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En un momento crucial de la vida, una mujer clamó al Señor, desesperada por la falta de fuerza y fructificación espiritual que estaba experimentando en su vida. De repente sintió a Jesús parado a su lado, preguntándole: ¿Me permites las llaves de tu vida? La experiencia fue tan real, que la mujer buscó en su bolsillo y sacó un mazo de llaves. ¿Están todas las llaves aquí?, preguntó el Señor.
- Sí, excepto la llave de un pequeño espacio de mi vida.
- Si no puedes confiar todos los espacios de tu vida, no puedo aceptar ninguno.
La mujer estaba tan agobiada con la idea de que el Señor se fuera del todo de su vida, que clamó: ¡Señor... tomas las llaves de todos los espacios de mi vida!
Muchos de nosotros tenemos espacios que esperamos que nadie vea jamás. Intentamos limpiarlos algún día, pero parece que ese algún día nunca va a llegar.
Cuando invitamos a Jesús a esos espacios, Él nos ayuda a limpiarlos. Con Él, tenemos el valor de botar toda la basura y llenarlos con su amor, gozo y paz.

*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
viernes, 13 de enero de 2012
LAS LLAVES
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