jueves, 3 de abril de 2014

El Sacramento del Matrimonio, Icono del Amor de Dios por el Género Humano.

“Un sacramento -ha dicho el Papa Francisco - que nos lleva al corazón del plan de Dios, que es un plan de alianza, con su pueblo, con todos nosotros, un plan de comunión”
 
El Sacramento del Matrimonio, Icono del Amor de Dios por el  Género Humano
El Sacramento del Matrimonio, Icono del Amor de Dios por el Género Humano
Ciudad del Vaticano, 2 abril 2014 (VIS).-El Papa Francisco ha concluido el ciclo de catequesis dedicado a los sacramentos hablando del Matrimonio. “Un sacramento -ha dicho- que nos lleva al corazón del plan de Dios, que es un plan de alianza, con su pueblo, con todos nosotros, un plan de comunión”. Y para explicarlo ha citado la frase del Génesis: “Dios creó el hombre a su imagen: varón y mujer, los creó... Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una misma carne”” La imagen de Dios es la pareja matrimonial, el hombre y la mujer, no solo el hombre, no solo la mujer, sino los dos. Esta es la imagen de Dios: el amor, la alianza de Dios con nosotros está representada en esa alianza entre el hombre y la mujer”.

“Estamos creados para amar, como reflejo de Dios y de su amor. Y en la unión conyugal, el hombre y la mujer cumplen esta vocación en el signo de la reciprocidad y de la comunión de vida plena y definitiva. Cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del Matrimonio, Dios, por decirlo de alguna forma, se refleja en ellos, graba sus rasgos y el carácter indeleble de su amor .El matrimonio es icono del amor de Dios por nosotros. También Dios es, de hecho, comunión: las tres personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo viven desde siempre y por siempre en perfecta unidad. Y este es el misterio del Matrimonio: Dios hace de los esposos una existencia sola; la Biblia usa un término fuerte y dice una “carne” sola, tan íntima es la unión del hombre y la mujer en el matrimonio. Y este es el misterio del matrimonio: el amor de Dios que se refleja en la pareja que decide vivir junta”.

Francisco ha recordado que en la Carta a los Efesios San Pablo resalta que en los esposos cristianos se refleja el gran misterio de la relación que Cristo instaura con la Iglesia, lo que significa que “el matrimonio responde a una vocación específica y debe ser considerado como una consagración. El hombre y la mujer se consagran en su amor. Los esposos , gracias al sacramento, son revestidos de una misión para que hagan visible, partiendo de las cosas sencillas y cotidianas el amor con que Cristo ama a su Iglesia”.

“¡Es un plan fantástico el que lleva aparejado el sacramento del Matrimonio! - ha exclamado- Y se cumple en la sencillez y también en la fragilidad de la condición humana. Sabemos muy bien las dificultades y las pruebas por las que atraviesa la vida de dos esposos... Lo importante es mantener vivo el lazo con Dios que está en la base de la unión conyugal. Cuando la familia reza, los lazos se mantienen. Cuando el marido reza por la mujer y la mujer por el marido el lazo sigue siendo fuerte, el uno reza por el otro. Es verdad que en la vida de un matrimonio hay tantas dificultades, el trabajo, el dinero que falta, hay problemas con los niños...Y, a veces el marido y la mujer se ponen nerviosos y se enfadan. En el matrimonio se riñe siempre, a veces vuelan los platos, pero no debemos ponernos tristes por esto: La condición humana es así.; pero el secreto es que el amor es más fuerte que el momento en que se discute y por eso yo aconsejo siempre a los esposos: “No acabéis la jornada en la que habéis reñido sin hacer las paces, siempre. Y para hacer la paz no es necesario llamar a las Naciones Unidas; basta un gesto pequeño, una caricia; hasta mañana y mañana se empieza otra vez. Esta es la vida y hay que vivirla así con el valor de hacerlo juntos. La vida matrimonial es muy hermosa y hay que custodiarla siempre”.

“Ya he dicho otras veces en esta Plaza -ha concluido- que en la vida matrimonial hay tres palabras que hay que decir siempre en casa: Permiso, gracias, perdona. Son tres palabras mágicas. Permiso para no ser invadente en la vida del cónyuge. .Gracias por lo que haces por mi.. Y como todos nos equivocamos, la otra palabra que es más difícil decir: perdona. Con estas tres palabras, con la oración del marido por la mujer y de la mujer por el marido y haciendo las paces siempre antes de que acabe la jornada el matrimonio saldrá adelante... ¡Que el Señor os bendiga y rezad por mi!”.

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