Textos
- Manos que trabajaron la madera en Nazareth, manos trabajadoras
- Mano que toca y sana: Mt 8, 15: Jesús le tocó la mano y se le pasó la fiebre; 9,25: Jesús, entró, tomó a la niña por la mano, y la niña se levantó; Mc 1, 41: Sintiendo compasión, Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: "Quiero, queda limpio".; 8, 23.25: Jesús tomó al ciego de la mano y lo lllevó fuera del pueblo. Despúes le mojó los ojos con saliva, le impuso las manos y le pregun´tó: "¿Ves algo?. El ciego, que empezaba a ver, dijo: "veo como árboles, pero deben ser gente, porque se mueven". Jesús le puso nuevamente las manos en los ojos, y el hombre se encontró con buena vista; se recuperó plenamente, y podía ver todo con claridad.
- Mano que sostiene y levanta: Mt 14, 31: Jesús extendió la mano y lo agarró, diciendo: "Hombre de poca fe, ¿por qué has vacilado?"; Mc 9, 27: Jesús lo tomó de la mano y le ayudó a levantarse, y el muchacho se puso de pie.
- Mano que señala: Mt 12, 49: E indicando con la mano a sus discípulos, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos".
- Mano que sostiene el bieldo para limpiar su era: Mt 3, 12: Ya tiene la pala en sus manos para separar el trigo de la paja.
- Manos que bendicen a los niños: Mt 19,15: Les impuso las manos y continuó su camino; Mc 10, 16: Tomaba a los niños en brazos e, imponiéndoles las manos, los bendecía. Y a los Apóstoles: Lc 24, 50: Los llevó hasta cerca de Betania y, levantando las manos, los bendijo.
- Manos que multiplican el pan y los peces: Mt 14, 19: Tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los entregó a los discípulos.
- Manos que trasformaron el pan en Su Cuerpo: Mt 26, 26: Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman; esto es mi cuerpo".
- Manos que fueron atravesadas por los clavos: Jn 20, 27: Pon aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y métela en mi costado; 24, 39: Miren mis manos y mis pies: soy yo. Toquenme y fíjense bien que un espíritu no tiene carne ni huesos.
- Manos que realizan prodigios: Mc 6, 2: ¿Y qué pensar de la sabiduría que ha recibido, con esos milagros que salen de sus manos?
- Manos en las que están seguras las ovejas del rebaño: Jn 10, 29: Aquello que el Padre me ha dado es más fuerte que todo, y nadie puede arrebatarlo de la mano de mi Padre.
El simbolismo de la mano
La mano es como un símbolo del hombre mismo, de cada uno en particular. Es el signo más completo que, al margen de las palabras, los hombres utilizamos como medio de comunicación. Por eso los gesto hechos con las manos está tan llenos de sentido para nosotros...*
Y ¡cuánto más cargadas de sentido, entonces, las manos de Jesús!... En ellas se hace presente, visible a nosotros el poder salvífico de Dios. Aquella mano de Dios que, tiernamente, por amor, plasmó al hombre en el principio. Aquella "mano de Yahvéh" (Deut. 3, 15; Éx.3, 20) poderosa que derrotó a Egipto y liberó a su pueblo elegido.
Esa mano de Dios se hizo visible en Jesús: Mano llena de poder que curó leprosos y devolvió la vista al ciego; mano tierna que acarició a los niños, los bendijo; mano compasiva que multiplicó el pan para alimentar a los hambrientos; mano fuerte en las que el Padre puso las ovejas del rebaño.
Las manos de Jesús... Siempre abiertas para brindar sus múltiples dones a los hombres... Manos de Jesús alzadas al Padre en oración por nosotros. Manos de Jesús clavadas en un madero para que permanecieran extendidas para siempre, en señal de amistad, como fuente de gracias y dones...
Manos de Jesús: pongámonos en ellas: son las manos del Pastor, en las que estaremos seguros. Manos de Jesús: acudamos a Ellas: son las manos del médico que curará nuestras heridas (las del pecado, las del cansancio y la desilución). Manos de Jesús vayamos a ellas: son manos de quien nos alimenta con el Pan vivo, el que nos sacia todas las hambres y nostalgias. Manos de Jesús: tomémoslas en nuestras manos: son las manos del guía que nos lleva por el buen camino, manos de Jesús: lleguémonos a ellas: son las manos del fuerte que nos levanta de toda caída; son las manos del más fuerte, que nos libera de las manos del demonio. Manos de Jesús: extendamos las nuestras hacia ellas: son las manos de Aquel que un día nos tomará para ponernos a su derecho, junto a él, junto al Padre... Y por eso, como él mismo lo dijo al morir (Lc 23, 46) digamos también nosotros: "en tus manos pongo mi espíritu". Porque podemos confiar siempre en esas manos.
Las manos de Jesús son también Manos de un Dios encarnado, hecho hombre en todo como nosotros... Hizo la experiencia de lo humano, compartió todo lo nuestro: con ellas hizo expresión de ternura, amistad, encallecidas y fatigadas en el trabajo.
Pero también manos de un Dios (aunque hecho hombre) y por eso, manos que curan, que multiplican el pan y lo transforman, que acallan la tempestad... Manos que guían a las ovejas de su rebaño y que aceptan estar clavadas para permanecer abiertas en la actitud de brindar sus dones para siempre, incluso en el sacrificio.
* Aún sin una cita expresa, este arranque guarda correspondencia con un párrafo de Romano Guardini, titulado precisamente "La mano", e incluido en "Los Signos Sagrados". Guardini contaba entre los autores, a los que Orsi solía remitirse. Transcribo unas pocas líneas del texto guardiniano: "El cuerpo entero es instrumento y expresión del alma... Nada sin embargo le sirve mejor ni la expresa más fielmente que las manos y el rostro... Observa detenidamente a un hombre; obsérvate a ti mismo: no hay un sentimiento de alegría, de sorpresa, de expectativa, que no se traduzca inmediatamente en la mano...¿No hablan muchas veces con un sentido más profundo que las palabras? ¿No es verdad que la palabra parece muchas veces grosera comparada con su lenguaje tan silencioso pero tan expresivo?... ¡Qué hermoso, qué sublime es el lenguaje de la mano! (cfr. Los Signos Sagrados, Ed. Surco, La Plata, 1946, págs 37-40)
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