martes, 8 de abril de 2014

El cristianismo es una religión sobrenatural y necesita sígnos y milagros

El riesgo de transformar el cristianismo en una moral.


Se ha extendido peligrosamente dentro de los católicos descreer de los milagros, o de los signos milagrosos, como si fueran supersticiones o una fe infantil. Muchos descreen totalmente hasta de los milagros de Jesús relatados en la Biblia, mientras que otros creen en esos milagros pero no en los de ahora, como si se hubiera cerrado el grifo de los signos milagrosos. La nueva evangelización los necesita porque: ¿alguno tiene dudas que si Jesús no hubiera hecho milagros lo hubiera seguido tanta gente?   Si él hubiera dicho que es Dios y no hubiera hechos signos milagrosos, ¿cúanta gente usted piensa que le hubiera seguido?


El cristianismo es una religión sobrenatural y no se puede tratar de demostrar la fe sin hacer referencia a lo sobrenatural. Pero lo “políticamente correcto” también ha entrado en la iglesia y muchos tienden a estar incómodos cuando se hacen interpretaciones sobrenaturales de los hechos, o se define algo como un milagro, por ejemplo en las apariciones marianas, en la vida de los santos o en las reliquias como por ejemplo la Sábana Santa.

LA NECESIDAD DE “SEÑALES Y MARAVILLAS”

Los milagros eran una de las formas en que los israelitas podían determinar que un mensaje específico era de Dios. Para ellos era una confirmación del mensaje y, a veces, la confirmación del mensajero. Así, por ejemplo, Deuteronomio 6:22 dice que:
 “el Señor le mostró señales y milagros grandes y graves, contra Egipto y contra Faraón y toda su casa, delante de nuestros ojos”, y fue la base de esas señales por las que Israel creyó en Dios (Éxodo 14:31).
Los milagros se refieren a menudo como “signos” o “señales y prodigios” en la Escritura. Los milagros no existen para sí mismos.
Y esto no es sólo en el Antiguo Testamento. Jesús también confirmó su Evangelio a través de una serie de milagros. Este es el propósito principal de los milagros que realiza durante su ministerio público. En un momento, Jesús ora al Padre por una cura milagrosa:
para que crean que tú me enviaste” (Juan 11:40-42).
En Pentecostés, San Pedro describe a Jesús como
“Jesús de Nazaret, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por él en medio de vosotros, como vosotros mismos sabéis” (Hechos 2:22).
Y Hebreos 2:3-4 dice que el Evangelio
habiendo sido anunciado primeramente por el Señor, nos fue confirmado a nosotros por aquellos que lo oyeron, mientras Dios también dio testimonio con señales y prodigios y diversos milagros y dones del Espíritu Santo distribuidos de acuerdo a su propia voluntad“.
Tampoco estos milagros paran con Jesús. Después de su resurrección:
“muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles” (Hechos 2:43), ya que “salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que los acompañaban” (Mc 16:20).
San Pablo dijo que:
“no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para ganar la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, por el poder de señales y prodigios, en el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:18-19).
Por esa razón, él y Bernabé quedaron en Iconio:
“durante mucho tiempo, hablando con denuedo por el Señor, el cual daba testimonio de Su palabra por la gracia, concediendo que señales y milagros fuesen hechos por las manos” (Hechos 14:3).
Estos signos y prodigios se entiende como la confirmación del mensaje de Dios, razón por la cual Pablo y Bernabé utilizaron estos milagros como prueba de que el Evangelio se extenderá a los gentiles (Hechos 15:12).

¿QUÉ CLASE DE MILAGROS SON LOS QUE BUSCAMOS?

Un texto fundamental en esta discusión es Juan 14:10-12, donde Jesús le dice al apóstol Felipe,
“¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta; sino porque el Padre que mora en mí, hace las obras. Creedme que yo estoy en el Padre y el Padre en mí, o bien, creedme por el bien de las obras mismas. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aun mayores que éstas, porque yo voy al Padre”.
Así que Cristo ofrece milagros para que podamos creer en Él, y promete que sus seguidores hacer obras aún mayores. Entonces, ¿qué tipo de obras son las que buscamos?
Veamos cinco categorías, aunque hay más.

EL BAUTISMO Y LA EUCARISTÍA

Quizá los signos más frecuentemente mencionados que se utilizan en las Escrituras son los milagros del Éxodo. A los israelitas se les recordó en repetidas ocasiones que su liberación se llevó a cabo de una manera milagrosa como un signo, que deberían creer (Éxodo 10:2, 12:13, 13:19, Números 14:22, Deuteronomio 4:34, 6:22, 7:19, 11:3, 26:8, 29:2-6, 34:11, Josué 24:17, Salmo 78:43, 135:9, Jeremías 32:20-21, etc.)
Uno de esos signos de liberación era la sangre del cordero de la Pascua, que se unta en la jamba de la puerta (Éxodo 12:13).Otro signo es el pan milagroso del cielo, el maná (Deut. 8:3, Deut. 29:6).
San Pablo recuerda estos milagros en 1 Cor. 10:1-4:
“Quiero que sepáis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento sobrenatural y todos bebieron la misma bebida sobrenatural. Porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”.
Estos fueron signos, no tienen el sentido de ser meros símbolos, sino tienen el sentido de señalar a Dios. Y cada uno de ellos es superado por algo más grande en el Nuevo Testamento: la separación del Mar Rojo prefigura el Bautismo cristiano.
Este Bautismo milagrosamente imparte el Espíritu Santo, a diferencia de los bautismos anteriores, meramente simbólicos (Hechos 19:1-6).
Y como Pablo señala, el Nuevo Pacto tiene comida y bebida espiritual en la Eucaristía (1 Cor. 10:16-17).
Se han realizado varios milagros eucarísticos en la que la hostia se ha convertido visiblemente en carne y sangre. Pero aunque ocurra visible o invisible, sigue siendo algo milagroso.

EL PERDÓN DE LOS PECADOS

Cristo une su ministerio de milagros con el perdón de los pecados en varias ocasiones, más directamente en Marcos 2:1-12 y Juan 9:1-41.
En el caso de la remisión de los pecados, al igual que con el Bautismo y la Eucaristía, el milagro se produce invisiblemente. Pero los frutos del mismo son visibles. 

EXORCISMOS

El primer milagro que Jesús realiza en el Evangelio de Marcos es un exorcismo (Marcos 1:21-28), y en Marcos 16:17, Él cita expresamente a los exorcismos como uno de los signos de sus seguidores.
Y él muestra en Lucas 11:14-23 que estos exorcismos sólo pueden ocurrir “por el dedo de Dios”. Rechaza la idea de que Satanás puede echar fuera demonios, ya que un “reino dividido contra sí mismo es asolado” y una casa dividida no puede sostenerse.
Así los exorcismos son una señal crítica para determinar si la Iglesia está actuando a favor o en contra de Cristo. La verdadera Iglesia los hará, y son un signo útil de que alguien está actuando en nombre de Dios.
¿Por qué no apuntar al hecho de que los sacerdotes católicos realizan numerosos exorcismos cada año  alrededor del mundo? Este hecho por sí solo echa por tierra la vieja teoría protestante de que la Iglesia Católica es el Anticristo, ya que el diablo no puede hacer la expulsión de demonios.

CURACIONES MILAGROSAS

Hechos 19:11-12 dice que:
“Dios hacía milagros extraordinarios por las manos de Pablo, de modo que los paños o toallas se llevaban de su cuerpo a los enfermos, y las enfermedades los dejaban, y los espíritus malos salían de ellos“.
Aquellos artículos que han sido tocados por un Santo son lo que hoy llamamos“reliquias”, y los seguimos utilizando para realizar curaciones milagrosas. 
Curaciones milagrosas ocurren de varias otras maneras en el Nuevo Testamento, y de varias otras maneras en la Iglesia católica de hoy.
Por ejemplo, las aguas de Lourdes han curado a muchas personas.También se puede hablar con cualquier sacerdote que probablemente pueda contar varias curaciones que ha presenciado personalmente después de la unción de los enfermos, a raíz de Santiago 5:14-15.

LA IGLESIA MISMA

El mayor milagro es uno que nadie puede negar. Bajo el Antiguo Pacto, los Judíos mismos eran un milagro. Dios los escogió porque eran pequeños y débiles. Su existencia continuada durante miles de años, es una demostración de su poder divino, y una confirmación de que el Dios de los Judíos es el verdadero Dios. Vemos que esto juega en toda la Escritura. Por ejemplo, los israelitas que exploraron la Tierra Prometida regresaron con relatos de su generosidad, pero también con una advertencia (Números 13:28-29):
“Sin embargo, el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas, y además, vimos a los descendientes de Anac allí. Los amalecitas habitan en la tierra del Neguev, y los hititas, jebuseos, amorreos habitan en la región montañosa, y los cananitas habitan junto al mar, y a lo largo del Jordán”.
Hoy en día, ¿donde vemos a los descendientes de Anac, o a los amalecitas, los hititas, los jebuseos, o los amorreos? Todos han desaparecido hace mucho tiempo, sin embargo, siguen estando los Judíos.
En Mateo 13:31-32, Cristo mejora este milagro, con Sus promesas a Su Iglesia, el Reino de Dios. Al igual que el pueblo judío, la Iglesia nunca será destruida. Pero la Iglesia pasará de ser ”la más pequeña de todas las semillas” para convertirse en un gran árbol. No sólo va a sobrevivir: Ella va a prosperar.
Por supuesto, la Iglesia Católica ha sobrevivido durante dos mil años, y es el más antiguo de los gobiernos del mundo. Innumerables imperios han intentado suprimirla y se han desvanecido, mientras ella seguía creciendo. A lo largo de los dos milenios, Ella mantiene un conjunto asombrosamente coherente de creencias doctrinales. ¿Quién más puede presumir de esta trayectoria?

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