Comentario a la liturgia de la Palabra de la fiesta de las Candelas
Comentario a la liturgia de la Palabra de la fiesta de las Candelas (la Presentación de Niño Jesús en el Templo y la Purificación de su Santísima Madre) 2 de febrero 2014: Comentario a las lecturas: Malaquías , 1-4; Hebreos 2, 14-18; Lucas 2, 22-40
La fe nos descubre el sentido de lo que hoy estamos celebrando. Asistimos al comienzo oficial y público de la nueva etapa de nuestra historia de salvación. Dios nos envía a su mensajero, por eso Jesús se llama “el Enviado”, [Juan 9, 7] con la misión de limpiar y purificar a los que serán sus hijos en la nueva alianza. “Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero”.Sin esta conversión no sería posible el encuentro salvador con Dios que Jesús viene a preparar. Lo exige la nueva relación con Dios de la que Jesús será mediador. Nosotros por nuestras solas fuerzas no podemos alcanzar el grado de pureza exigido, por eso el Mensajero nos purificará profundamente.
Avancemos detrás de esta Madre que presenta a su Hijo al Templo, con la luz de la fe encendida. “De nuestra carne y sangre participó también Jesús”, porque este Niño sigue el mismo proceso de todos los nacidos de madre. “El Niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría”. Gracias a esta semejanza, nosotros podemos acceder a formar parte de la misma familia de Dios. “Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella”.
Si sus padres “estaban admirados de lo que se decía del niño”, más aún nos admiramos nosotros al conocer la historia completa que hoy comienza en el templo de Jerusalén. “Será como una bandera discutida… una espada te traspasará el alma”.
Ecos actuales en niños y familias
Niños rechazados antes de nacer. Niños que mueren de hambre, muchísimos. Niños trabajando como esclavos. Niños sin cariño, sin derechos, enfermos, sin catequesis ni Primera Comunión. Niños nacidos en cárceles. Niños tristes, sin ganas de jugar, niños en soledad, maltratados, violados…
Padres que añaden a los suyos otros niños adoptados, luchando por la salud y la educación de muchos.
Madres solidarias, valerosas, alma de tantas nobles empresas, de tanto amor en el mundo.
Padres implorando luz a Dios para saber educar a sus hijos, a veces difíciles, en la fe, la honradez, el esfuerzo y el amor.
Madres que desde su entrega total a Dios, cubren necesidades urgentes no atendidas en familia. Madres imprescindibles en nuestro mundo.
Madres heridas en sus hijos por la espada de la droga, por enfermedades incurables, separadas, pobres.
Ahora sabemos que cuando Jesús agonizaba en la cruz, cumpliendo la profecía del anciano Simeón, nos encomendó a todos los hombres a su maternal regazo, en la persona del discípulo amado.
Contemplando hoy a esta Madre presentando a Jesús al templo, depositemos en sus brazos a todas las familias del mundo para que sobre ellas y sobre nosotros baje el amor y la misericordia de Dios.
Hoy es una fiesta de luz entre muchas tinieblas, es también la fiesta de la humanidad salvada por Jesús desde el fondo de su pobreza. Él y su Madre, en medio de tanto mal, resplandecen como una esperanza de salvación. Nuestra humanidad con tanto dolor, problemas, crisis y muertes, tiene en ellos dos, Madre e Hijo, una luz y una esperanza. Abandonémonos en los brazos de esta Madre con la confianza de hijos.
Llorenç Tous
“Los males de nuestro mundo –y los de la Iglesia– no deberían ser excusas para reducir nuestra entrega y nuestro fervor.
Mirémoslos como desafíos para crecer.
Además, la mirada creyente es capaz de reconocer la luz que siempre derrama el Espíritu Santo en medio de la oscuridad, sin olvidar que “donde abundó el pecado sobreabundó la gracia”. (Rom 5, 20)”.
Exhortación Apostólica de S.S. Francisco. La alegría del Evangelio. Nº 84
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