorbido de una vez, ni desistas por pereza de lo que puedes ir tomando poco a poco..."
No llores si me amas... San Agustín
"No llores si me amas.
¡Si conocieras el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudieras oir el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos!
¡Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso!
¡Si por un instante pudieras contemplar, como yo, la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!
¡Cómo! ¿Tú me has visto, me has amado en el país de las sombras y no te resignas a verme y amarme en el país de las inmutables realidades?
Creedme: cuando la muerte venga a romper las ligaduras, como ha roto las que a mí me encadenaban, y cuando un día, que Dios ha fijado y conoce, tu alma venga a este Cielo en que te ha precedido la mía, ese día volverás a ver a aquella que te amaba y que siempre te ama, y encontrarás tu corazón con todas sus ternuras purificadas.
Volverás a verme, pero transfigurado, extático y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando contigo, que me llevarás de la mano por los senderos nuevos de la luz y de la vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.
Enjuga tu llanto y no llores si me amas..."
¡Si conocieras el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudieras oir el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos!
¡Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso!
¡Si por un instante pudieras contemplar, como yo, la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!
¡Cómo! ¿Tú me has visto, me has amado en el país de las sombras y no te resignas a verme y amarme en el país de las inmutables realidades?
Creedme: cuando la muerte venga a romper las ligaduras, como ha roto las que a mí me encadenaban, y cuando un día, que Dios ha fijado y conoce, tu alma venga a este Cielo en que te ha precedido la mía, ese día volverás a ver a aquella que te amaba y que siempre te ama, y encontrarás tu corazón con todas sus ternuras purificadas.
Volverás a verme, pero transfigurado, extático y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando contigo, que me llevarás de la mano por los senderos nuevos de la luz y de la vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.
Enjuga tu llanto y no llores si me amas..."
DÉJATE AMAR - de Sor Isabel de la Trinidad
Este tratadito -Déjate amar– es una carta. Una especie de carta-testamento que sor Isabel escribió para su priora, la Madre Germana, durante los últimos días de su vida. Lo hizo lentamente, conforme se lo permitía su debilidad física. Por expreso deseo de sor Isabel, la Madre Germana tenía que leerla ante su féretro.
Se diría que es una carta solemne. Escrita por alguien que es profundamente consciente de que la está escribiendo en un momento sumamente «grave y solemne» de su vida -a Ias puertas de la eternidad- y de que no puede «perder el tiempo». Es más, una carta escrita para decirle a su priora «lo que Dios, en horas de profundo recogimiento y de trato unificador, le ha hecho comprender». Al hacerlo, sor Isabel la humilde se siente «portavoz de Dios».
A la Madre Germana de Jesús
Priora de la comunidad
J.M. t J.T.
Madre querida, mi sacerdote santo:
Cuando lea estas líneas, su pequeña Alabanza de gloria ya no cantará en esta tierra, sino que vivirá en el inmenso Hogar del amor. Usted podrá, pues, creerla y escucharla como si fuese «el portavoz» de Dios.
Madre querida, yo quisiera decirle todo lo que usted ha sido para mi. Pero la hora es tan grave, tan solemne, que no quiero perder el tiempo diciéndole cosas que creo que las empequeñecería si quisiera expresarlas en palabras.
Lo que va a hacer su hija es revelarle lo que siente, o, para decirlo con mayor verdad: lo que su Dios, en horas de profundo recogimiento y de trato unificador, le ha hecho comprender
«El Señor la ama enormemente». La ama con aquel amor de predilección que el Maestro tuvo aquí en la tierra a algunas personas y que las llevó tan alto. El no le dice como a Pedro: «¿Me amas más que éstos?» [Jn 21,15]. Madre, escuche lo que a usted le dice: «Déjate amar más que éstos!». Es decir, sin temer que algún obstáculo pueda ser obstáculo para ello, pues yo soy libre de derramar mi amor sobre quien me plazca.
Déjate amar más que éstos»: ésta es tu vocación. Siendo fiel a ella, me harás feliz, pues así ensalzarás el poder de mi amor. Y ese amor podrá rehacer lo que tú hayas deshecho. «Déjate amar más que éstos».
Si usted supiera, Madre amadísima, con qué evidencia percibo los planes de Dios sobre su alma... Se me presentan con inmensa claridad, y comprendo también que allá en el cielo voy a ejercer a mi vez un sacerdocio sobre su alma. Es el Amor quien me asocia a la obra que El realiza en usted... ¡Qué grande, Madre, y qué adorable es esa obra por parte de Dios! ¡Y qué sencilla para usted! Y eso es precisamente lo que la hace más luminosa.
Madre, déjese amar más que los demás. Eso lo explica todo y evita que el alma se asombre...
Su pequeña hostia, si usted se lo permite, pasará su cielo en lo más hondo de su alma: la mantendrá a usted en comunión con el Amor y creyendo en el Amor, y ésa será la señal de que morará en usted. ¡En qué gran intimidad vamos a vivir!
Madre querida, que su vida transcurra también en el cielo, donde yo cantaré en nombre suyo el Sanctus eterno. Yo no haré nada sin usted ante el trono de Dios: usted sabe muy bien que yo llevo su impronta y que algo de usted ha comparecido con su hija ante el Rostro de Dios. Le pido también -usted me lo ha permitida- que no haga nada sin mi.
Vendré a vivir en usted, y entonces yo seré su madrecita: la instruirá, para que mi visión beatifica le sea de provecho, para que usted participe de ella y para que usted también viva la vida de los bienaventurados...
Madre adorada, Madre predestinada para mí desde toda la eternidad, al partir, yo le lego la que fue mi vocación en el seno de la Iglesia militante y que ejerceré en adelante sin cesar en la Iglesia triunfante: ser «Alabanza de gloria de la Santísima Trinidad».
Madre, «déjese amar más que éstos». Así quiere su Maestro que usted sea alabanza de gloria. Él se alegra de poder construir en usted, mediante Su amor, para Su gloria. Y quiere hacerlo Él solo, aunque usted no haga nada para merecer esa gracia, a no ser lo que sabe hacer la criatura: obras de pecado y de miseria... Él la ama así. Él la ama «más que a éstos». Él lo hará todo en usted y llegará hasta el final. Pues cuando Él ama a un alma hasta ese punto y de esa manera, cuando la ama con un amor inmutable y creador, con un amor libre que todo lo transforma según su beneplácito, ¡entonces esa alma volará muy alto!
Madre, la fidelidad que el Maestro le pide consiste en vivir en comunión con el Amor, en desaparecer y arraigarse en ese Amor que quiere sellar su alma con el sello de su poder y de su grandeza.
Usted nunca será una del montón si vive alerta al Amor. Y en las horas en que lo único que sienta sea abatimiento y cansancio, aún le seguirá agradando si permanece fiel en creer que Él sigue actuando, que Él la ama a pesar de todo, e incluso más, porque su amor es libre y es así como quiere ser ensalzado en usted. Y entonces usted se dejará amar «más que éstos».
Eso es, creo yo, lo que quieren decir esas palabras... ¡Viva en lo más hondo de su alma! Mi Maestro me hace comprender con toda claridad que ahí quiere hacer maravillas. Dios la ha llamado para rendir homenaje a la Simplicidad del Ser divino y para exaltar el poder de su Amor.
Crea a Su «portavoz» y lea estas líneas como venidas de Él.
Se diría que es una carta solemne. Escrita por alguien que es profundamente consciente de que la está escribiendo en un momento sumamente «grave y solemne» de su vida -a Ias puertas de la eternidad- y de que no puede «perder el tiempo». Es más, una carta escrita para decirle a su priora «lo que Dios, en horas de profundo recogimiento y de trato unificador, le ha hecho comprender». Al hacerlo, sor Isabel la humilde se siente «portavoz de Dios».
A la Madre Germana de Jesús
Priora de la comunidad
J.M. t J.T.
Madre querida, mi sacerdote santo:
Cuando lea estas líneas, su pequeña Alabanza de gloria ya no cantará en esta tierra, sino que vivirá en el inmenso Hogar del amor. Usted podrá, pues, creerla y escucharla como si fuese «el portavoz» de Dios.
Madre querida, yo quisiera decirle todo lo que usted ha sido para mi. Pero la hora es tan grave, tan solemne, que no quiero perder el tiempo diciéndole cosas que creo que las empequeñecería si quisiera expresarlas en palabras.
Lo que va a hacer su hija es revelarle lo que siente, o, para decirlo con mayor verdad: lo que su Dios, en horas de profundo recogimiento y de trato unificador, le ha hecho comprender
«El Señor la ama enormemente». La ama con aquel amor de predilección que el Maestro tuvo aquí en la tierra a algunas personas y que las llevó tan alto. El no le dice como a Pedro: «¿Me amas más que éstos?» [Jn 21,15]. Madre, escuche lo que a usted le dice: «Déjate amar más que éstos!». Es decir, sin temer que algún obstáculo pueda ser obstáculo para ello, pues yo soy libre de derramar mi amor sobre quien me plazca.
Déjate amar más que éstos»: ésta es tu vocación. Siendo fiel a ella, me harás feliz, pues así ensalzarás el poder de mi amor. Y ese amor podrá rehacer lo que tú hayas deshecho. «Déjate amar más que éstos».
Si usted supiera, Madre amadísima, con qué evidencia percibo los planes de Dios sobre su alma... Se me presentan con inmensa claridad, y comprendo también que allá en el cielo voy a ejercer a mi vez un sacerdocio sobre su alma. Es el Amor quien me asocia a la obra que El realiza en usted... ¡Qué grande, Madre, y qué adorable es esa obra por parte de Dios! ¡Y qué sencilla para usted! Y eso es precisamente lo que la hace más luminosa.
Madre, déjese amar más que los demás. Eso lo explica todo y evita que el alma se asombre...
Su pequeña hostia, si usted se lo permite, pasará su cielo en lo más hondo de su alma: la mantendrá a usted en comunión con el Amor y creyendo en el Amor, y ésa será la señal de que morará en usted. ¡En qué gran intimidad vamos a vivir!
Madre querida, que su vida transcurra también en el cielo, donde yo cantaré en nombre suyo el Sanctus eterno. Yo no haré nada sin usted ante el trono de Dios: usted sabe muy bien que yo llevo su impronta y que algo de usted ha comparecido con su hija ante el Rostro de Dios. Le pido también -usted me lo ha permitida- que no haga nada sin mi.
Vendré a vivir en usted, y entonces yo seré su madrecita: la instruirá, para que mi visión beatifica le sea de provecho, para que usted participe de ella y para que usted también viva la vida de los bienaventurados...
Madre adorada, Madre predestinada para mí desde toda la eternidad, al partir, yo le lego la que fue mi vocación en el seno de la Iglesia militante y que ejerceré en adelante sin cesar en la Iglesia triunfante: ser «Alabanza de gloria de la Santísima Trinidad».
Madre, «déjese amar más que éstos». Así quiere su Maestro que usted sea alabanza de gloria. Él se alegra de poder construir en usted, mediante Su amor, para Su gloria. Y quiere hacerlo Él solo, aunque usted no haga nada para merecer esa gracia, a no ser lo que sabe hacer la criatura: obras de pecado y de miseria... Él la ama así. Él la ama «más que a éstos». Él lo hará todo en usted y llegará hasta el final. Pues cuando Él ama a un alma hasta ese punto y de esa manera, cuando la ama con un amor inmutable y creador, con un amor libre que todo lo transforma según su beneplácito, ¡entonces esa alma volará muy alto!
Madre, la fidelidad que el Maestro le pide consiste en vivir en comunión con el Amor, en desaparecer y arraigarse en ese Amor que quiere sellar su alma con el sello de su poder y de su grandeza.
Usted nunca será una del montón si vive alerta al Amor. Y en las horas en que lo único que sienta sea abatimiento y cansancio, aún le seguirá agradando si permanece fiel en creer que Él sigue actuando, que Él la ama a pesar de todo, e incluso más, porque su amor es libre y es así como quiere ser ensalzado en usted. Y entonces usted se dejará amar «más que éstos».
Eso es, creo yo, lo que quieren decir esas palabras... ¡Viva en lo más hondo de su alma! Mi Maestro me hace comprender con toda claridad que ahí quiere hacer maravillas. Dios la ha llamado para rendir homenaje a la Simplicidad del Ser divino y para exaltar el poder de su Amor.
Crea a Su «portavoz» y lea estas líneas como venidas de Él.
"INSTAURARE OMNIA IN CHRISTO" - Día de SAN PÍO X
De la Encíclica PASCENDI del Papa San Pío X, del 8 de septiembre de 1907.
"Para un conocimiento más profundo del modernismo, así como para mejor buscar remedios a mal tan grande, conviene ahora, venerables hermanos, escudriñar algún tanto las causas de donde este mal recibe su origen y alimento.
La causa próxima e inmediata es, sin duda, la perversión de la inteligencia. Se le añaden, como remotas, estas dos: la curiosidad y el orgullo. La curiosidad, si no se modera prudentemente, basta por sí sola para explicar cualquier error.
Pero mucho mayor fuerza tiene para obcecar el ánimo, e inducirle al error, el orgullo, que, hallándose como en su propia casa en la doctrina del modernismo, saca de ella toda clase de pábulo y se reviste de todas las formas. Por orgullo conciben de sí tan atrevida confianza, que vienen a tenerse y proponerse a sí mismos como norma de todos los demás. Por orgullo se glorían vanísimamente, como si fueran los únicos poseedores de la ciencia, y dicen, altaneros e infatuados: "No somos como los demás hombres"; y para no ser comparados con los demás, abrazan y sueñan todo género de novedades, por muy absurdas que sean. Por orgullo desechan toda sujeción y pretenden que la autoridad se acomode con la libertad. Por orgullo, olvidándose de sí mismos, discurren solamente acerca de la reforma de los demás, sin tener reverencia alguna a los superiores ni aun a la potestad suprema. En verdad, no hay camino más corto y expedito para el modernismo que el orgullo. ¡Si algún católico, sea laico o sacerdote, olvidado del precepto de la vida cristiana, que nos manda negarnos a nosotros mismos si queremos seguir a Cristo, no destierra de su corazón el orgullo, ciertamente se hallará dispuesto como el que más a abrazar los errores de los modernistas!
Dice Nuestro predecesor el Papa León XII: «Trabajad animosamente en el estudio de las cosas naturales, en el cual los inventos ingeniosos y los útiles atrevimientos de nuestra época, así como los admiran con razón los contemporáneos, así los venideros los celebrarán con perenne aprobación y alabanzas». Pero hagamos esto sin daño de los estudios sagrados, lo cual avisa , continuando con estas gravísimas palabras dice Leon XIII: «La causa de los cuales errores, quien diligentemente la investigare, hallará que consiste principalmente en que en estos nuestros tiempos, cuanto mayor es el fervor con que se cultivan las ciencias naturales, tanto más han decaído las disciplinas más graves y elevadas, de las que algunas casi yacen olvidadas de los hombres; otras se tratan con negligencia y superficialmente y (cosa verdaderamente indigna) empañando el esplendor de su primera dignidad, se vician con doctrinas perversas y con las más audaces opiniones».
Estas cosas, venerables hermanos, hemos creído deberos escribir para procurar la salud de todo creyente. Los adversarios de la Iglesia abusarán ciertamente de ellas para refrescar la antigua calumnia que nos designa como enemigos de la sabiduría y del progreso de la humanidad. Mas para oponer algo nuevo a estas acusaciones, que refuta con perpetuos argumentos la historia de la religión cristiana, tenemos designio de promover con todas nuestras fuerzas una Institución particular, en la cual, con ayuda de todos los católicos insignes por la fama de su sabiduría, se fomenten todas las ciencias y todo género de erudición, teniendo por guía y maestra la verdad católica. Plegue a Dios que podamos realizar felizmente este propósito con el auxilio de todos los que aman sinceramente a la Iglesia de Cristo.
Asístanos con su virtud Jesucristo, autor y consumador de nuestra fe; y con su auxilio e intercesión asístanos la Virgen Inmaculada, destructora de todas las herejías, mientras Nos, en prenda de nuestro amor y del divino consuelo en la adversidad, de todo corazón os damos, a vosotros y a vuestro clero y fieles, nuestra bendición apostólica."
La causa próxima e inmediata es, sin duda, la perversión de la inteligencia. Se le añaden, como remotas, estas dos: la curiosidad y el orgullo. La curiosidad, si no se modera prudentemente, basta por sí sola para explicar cualquier error.
Pero mucho mayor fuerza tiene para obcecar el ánimo, e inducirle al error, el orgullo, que, hallándose como en su propia casa en la doctrina del modernismo, saca de ella toda clase de pábulo y se reviste de todas las formas. Por orgullo conciben de sí tan atrevida confianza, que vienen a tenerse y proponerse a sí mismos como norma de todos los demás. Por orgullo se glorían vanísimamente, como si fueran los únicos poseedores de la ciencia, y dicen, altaneros e infatuados: "No somos como los demás hombres"; y para no ser comparados con los demás, abrazan y sueñan todo género de novedades, por muy absurdas que sean. Por orgullo desechan toda sujeción y pretenden que la autoridad se acomode con la libertad. Por orgullo, olvidándose de sí mismos, discurren solamente acerca de la reforma de los demás, sin tener reverencia alguna a los superiores ni aun a la potestad suprema. En verdad, no hay camino más corto y expedito para el modernismo que el orgullo. ¡Si algún católico, sea laico o sacerdote, olvidado del precepto de la vida cristiana, que nos manda negarnos a nosotros mismos si queremos seguir a Cristo, no destierra de su corazón el orgullo, ciertamente se hallará dispuesto como el que más a abrazar los errores de los modernistas!
Dice Nuestro predecesor el Papa León XII: «Trabajad animosamente en el estudio de las cosas naturales, en el cual los inventos ingeniosos y los útiles atrevimientos de nuestra época, así como los admiran con razón los contemporáneos, así los venideros los celebrarán con perenne aprobación y alabanzas». Pero hagamos esto sin daño de los estudios sagrados, lo cual avisa , continuando con estas gravísimas palabras dice Leon XIII: «La causa de los cuales errores, quien diligentemente la investigare, hallará que consiste principalmente en que en estos nuestros tiempos, cuanto mayor es el fervor con que se cultivan las ciencias naturales, tanto más han decaído las disciplinas más graves y elevadas, de las que algunas casi yacen olvidadas de los hombres; otras se tratan con negligencia y superficialmente y (cosa verdaderamente indigna) empañando el esplendor de su primera dignidad, se vician con doctrinas perversas y con las más audaces opiniones».
Estas cosas, venerables hermanos, hemos creído deberos escribir para procurar la salud de todo creyente. Los adversarios de la Iglesia abusarán ciertamente de ellas para refrescar la antigua calumnia que nos designa como enemigos de la sabiduría y del progreso de la humanidad. Mas para oponer algo nuevo a estas acusaciones, que refuta con perpetuos argumentos la historia de la religión cristiana, tenemos designio de promover con todas nuestras fuerzas una Institución particular, en la cual, con ayuda de todos los católicos insignes por la fama de su sabiduría, se fomenten todas las ciencias y todo género de erudición, teniendo por guía y maestra la verdad católica. Plegue a Dios que podamos realizar felizmente este propósito con el auxilio de todos los que aman sinceramente a la Iglesia de Cristo.
Asístanos con su virtud Jesucristo, autor y consumador de nuestra fe; y con su auxilio e intercesión asístanos la Virgen Inmaculada, destructora de todas las herejías, mientras Nos, en prenda de nuestro amor y del divino consuelo en la adversidad, de todo corazón os damos, a vosotros y a vuestro clero y fieles, nuestra bendición apostólica."
14 de agosto - SAN MAXIMILIANO KOLBE
"VIDA POR VIDA"
Película sobre San Maximiliano Kolbe en youtube.
Película sobre San Maximiliano Kolbe en youtube.
San Maximiliano Kolbe
Mártir
Año 1941
Maximiliano significa: "El más importante de la familia".
Es este uno de los mártires modernos.
Murió en la Segunda Guerra Mundial. Había sido llevado por los nazis al terrorífico campo de concentración de Auschwitz.
Un día se fugó un preso. La ley de los alemanes era que por cada preso que se fugara del campo de concentración, tenían que morir diez de sus compañeros. Hicieron el sorteo 1-2-3-4...9...10 y al que le iba correspondiendo el número 10 era puesto aparte para echarlo a un sótano a morirse de hambre. De pronto al oírse un 10, el hombre a quien le correspondió ese número dio un grito y exclamó: "Dios mío, yo tengo esposa e hijos. ¿Quién los va a cuidar?".
En ese momento el padre Kolbe dice al oficial: "Yo me ofrezco para reemplazar al compañero que ha sido señalado para morir de hambre".
El oficial le responde: ¿Y por qué?
- Es que él tiene esposa e hijos que lo necesitan. En cambio yo soy soltero y solo, y nadie me necesita.
El oficial duda un momento y enseguida responde: Aceptado.
Y el prisionero Kolbe es llevado con sus otros 9 compañeros a morirse de hambre en un subterráneo. Aquellos tenebrosos días son de angustias y agonías continuas. El santo sacerdote anima a los demás y reza con ellos. Poco a poco van muriendo los demás. Y al final después de bastantes días, solamente queda él con vida. Como los guardias necesitan ese local para otros presos que están llegando, le ponen una inyección de cianuro y lo matan. Era el 14 de agosto de 1941.
Su familia, polaca, era inmensamente devota de la Sma. Virgen y cada año llevaba a los hijos en peregrinación al santuario nacional de la Virgen de Chestokowa. El hijo heredó de sus padres un gran cariño por la Madre de Dios.
Cuando era pequeño tuvo un sueño en el cual la Virgen María le ofrecía dos coronas, si era fiel a la devoción mariana. Una corona blanca y otra roja. La blanca era la virtud de la pureza. Y la roja, el martirio. Tuvo la dicha de recibir ambas coronas.
Un domingo en un sermón oyó decir al predicador que los Padres Franciscanos iban a abrir un seminario. Le agradó la noticia y con su hermano se dirigió hacia allá. En 1910 fue aceptado como Franciscano, y en 1915 obtuvo en la Universidad de Roma el doctorado en filosofía y en 1919 el doctorado en teología. En 1918 fue ordenado sacerdote.
Maximiliano gastó su vida en tratar de hacer amar y venerar a la Sma. Virgen. En 1927 fundó en Polonia la Ciudad de la Inmaculada, una gran organización, que tuvo mucho éxito y una admirable expansión. Luego funda en Japón otra institución semejante, con éxito admirable.
El padre Maximiliano fundó dos periódicos. Uno titulado "El Caballero de la Inmaculada", y otro "El Pequeño diario". Organizó una imprenta en la ciudad de la Inmaculada en Polonia, y después se trasladó al Japón y allá fundó una revista católica que pronto llegó a tener 15,000 ejemplares. Un verdadero milagro en ese país donde los católicos casi no existían. En la guerra mundial la ciudad de Nagasaki, donde él tenía su imprenta, fue destruida por una bomba atómica. A su imprenta no le sucedió nada malo.
Los nazis durante la guerra, al invadir Polonia, bombardearon la ciudad de la Inmaculada y se llevaron prisionero al padre Maximiliano, con todos los que colaboraban. El ya había fundado una radiodifusora y estaba dirigiendo la revista "El caballero de la Inmaculada", con gran éxito y notable difusión. Todo se lo destruyó la guerra, pero su martirio le consiguió un puesto glorioso en el cielo.
Cuando el Santo Padre Pablo VI lo declaró beato, a esa gran fiesta asistió, el hombre por el cual él había ofrecido el sacrificio de su propia vida. Juan Pablo II, su paisano, lo declaró santo ante una multitud inmensa de polacos.
En este gran santo sí se cumple lo que dijo Jesús: "Si el grano de trigo cae en tierra y muere, produce mucho fruto. Nadie tiene mayor amor que el que ofrece la vida por sus amigos".
Quiera Dios que también nosotros seamos capaces de sacrificarnos como Cristo y Maximiliano, por el bien de los demás.
Es este uno de los mártires modernos.
Murió en la Segunda Guerra Mundial. Había sido llevado por los nazis al terrorífico campo de concentración de Auschwitz.
Un día se fugó un preso. La ley de los alemanes era que por cada preso que se fugara del campo de concentración, tenían que morir diez de sus compañeros. Hicieron el sorteo 1-2-3-4...9...10 y al que le iba correspondiendo el número 10 era puesto aparte para echarlo a un sótano a morirse de hambre. De pronto al oírse un 10, el hombre a quien le correspondió ese número dio un grito y exclamó: "Dios mío, yo tengo esposa e hijos. ¿Quién los va a cuidar?".
En ese momento el padre Kolbe dice al oficial: "Yo me ofrezco para reemplazar al compañero que ha sido señalado para morir de hambre".
El oficial le responde: ¿Y por qué?
- Es que él tiene esposa e hijos que lo necesitan. En cambio yo soy soltero y solo, y nadie me necesita.
El oficial duda un momento y enseguida responde: Aceptado.
Y el prisionero Kolbe es llevado con sus otros 9 compañeros a morirse de hambre en un subterráneo. Aquellos tenebrosos días son de angustias y agonías continuas. El santo sacerdote anima a los demás y reza con ellos. Poco a poco van muriendo los demás. Y al final después de bastantes días, solamente queda él con vida. Como los guardias necesitan ese local para otros presos que están llegando, le ponen una inyección de cianuro y lo matan. Era el 14 de agosto de 1941.
Su familia, polaca, era inmensamente devota de la Sma. Virgen y cada año llevaba a los hijos en peregrinación al santuario nacional de la Virgen de Chestokowa. El hijo heredó de sus padres un gran cariño por la Madre de Dios.
Cuando era pequeño tuvo un sueño en el cual la Virgen María le ofrecía dos coronas, si era fiel a la devoción mariana. Una corona blanca y otra roja. La blanca era la virtud de la pureza. Y la roja, el martirio. Tuvo la dicha de recibir ambas coronas.
Un domingo en un sermón oyó decir al predicador que los Padres Franciscanos iban a abrir un seminario. Le agradó la noticia y con su hermano se dirigió hacia allá. En 1910 fue aceptado como Franciscano, y en 1915 obtuvo en la Universidad de Roma el doctorado en filosofía y en 1919 el doctorado en teología. En 1918 fue ordenado sacerdote.
Maximiliano gastó su vida en tratar de hacer amar y venerar a la Sma. Virgen. En 1927 fundó en Polonia la Ciudad de la Inmaculada, una gran organización, que tuvo mucho éxito y una admirable expansión. Luego funda en Japón otra institución semejante, con éxito admirable.
El padre Maximiliano fundó dos periódicos. Uno titulado "El Caballero de la Inmaculada", y otro "El Pequeño diario". Organizó una imprenta en la ciudad de la Inmaculada en Polonia, y después se trasladó al Japón y allá fundó una revista católica que pronto llegó a tener 15,000 ejemplares. Un verdadero milagro en ese país donde los católicos casi no existían. En la guerra mundial la ciudad de Nagasaki, donde él tenía su imprenta, fue destruida por una bomba atómica. A su imprenta no le sucedió nada malo.
Los nazis durante la guerra, al invadir Polonia, bombardearon la ciudad de la Inmaculada y se llevaron prisionero al padre Maximiliano, con todos los que colaboraban. El ya había fundado una radiodifusora y estaba dirigiendo la revista "El caballero de la Inmaculada", con gran éxito y notable difusión. Todo se lo destruyó la guerra, pero su martirio le consiguió un puesto glorioso en el cielo.
Cuando el Santo Padre Pablo VI lo declaró beato, a esa gran fiesta asistió, el hombre por el cual él había ofrecido el sacrificio de su propia vida. Juan Pablo II, su paisano, lo declaró santo ante una multitud inmensa de polacos.
En este gran santo sí se cumple lo que dijo Jesús: "Si el grano de trigo cae en tierra y muere, produce mucho fruto. Nadie tiene mayor amor que el que ofrece la vida por sus amigos".
Quiera Dios que también nosotros seamos capaces de sacrificarnos como Cristo y Maximiliano, por el bien de los demás.
Dios, en su intimidad, por San Juan de la Cruz
Romance de la comunicación de las tres Divinas Personas,
San Juan de la Cruz.
En aquel amor inmenso
que de los dos procedía,
palabras de gran regalo
el Padre al Hijo decía,
de tan profundo deleite,
que nadie las entendía;
sólo el Hijo lo gozaba,
que es a quien pertenecía.
Pero aquello que se entiende
de esta manera decía:
Nada me contenta, Hijo,
fuera de tu compañía;
y si algo me contenta,
en ti mismo lo quería.
El que a ti más se parece
a mi más satisfacía,
y el que en nada te semeja
en mí nada hallaría.
En ti solo me he agradado,
¡Oh vida de vida mía!.
Eres lumbre de mi lumbre,
eres mi sabiduría,
figura de mi sustancia,
en quien bien me complacía.
Al que a ti te amare, Hijo,
a mí mismo le daría,
y el amor que yo en ti tengo
ese mismo en él pondría,
en razón de haber amado
a quien yo tanto quería.
De "Sabiduría de un pobre" de Eloi Leclerc
Palabras de San Francisco de Asís
en "Sabiduría de un pobre" de Eloi Leclerc
"La más alta actividad del hombre y su madurez no consiste en la prosecución de una idea, por muy elevada y muy santa que sea, sino en la aceptación humilde y alegre de lo que es, de todo lo que es. El hombre que sigue su idea permanece cerrado en sí mismo... Le falta el silencio, la profundidad y la paz.
Sólo el hombre que acepta a Dios de esta manera es capaz de aceptarse verdaderamente a sí mismo. Se hace libre de todo querer particular.
Es preciso aprender a ver el mal y el pecado como Dios lo ve. Eso es precisamente lo difícil, porque donde nosotros vemos naturalmente una falta a condenar y a castigar, Dios ve primeramente una miseria a socorrer... Nadie ama como Él, pero nosotros debemos intentar imitarle. Hasta ahora no hemos hecho todavía nada. Empecemos, pues, a hacer algo.
Mira, evangelizar a un hombre es decirle: "Tu también eres amado de Dios en el Señor Jesús", y no sólo decírselo, sino pensarlo realmente. Y no sólo pensarlo, sino portarse con este hombre de tal manera que sienta y descubra que hay en él algo de salvado, algo más grande y más noble de lo que él pensaba... Y eso no podemos hacerlo más que ofreciéndole nuestra amistad; una amistad real, desinteresada, sin condescendencia, hecha de confianza y de estima profundas. Es preciso ir hacía los hombres... Es preciso, sobre todo, que al ir hacia ellos no les aparezcamos como una nueva especie de competidores. Debemos ser en medio de ellos testigos pacíficos del Todopoderoso, hombres sin avaricias y sin desprecios, capaces de hacerse realmente sus amigos. Es nuestra amistad lo que ellos esperan, una amistad que les haga sentir que son amados de Dios y salvados en Jesucristo."
Sólo el hombre que acepta a Dios de esta manera es capaz de aceptarse verdaderamente a sí mismo. Se hace libre de todo querer particular.
Es preciso aprender a ver el mal y el pecado como Dios lo ve. Eso es precisamente lo difícil, porque donde nosotros vemos naturalmente una falta a condenar y a castigar, Dios ve primeramente una miseria a socorrer... Nadie ama como Él, pero nosotros debemos intentar imitarle. Hasta ahora no hemos hecho todavía nada. Empecemos, pues, a hacer algo.
Mira, evangelizar a un hombre es decirle: "Tu también eres amado de Dios en el Señor Jesús", y no sólo decírselo, sino pensarlo realmente. Y no sólo pensarlo, sino portarse con este hombre de tal manera que sienta y descubra que hay en él algo de salvado, algo más grande y más noble de lo que él pensaba... Y eso no podemos hacerlo más que ofreciéndole nuestra amistad; una amistad real, desinteresada, sin condescendencia, hecha de confianza y de estima profundas. Es preciso ir hacía los hombres... Es preciso, sobre todo, que al ir hacia ellos no les aparezcamos como una nueva especie de competidores. Debemos ser en medio de ellos testigos pacíficos del Todopoderoso, hombres sin avaricias y sin desprecios, capaces de hacerse realmente sus amigos. Es nuestra amistad lo que ellos esperan, una amistad que les haga sentir que son amados de Dios y salvados en Jesucristo."
10 de agosto de 2010 - 100 años del sacerdocio del Padre Pío
San Pio de Pietrelcina, entró en los Capuchinos con 15 años de edad. Ordenado el 10 de agosto de 1910. Asignado a San Giovanni Rotondo en 1916, vivió allí hasta su muerte. Recibió los estigmas: 20 de septiembre, 1918. Los llevó por 50 años. Entró en la Vida Eterna: 23 de septiembre, 1968. Beatificado por el Papa Juan Pablo II el 2 de mayo de 1999. Canonizado por el Papa Juan Pablo II el 16 de junio del 2002.
"Solo quiero ser un fraile que reza...”
“Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración... La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón...” -Padre Pío
El Padre Pío es uno de los más grandes místicos de nuestro tiempo, amado en todo el mundo. Nos enseñó a vivir un amor radical al corazón de Jesús y a su Iglesia. Su vida era oración, sacrificio y pobreza. Alcanzó una profunda unión con Dios.
Famoso confesor. El Padre Pío pasaba hasta 16 horas diarias en el confesionario. Algunos debían esperar dos semanas para lograr confesarse con él, porque el Señor les hacía ver por medio de este sencillo sacerdote la verdad del evangelio. Su vida se centraba en torno a la Eucaristía. Sus misas conmovían a los fieles por su profunda devoción. Poseía una ferviente devoción por la Virgen María.
DONES EXTRAORDINARIOS:
Discernimiento extraordinario: la capacidad de leer los corazones y las conciencias. Profecía: pudo anunciar eventos del futuro. Curación: curas milagrosas por el poder de la oración. Bilocación: estar en dos lugares al mismo tiempo. Perfume: la sangre de sus estigmas tenía fragancia de flores.
Llegaban a verle multitud de peregrinos y además recibía muchas cartas pidiendo oración y consejo. Los médicos que observaron los estigmas del Padre Pío no pudieron hacer cicatrizar sus llagas ni dar explicación de ellas. Calcularon que perdía una copa de sangre diaria, pero sus llagas nunca se infectaron. El Padre Pío decía que eran un regalo de Dios y una oportunidad para luchar por ser más y más como Jesucristo Crucificado. Su beatificación fue la de mayor asistencia en la historia. La plaza de San Pedro y sus alrededores no pudieron contener la multitud que asistió a su beatificación. El Padre Pío es un poderoso intercesor. Los milagros se siguen multiplicando.
Pidamos hoy por todos los sacerdotes, para que por intercesión del Padre Pío y siguiendo su ejemplo, sepan configurarse cada día más a Jesus, el Buen Pastor Resucitado, que da su vida por las ovejas.
San Pío de Pietrelcina, RUEGA POR NOSOTROS!
"Solo quiero ser un fraile que reza...”
“Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración... La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón...” -Padre Pío
El Padre Pío es uno de los más grandes místicos de nuestro tiempo, amado en todo el mundo. Nos enseñó a vivir un amor radical al corazón de Jesús y a su Iglesia. Su vida era oración, sacrificio y pobreza. Alcanzó una profunda unión con Dios.
Famoso confesor. El Padre Pío pasaba hasta 16 horas diarias en el confesionario. Algunos debían esperar dos semanas para lograr confesarse con él, porque el Señor les hacía ver por medio de este sencillo sacerdote la verdad del evangelio. Su vida se centraba en torno a la Eucaristía. Sus misas conmovían a los fieles por su profunda devoción. Poseía una ferviente devoción por la Virgen María.
DONES EXTRAORDINARIOS:
Discernimiento extraordinario: la capacidad de leer los corazones y las conciencias. Profecía: pudo anunciar eventos del futuro. Curación: curas milagrosas por el poder de la oración. Bilocación: estar en dos lugares al mismo tiempo. Perfume: la sangre de sus estigmas tenía fragancia de flores.
Llegaban a verle multitud de peregrinos y además recibía muchas cartas pidiendo oración y consejo. Los médicos que observaron los estigmas del Padre Pío no pudieron hacer cicatrizar sus llagas ni dar explicación de ellas. Calcularon que perdía una copa de sangre diaria, pero sus llagas nunca se infectaron. El Padre Pío decía que eran un regalo de Dios y una oportunidad para luchar por ser más y más como Jesucristo Crucificado. Su beatificación fue la de mayor asistencia en la historia. La plaza de San Pedro y sus alrededores no pudieron contener la multitud que asistió a su beatificación. El Padre Pío es un poderoso intercesor. Los milagros se siguen multiplicando.
Pidamos hoy por todos los sacerdotes, para que por intercesión del Padre Pío y siguiendo su ejemplo, sepan configurarse cada día más a Jesus, el Buen Pastor Resucitado, que da su vida por las ovejas.
San Pío de Pietrelcina, RUEGA POR NOSOTROS!
9 de agosto - Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)
Edith Stein nació en 1891 en el seno de una familia judía. Fue una gran estudiosa de Filosofía. Recibió la vida nueva por el Bautismo. Con el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz, se consagró en la Orden de las Carmelitas Descalzas. Fue arrestada en su monasterio por orden de las autoridades nazis y, bajo ese régimen nefasto y enemigo de la fe y de la dignidad del hombre, murió en las cámaras de gas del campo de exterminio de Auschwitz, cerca de Cracovia (Polonia) en 1942.
“Mira hacia el Crucificado. Si estás unida a él, como una novia en el fiel cumplimiento de tus santos votos, es tu sangre y Su sangre preciosa las que se derraman. Unida a él, eres como el omnipresente. Con la fuerza de la Cruz, puede estar en todos los lugares de aflicción.”
“Hay una vocación a sufrir con Cristo y por lo tanto a colaborar en su obra de redención. Si estamos unidos al Señor, entonces somos miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Todo sufrimiento llevado en unión con el Señor es un sufrimiento que da fruto porque forma parte de la gran obra de redención.”
“Mira hacia el Crucificado. Si estás unida a él, como una novia en el fiel cumplimiento de tus santos votos, es tu sangre y Su sangre preciosa las que se derraman. Unida a él, eres como el omnipresente. Con la fuerza de la Cruz, puede estar en todos los lugares de aflicción.”
“Hay una vocación a sufrir con Cristo y por lo tanto a colaborar en su obra de redención. Si estamos unidos al Señor, entonces somos miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Todo sufrimiento llevado en unión con el Señor es un sufrimiento que da fruto porque forma parte de la gran obra de redención.”
Beatificación del Padre Jerzy Popieluszko, sacerdote polaco
Cerca de cien mil fieles acudieron hoy a la misa de beatificación del sacerdote Jerzy Popieluszko, asesinado en 1984 por miembros de la policía política comunista a causa de su oposición al régimen, uno de los símbolos de la lucha del movimiento Solidaridad y mártir de la democracia polaca.
Los fieles comenzaron a llegar a las seis de la mañana, cinco horas antes del comienzo de la ceremonia, concelebrada por el arzobispo Angelo Amato en calidad de enviado especial del Papa Benedicto XVI.
Entre los miles de asistentes, 1.600 sacerdotes y 100 obispos, también estuvo presente la madre de Jerzy Popieluszko, Marianna, a la que la Iglesia quiso agradecer el sufrimiento y el sacrificio de su hijo.
"El padre Popieluszko es beatificado como ejemplo de la defensa de derechos y de la dignidad humana, también como modelo del diálogo y reconciliación", dijo el arzobispo metropolitano de Varsovia, Kazimierz Nycz.
Hoy ha sido beatificado el sacerdote polaco Jerzy Popieluszko, mártir de la fe y la libertad, capellán del movimiento Solidarnosc, asesinado el 19 de octubre de 1984 cerca de Górsk en su viaje de regreso a Varsovia desde Bydgoszcz, adonde había sido invitado para una velada de oraciòn. Toda Polonia lo recuerda, especialmente en Bydgoszcz ciudad que se “distinguió por el signo particular de la «persecución por causa de la justicia». Y donde durante los primeros dias de la segunda guerra mundial, los nazis llevaron a cabo las primeras ejecuciones publicas de los defensores de la ciudad” (homilía del Siervo de Dios Juan Pablo II en Bydgoszcz, lunes 7 de junio de 1999 ). Allí se construyo la primera iglesia después de la segunda guerra mundial y el cardenal primado decidió nombrarla iglesia de los: «Santos mártires hermanos polacos». “Es significativo – decia Juan Pablo II en su homilía - también el hecho de que don Jerzy Popieluszko haya partido precisamente de este templo para realizar su último viaje”
Jerzy Popieluszko habia nacido en un pueblo pequeño Okopya, Polonia del este, el 13 de septiembre de 1937 en una familia profundamente católica. Fue ordenado sacerdote por el cardenal primado Stefan Wyszynski el 28 de mayo de 1972. Trabajó en varias parroquias y finalmente fue designado a la parroquia de San Estanislao Kostka en Varsovia. Desde allí presto valiosísimos servicios al movimiento Solidarnosc. Cuando nacía el movimiento en 1980 los trabajadores le pidieron al cardenal Wyszynski un sacerdote para que celebrara la Misa y el Primado les envió a su “hijo predilecto” Popieluszko. De salud frágil supo luchar entusiastamente junto a los obreros por la verdad y la libertad y la vocación de cada hombre y mujer. Durante la difícil época de las huelgas en Gdansk, que pronto se extendieron a toda Polonia, la ley marcial, y el arresto de los lideres de Solidarnosc Popieluszko jugo un papel importantísimo con sus Misas por la patria, por todos los presos y sus familias. Sus homilías en defensa de la verdad y los derechos humanos y sus fuertes criticas crisparon los nervios del régimen y originaron hostigamientos y persecuciones. No obstante Popieluszko apoyo a Solidarnosc con todas sus fuerzas. Atendía todos los juicios ganándose amigos y cada vez mayor confianza entre ellos pero acumulando enemigos en el régimen. El cardenal Glemp sostiene en una entrevista que concediera a 30 días que sus homilías tenían “cierta resonancia”, pero que Popieluszko no utilizaba términos más duros o agresivos que otros sacerdotes. Era su capacidad para ganarse la confianza de los jóvenes lo que mas le preocupaba al régimen y así fue generando antipatías y odios personales. Declarado enemigo del estado, registrado en la lista del Servicio Secreto, fue atacada su casa, y él acusado de desviar su lucha por la libertad para sus propios intereses políticos. Constantemente amenazado, después de dos años de hostigamientos por parte del Servicio Secreto en otoño de 1984 su situación se había vuelto muy difícil y surgió la idea de enviarlo a estudiar a Roma, pero la decisión estaba en sus manos. Y el prefirió quedarse en Varsovia. Ocurrió un primer atentando el 13 de octubre (accidente provocado en la carretera, una táctica muy común aquellos tiempos) al que pudo escapar. Sin embargo en el segundo a los pocos días el 19 de octubre de 1984 fue secuestrado, golpeado, asesinado y tirado a un gran dique cerca de Włocławek (aun no se conocen todos los detalles) y su cuerpo recuperado el 30 de octubre de 1984. Su funeral se realizo el 4 de noviembre de 1984 y fue la mayor concentración de gente después de la visita del Siervo de Dios Juan Pablo II a su patria en 1983.
“Jerzy Popieluszko –decía el Santo Padre Juan Pablo II en su homilía en Bydgoszcz durante su viaje apostòlico a Polonia en 1999 -tuvo su ultima homilía el 19 de octubre de 1984, día de su secuestro el deber de un cristiano es mantenerse en la verdad, por mucho que esta le cueste, porque la verdad se paga” por el buen grano de la libertad hay que pagar, es la cizaña la que no cuesta nada” un cristiano no debe conformarse con condenar el mal, la mentira, , la cobardía, la esclavitud, , el odio, la violencia. Debe ser testigo autentico, portavoz, del bien, de la justicia, del bien y la verdad”
Los fieles comenzaron a llegar a las seis de la mañana, cinco horas antes del comienzo de la ceremonia, concelebrada por el arzobispo Angelo Amato en calidad de enviado especial del Papa Benedicto XVI.
Entre los miles de asistentes, 1.600 sacerdotes y 100 obispos, también estuvo presente la madre de Jerzy Popieluszko, Marianna, a la que la Iglesia quiso agradecer el sufrimiento y el sacrificio de su hijo.
"El padre Popieluszko es beatificado como ejemplo de la defensa de derechos y de la dignidad humana, también como modelo del diálogo y reconciliación", dijo el arzobispo metropolitano de Varsovia, Kazimierz Nycz.
Hoy ha sido beatificado el sacerdote polaco Jerzy Popieluszko, mártir de la fe y la libertad, capellán del movimiento Solidarnosc, asesinado el 19 de octubre de 1984 cerca de Górsk en su viaje de regreso a Varsovia desde Bydgoszcz, adonde había sido invitado para una velada de oraciòn. Toda Polonia lo recuerda, especialmente en Bydgoszcz ciudad que se “distinguió por el signo particular de la «persecución por causa de la justicia». Y donde durante los primeros dias de la segunda guerra mundial, los nazis llevaron a cabo las primeras ejecuciones publicas de los defensores de la ciudad” (homilía del Siervo de Dios Juan Pablo II en Bydgoszcz, lunes 7 de junio de 1999 ). Allí se construyo la primera iglesia después de la segunda guerra mundial y el cardenal primado decidió nombrarla iglesia de los: «Santos mártires hermanos polacos». “Es significativo – decia Juan Pablo II en su homilía - también el hecho de que don Jerzy Popieluszko haya partido precisamente de este templo para realizar su último viaje”
Jerzy Popieluszko habia nacido en un pueblo pequeño Okopya, Polonia del este, el 13 de septiembre de 1937 en una familia profundamente católica. Fue ordenado sacerdote por el cardenal primado Stefan Wyszynski el 28 de mayo de 1972. Trabajó en varias parroquias y finalmente fue designado a la parroquia de San Estanislao Kostka en Varsovia. Desde allí presto valiosísimos servicios al movimiento Solidarnosc. Cuando nacía el movimiento en 1980 los trabajadores le pidieron al cardenal Wyszynski un sacerdote para que celebrara la Misa y el Primado les envió a su “hijo predilecto” Popieluszko. De salud frágil supo luchar entusiastamente junto a los obreros por la verdad y la libertad y la vocación de cada hombre y mujer. Durante la difícil época de las huelgas en Gdansk, que pronto se extendieron a toda Polonia, la ley marcial, y el arresto de los lideres de Solidarnosc Popieluszko jugo un papel importantísimo con sus Misas por la patria, por todos los presos y sus familias. Sus homilías en defensa de la verdad y los derechos humanos y sus fuertes criticas crisparon los nervios del régimen y originaron hostigamientos y persecuciones. No obstante Popieluszko apoyo a Solidarnosc con todas sus fuerzas. Atendía todos los juicios ganándose amigos y cada vez mayor confianza entre ellos pero acumulando enemigos en el régimen. El cardenal Glemp sostiene en una entrevista que concediera a 30 días que sus homilías tenían “cierta resonancia”, pero que Popieluszko no utilizaba términos más duros o agresivos que otros sacerdotes. Era su capacidad para ganarse la confianza de los jóvenes lo que mas le preocupaba al régimen y así fue generando antipatías y odios personales. Declarado enemigo del estado, registrado en la lista del Servicio Secreto, fue atacada su casa, y él acusado de desviar su lucha por la libertad para sus propios intereses políticos. Constantemente amenazado, después de dos años de hostigamientos por parte del Servicio Secreto en otoño de 1984 su situación se había vuelto muy difícil y surgió la idea de enviarlo a estudiar a Roma, pero la decisión estaba en sus manos. Y el prefirió quedarse en Varsovia. Ocurrió un primer atentando el 13 de octubre (accidente provocado en la carretera, una táctica muy común aquellos tiempos) al que pudo escapar. Sin embargo en el segundo a los pocos días el 19 de octubre de 1984 fue secuestrado, golpeado, asesinado y tirado a un gran dique cerca de Włocławek (aun no se conocen todos los detalles) y su cuerpo recuperado el 30 de octubre de 1984. Su funeral se realizo el 4 de noviembre de 1984 y fue la mayor concentración de gente después de la visita del Siervo de Dios Juan Pablo II a su patria en 1983.
“Jerzy Popieluszko –decía el Santo Padre Juan Pablo II en su homilía en Bydgoszcz durante su viaje apostòlico a Polonia en 1999 -tuvo su ultima homilía el 19 de octubre de 1984, día de su secuestro el deber de un cristiano es mantenerse en la verdad, por mucho que esta le cueste, porque la verdad se paga” por el buen grano de la libertad hay que pagar, es la cizaña la que no cuesta nada” un cristiano no debe conformarse con condenar el mal, la mentira, , la cobardía, la esclavitud, , el odio, la violencia. Debe ser testigo autentico, portavoz, del bien, de la justicia, del bien y la verdad”
“Mi alegría será cuando los asesinos de mi hijo se conviertan” (Marianna Popieluszko)
Con ocasión de la beatificación de Jerzy Popieluszko, capellán de Solidaridad, que se celebrará el próximo domingo 6 de junio, el semanario católico polaco Niedziela ha publicado una entrevista con Marianna, la madre del sacerdote mártir asesinado por el régimen comunista.
En una entrevista con Milena Kindziuk, periodista de Niedziela, Marianna Popieluszko recordó la infancia y los años juveniles de su hijo.
“Desde niño —relató— Jerzy rezaba en casa con toda la familia. Siempre hemos rezado todos juntos. Cada miércoles rezábamos ante la imagen de María del Perpetuo Socorro, cada viernes la oración era ante el Sagrado Corazón de Jesús, mientras que cada sábado rezábamos ante la Virgen de Czestochowa”.
En la entrevista, Marianna recuerda también que Niepokalanów (que significa Ciudad de la Inmaculada), en las cercanías de Varsovia, donde hay una comunidad religiosa católica fundada en 1927 por el padre Maximiliano Kolbe, era el lugar privilegiado de Popieluszko.
“Tras el examen final del Liceo, Jerzy —prosiguió— fue a Varsovia al Seminario Mayor para entregar los documentos. Recuerdo que mi hijo leía mucho el Rycerz Niepokalanej (Miles Immaculatae), la revista mariana fundada por san Maximiliano María Kolbe. Para Jerzy, san Maximiliano María Kolbe era el más grande ejemplo de sacerdote”.
“La muerte de Jerzy —prosiguió la madre del sacerdote muerto por el régimen comunista— ha sido para mí el dolor más grande. Pero no juzgo a nadie. Dios juzga. La alegría más grande será para mí cuando las personas que mataron a Jerzy se conviertan”.
A la pregunta de si reza por intercesión de su hijo, la mujer respondió: “yo rezo a Dios. Hay que rezar cada día. Muchas veces he rezado por intercesión de Jerzy Popieluszko, mi hijo, y me ha ayudado. Jerzy sabía que Dios es la presencia más importante en la vida”.
En una entrevista con Milena Kindziuk, periodista de Niedziela, Marianna Popieluszko recordó la infancia y los años juveniles de su hijo.
“Desde niño —relató— Jerzy rezaba en casa con toda la familia. Siempre hemos rezado todos juntos. Cada miércoles rezábamos ante la imagen de María del Perpetuo Socorro, cada viernes la oración era ante el Sagrado Corazón de Jesús, mientras que cada sábado rezábamos ante la Virgen de Czestochowa”.
En la entrevista, Marianna recuerda también que Niepokalanów (que significa Ciudad de la Inmaculada), en las cercanías de Varsovia, donde hay una comunidad religiosa católica fundada en 1927 por el padre Maximiliano Kolbe, era el lugar privilegiado de Popieluszko.
“Tras el examen final del Liceo, Jerzy —prosiguió— fue a Varsovia al Seminario Mayor para entregar los documentos. Recuerdo que mi hijo leía mucho el Rycerz Niepokalanej (Miles Immaculatae), la revista mariana fundada por san Maximiliano María Kolbe. Para Jerzy, san Maximiliano María Kolbe era el más grande ejemplo de sacerdote”.
“La muerte de Jerzy —prosiguió la madre del sacerdote muerto por el régimen comunista— ha sido para mí el dolor más grande. Pero no juzgo a nadie. Dios juzga. La alegría más grande será para mí cuando las personas que mataron a Jerzy se conviertan”.
A la pregunta de si reza por intercesión de su hijo, la mujer respondió: “yo rezo a Dios. Hay que rezar cada día. Muchas veces he rezado por intercesión de Jerzy Popieluszko, mi hijo, y me ha ayudado. Jerzy sabía que Dios es la presencia más importante en la vida”.
Qué es la longitud, la anchura, la altura y la profundidad. Por San Bernardo
De Francisco Ribalta "Cristo abrazando a San Bernardo"
QUID SIT LONGITUDO, LATITUDO, SUBLIMITAS ET PROFUNDUM
"¿Qué es Dios entonces? Largura. ¿Y qué es largura? Eternidad. Es tan larga que no tiene límites ni de espacio ni de tiempo. También es anchura. ¿Qué es anchura? Amor. ¿Qué barreras puede encontrar el amor en un Dios que no aborrece nada de o que ha hecho? Hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos. Su regazo acoge incluso a los enemigos, y no contento con esto, su amor se abre hasta lo infinito. Por eso supera cuanto podemos sentir y conocer, como dice el Apóstol: Conocer lo que supera todo conocimiento, el amor de Cristo. ¿Qué más puedo decir? Su amor es eterno. Todavía más: su amor es eternidad. ¿Ves como su anchura es igual que su largura? Ojalá puedas comprender no va que son iguales, sino sobre todo que se identifican entre sí. Una es igual a la otra; una sola, lo que son las dos; y juntas, lo que es una sola. Dios es eternidad. Dios es amor. Largura sin alargamiento: anchura sin extensión. Porque en ambas está él por encima de todo límite y estrechez de espacio y tiempo, pero por la libertad de su ser y no por la extensión enorme de su sustancia. Así es de inmenso el que todo lo hizo según una medida; y aunque es inmenso, es la única medida de su misma inmensidad
¿Qué más es Dios? Altura y profundidad. Por lo primero está por encima de todo; por lo segundo, dentro de todo ser. Claro es que en la divinidad nunca se desequilibran sus atributos; Dios se mantiene siempre constante en sí mismo y permanece inmóvil en él. En su altura considera su poder; en su profundidad, su sabiduría. Ambas realidades se corresponden por igual: su anchura es inalcanzable y su profundidad impenetrable. Este pensamiento provocó la admiración de Pablo, hasta exclamar: ¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! También nosotros podemos exclamar con él, al contemplar la unidad simplicísima que en Dios y con-Dios constituyen estos dos atributos. ¡Oh poderosa sabiduría que alcanza con vigor de extremo a extremo; oh poder lleno de sabiduría que gobierna el universo con acierto! Una única realidad con múltiples efectos y operaciones las más diversas. Esa misma realidad es largura por su eternidad, anchura por su amor, altura por su poder y profundidad por su sabiduría."
San Bernardo,
De Consideratione ad Eugenium Papam
(Tratado de la Consideración al Papa Eugenio)
"¿Qué es Dios entonces? Largura. ¿Y qué es largura? Eternidad. Es tan larga que no tiene límites ni de espacio ni de tiempo. También es anchura. ¿Qué es anchura? Amor. ¿Qué barreras puede encontrar el amor en un Dios que no aborrece nada de o que ha hecho? Hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos. Su regazo acoge incluso a los enemigos, y no contento con esto, su amor se abre hasta lo infinito. Por eso supera cuanto podemos sentir y conocer, como dice el Apóstol: Conocer lo que supera todo conocimiento, el amor de Cristo. ¿Qué más puedo decir? Su amor es eterno. Todavía más: su amor es eternidad. ¿Ves como su anchura es igual que su largura? Ojalá puedas comprender no va que son iguales, sino sobre todo que se identifican entre sí. Una es igual a la otra; una sola, lo que son las dos; y juntas, lo que es una sola. Dios es eternidad. Dios es amor. Largura sin alargamiento: anchura sin extensión. Porque en ambas está él por encima de todo límite y estrechez de espacio y tiempo, pero por la libertad de su ser y no por la extensión enorme de su sustancia. Así es de inmenso el que todo lo hizo según una medida; y aunque es inmenso, es la única medida de su misma inmensidad
¿Qué más es Dios? Altura y profundidad. Por lo primero está por encima de todo; por lo segundo, dentro de todo ser. Claro es que en la divinidad nunca se desequilibran sus atributos; Dios se mantiene siempre constante en sí mismo y permanece inmóvil en él. En su altura considera su poder; en su profundidad, su sabiduría. Ambas realidades se corresponden por igual: su anchura es inalcanzable y su profundidad impenetrable. Este pensamiento provocó la admiración de Pablo, hasta exclamar: ¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! También nosotros podemos exclamar con él, al contemplar la unidad simplicísima que en Dios y con-Dios constituyen estos dos atributos. ¡Oh poderosa sabiduría que alcanza con vigor de extremo a extremo; oh poder lleno de sabiduría que gobierna el universo con acierto! Una única realidad con múltiples efectos y operaciones las más diversas. Esa misma realidad es largura por su eternidad, anchura por su amor, altura por su poder y profundidad por su sabiduría."
San Bernardo,
De Consideratione ad Eugenium Papam
(Tratado de la Consideración al Papa Eugenio)
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