miércoles, 13 de abril de 2016

Beata Margherita da Città di Castello





Tan mal considerada fue esta beata en su más cercano entorno que, exceptuando las humildes personas de bondadoso corazón que la ayudaron, incluidos los dominicos, durante un tiempo pocos pudieron entrever la finísima obra de orfebrería que Dios realizaba en ella cincelando su espíritu con la deslumbrante e inigualable luz de su belleza. Con el ejemplo de su vida, y las gracias de las que fue adornada, se asesta un mazazo a los prejuicios, a la fría conceptualización de una persona por su aspecto externo que, en este caso concreto, fue acompañada de una falta de piedad inaudita. Porque Margherita nació en 1287 en el castillo de Metola (perteneciente entonces a la Massa Trabaria), provincia de Pesaro y Urbino, Italia con dolorosas deformidades. Afectada de ceguera, lisiada –con ostensible cojera y una prominente joroba– simplemente por su debilidad, y no es poco, debería haber polarizado en ella toda la ternura de sus padres Parisio y Emilia. Además, siendo nobles y pudientes podrían haberla colmado de atenciones. No fue así. Su llegada parecía obedecer a una desgracia más que a una bendición. Una joven hermosa y saludable habría encajado perfectamente en tan selecto entorno. Pero no era su caso. Siendo la primogénita la pobre criatura defraudó las esperanzas de su padre que hubiera deseado un varón, y se hizo acreedora de su desdén. La confiaron a una persona del servicio y fue bautizada por el capellán de la fortaleza con absoluta discreción, por no decir casi de forma clandestina. No había lugar para ella en el castillo.
Para mantenerla a resguardo de miradas ajenas fue recluida en una celda. Cuando fortuitamente fue descubierta por unos invitados la trasladaron a un habitáculo construido en las inmediaciones de la fortaleza, en una zona boscosa, con un ventanuco para introducir la comida. Tenía 6 años y sus padres no habían vuelto a verla desde que nació. Así que la condenaron a vivir en una fría cárcel. ¡Cuánta desgracia junta! Tan solo el capellán, que le enseñó a orar, pudo apreciar la inteligencia que le adornaba y cómo iba creciendo pertrechada en la sabiduría que proviene de la gracia divina. Nueve años permaneció en tan inhóspito lugar, sola, contando únicamente con la visita puntual del sacerdote y alguna esporádica de Emilia. En ese tiempo ya había aprendido a reconocer el amor de Dios que acoge a sus hijos con infinita misericordia al margen de defectos y debilidades. En Cristo crucificado halló el modelo a seguir para abrazarse a la cruz, gozosa de poner a sus pies sus particulares sufrimientos regados con muchas lágrimas. El estallido de la guerra obligó a sus padres a aceptarla en la fortaleza, aunque la trataron como a una prisionera manteniéndola en el sótano en pésimas condiciones. Confortada por el capellán, soportaba tanta ignominia con fortaleza y confianza.
Hacia los 15 años un día fue conducida por sus padres a Città di Castello para solicitar la mediación de un franciscano, (puede que fuese el lego fray Giacomo, fallecido poco tiempo antes con fama de santidad, y ante cuya tumba se produjeron algunos milagros) y lograr su curación. Para ello hicieron un fatigoso viaje atravesando los Apeninos. Da la impresión de que buscaban, sobre todo, librarse de tan embarazosa presencia. Como no obtuvieron lo que deseaban dejaron a la muchacha en una iglesia abandonada, a su libre albedrío. La ceguera del corazón, infinitamente más tenebrosa que la física, era atuendo de los padres de Margherita. Obviamente, Dios en su infinita misericordia no iba a desentenderse de esta hija predilecta, tan cruelmente tratada. Y como hace con todos, de forma especial con los que están inmersos en el drama del sufrimiento, la bendeciría de forma singular. Así pues, aunque la joven deambuló llena de angustia como una vagabunda, mendigos, y luego campesinos de gran corazón, se apiadaron de ella. Se cumplía su honda impresión de que aunque sus padres la desampararon, Dios nunca la abandonaría. Hacia sus 20 años ingresó en un convento, parece que regido por oblatas, que prescindió de ella al no soportar la presencia de tanta virtud en un claustro de costumbres algo laxas como era aquél en esos momentos. Para vivir con un santo hace falta disponerse a la exigente entrega consignada en el Evangelio, de lo contrario se corre el riesgo de sucumbir ante las propias flaquezas. Es lo que entonces ocurrió.
De nuevo en la calle, Margherita fue acogida por un bondadoso matrimonio compuesto por Venturino y Grigia. La orden de predicadores la aceptó como laica y durante treinta años vistió el hábito de la Tercera Orden de santo Domingo feliz al poder encarnar la riqueza de este carisma. Gran penitente, acostumbrada a la austeridad, a las mortificaciones y a la oración, fue escalando las altas vías de la contemplación. Con su ejemplo conmovía a la gente que acudía a ella en busca de consejo. Era especialmente devota de la Sagrada Familia y tuvo debilidad por los pobres y los enfermos, a los que socorrió junto a los reclusos y a los moribundos. Aprendió de memoria el Salterio y solía meditar en el misterio de la Encarnación. Fue agraciada con éxtasis junto a los dones de profecía y milagros. Murió el 13 de abril de 1320. Según parece, en su corazón encontraron tres perlas que tenían esculpidas respectivamente las imágenes de Jesús, María y José. Quienes la conocían le habían escuchado decir en numerosas ocasiones: «¡Oh, si supierais el tesoro que guardo en mi corazón, os maravillaríais!». Su cuerpo, que se conserva incorrupto –como se constató al abrir el ataúd para darle nueva sepultura el 9 de junio de 1558–, se venera bajo el altar mayor de la basílica de San Domenico en Città di Castello. Pablo V la beatificó el 19 de octubre de 1609. El prelado que se hallaba en Urbino en 1988 la proclamó patrona de los ciegos para esa diócesis.







Oremos

Señor Dios todopoderoso, que nos ha revelado que el amor a Dios y al prójimo es el compendio de toda tu ley, haz que, imitando la caridad de la Beata Margarita de Castello seamos contados un día entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

1 comentario:

enrique Cheli Pedraza dijo...


/ Rogamos , para recordar a la Beata Margherita da Città di Castello ( Conocida ,también como Margarita de Metola- 1287- 1320+ Italia) , virgen de las Hermanas de la Penitencia de santo Domingo, la cual nació ciega, deforme y jorobada , quien, fuera abandonada por sus padres , pidiendo su intercesión por multitudes de seres, que, han nacido con malformaciones congénitas, adquirido, enfermedades" raras" deformantes y anomalías siquiatricas compulsivas , víctimas de innumerables : discapacidades biológicas, físicas y corporales, sobrellevando, todo tipo de enfermedades con sus dolores, sufrimientos y padecimientos físicos, morales y espirituales, agradeciendo, al mismo tiempo su ejemplaridad, virtuosismo y heroicidad de vida, que, retroalimenta nuestra Fe, Esperanza y Caridad , no dejando de cooperar entre Familiares, Amistades y Conocidos en dar a conocer su biografía .


/ Oramos, invocando a la Beata Margherita da Città di Castello , solicitando su intercesión para multitudes de niños y niñas en el mundo , que, son rechazados, maltratados y abandonados por sus propios progenitores a fin que el Espíritu Santo, toque, el corazón de quienes pueden : acogerles, albergarles y apoyarles , durante el calvario, via crucis y estado de crucifixión, que, les toca enfrentar, la mayoría de las veces : despreciados, castigados y maltratados, por quienes tendrían que suplir con misericordia, piedad y comprensión sus deficiencias biológicas, físicas y corporales, al tener presente, que uniendo tales estados a los dolores de Cristo, durante su Pasión, tienen, un valor corredentor, que, redunda en beneficio del Cuerpo Místico a través de la Comunión de los santos y ¨ si no posible, que, pase este cáliz¨ , “que, estas dolencias que aquejan a tantos , les purifiquen, y , los acerquen mas a Dios” , y, entreayudarles a que descubran el valor , sentido y significado del dolor, el sufrimiento y la enfermedad, dentro del contexto de la “ salvación” y, asista a los profesionales de la salud, " espiritualemente" dedicados a mitigar , atenuar y aliviar a quienes se hallan en tal situación.

/ Imploramos , impetrando la intercesión de la Beata Margherita da Città di Castello en vistas a que las multitudes de juventudes, sean, despertadas por la Santísima Trinidad, motivando, en tales el deseo de colaborar en las diversas organizaciones del " voluntariado" y pongan en acción a través de su caridad, las obras de misericordia de quienes son víctimas de dichas discapacidades , y, que los padres de Familia, que se presentan como cristianos, católicos y creyentes, estimulen, en sus hijos e hijas, la inquietud de contribuir a entreayudarles a través del apostolado seglar.


Pidiendo , que ,se nos otorgue la gracia de comprender el valor del acompañamiento a nuestros hermanos enfermos y a quienes les cuidan y que mas se sensibilicen entre los cristianos, católicos y creyentes para que dediquen tiempo a fin de estar junto a los mismos, hacer oración por la salud de tales y contribuir a acercarles el sacerdote, que, le imponga el sacramento de la unción de los enfermos , y llevarles la eucaristía, y, que se multiplique, entre los jóvenes el “ voluntariado” y el deseo de colaborar, y dedicar tiempo a título de apostolado personal misionero ,como, agentes en la Pastoral de la Salud y se abran al sufrimiento de los que se hallan en tal situación al recordar a Jesús, que , nos dice a través de Mateo 25, : “Estuve enfermo y fueron a verme” .

GRACIAS, FAVORES Y BENDICIONES PARA QUIENES COLABORARAN EN COMPARTIR CON SUS LISTAS DE FAMILIARES, AMISTADES Y CONOCIDOS, LAS SIGUIENTES PETICIONES PARA QUE MAS SE INFORMEN EN BENEFICIO DE CADA QUIEN , SOBRETODO POR LOS TIEMPOS QUE SE AVECINAN AL MENOS ESTAR PREPARADOS" ESPIRITUALMENTE"...

enrique Cheli Pedraza
Instituto
NUESTRA SEÑORA DE LAS AMÉRICAS
carpe_diem_03ar@yahoo.com.ar
Argentina