El mal y los problemas
La tormenta es un buen símbolo para nuestras crisis, angustias y pérdidas. En fin para todo lo que se presenta como algo doloroso e indeseable en tu vida. Pero son inevitables. Lo bueno es que descubras en ellas el lado positivo, porque entorno al mal y al problema existe en ti y en los demás mucho bien: valores, posibilidades, capacidades… y un Dios que te ama y protege.
Un predicador desplegó ante su auditorio una hoja blanca de grandes dimensiones que tenía un punto negro en el centro, —¿Qué ven? preguntó. —Un puntito negro, contestó el auditorio, casi con unanimidad. Comentó el predicador, quejosamente: —¿Es posible que nadie haya visto todo el blanco de la hoja? Damos tantas vueltas alrededor del mal y de nuestros problemas que olvidamos que a nuestro lado está el buen Padre Dios, dispuesto siempre a ayudamos a cambiar de mentalidad y de vida para llegar a ser los hijos que su amor proyectó cuando nos creó. ¿Realmente creemos que estamos en la presencia de Dios?
En Dios vivimos, nos movemos y existimos. Él nos envuelve enteramente. Es el buen pastor lleno de amor y misericordia que te acompaña siempre, especialmente cuando cruzas las oscuras quebradas de la vida. El salmo 121 podría titularse: “Dios, mi guarda-espaldas”. Confía en él que “te guarda a su sombra y está a tu derecha”.
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