La casa sobre roca.
Jesús nos enseña con una parábola cómo quien vive el Evangelio estará seguro en medio de las pruebas de la vida, y en cambio quien no lo vive, aunque pase algunos momentos tranquilos, cuando llegue la tempestad, el infortunio y la desgracia, terminará perdiéndolo todo, incluso su alma.
Por eso es de capital importancia que tratemos de comenzar a practicar lo que oímos del Evangelio, ya que de ello depende nuestro futuro en la tierra y en el más allá.
En el camino de todo hombre hay una prueba que espera el momento oportuno para manifestarse, lo que Jesús llamó “su hora”. No sabemos cuál será ese momento para nosotros, cuál será nuestra “hora”,y por eso tenemos que vivir siempre preparados, cimentados en la Palabra de Dios escuchada y practicada, vivida con buena voluntad.
Y no hace falta saber muchas cosas ni conocerse el Evangelio de memoria, sino más bien tratar de vivir aquello que conocemos, puesto que si lo sabemos pero no lo vivimos, será para nosotros motivo de condena más que de salvación.
En la vida puede llegar el momento en que lo perdamos todo. Pero si practicamos las verdades del Evangelio, entonces estaremos firmes aún en medio del vendaval, y saldremos victoriosos de todas las pruebas que nos pongan el demonio y sus satélites.
No tomemos la Palabra de Dios como algo pesado, sino más bien como ala, como guía que nos enseña a caminar por el camino del bien que lleva al Paraíso.
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