jueves, 8 de junio de 2017

Estar preparados.


ya
Jesús nos dice en su Evangelio que debemos estar siempre vigilantes y preparados para partir hacia la eternidad. Y con ello nos quiere decir que debemos vivir constantemente en gracia de Dios, en amistad con Él, y jamás en pecado mortal o grave.
El mundo está lleno de muertes improvisas, violentas, instantáneas, que no dejan tiempo para prepararse a bien morir ni para confesarse. Por eso debemos tener siempre lo que se llama la preparación remota, es decir, acostumbrarnos a vivir habitualmente en gracia de Dios, y entonces, cuando llegue la muerte, rodeada de las circunstancias que sean, estaremos preparados para dar el salto a la eternidad y nos salvaremos.
No se trata de dejar de hacer las cosas de todos los días y ponernos a pensar, temblando, en el momento de la muerte que cada vez se avecina más. Sino de vivir tranquilos y confiados en Dios, pero mantenernos siempre en gracia de Dios.
Si hacemos así, si vivimos siempre en gracia de Dios, entonces dediquémonos con tranquilidad a las cosas de cada día, que aunque estemos absorbidos en lo cotidiano e improvisamente nos llegue la muerte, estaremos bien preparados para pasar de este mundo al otro.
Si tuvimos la desgracia de pecar gravemente, no nos quedemos en ese estado hasta el momento de confesarnos con el sacerdote, sino hagamos un acto de contrición perfecta, con el propósito de confesarnos cuanto antes con un sacerdote, y entonces ya no estaremos en pecado grave, y si nos tocara morir, estaríamos preparados.
El acto de contrición perfecta se hace pidiéndole perdón a Dios por el pecado cometido, no tanto por el miedo al infierno merecido, sino porque con ese pecado Le hemos causado mucho dolor al Señor, lo hemos contristado.
Entonces ni bien tenemos la desgracia de pecar mortalmente, hagamos el acto de contrición, añadiendo el propósito de ir a confesarnos cuanto antes, y ya estaremos otra vez en regla por si tuviéramos que partir de este mundo.
Claro que luego deberíamos no postergar indefinidamente la confesión sacramental, ni tampoco durante ese lapso nos podemos acercar a la comunión eucarística. Pero si morimos, nuestra salvación estará asegurada.
Ya el Señor nos ha dicho que Él vendrá a la hora menos pensada, a la hora del ladrón. Y es un aviso de Dios que tenemos que asimilarlo y poner todos los medios para estar siempre preparados.

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