viernes, 4 de abril de 2014

Jesús se declara Hijo de Dios

Juan 7,1-2.10.25-30, Cuaresma. El amor de Dios a nosotros no conoce límites, pase lo que pase y cueste lo que cueste.
 
Jesús se declara Hijo de Dios
Del santo Evangelio según san Juan 7,1-2.10.25-30


En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Pero después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces Él también subió no manifiestamente, sino de incógnito. Decían algunos de los de Jerusalén: ¿No es a ése a quien quieren matar? Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que este es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es. Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: Me conocéis a mí y sabéis de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que verdaderamente me envía el que me envía; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de él y él es el que me ha enviado. Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

Oración introductoria

Señor y Dios mío, muéstrame al Padre. Hazme palpar su amor paternal. Y enséñame a reconocer tu amor y a conocerte cada vez más de forma experiencial, pues una cosa es conocer lo que has hecho y otra muy distinta el conocerte a ti. Yo quiero ahondar en tu conocimiento, Señor. Quiero hacer una experiencia profunda de ti, de tu amor, de tu bondad. Concédeme la gracia de adentrarme cada día más en ella.

Petición

Señor y Dios mío, Buen Pastor que me llamas por mi nombre, guíame por tu senda de amor al servicio de todo aquel que me rodea.

Meditación del Papa Francisco

Si permanecen unidos a Jesús, construyen su Reino, construyen fraternidad, participación, obras de misericordia, son una fuerza poderosa para hacer el mundo más justo y más bello, para transformarlo. […]
Queridos amigos, la experiencia de la JMJ nos recuerda la verdadera gran noticia de la historia, la Buena Nueva, aunque no aparece en los periódicos ni en la televisión: somos amados por Dios, que es nuestro Padre y que ha enviado a su Hijo Jesús para hacerse cercano a cada uno de nosotros y salvarnos. Ha enviado a Jesús a salvarnos, a perdonarnos todo, porque Él siempre perdona: Él siempre perdona, porque es bueno y misericordioso. Recordad: acogida, fiesta y misión. Tres palabras: acogida, fiesta y misión. Que estas palabras no sean sólo un recuerdo de lo que tuvo lugar en Río, sino que sean alma de nuestra vida y de la de nuestras comunidades. (S.S. Francisco, 4 de septiembre de 2013).

Reflexión

En Cristo, podemos conocer el amor que el Padre nos tiene y la obediencia que le debemos profesar, porque Él lo conoce. Y no lo conoce de forma superficial, sino de manera perfecta, porque está perfectamente unido a Él.

Por tanto, si queremos conocer al Padre y a Jesús de verdad, debemos unirnos a Ellos, debemos permanecer en su amor (cfr. Jn 15, 9). Y permanecer en su amor significa conocer detalladamente sus deseos sobre mi vida y seguirlos con prontitud y alegría, cumpliendo lo que decía Jesucristo: «Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor» (Jn 15, 10); significa dejar que Él sea quien tome las decisiones sobre mi vida, sabiendo que quien decide es mi Padre y que Él sólo busca lo mejor para mí.

Es increíble la sencillez de Jesús. Primero viene al mundo en un establo. Luego pasa 30 años de su vida en la "sombra", en un pueblo de Galilea. Por lo visto nadie de su pueblo se da cuenta de que el hijo del carpintero era alguien importante. Porque más tarde nos cuenta el evangelista que quieren tirarle por un acantilado por creerse un profeta.

Todos dicen: "...pero, ¿éste, no es el hijo de José? ... ¿de dónde le viene pues todo eso? ...es un blasfemo".

Muchos se asombran en Israel de las palabras y obras de Cristo. Y es que su aspecto es normal: es un hombre. Pero su autoridad es divina. Les cuesta creer que él es el Hijo de Dios. Claro, Cristo no se las da de grande como Herodes, Pilatos o un faraón. Tampoco quiere que los discípulos, ni los enfermos curados, cuenten que ha sido él o que revelen quién es. Y es lógico, porque no necesita el aplauso de la gente. A pesar de todo, al final realmente ¡qué pocas personas le son fieles hasta su muerte! Pero no le importa. Él ha cumplido la misión que el Padre le había encomendado. Ha salvado a los hombres; ha dado a conocer el infinito amor de Dios a la humanidad. Algo parecido pasa cuando una madre ama a su hijo: tampoco le importa que el hijo le corresponda. Su instinto materno le hace amarle pase lo que pase y cueste lo que cueste. El amor de Dios no conoce límites.

Cómo es nuestra fe en Jesucristo. ¿Creemos que Él es Dios? ¿Tiene esto alguna consecuencia para nuestra vida? ¿Buscamos acercamos a él con fe? ¿Ponemos por obra su mensaje de amor? ¿Somos sus apóstoles? San Maximiliano Kolbe se entregó a los guardias nazis y murió, en el campo de concentración, en lugar de un señor que decía tener mujer y niños. Imagínese que alegría y que gratitud la de este señor y de su familia al recordarle cuando estaban juntos otra vez.

¡Cuánta alegría, gratitud y amor podemos tener hacia Jesucristo por todo lo que nos ha amado y ama!

Propósito

Ofrecer mis actividades del día por todos aquellos que no le conocen.

Diálogo con Cristo

Señor, dame la gracia de vivir plenamente la voluntad del Padre, a imitación tuya. Quiero cumplir su voluntad en mi vida para demostrarle mi amor, para mostrarle que acepto alegremente lo que Él quiera para mí. Concédeme, Señor, hacer la experiencia del Padre, para ser tu instrumento y guía de manera eficaz, de manera que muchos puedan llegar a conocer tu amistad y alcancen tu amor infinito.

«El único camino que conduce a esa hoguera divina (el amor) es el abandono del niñito que se duerme sin miedo en brazos de su padre» (Santa Teresa de Lisieux) 

viernes 04 Abril 2014

Viernes de la cuarta semana de Cuaresma

San Isidoro de Sevilla

Leer el comentario del Evangelio por
San Agustín : Me conocéis y no me conocéis

Sabiduría 2,1a.12-22.
Los impíos se dicen entre sí, razonando equivocadamente: "Breve y triste es nuestra vida, no hay remedio cuando el hombre llega a su fin ni se sabe de nadie que haya vuelto del Abismo.
Tendamos trampas al justo, porque nos molesta y se opone a nuestra manera de obrar; nos echa en cara las transgresiones a la Ley y nos reprocha las faltas contra la enseñanza recibida.
El se gloría de poseer el conocimiento de Dios y se llama a sí mismo hijo del Señor.
Es un vivo reproche contra nuestra manera de pensar y su sola presencia nos resulta insoportable,
porque lleva una vida distinta de los demás y va por caminos muy diferentes.
Nos considera como algo viciado y se aparta de nuestros caminos como de las inmundicias. El proclama dichosa la suerte final de los justos y se jacta de tener por padre a Dios.
Veamos si sus palabras son verdaderas y comprobemos lo que le pasará al final.
Porque si el justo es hijo de Dios, él lo protegerá y lo librará de las manos de sus enemigos.
Pongámoslo a prueba con ultrajes y tormentos, para conocer su temple y probar su paciencia.
Condenémoslo a una muerte infame, ya que él asegura que Dios lo visitará".
Así razonan ellos, pero se equivocan, porque su malicia los ha enceguecido.
No conocen los secretos de Dios, no esperan retribución por la santidad, ni valoran la recompensa de las almas puras. 

Salmo 34(33),17-18.19-20.21.23.
El Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.

El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.
El justo padece muchos males,
pero el Señor lo libra de ellos.

El cuida todos sus huesos,
no se quebrará ni uno solo.
Pero el Señor rescata a sus servidores,
y los que se refugian en él no serán castigados.


Juan 7,1-2.10.25-30.
Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo.
Se acercaba la fiesta judía de las Chozas,
Sin embargo, cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver.
Algunos de Jerusalén decían: "¿No es este aquel a quien querían matar?
¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías?
Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es".
Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: "¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen.
Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió".
Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora. 


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (Norte de África) y doctor de la Iglesia
Sermón sobre el evangelio de Juan, n° 31, 3-4; CCL 36, 294-295

Me conocéis y no me conocéis

Gritaba, pues, Jesús mientras enseñaba en el templo: Me conocéis y sabéis de dónde soy; mas no he venido por mí mismo, pero es veraz quien me envió, al que vosotros no conocéis. Esto es decir: “Me conocéis y no me conocéis”; esto es decir: Sabéis de dónde soy y no sabéis de dónde soy. Sabéis de dónde soy, Jesús de Nazaret, a cuyos padres también conocéis. De hecho, en este asunto se ocultaba sólo el parto virginal… respecto a Jesús conocían por entero todo lo que se refiere al hombre: su rostro era conocido, su patria era conocida, su ascendencia era conocida, se sabía donde nació. Con razón, pues, según la carne y la efigie humana que llevaba, dijo: “Me conocéis y sabéis de dónde soy.

En cambio, según la divinidad, dijo: “Mas no he venido por mí mismo, pero es veraz quien me envió, al que vosotros no conocéis; pero, para conocerlo, creed en quien me envió, y lo conoceréis. En efecto, nadie ha visto nunca a Dios, sino que el Unigénito Hijo que está en el seno del Padre, ése mismo lo explicó con todo detalle; y: Al Padre no lo conoce sino el Hijo y a quien el Hijo quiera revelarlo” (Lc 10,22)... Yo lo conozco. Preguntadme, pues, para que lo conozcáis… Porque procedo de él, y él mismo me envió. Magníficamente ha manifestado una y otra cosa. Afirma “procedo de él” porque, en cuanto Hijo, procede del Padre y cualquier cosa que es el Hijo procede de aquel cuyo Hijo es. Por eso llamamos “Dios de Dios” al Señor Jesús, y al Padre no lo llamamos “Dios de Dios”, sino sólo “Dios”; y llamamos al Señor Jesús “Luz de Luz”, y al Padre no lo llamamos “Luz de Luz”, sino sólo “Luz”. A esto, pues, se refiere lo que dijo: Procedo de él.



No hay comentarios: