Nunca olvides que la oración por sí misma no es perfecta, y que sólo lo es si va acompañada de todas las demás virtudes, que son al mismo tiempo los órganos del alma que forman nuestro ser interior. Sólo cuando aquéllas se hayan desarrollado hasta determinado grado, seremos capaces de vivir espiritualmente. En la medida en que tú las adquieres, se perfecciona también tu oración. Sin ellas, la oración no trae ningún fruto.
La oración conduce al éxito solamente si el que ora vigila su interior y está dispuesto a luchar contra sus pasiones.
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