viernes, 13 de enero de 2012

Juicio final y medios de comunicación social


Si el juicio final dependiera de los medios de comunicación social, miles de hombres y mujeres del pasado y del presente irían, irremediablemente, a lo más profundo del infierno
Juicio final y medios de comunicación social
Juicio final y medios de comunicación social
Si el juicio final dependiera de los medios de comunicación social (MCS), miles de hombres y mujeres del pasado y del presente irían, irremediablemente, a lo más profundo del infierno.

Al mismo tiempo, millones y millones de hombres y mujeres del pasado y del presente quedarían en un limbo misterioso, porque nunca han aparecido en los MCS, ni han sido declarados “importantes” por quienes desarrollan la profesión de periodistas y comunicadores.

Otro grupo, de número difícil de determinar, sería coronado y entraría a lo más alto del cielo, por las alabanzas casi unánimes que han recibido en la prensa escrita, en la radio, en la televisión, en internet.

Finalmente, encontraríamos situaciones difíciles de aclarar, pues muchos miles y miles de personas han sido y son ensalzadas por algunos MCS que proclaman sus grandes méritos y sus corazones nobles, mientas que han sido y son condenadas duramente por otros MCS.

El juicio final, sin embargo, no depende de los MCS, ni de las encuestas de opinión, ni de los blogs, ni de wikipedia, sino de Dios.

Sólo Dios conoce lo que hay en el corazón de cada ser humano. Sólo Dios sabe quién actuó desde una malicia profunda, o desde una enfermedad psicológica, o desde un error culpable, o desde un corazón bueno. Sólo Dios va más allá y más a fondo de los aplausos del mundo, de lo que dicen los libros de historia, de las miles de “noticias” que aparecen en los MCS, de las opiniones de las “mayorías” o de los juicios formulados por los intelectuales más famosos.

El juicio decisivo, el que abre las puertas al cielo, o el que pide un tiempo de purificación por los propios pecados tras la muerte, o el que rechaza a quien ha dicho no a la misericordia, está solamente en el corazón de Dios.

Por eso será posible muchas sorpresas cuando llegue ese momento final, esa hora de la justicia, ese momento en el que cada uno es “pesado” por sus obras y por su corazón. Porque quedarán excluidos aquellos que aparecieron como buenos pero no supieron ni perdonar ni pedir perdón por sus pecados... Y porque serán acogidos en el cielo personas consideradas por muchos, bajo el influjo de algunos MCS, como pecadores de los grandes, pero que un día encontraron y acogieron el gran don de la misericordia divina.

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