![]() Tiempo Ordinario. Oración con el Evangelio. Ciclo A. | |
1. INVOCA Ven, Espíritu Santo, te abro la puerta, entra en la celda pequeña de mi propio corazón, llena de luz y de fuego mis entrañas, como un rayo láser opérame de cataratas, quema la escoria de mis ojos que no me deja ver tu luz. Ven. Jesús prometió que no nos dejaría huérfanos. No me dejes solo en esta aventura, por este sendero. Quiero que tú seas mi guía y mi aliento, mi fuego y mi viento, mi fuerza y mi luz. Te necesito en mi noche como una gran tea luminosa y ardiente que me ayude a escudriñar las Escrituras. Tú que eres viento, sopla el rescoldo y enciende el fuego. Que arda la lumbre sin llamas ni calor. Tengo la vida acostumbrada y aburrida. Tengo las respuestas rutinarias, mecánicas, aprendidas. Tú que eres viento, enciende la llama que engendra la luz. Tú que eres viento, empuja mi barquilla en esta aventura apasionante de leer tu Palabra, de encontrar a Dios en la Palabra, de encontrarme a mí mismo en la lectura. Oxigena mi sangre al ritmo de la Palabra para que no me muera de aburrimiento. Sopla fuerte, limpia el polvo, llévate lejos todas las hojas secas y todas las flores marchitas de mi propio corazón. Ven, Espíritu Santo, acompáñame en esta aventura y que se renueve la cara de mi vida ante el espejo de tu Palabra. Agua, fuego, viento, luz. Ven, Espíritu Santo. Amén. (A. Somoza) 2. LEE LA PALABRA DE DIOS (Mt 3, 13-17) Contexto litúrgico - en Navidad, se manifestó a María, José y a los pastores; - en la solemnidad de la Epifanía, se manifestó a los sabios de oriente; - en el bautismo, se manifiesta ya adulto en el comienzo de su misión evangelizadora. Texto 1. Jesús se presentó a Juan para que lo bautizara (v. 13) 2. Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco (v. 17) - Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua (v. 16). Jesús supera las aguas de la muerte para convertirlas en agua de vida para todos los que creen en Él. Así inaugura el bautismo cristiano, que nos hace salir de la esclavitud del pecado para entrar en la libertad de la vida del Espíritu. - Se abrieron los cielos (v. 16). El Padre mismo desciende sobre su Hijo y sobre los redimidos. El cielo se abre en Jesús, Dios y hombre, para toda la humanidad. Jesús es el mediador y el puente entre Dios y los hombres, para aplicar la salvación. - Y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y descendía sobre él (v. 16). Es la unción de consagrado que, como hombre, recibe Jesús para la misión de Mesías que va a comenzar con su predicación. Ya está toda la Trinidad en la tierra, realizando la comunión entre la humanidad y Dios. - Una voz que venía del cielo decía: `Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco´ (v. 17). Es la Palabra que manifiesta la vida íntima de la Trinidad. Porque Jesús asume la condición pecadora de los hombres y se presenta como "pecador", por eso, el Padre le da el abrazo cariñoso, para que el Hijo humanizado emprenda la misión encomendada a favor de la humanidad, identificado con el plan de salvación y confiado totalmente en el Padre. Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad (Heb 10, 7). 3. MEDITA 4. ORA 5. CONTEMPLA 6. ACTÚA ¡Aclamen al Señor, hijos de Dios, aclamen al gloria y el poder del Señor! ¡Aclamen la gloria del hombre del Señor, adórenlo al manifestarse su santidad! ¡La voz del Señor sobre las aguas! El Dios de la gloria hace oír su trueno: el Señor está sobre las aguas torrenciales. ¡La voz del Señor es potente, la voz del Señor es majestuosa! La voz del Señor parte los cedros, el Señor parte los cedros del Líbano; hace saltar al Líbano como a un novillo y al Sirión como a un toro salvaje. La voz del Señor lanza llamas de fuego; la voz del Señor hace temblar el desierto, el Señor hace temblar el desierto de Cades. La voz del Señor retuerce las encinas, el Señor arrasa las selvas. En su Templo, todos dicen: «¡Gloria!». El Señor tiene su trono sobre las aguas celestiales, el Señor se sienta en su trono de Rey eterno. El Señor fortalece a su pueblo, el Señor bendice a su pueblo con la paz. |

*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
lunes, 13 de enero de 2014
Lectio Divina. Bautismo del Señor
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