domingo, 13 de abril de 2014

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR






semana santa
1. En este día la Iglesia conmemora la entrada de Cristo, el Señor, en Jerusalén para dar cumplimiento a su misterio pascual. Por esta razón, en todas las Misas se recuerda este ingreso del Señor, por medio de la procesión o entrada solemne antes de la Misa principal, o por medio de la entrada simple antes de las otras Misas. La entrada solemne, pero no la procesión, puede repetirse antes de aquellas Misas que se celebran con gran asistencia de fieles.
Cuando no se pueda celebrar la Misa, es conveniente que se haga una celebración de la Palabra sobre la entrada mesiánica y la Pasión del Señor, ya sea el sábado por la tarde, ya el domingo en una hora oportuna.

Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén
Primera forma: Procesión
2. A la hora indicada el pueblo se reúne en una iglesia menor o en otro lugar apto, pero fuera del templo hacia el cual se dirigirá la procesión. Los fieles tienen los ramos en sus manos.

3. El sacerdote y los ministros, revestidos con los ornamentos rojos requeridos para la Misa, se dirigen al lugar donde el pueblo se encuentra congregado. El sacerdote puede usar la capa pluvial roja que dejará, una vez concluida la procesión, para revestir la casulla.

4. Mientras tanto, se canta la siguiente antífona u otro cántico adecuado:

Antífona     Cf. Mt 21, 9

Hosanna al Hijo de David.
Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel.
Hosanna en las alturas.

5. El sacerdote y los fieles hacen la señal de la cruz, mientras el sacerdote dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Después saluda al pueblo de la manera acostumbrada.
Seguidamente, el sacerdote hace una breve monición en la que invita a los fieles a participar activa y conscientemente en la celebración de este día. Puede hacerlo con estas palabras u otras semejantes:

Queridos hermanos:
Después de haber preparado nuestros corazones
desde el comienzo de la Cuaresma,
por medio de la penitencia, la oración y las obras de caridad,
hoy nos congregamos para iniciar con toda la Iglesia,
la celebración del misterio pascual de nuestro Señor.
Este sagrado misterio se realiza por su muerte y resurrección;
para ello, Jesús ingreso en Jerusalén, la ciudad santa.
Nosotros, llenos de fe y con gran fervor,
recordando esta entrada triunfal,
sigamos al Señor para que, por la gracia que brota de su cruz,
lleguemos a tener parte en su resurrección y en su vida.

6. Después de esta monición, el sacerdote, para bendecir los ramos, dice una de las siguientes oraciones, con las manos extendidas.
Oremos.
Dios todopoderoso y eterno,
santifica con tu bendición + estos ramos
para que, cuantos seguimos con aclamaciones a Cristo Rey,
podamos llegar por él a la Jerusalén celestial.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

O bien:
Oremos.
Dios nuestro, aumenta la fe de cuantos esperamos en ti
y escucha nuestras súplicas,
para que, quienes hoy llevamos estos ramos
en honor de Cristo victorioso,
te presentemos el fruto de las buenas obras, unidos a él.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Y rocía los ramos con agua bendita, en silencio.

7. Luego el diácono, o en su defecto el mismo sacerdote, proclama el Evangelio de la manera acostumbrada. Se toma el texto correspondiente al ciclo dominical en curso. Según las circunstancias, puede usarse el incienso.
«Bendito el que viene en nombre del Señor»
AÑO A:

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     Mt 21, 1-11

    Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles:
    «Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, respondan: «El Señor los necesita y los va a devolver enseguida»».
    Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:
    «Digan a la hija de Sión:
    Mira que tu rey viene hacia ti,
    humilde y montado sobre un asna,
    sobre la cría de un animal de carga».
    Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado; trajeron el asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús montó sobre él. Entonces la mayor parte de la gente comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y lo cubrían con ellas.
    La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía gritaba:
    «¡Hosanna al Hijo de David!
    ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
    ¡Hosanna en las alturas!».
    Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y preguntaban: «¿Quién es este?».
    Y la gente respondía:
    «Es Jesús, el profeta de Nazaret en Galilea».

Palabra del Señor.

AÑO B:

+
 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     Mc 11, 1-10

    Cuando Jesús y los suyos se aproximaban a Jerusalén, estando ya al pie del monte de los Olivos, cerca de Betfagé y de Betania, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
    «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: «¿Qué están haciendo?», respondan: «El Señor lo necesita y lo va a devolver en seguida»».
    Ellos fueron y encontraron un asno atado cerca de una puerta, en la calle, y lo desataron. Algunos de los que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen? ¿Por qué desatan ese asno?».
    Ellos respondieron como Jesús les había dicho y nadie los molestó. Entonces le llevaron el asno, pusieron sus mantos sobre él y Jesús se montó. Muchos extendían sus mantos sobre el camino; otros, lo cubrían con ramas que cortaban en el campo. Los que iban delante y los que seguían a Jesús, gritaban:
    «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
    ¡Bendito sea el Reino que ya viene,
    el Reino de nuestro padre David!
    ¡Hosanna en las alturas!».

Palabra del Señor.

O bien:

+
 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     Jn 12, 12-16

    La gran multitud que había ido para la fiesta de la Pascua, se enteró de que Jesús se dirigía a Jerusalén. Y, tomando hojas de palmera, salieron a su encuentro y lo aclamaban diciendo:
    «¡Hosanna!
    ¡Bendito el que viene en nombre del Señor,
    el rey de Israel!».
    Al encontrar un asno, Jesús montó sobre él, conforme a lo que está escrito:
    «No temas, hija de Sión;
    ya viene tu rey,
    montado sobre la cría de un asna».
    Al comienzo, sus discípulos no comprendieron esto. Pero cuando Jesús fue glorificado, recordaron que todo lo que le había sucedido era lo que estaba escrito acerca de Él.

Palabra del Señor.

AÑO C:

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     Lc 19, 28-40

    Jesús, acompañado de sus discípulos, iba camino a Jerusalén.
    Cuando se acercó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
    «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: «¿Por qué lo desatan?», respondan: «El Señor lo necesita»».
    Los enviados partieron y encontraron todo como él les había dicho. Cuando desataron el asno, sus dueños les dijeron:
    «¿Por qué lo desatan?».
    Y ellos respondieron:
    «El Señor lo necesita».
    Luego llevaron el asno adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, lo hicieron montar. Mientras él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino.
    Cuando Jesús se acercaba a la pendiente del monte de los Olivos, todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por todos los milagros que habían visto. Y decían:
    «¡Bendito sea el Rey que viene
    en nombre del Señor!
    ¡Paz en el cielo
    y gloria en las alturas!».
    Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron:
    «Maestro, reprende a tus discípulos».
    Pero él respondió:
    «Les aseguro que si ellos callan, gritarán las piedras».

Palabra del Señor.

8. Después del Evangelio, si se cree oportuno, puede hacerse una breve homilía. Luego el sacerdote, el diácono o un ministro laico invita a comenzar la procesión con estas palabras u otras semejantes:
Queridos hermanos:
Imitemos a la muchedumbre que aclamó a Jesús
y caminemos cantando y glorificando a Dios,
unidos por el vínculo de la paz.

O bien:
Caminemos en paz.

Y, este caso, todos responden:
En el nombre de Cristo. Amén.

9. Y comienza la procesión hacia la iglesia en la que se celebrará la Misa. Si se usa incienso, el turiferario va adelante con el incensario humeante; lo sigue un acólito u otro ministro con la cruz, adornada con ramos según la costumbre del lugar, entre dos ministros con cirios encendidos. Luego sigue el diácono con el Evangeliario, el sacerdote con los demás ministros, y detrás de ellos los fieles con ramos en las manos.
Durante la procesión, el coro y el pueblo entonan los cánticos siguientes u otros similares en honor de Cristo Rey.

Antífona 1

Los niños hebreos, llevando ramos de olivo,
salieron al encuentro del Señor, aclamando y diciendo:
Hosanna en el cielo

Según las circunstancias, esta antífona puede alternarse con los versículos del salmo 23.
Salmo 23
Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
    el mundo y todos sus habitantes,
porque él la fundó sobre los mares,
    él la afirmó sobre las corrientes del océano.

(Se repite la antífona)

¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
    y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias y puro el corazón;
    el que no rinde culto a los ídolos ni jura falsamente.

(Se repite la antífona)

Él recibirá la bendición del Señor,
    la recompensa de Dios, su salvador.
Así son los que buscan al Señor,
    los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.

(Se repite la antífona)

¡Puertas, levanten sus dinteles,
    levántense, puertas eternas,
    para que entre el Rey de la gloria!
¿Y quién es ese Rey de la gloria?
    Es el Señor, el fuerte, el poderoso,
    el Señor poderoso en los combates.

(Se repite la antífona)
 

¡Puertas, levanten sus dinteles,
    levántense, puertas eternas,
    para que entre el Rey de la gloria!
¿Y quién es ese Rey de la gloria?
    El Rey de la gloria
    es el Señor de los ejércitos.

Antífona 2
Los niños hebreos extendían sus mantos por el camino
y aclamaban diciendo:
Hosanna al Hijo de David
Bendito el que viene en nombre del Señor

Según las circunstancias, esta antífona puede alternarse con los versículos del salmo 46.
Salmo 46
Aplaudan, todos los pueblos,
    aclamen al Señor con gritos de alegría;
porque el Señor, el Altísimo, es temible,
    es el soberano de toda la tierra.

(Se repite la antífona)

Él puso a los pueblos bajo nuestro yugo,
    y a las naciones bajo nuestros pies;
Él eligió para nosotros una herencia,
    que es el orgullo de Jacob, su predilecto.
El Señor asciende entre aclamaciones,
    asciende al sonido de trompetas.

(Se repite la antífona)

Canten, canten a nuestro Dios,
    canten, canten a nuestro Rey.
El Señor es el Rey de toda la tierra,
    cántenle un hermoso himno.

(Se repite la antífona)

El Señor reina sobre las naciones,
    el Señor se sienta en su trono sagrado.
Los nobles de los pueblos se reúnen
    con el pueblo del Dios de Abrahám;
del Señor son los poderosos de la tierra,
    y él se ha elevado inmensamente.

(Se repite la antífona)
Himno a Cristo Rey
Coro:    Gloria, alabanza y honor a ti, Cristo,
             nuestro Rey y Redentor,
             a quien los niños con júbilo cantaban: Hosanna

Todos:  Gloria, alabanza y honor a ti, Cristo,
             nuestro Rey y Redentor,
             a quien los niños con júbilo cantaban: Hosanna

Coro:    Tú eres el Rey de Israel,
             noble descendiente de David,
             Rey bendito que vienes en nombre del Señor.

Todos:  Gloria, alabanza...

Coro:    Los ángeles te alaban en el Cielo;
             también los hombres y todo el universo.

Todos:  Gloria, alabanza...

Coro:    El pueblo hebreo salió a tu encuentro
             con palmas en las manos:
             aquí estamos nosotros con himnos,
             ofrendas y plegarias.

Todos:  Gloria, alabanza...

Coro:    Ellos te aclamaban cuando ibas a morir,
             ahora que reinas, nosotros te cantamos.

Todos:  Gloria, alabanza...

Coro:    Ellos te agradaron;
             acepta también nuestro homenaje,
             Rey bueno, Rey piadoso,
             que te complaces con todo lo bueno.

Todos:  Gloria, alabanza...

10. Al entrar la procesión en la iglesia, se canta el siguiente responsorio u otro cántico alusivo a la entrada de Señor en Jerusalén:
Responsorio
V.
 Al entrar el Señor en la ciudad santa,
los niños hebreos con palmas en las manos
anunciaban la resurrección de Cristo, diciendo:
*Hosanna en el cielo

R. Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén,
el pueblo salió a su encuentro
y con palmas en las manos, aclamaba:
*Hosanna en el cielo
11. Al llegar al altar, el sacerdote lo venera y, según las circunstancias, lo inciensa. Luego se dirige a la sede; si usó la capa pluvial, la deja, y se coloca la casulla. Omitidos los ritos iniciales y, según el caso, también el Señor, ten piedad, pronuncia la oración colecta de la Misa como conclusión de la procesión, y continúa como de costumbre.
Segunda forma: Entrada solemne
12. Cuando no es posible hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada del Señor se celebra dentro del templo en forma solemne, antes de la Misa principal.

13. Los fieles se reúnen ante la puerta del templo, o bien dentro de éste, con los ramos en sus manos. El sacerdote, los ministros y un grupo de fieles se dirigen a un sitio adecuado del templo, fuera del presbiterio, desde donde la mayor parte de los fieles pueda ver el desarrollo del rito.

14. Mientras el sacerdote se dirige al lugar elegido, se canta la antífona Hosanna (n.4) u otro canto adecuado. En este lugar se bendicen los ramos y se proclama el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, como se ha indicado más arriba (nn. 5-7) Después del Evangelio, el sacerdote con los ministros y un grupo de fieles que lo acompañó más de cerca, se dirigen solemnemente por la iglesia hacia el presbiterio, mientras se canta el responsorio: Al entrar el Señor (núm. 10) u otro canto apropiado.

15. Al llegar al altar, el sacerdote lo venera. Luego se dirige a la sede. Omitiendo los ritos iniciales y, según el caso, también el Señor, ten piedad, pronuncia la oración colecta de la Misa como de costumbre.
Tercera forma: Entrada simple
16. En todas las demás Misas de este domingo en las que no se hace la entrada solemne, se conmemora la entrada del Señor en Jerusalén por medio de una entrada simple.

17. Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona de entrada con su salmo (n. 18) u otro canto similar. El sacerdote, al llegar al altar, lo venera y se dirige a la sede. Después de la señal de la cruz, saluda al pueblo. Luego, la Misa continúa como de costumbre.
En las Misas en las que no es posible hacer el canto de entrada, el sacerdote llega al altar, lo venera, saluda al pueblo, lee la antífona de entrada y prosigue la Misa de la manera acostumbrada.


18. Antífona de entrada     Cf. Jn 12,1.12-13; Sal 23, 9-10
Seis días antes de la solemnidad de la Pascua,
cuando el Señor entraba a la ciudad de Jerusalén,
los niños salieron a su encuentro con palmas en sus manos
y aclamaban con toda su voz:
*Hosanna en las alturas. Bendito tú, que has venido lleno de misericordia.

Puertas, levanten sus dinteles.
Ábranse, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria.
¿Y quién es el Rey de la gloria?
El Rey de la gloria es el Señor de los ejércitos.
*Hosanna en las alturas. Bendito tú, que has venido lleno de misericordia.
Misa
19. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la Misa con la oración colecta:

20. Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno,
tú mostraste a los hombres
el ejemplo de humildad de nuestro Salvador,
que se encarnó y murió en la cruz;
concédenos recibir las enseñanzas de su Pasión,
para poder participar un día de su gloriosa resurrección.
Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

21. Para la lectura de la Pasión, no se llevan cirios ni se inciensa; se omite el saludo y la signación del libro. La lectura está a cargo de un diácono o, en su defecto, del mismo sacerdote. Sin embargo, es recomendable confiar a otros lectores las distintas partes según indica el Leccionario, y reservar al diácono o al sacerdote la parte correspondiente a Cristo. Solamente los diáconos que intervienen en la proclamación piden la bendición del sacerdote, como se hace antes del Evangelio.

22. Después de la proclamación de la Pasión, si se cree oportuno, hágase una breve homilía. Puede hacerse también un momento de silencio.

Se dice 
Credo y se reza la Oración Universal.

23. Oración sobre las ofrendas
Por la Pasión de tu Hijo unigénito
danos, Señor, tu perdón
y aunque no lo merecen nuestras obras,
haz que lo recibamos de tu misericordia
por este sacrificio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

24. PREFACIO:
De la Pasión del Señor
V. El Señor está con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Jesucristo, Señor nuestro.

Él que era inocente,
quiso padecer por los pecadores
y fue condenado injustamente para salvar a los culpables;
al morir, borró nuestros pecados
y al resucitar, nos obtuvo la salvación.

Por eso, con todos los ángeles,
te alabamos, diciendo con alegría:

Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

25. Antífona de comunión     Mt 26, 42
Padre mío, si no puede pasar este cáliz
sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad.

26. Oración después de la comunión
Alimentados con tu sagrados dones,
te pedimos, Padre, que así como por la muerte de tu Hijo
nos haces esperar lo que creemos,
por su resurrección lleguemos a la gloria que anhelamos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

27. Oración sobre el pueblo
Padre, dirige tu mirada sobre esta familia tuya,
por la cual nuestro Señor Jesucristo
no dudó en entregarse a las manos de los verdugos
y sufrir el suplicio de la cruz.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Antífona de entrada     Cf. Sal 34, 1-2; Sal 139, 8
Combate, Señor, a los que me atacan,
pelea contra los que me hacen la guerra;
toma el escudo y la armadura, levántate y ven en mi ayuda,
Señor, mi ayuda poderosa.

Oración colecta
Dios todopoderoso, concede
a quienes desfallecemos a causa de nuestra fragilidad,
ser confortados por la Pasión de tu único Hijo.
Que vive y reina contigo en la unida del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Mira con bondad, Señor,
los sagrados misterios que celebramos,
y lo que tu amor providente instituyó para destruir nuestro pecado,
produzca en nosotros frutos de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


 
PREFACIO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR II
LA VICTORIA DE LA PASIÓN
44. Este prefacio se dice el lunes, martes y miércoles de la Semana Santa.

V.
 El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro:

Porque se acercan ya los días santos
de su Pasión salvadora y de su gloriosa Resurrección,
en los cuales celebramos el triunfo sobre el mal
y se renueva el misterio de nuestra redención.

Por eso, los ángeles te adoran eternamente
y se alegran en tu presencia,
y nosotros nos unimos a sus voces, diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.



Antífona de comunión     Cf. Sal 101, 3

No me ocultes tu rostro en el momento del peligro;
inclina hacia mí tu oído, respóndeme pronto, cuando te invoco.

Oración después de la comunión
Visita a tu pueblo, Padre,
y protege a quienes has santificado
por estos sagrados misterios,
para que conserven los auxilios de la salvación eterna
que han recibido de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo (Facultativa)
Te pedimos, Padre, que asistas a los humildes
y protejas a quienes confían en tu misericordia,
para que no sólo celebren las fiestas pascuales
con la observancia penitencial,
sino que sean renovados con un alma pura.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de entrada (Sal 26, 12)
No me entregues, Señor, a la furia de mis adversarios,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
hombres que respiran violencia.

Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno,
concédenos celebrar de tal manera
los misterios de la Pasión del Señor,
que merezcamos alcanzar tu misericordia.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Señor nuestro, mira con bondad la ofrenda de tu familia
y a quienes invitas a participar de tus sagrados dones
concédeles llegar a su plenitud en la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.



PREFACIO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR II
LA VICTORIA DE LA PASIÓN
44. Este prefacio se dice el lunes, martes y miércoles de la Semana Santa.

V.
 El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro:

Porque se acercan ya los días santos
de su Pasión salvadora y de su gloriosa Resurrección,
en los cuales celebramos el triunfo sobre el mal
y se renueva el misterio de nuestra redención.

Por eso, los ángeles te adoran eternamente
y se alegran en tu presencia,
y nosotros nos unimos a sus voces, diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.


Antífona de comunión     (Rom 8, 32)
Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros.

Oración después de la comunión
Saciados con el don de la salvación,
imploramos, Padre, tu misericordia,
para que, por este mismo sacramento
con el que sostienes nuestra vida temporal,
nos hagas participes de la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo (Facultativa)
Tu misericordia, Dios nuestro,
libre a tu pueblo de la antigua malicia del pecado
y le haga abrazar la novedad de la vida santa.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de entrada     Cf. Flp 2, 10.8.11
Al nombre de Jesús toda rodilla se doble,
en el cielo, en la tierra y en los abismos:
porque el Señor se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Por eso, el Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre.

Oración colecta
Dios nuestro, que para librarnos del poder del demonio,
entregaste a tu Hijo a la muerte de cruz;
te pedimos, nos concedas alcanzar la gracia de la resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, las ofrendas que te presentamos,
y concédenos los frutos de la Pasión de tu Hijo,
que ahora celebramos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


 
PREFACIO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR II
LA VICTORIA DE LA PASIÓN
44. Este prefacio se dice el lunes, martes y miércoles de la Semana Santa.

V.
 El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro:

Porque se acercan ya los días santos
de su Pasión salvadora y de su gloriosa Resurrección,
en los cuales celebramos el triunfo sobre el mal
y se renueva el misterio de nuestra redención.

Por eso, los ángeles te adoran eternamente
y se alegran en tu presencia,
y nosotros nos unimos a sus voces, diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.


Antífona de comunión     Mt 20, 28

El Hijo del hombre no vino para ser servido sino para servir
y dar su vida en rescate por una multitud.

Oración después de la comunión
Dios todopoderoso,
concédenos reafirmar nuestra fe
que, por la muerte de tu Hijo en la cruz
celebrada en estos santos misterios,
tú nos has dado la vida eterna;
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo (Facultativa)
Padre, concede a tus hijos
participar siempre de los sacramentos pascuales
y esperar con fervor los bienes prometidos,
para que, renacidos por estos misterios,
alcancen una vida nueva.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
1. Conforme a la antigua tradición de la Iglesia, hoy no se permite celebrar la Misa sin pueblo.
Misa Crismal
2. El obispo realiza la bendición del óleo de los enfermos y del óleo de los catecúmenos, y la consagración del crisma en este día, según la costumbre, en la Misa propia que ha de celebrarse por la mañana.  Se utiliza para ello el rito establecido en el Pontifical Romano.

3. Pero si el clero y el pueblo no pueden reunirse fácilmente con el obispo en este día, la Misa crismal puede anticiparse a un día cercano a la Pascua.

4. Esta Misa, que el obispo concelebra con su presbiterio, expresa la comunión que existe entre los presbíteros y su obispo. Es conveniente, por tanto, que todos los presbíteros, en cuanto sea posible, participen de ella y reciban la comunión bajo las dos especies. Para significar la unidad del presbiterio diocesano, procúrese que los presbíteros que concelebran con su obispo sean de las diversas zonas de la diócesis.

5. Según la costumbre tradicional, la bendición del óleo de los enfermos se hace antes de finalizar la Plegaria eucarística; la bendición del óleo de los catecúmenos y la consagración del crisma, después de la comunión. Con todo, por razones pastorales, es lícito realizar todo el rito de estas bendiciones después de la Liturgia de la Palabra.

6. Antífona de entrada     Ap 1, 6
Jesucristo hizo de nosotros un reino sacerdotal para Dios, su Padre.
A él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Se dice Gloria

7. Oración colecta
Dios nuestro,
que al ungir con el Espíritu Santo a tu Hijo unigénito
lo hiciste Señor y Mesías,
concede bondadosamente
a quienes participamos de su misma consagración
ser ante el mundo testigos de la Redención.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

8. Después de la proclamación del Evangelio, el obispo pronuncia la homilía inspirándose en los textos de la Liturgia de la Palabra, hablando al pueblo y a sus presbíteros acerca de la unción sacerdotal, exhortando a los presbíteros a conservar la fidelidad a su ministerio e invitándolos a renovar públicamente sus promesas sacerdotales.
Renovación de las promesas sacerdotales
9. Finalizada la homilía, el obispo dialoga con los presbíteros con estas palabras u otras semejantes:

Obispo:

Queridos hijos:
La santa Iglesia conmemora (hoy) la primera Eucaristía,
en la cual Cristo, nuestro Señor,
comunicó su sacerdocio a los apóstoles y a nosotros.
¿Quieren renovar, ante su Obispo y el santo Pueblo de Dios,
las promesas sacerdotales que un día formularon?

Los presbíteros, conjuntamente, responden a la vez: Sí, quiero.

Obispo:
¿Quieren unirse y conformarse más estrechamente al Señor Jesús,
renunciando a ustedes mismos
y cumpliendo los sagrados deberes que,
movidos por el amor de Cristo, para servicio de su Iglesia,
asumieron con alegría el día de su ordenación sacerdotal?

Presbíteros: Sí, quiero.

Obispo:
¿Quieren ser fieles administradores de los misterios de Dios
en la celebración eucarística y en las demás acciones litúrgicas,
y cumplir fielmente el sagrado deber de enseñar,
siguiendo a Cristo, Cabeza y Pastor,
movidos, no por la codicia de los bienes terrenos,
sino sólo por el amor a las almas?

Presbíteros: Sí, quiero.

Seguidamente, dirigiéndose al pueblo, el Obispo prosigue:
Y ustedes, amadísimos hijos, recen por sus presbíteros:
que el Señor derrame abundantemente sobre ellos sus dones
de manera que, siendo fieles ministros de Cristo, Sumo Sacerdote,
los conduzcan hasta él que es la fuente de la salvación.

Pueblo: Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.

Obispo:
Recen también por mí, para que sea fiel a la misión apostólica,
que sin merecerlo me fue encomendada,
y pueda reflejar entre ustedes
una imagen más viva y perfecta de Cristo sacerdote,
buen Pastor, Maestro y Servidor de todos.

Pueblo: Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.

Obispo:
El Señor nos proteja con su amor
y nos conduzca a todos, pastores y ovejas, a la vida eterna.

Todos: Amén.

10. Se omite el Credo y la Oración universal.

11. Oración sobre las ofrendas
Te pedimos, Padre, que la fuerza de este sacrificio
nos purifique de los pecados de la vida pasada,
renueve nuestras vidas y nos alcance la salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

12. PREFACIO:
El sacerdocio de Cristo y el ministerio de los sacerdotes
V. El Señor esté con ustedes
R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Tú constituiste a tu único Hijo
Pontífice de la Alianza nueva y eterna
por la unción del Espíritu Santo
y determinaste, en tu designio salvífico,
que su único sacerdocio se perpetuara en la Iglesia.

Él no sólo enriquece con el sacerdocio real
al pueblo de los bautizados,
sino también, con amor fraterno, elige a algunos hombres
para hacerlos participar de su ministerio
mediante la imposición de las manos.

Tus sacerdotes, Padre, renuevan en nombre de Cristo
el sacrificio de la redención humana,
preparan a tus hijos el banquete pascual,
guían en la caridad a tu pueblo santo,
lo alimentan con tu palabra y lo fortalecen con tus sacramentos.

Ellos, al entregar su vida por ti, Padre,
y por la salvación de los hermanos,
deben configurarse a Cristo
y dar testimonio constante de fidelidad y de amor.

Por eso, Padre, con todos los ángeles y santos
te alabamos, cantamos con alegría:

Santo, Santo, Santo es el Señor
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

13. Antífona de comunión     Sal 88, 2
Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.

14. Oración después de la comunión
Concédenos, Dios todopoderoso,
que después de restaurarnos con tus sacramentos,
merezcamos ser la fragancia de Cristo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.

15. La recepción y entrega de los santos óleos puede hacerse en los diversos lugares de la diócesis, antes de la celebración de la Misa vespertina de la Cena del Señor o en otro momento oportuno.





Liturgia Viva del Domingo de Pasión - Ciclo A

Domingo, 13 de abril de 2014
DOMINGO DE RAMOS
  1. ¿Hasta Dónde Sigo a Mi Señor?
  2. Uno con Jesús en el Sufrimiento y en el Triunfo
I. BENDICIÓN DE PALMAS Y PROCESIÓN

Introducción Antes de la Bendición de las Palmas (Dos Opciones)

  1. ¿Hasta Dónde Sigo a Mi Señor?
    Hoy, Domingo de Ramos, es un día de gloria para el Señor, que es aclamado por el pueblo como mensajero de Dios: “Bendito el que viene en nombre del Señor”. Dentro de pocos días, como oiremos en la historia de la Pasión, el pueblo gritará: “¡Crucifícalo!” Entendemos esto mejor cuando reflexionamos sobre nuestras propias vidas. Tenemos algunos días de felicidad gloriosa, de éxito, de alegría, pero también días tristes de contradicción y de fracaso. Hoy miramos esos días a la luz del Señor. Con él vivimos días felices; con él experimentamos también días llenos de tristeza; pero, sean días tristes o alegres, en todos ellos seguimos al Señor.
  2. Uno con Jesús en el Sufrimiento y en el Triunfo
    La celebración de hoy es la obertura del drama de la Semana Santa. Enfoca a dos actos centrales que nos trajeron perdón y nueva vida: La muerte y la resurrección de Jesús. Cuando agitamos nuestros ramos, aclamamos a Jesús como nuestro rey victorioso, porque en Pascua vencerá al pecado y a la muerte. Pero para conquistar esa victoria, optó voluntariamente por someterse al sufrimiento y a la muerte, como se nos dice en la historia de su pasión. Seamos uno con Jesús en su sufrimiento, para compartir también su victoria.

Oración de la Bendición de los Ramos
Oh Dios de toda vida:
Venimos hoy ante ti con ramos verdes,
símbolos de vida y juventud,
y símbolos de Jesús,
que se llamó a sí mismo “árbol verde”.
Bendícenos, y bendice (+) estos ramos
que portamos en nuestras manos.
Que estos pequeñas ramas y hojas
aclamen a Cristo como a nuestro Señor,
que nos trae plenitud de vida,
aun cuando tengamos que caminar con él
por el difícil camino del sufrimiento y de la muerte
hacia la victoria final.
Te lo pedimos por medio del mismo Jesucristo
nuestro Señor, que vive y reina
por los siglos de los siglos. 
(El sacerdote rocía los ramos en silencio. A continuación, puede haber una breve homilía. Después, el sacerdote o el ministro invita al pueblo a la procesión).

Jesús entra en Jerusalén con triunfo popular. También nosotros lo proclamamos ahora como nuestro Rey glorioso, pero su auténtico reinado era el del Siervo de Dios y del pueblo, que murió para traernos vida. ¿Queremos ser como él?
Con el pueblo de Jerusalén honramos a Jesús como Señor nuestro y seguimos cantándole nuestra alabanza, mientras caminamos tras él.

II. LA EUCARISTÍA

CANCIÓN de entrada: El canto de procesión sirve también de Canto de Entrada. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote recita inmediatamente la Oración Colecta. Solamente si no hay procesión o entrada solemne, se dice el acostumbrado Acto Penitencial y Señor Ten Piedad, según el misal.

Oración Colecta
Pidamos a nuestro Padre del cielo que la pasión y muerte de Jesús nos traiga perdón y vida.
(Pausa)
Oh Dios y Padre nuestro:
En la pasión y muerte de Jesús
tú has hecho que nos percatemos
de lo profundamente que tú nos amas.
Haz que seamos conscientes de lo malo que es el pecado
y disponnos a seguir creyendo en tu amor
cuando tenemos que llevar la cruz del sufrimiento;
porque a la cruz sigue la resurrección,
en Jesús y en nosotros.
Danos esa fe firme
por medio de Jesucristo, nuestro Señor.

Primera Lectura (Is 50,4-7): Dios Vendrá en Mi Ayuda
El Siervo de Dios, Sufriente, permanece fiel a su misión, incluso cuando es perseguido, ya que confía plenamente en Dios.

Segunda Lectura (Flp 2,6-11): Jesús se Humilló a Sí Mismo y así Llegó a Ser Señor Nuestro
El Hijo de Dios se humilló a sí mismo para hacerse uno de nosotros y para servirnos. Por eso Dios lo resucitó y le hizo Señor de todo.

Proclamación de la Pasión (Mt 26,14-27,66, o más breve: 27,11-54): Jesús, el Siervo Sufriente de Dios
En su pasión y muerte Jesús es el Salvador anunciado por las Escrituras. Su muerte vencerá a la muerte y traerá vida a todos.

Oración de los Fieles

Fortalecidos por la palabra y por el ejemplo de Jesús, pidamos a nuestro Padre del cielo que el sufrimiento y la muerte de su Hijo dé fruto en nosotros y en todos los hombres. Y digamos; R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.

  1. Por una Iglesia servicial, que sea fiel y no tenga miedo a predicar a todos la Buena Nueva de la cruz y resurrección de Jesús, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
  2. Por todos los cristianos, para que aprendamos a seguir a Jesús en su forma de servicio y en su negación de sí mismo para llevar alegría y esperanza a los que nos rodean, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
  3. Por una sociedad mejor y más honesta, en la que nadie sea oprimido y en la que la gente se preocupe por los otros, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
  4. Por los destrozados y desalentados, para que de nuevo encuentren a Jesús que continuó, solo y con dolor, en su camino de sufrimiento, y experimentó la alegría de la resurrección, roguemos al Señor; R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
  5. Por los que se encuentran cara a cara con la muerte, para que se sientan fortalecidos por la presencia de Jesús, el Señor, y por el apoyo y ánimo de sus seres queridos, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
  6. Por todos nosotros, para que los próximos días de Semana Santa sean tiempo de gracia y nos acerquen más y más a Cristo Jesús, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.

Oh Dios y Padre nuestro: Escucha nuestras súplicas, y ayúdanos a comprender el lenguaje de confianza y misericordia, de reconciliación y perdón, de libertad y comprensión, por Jesucristo nuestro Señor.

Oración Sobre las Ofrendas
Oh Padre amoroso:
En la víspera de su muerte,
Jesús se dio a sí mismo a sus amigos
en forma de pan y vino,
como lo hace de nuevo
aquí entre nosotros, en la eucaristía.
Danos un corazón agradecido por toda su bondad
y haznos lo bastante fuertes
para entregarnos generosamente, con él,
a todos los hermanos que encontremos en el camino de la vida.
Que esta ofrenda nos traiga reconciliación
con nuestros hermanos y contigo.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.

Introducción a la Plegaria Eucarística
La cruz y muerte de Jesús nos trajo perdón y vida. Él murió para que nosotros vivamos. Con Jesús, le damos gracias ahora al Padre por su amor.

Introducción al Padrenuestro
Jesús pidió al Padre fortaleza para cumplir su voluntad. 
Nos unimos a él en su oración confiada.
R/ Padre nuestro…

Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, del pecado
y de toda clase de mal,
y danos tu perdón y tu paz.
Con tu misericordia, da esperanza y amor
a los abandonados y agonizantes
a causa de sus cruces.
Llévanos a todos hacia delante
con esperanza
hacia la plena venida entre nosotros
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos.

Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Cordero de Dios, que dijo:
”Quien quiera ser grande entre ustedes, que se haga servidor de todos,como yo, que vine no a ser servido sino a servir y a dar mi vida en rescate por muchos”. 
Dichosos nosotros si seguimos al Señor.
R/ Señor, no soy digno

Oración después de la Comunión
Oh Padre bondadoso:
En esta eucaristía del Domingo de Ramos,
tu Hijo Jesús se nos ha dado a sí mismo
como se dio un día totalmente en la cruz.
Queremos aprender de él
a guardar viva nuestra esperanza en ti,
y a continuar caminando hacia adelante animosos
por nuestro camino en la vida
aun desconociendo qué nos deparará el futuro
o cuándo tendremos que cargar pesadas cruces;
porque confiamos en ti,
y sabemos que un día resucitaremos,
por encima de nuestras miserias,
a una vida de alegría sin fin,
por el poder de Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Jesús vivió por nosotros, Jesús murió por nosotros.
Acompañémosle durante esta Semana Santa en su camino hacia la cruz, para que él nos acompañe siempre en nuestro camino de servicio y entrega a Dios y de los unos a los otros.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.



LOS SIGNOS DEL DOMINGO DE RAMOS
Es el último domingo de Cuaresma, que sirve de pórtico a la Semana Santa. La liturgia y la piedad popular se unen en la síntesis de este día, verdadera celebración dominical de la Pasión y, a la vez, conmemoración de la entrada de Jesús en Jerusalén. El título del domingo “de Ramos en la Pasión del Señor” revela bien el carácter paradójico y de contraste que asocia el triunfo de la entrada con el drama de la pasión. Importa, pues, reflexionar brevemente sobre los “signos” que pone de relieve la liturgia para comprender su significado.

1. La reunión. El primer signo es el de una reunión inhabitual en el exterior de la Iglesia. Es una convocatoria de los fieles que debe resaltar por su carácter festivo y popular.

2. El desarrollo. A diferencia de otros domingos, el de Ramos tiene un desenvolvimiento original y pedagógico para introducir en la dinámica del misterio pascual: bendición de los ramos, proclamación de la entrada solemne en Jerusalén, procesión a la iglesia, lectura de la Pasión, para terminar en la Eucaristía del Resucitado.

3. Los ramos. Como indican las oraciones de bendición, los ramos son destinados ante todo a festejar a Cristo Rey, y a aclamar el triunfo de Cristo. Habría que resaltar con algún gesto festivo, por ejemplo levantando los ramos uniformemente en algunos momentos del canto, su significado de aclamación. El altar o la cruz podrían estar adornados con algunos ramos.

4. La cruz. En torno a ella se reúnen los fieles. Podría ser una cruz grande, artística, bella, que sería llevada por varias personas, adultos y niños.

5. La procesión. Es una de las raras veces que este gesto colectivo se propone a los cristianos en domingo. Si no es posible realizar la procesión con toda la asamblea, al menos debe hacerse con alguna representación de sus componentes: niños, jóvenes, adultos, ancianos, religiosas, etc. Es la procesión litúrgica más significativa de toda la Semana Santa. Y para que salga bien debe prepararse con interés.

6. La Pasión. Es parte muy importante de la celebración. Puede ayudar a su recta proclamación la diversidad de lectores, las diferentes actitudes de la asamblea (durante algunas partes de su lectura de pie, sentados, inclinados, de rodillas), las aclamaciones cantadas en algunos momentos.


Palabra de Dios:

Isaías 50, 4-7Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24
Filipenses 2, 6-11San Mateo 26,14-27,66
Comprender la Palabra
En el texto de la primera lectura, que corresponde al Segundo Isaías (Is 40-50), encontramos cuatro fragmentos de especial belleza literaria y profundidad teológica: los “Cánticos del Siervo de Dios” (Is 42,1-9; 49,1-7; 50,4-11; 52,13-53,12). La lectura de hoy presenta al Siervo como profeta y como sabio que está a la escucha de Dios para realizar su misión que le acarreará graves dificultades y sufrimientos.

Una de las tareas del Siervo es consolar en nombre de Dios a su pueblo. La Iglesia cristiana proclama esta lectura en el pórtico de la Semana Santa en la que Jesús realiza la parte central de su misión a través de su muerte- resurrección. El Siervo es un embajador de Dios, por tanto sólo transmite lo que recibe. El Siervo escucha para poder transmitir con fidelidad y garantía la Palabra y la Voluntad de Dios que es quien salva a su pueblo y va a realizar una nueva liberación y un nuevo éxodo. Las palabras del profeta-poeta llamado Segundo Isaías tienen mucho que decirnos hoy a todos nosotros, inmersos en múltiples perplejidades, desconciertos, contradicciones e incomprensibles persecuciones en todos los ámbitos por nuestra fidelidad a la misión recibida de Dios.

En la segunda lectura, tomada de la carta a los Filipenses, Pablo toma un himno de la Liturgia cristiana primitiva con algunas adicciones introducidas por él. Recoge armónicamente los tres estadios de la vida de Jesús, Dios-Hombre: preexistencia, presencia en la historia de los hombres, exaltación y glorificación. El apóstol trata de dar respuesta a las dificultades por las que pasa la comunidad para realizar su programa de fraternidad, de mutuo y generoso servicio, y su tarea evangelizadora en medio de un mundo hostil en que se encuentra comprometida.

Sólo podemos acercarnos a la Cruz de Jesús, o a Jesús en la Cruz, sabiendo que es la expresión suprema del amor misericordioso de Dios. La Cruz no es el final, es el camino. La raíz de este proyecto es el amor gratuito, integral e integrador, y eterno de Dios, porque Dios es Amor. El amor es la fuente de la vida y de la felicidad, por eso no puede truncarse en la Cruz. Necesitamos superar el escándalo de la Cruz para encontrarnos con la luz del amor de Dios. La sabiduría de la Cruz se adquiere en el encuentro con ella, en su acogida por una fe personal y madura, en la acción de gracias y en la experiencia perseverante. Todos somos invitados a vivir estas maravillas del amor de Dios que tienen como meta la gloria feliz para todos y para siempre.

En el relato de la Pasión del Señor, Mateo quiere expresar, insistentemente, que éste es el camino abierto y preparado para el verdadero discípulo de Jesús, que debe recorrer el mismo camino sobre las pisadas marcadas por el Maestro. El seguimiento de Jesús no puede ni debe reducirse a simples celebraciones, sino en una urgente respuesta aquí y ahora. Ese es el sentido verdadero del discipulado. El Maestro es un espejo y una referencia para la conducta del discípulo. De ahí que el camino de Jesús hacia Jerusalén marque el sentido, el ritmo y el destino de todos los discípulos de Jesús.

El Dios del Amor, o el amor de Dios manifestado definitivamente en Jesús, compromete al hombre en todas las facetas de su vida. Es necesario llegar al Calvario, lugar privilegiado de la revelación del amor de Dios que es el único que libera profunda y realmente. Los medios humanos sólo deben entrar en juego como respuesta y colaboración con el Dios-Amor que es verdaderamente salvador.


al ritmo de las celebraciones 

TIEMPO PASCUAL (1)

Los cincuenta días que transcurren entre el Domingo de la Resurrección del Señor hasta el Domingo de Pentecostés se han de celebrar con alegría y exultación, como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como -dijo san Atanasio- “un gran domingo” (cf. NUALC, 22).

El Tiempo Pascual concluye en el quincuagésimo día, con la Solemnidad de Pentecostés, que conmemora la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (cf. Hch 2,1-4), los comienzos de la Iglesia y el inicio de su misión a toda lengua, pueblo y nación. De un tiempo a esta parte va tomando auge e importancia la Misa de la Vigilia de Pentecostés, que adquiere el carácter de oración intensa y perseverante de toda la comunidad cristiana, siguiendo el ejemplo de los apóstoles reunidos, con María la Madre de Jesús, en oración unánime (cf. DPPL, 156).

Durante la Octava de Pascua se dice la Misa propia de cada día, que tiene el rango de solemnidad del Señor. Se dice Gloria, la Secuencia es facultativa, las plegarias eucarísticas tienen embolismos propios y es conveniente emplear la Bendición solemne. Es conveniente, así mismo, hacer mención de los que han recibido el Bautismo en la Vigilia Pascual en la Plegaria eucarística.

Es muy conveniente que los niños reciban, en estos Domingos pascuales, su Primera Comunión. Los pastores han de recordar y explicar a los fieles, durante este Tiempo pascual, el sentido del precepto de la Iglesia de recibir la Eucaristía en este tiempo por aquellos que han hecho la Primera Comunión (CIC, canon 920). Se recomienda, así mismo, que durante el tiempo pascual, y concretamente durante la semana de la octava de Pascua, se lleve la Comunión a los enfermos (cf. PCFP, 104).

En los lugares donde sea aún costumbre bendecir las casas con motivo de las fiestas pascuales, es conveniente que el párroco u otro presbítero o diácono suyo, cuiden de hacerlo. Es fundamental, en este tiempo, cuidar la visita pastoral a cada familia, mantener un coloquio con sus miembros y celebrar con ellos un momento de oración, usando los textos del Bendicional (cf. PCFP, 105).



Para la Semana
Lunes 14:
Isaías, 42,1-7. No gritará, no voceará por las calles.

Sal 26. El Señor es mi luz y mi salvación.

Juan 12,1-11. Déjala, lo tenia guardado para el día de mi sepultura. 
Martes 15:
Isaías 49,1-6. Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.

Sal 70. Mi boca contará tu salvación, Señor.

Juan 13,21-33.36-38. Uno de vosotros me va a entregar .. No cantará el gallo antes de que me haya negado tres veces.
Miércoles 16:
Isaías 50,4-9, No me tapé el rostro ante ultrajes.

Sal 68. Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor.

Mateo 26,14-25. El Hijo del hombre se va, como está escrito; pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!.
Jueves 17:
Éxodo 12,1-8,11-14. Prescripciones sobre la cena pascual.

Sal 115. El cáliz de la bendición es comunión en la sangre de Cristo.

1 Corintios 11,23-26. El cáliz que bendecimos es la comunión de la sangre de Cristo.

Juan 13,1-15. Los amó hasta el extremo.
Viernes 18:
Isaías 52,13-53,12. Él fue traspasado por nuestras rebeliones.

Sal 30. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

Hebreos 4,14-16; 5,7-9. Aprendió a obedecer y se ha convertido para todos los que le  obedecen en autor le salvación.

Juan 18,1-19,42. Lo crucificaron, y con él a otros dos.
Sábado 19:
Vigilia Pascual, madre de todas las vigilias

Génesis 1,1-2,2. Vio Dios todo ¡o que había hecho, y era muy bueno.

Sal 103. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Génesis 22,1-8, El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.

Sal 15. Protégeme, Dios mío, que me refugio en tí.

Éxodo 14,15-15.1. Los israelitas en medio del mar a pie enjuto.

Sal: Ex 15. Cantemos al Señor, sublime es su victoria.

Isaías 54,5-14. Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor.

Sal 29. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Isaías 55,1-11. Venid a mí y viviréis. Sellaré con vuestra alianza perpetua.

Sal: Is 12,2-6. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la
salvación.

Baruc: 3,9-15.32-4,4. Caminad en la claridad del resplandor del Señor,

Sal 18. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

Ezequiel 36,16-28. Derramaré sobre vosotros agua pura y os daré un corazón nuevo.

Sal 41. Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a tí, Dios mío.

O bien: Sal 50. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

Romanos 6,3-11. Cristo una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más.

Sal 117. Aleluya, aleluya, aleluya.

Lucas 24,1-12. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?

Domingo de Ramos
semana santa

Liturgia de las Horas: Propio del Salterio
Color: Rojo
Santoral

Lecturas de la liturgia
  • Primera Lectura: Isaías 50, 4-7
    "No oculté el rostro a insultos; y sé que no quedaré avergonzado"
    Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he revelado ni me he echado atrás.
    Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido; por eso ofrecí el rostro como pedernal, y sé que no quedaré avergonzado.
  • Salmo Responsorial: 21
    "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
    Al verme se burlan de mí, / hacen visajes, menean la cabeza: / "Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; / que lo libre si tanto lo quiere". R.
    Me acorrala una jauría de mastines, / me cerca una banda de malhechores; / me taladran las manos y los pies, / puedo contar mis huesos. R.
    Se reparten mi ropa, / echan a suerte mi túnica. / Pero tú, Señor, no te quedes lejos; / fuerza mía ven corriendo a ayudarme. R.
    Contaré tu fama a mis hermanos, / en medio de la asamblea te alabaré. / Fieles del Señor, alabadlo; / linaje de Jacob, glorificadlo; / temedlo, linaje de Israel. R.
  • Segunda Lectura: Filipenses 2, 6-11
    "Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo levantó sobre todo"
    Hermanos: Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
    Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se dobla -en el cielo, en la tierra, en el abismo-, y toda lengua proclame: "¡Jesucristo es Señor!", para gloria de Dios Padre.
  • Evangelio: Mateo 26, 14-27, 66

  • "Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo:"
    C. En aquel tiempo uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
    S. "¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?"
    C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
    S. "¿Donde quieres que te preparemos la cena de Pascua?"
    C. Él contestó:
    + "Id a casa de Fulano y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"".
    C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
    + "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar".
    C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
    S. "¿Soy yo acaso, Señor?"
    C. Él respondió:
    + "El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!, más le valdría no haber nacido".
    C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
    S. "¿Soy yo acaso, Maestro?".
    C. Él respondió:
    + "Así es".
    C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a los discípulos diciendo:
    + "Tomad, comed: esto es mi cuerpo".
    C. Y cogiendo un cáliz pronunció la acción de gracias y se lo pasó diciendo:
    + "Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el Reino de mi Padre"
    C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:
    + "Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño". Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea".
    C. Pedro replicó:
    S. "Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré".
    C. Jesús les dijo:
    + "Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante tres veces, me negarás".
    C. Pedro le replicó:
    S. "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré".
    C. Y lo mismo decían los demás discípulos. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
    + "Sentaos aquí mientras voy allá a orar".
    C. Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo:
    + "Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo".
    C. Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
    + "Padre mío, si es posible, que pase y se aleje d mí ese cáliz. pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".
    C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
    + "¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil".
    C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
    + "Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad".
    C. Y viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque estaban muertos de sueño. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba repitiendo las mismas palabras. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
    + "Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega".
    C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
    S. "Al que yo bese, ése es: detenedlo".
    C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
    S. "¡Salve, Maestro!"
    C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
    + "Amigo, ¿a qué vienes?"
    C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:
    + "Envaina la espada: quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura que dice que esto tiene que pasar".
    C. Entonces dijo Jesús a la gente:
    + "Habéis salido a prenderme con espadas y palos como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis".
    C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se había reunido los letrados y los senadores. Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el consejo en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos que declararon:
    S."Este ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días".
    C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
    S. "¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?"
    C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
    S. "Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios".
    C. Jesús respondió:
    + "Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo."
    C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:
    S. "Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?"
    C. Y ellos contestaron:
    S. "Es reo de muerte".
    C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon diciendo:
    S. "Haz de profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado".
    S. Pedro estaba sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le dijo:
    S. "También tú andabas con Jesús el Galileo".
    C. Él lo negó delante de todos diciendo:
    C. "No sé qué quieres decir".
    C. Y al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
    S. "Este andaba con Jesús el Nazareno".
    C. Otra vez negó él con juramento:
    S. "No conozco a ese hombre".
    C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron: "Seguro; tú también eres de ellos, se te nota en el acento".
    C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar diciendo:
    S. "No conozco a ese hombre".
    C. Y en seguida cantó el gallo. Pedro se acordó de aquella palabras de Jesús: "Antes de que cante el gallo me negarás tres veces". Y saliendo afuera, lloró amargamente.
    Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y atándolo lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces el traidor sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de palta a los sumos sacerdotes y senadores diciendo:
    S. "He pecado, he entregado a la muerte a un inocente".
    C. Pero ellos dijeron:
    S. "¿A nosotros qué? ¡Allá tú!"
    C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
    S. "No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas porque son precio de sangre".
    C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía "Campo de Sangre". Así se cumplió lo escrito por Jeremías el profeta: "Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor".
    Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
    S. "¿Eres tú el rey de los judíos?"
    C. Jesús respondió:
    + "Tú lo dices".
    C. Y mientras la acusaban los sumos sacerdotes y los senadores no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
    S. "¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?"
    C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, dijo Pilato:
    S. "¿A quien queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman Mesías?"
    C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
    S. "No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él"
    C. Pero los sumos sacerdotes y los senadores convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
    S. "¿A cuál de los dos queréis que os suelte?"
    C. Ellos dijeron:
    S. "A Barrabás".
    C. Pilato les preguntó:
    S. "¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?"
    C. Contestaron todos:
    S. "¡Que lo crucifiquen!"
    C. Pilato insistió:
    S. "Pues ¿qué mal ha hecho?"
    C. Pero ellos gritaban más fuerte:
    S. "¡Que lo crucifiquen!"
    C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia del pueblo, diciendo:
    S. "Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!"
    C. Y el pueblo contestó:
    S. "¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!"
    C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotado, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo:
    S. "¡Salve, rey de los judíos"!
    C. Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz.
    C. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir "La Calavera"), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo, probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: "Este es el Rey de los Judíos". Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza:
    S. "Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz".
    C. Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo:
    S. "A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?".
    C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
    Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
    + "Elí, Elí, lamá sabaktaní"
    C. (Es decir:
    + "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?")
    C. Al oírlo algunos de los que estaban allí dijeron:
    S. "A Elías llama éste".
    C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. los demás decían:
    S. "Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo".
    C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
    Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rasgaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados:
    S. "Realmente éste era Hijo de Dios"
    C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.
    Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.
    A la mañana siguiente, pasado el día de la preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
    S. "Señor, nos hemos acordado que aquel impostor estando en vida anunció: "A los tres días resucitaré". Por eso da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, se lleven el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos". La última impostura sería peor que la primera. Pilato contestó:
    S. "Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis".
    C. Ellos fueron, sellaron la pierda y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.

TIEMPO DE CUARESMA

DOMINGO DE RAMOS

Año "A"

EN LA PROCESIÓN DE RAMOS

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     21, 1-11

Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos.
Y si alguien les dice algo, respondan: "El Señor los necesita y los va a devolver en seguida"».
Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:
«Digan a la hija de Sión:
Mira que tu rey viene hacia ti,
humilde y montado sobre un asna,
sobre la cría de un animal de carga».
Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado; trajeron el asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús se montó.
Entonces la mayor parte de la gente comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y lo cubrían con ellas.
La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía gritaba:
«¡Hosana al Hijo de David!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Hosana en las alturas!».
Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y preguntaban: «¿Quién es este?".
Y la gente respondía:
«Es Jesús, el profeta de Nazaret en Galilea.»

Palabra del Señor.
MISA

La misa de este domingo incluye tres lecturas, cuya proclamación mucho se recomienda, a no ser que razones pastorales aconsejen lo contrario.
Teniendo en cuenta la importancia de la lectura de la Pasión del Señor, está permitido al sacerdote, en vista de las necesidades de cada comunidad, elegir una sola de las lecturas que preceden al Evangelio, o leer únicamente la historia de la Pasión, también en forma abreviada, si fuera necesario. Esto vale exclusivamente para las misas celebradas con el pueblo.

No retiré mi rostro cuando me ultrajaban,
pero sé muy bien que no seré defraudado
Lectura del libro del profeta Isaías     50, 4-7

El mismo Señor me ha dado
una lengua de discípulo,
para que yo sepa reconfortar al fatigado
con una palabra de aliento.
Cada mañana, Él despierta mi oído
para que yo escuche como un discípulo.
El Señor abrió mi oído
y yo no me resistí ni me volví atrás.
Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban
y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba;
no retiré mi rostro
cuando me ultrajaban y escupían.
Pero el Señor viene en mi ayuda:
por eso, no quedé confundido;
por eso, endurecí mi rostro como el pedernal,
y sé muy bien que no seré defraudado.

Palabra de Dios.


SALMO
     Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24

R.
 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Los que me ven, se burlan de mí,
hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo:
«Confió en el Señor, que Él lo libre;
que lo salve, si lo quiere tanto.» R.

Me rodea una jauría de perros,
me asalta una banda de malhechores;
taladran mis manos y mis pies.
Yo puedo contar todos mis huesos. R.

Se reparten entre sí mi ropa
y sortean mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme. R.

Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea:
«Alábenlo, los que temen al Señor;
glorifíquenlo, descendientes de Jacob;
témanlo, descendientes de Israel.» R.

Se anonadó a sí mismo. Por eso, Dios lo exaltó
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos     2, 6-11

Jesucristo, que era de condición divina,
no consideró esta igualdad con Dios
como algo que debía guardar celosamente:
al contrario, se anonadó a sí mismo,
tomando la condición de servidor
y haciéndose semejante a los hombres.
Y presentándose con aspecto humano,
se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte
y muerte de cruz.

Por eso, Dios lo exaltó
y le dio el Nombre que está sobre todo nombre,
para que al nombre de Jesús,
se doble toda rodilla
en el cielo, en la tierra y en los abismos,
y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre:
«Jesucristo es el Señor.»

Palabra de Dios


VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO     
Flp 2, 8-9

Cristo se humilló por nosotros
hasta aceptar por obediencia la muerte,
y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó
y le dio el Nombre que está sobre todo nombre.


EVANGELIO

En los lugares en que pareciere oportuno, durante la lectura de la Pasión se pueden incorporar aclamaciones.
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     26, 3-5. 14-27, 66

¿Cuánto me darán si lo entrego?

C.Unos días antes de la fiesta de Pascua, los Sumos Sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el palacio del Sumo Sacerdote, llamado Caifás, y se pusieron de acuerdo para detener a Jesús con astucia y darle muerte. Pero decían:
S. «No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo».
C. Entonces, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo:
S. «¿Cuánto me darán si se lo entrego?»
C. Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo.
¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?
C. El primer día de los Ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús:
S. «¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?»
C. El respondió:
+ «Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: "El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos".»
C. Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
Uno de vosotros me entregará
C. Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo:
+ «Les aseguro que uno de ustedes me entregará.»
C. Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno:
S. «¿Seré yo, Señor?»
C. El respondió:
+ «El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!»
C. Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó:
S. «¿Seré yo, Maestro?»
+ «Tú lo has dicho.»
C. Le respondió Jesús.
Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre
C. Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
+ «Tomen y coman, esto es mi Cuerpo.»
C. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo:
+ «Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados. Les aseguro que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre.»
C. Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos.
Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño
C. Entonces Jesús les dijo:
+ «Esta misma noche, ustedes se van a escandalizar a causa de mí. Porque dice la Escritura: Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño. Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea.»
C. Pedro, tomando la palabra, le dijo:
S. «Aunque todos se escandalicen por tu causa, yo no me escandalizaré jamás.»
C. Jesús le respondió:
+ «Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces.»
C. Pedro le dijo:
+ «Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré.»
C. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.
Comenzó a entristecerse y a angustiarse
C. Cuando Jesús llegó con sus discípulos a una propiedad llamada Getsemaní, les dijo:
+ «Quédense aquí, mientras yo voy allí a orar.»
C. Y llevando con él a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse. Entonces les dijo:
+ «Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí, velando conmigo.»
C. Y adelantándose un poco, cayó con el rostro en tierra, orando así:
+ «Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
C. Después volvió junto a sus discípulos y los encontró durmiendo. Jesús dijo a Pedro:
+ «¿Es posible que no hayan podido quedarse despiertos conmigo,
ni siquiera una hora? Estén prevenidos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.»
C. Se alejó por segunda vez y suplicó:
+ «Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad.»
C. Al regresar los encontró otra vez durmiendo, porque sus ojos se cerraban de sueño. Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Luego volvió junto a sus discípulos y les dijo:
+ «Ahora pueden dormir y descansar: ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar.»
Se abalanzaron sobre Él y lo detuvieron
C. Jesús estaba hablando todavía, cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de una multitud con espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta señal:
S. «Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo.»
C. Inmediatamente se acercó a Jesús, diciéndole:
S. «Salud, Maestro.»
C. Y lo besó. Jesús le dijo:
+ «Amigo, ¡cumple tu cometido!»
C. Entonces se abalanzaron sobre él y lo detuvieron. Uno de los que estaban con Jesús sacó su espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. Jesús le dijo:
+ «Guarda tu espada, porque el que a hierro mata a hierro muere. ¿O piensas que no puedo recurrir a mi Padre? El pondría inmediatamente a mi disposición más de doce legiones de ángeles. Pero entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras, según las cuales debe suceder así?»
C. Y en ese momento dijo Jesús a la multitud:
+ «¿Soy acaso un ladrón, para que salgan a arrestarme con espadas y palos? Todos los días me sentaba a enseñar en el Templo, y ustedes no me detuvieron.»
C. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
Veréis al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso
C. Los que habían arrestado a Jesús lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; entró y se sentó con los servidores, para ver cómo terminaba todo.
Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un falso testimonio contra Jesús para poder condenarlo a muerte; pero no lo encontraron, a pesar de haberse presentado numerosos testigos falsos. Finalmente, se presentaron dos que declararon:
S. «Este hombre dijo: "Yo puedo destruir el Templo de Dios y reconstruirlo en tres días".»
C. El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie, dijo a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que estos declaran contra ti?»
C. Pero Jesús callaba. El Sumo Sacerdote insistió:
S. «Te conjuro por el Dios vivo a que me digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.»
C. Jesús le respondió:
+ «Tú lo has dicho. Además, les aseguro que de ahora en adelante verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir sobre las nubes del cielo.»
C. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
S. «Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?»
C. Ellos respondieron:
S. «Merece la muerte.»
C. Luego lo escupieron en la cara y lo abofetearon. Otros lo golpeaban, diciéndole:
S. «Tú, que eres el Mesías, profetiza, dinos quién te golpeó.»
Antes que cante el gallo, me negarás tres veces
C. Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio. Una sirvienta se acercó y le dijo:
S. «Tú también estabas con Jesús, el Galileo.»
C. Pero él lo negó delante de todos, diciendo:
S. «No sé lo que quieres decir.»
C. Al retirarse hacia la puerta, lo vio otra sirvienta y dijo a los que estaban allí:
S. «Este es uno de los que acompañaban a Jesús, el Nazareno.»
C. Y nuevamente Pedro negó con juramento:
S. «Yo no conozco a ese hombre.»
C. Un poco más tarde, los que estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron:
S. «Seguro que tú también eres uno de ellos; hasta tu acento te traiciona.»
C. Entonces Pedro se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre. En seguida cantó el gallo, y Pedro recordó las palabras que Jesús había dicho: «Antes que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y saliendo, lloró amargamente.
Entregaron a Jesús a Pilato, el gobernador
C. Cuando amaneció, todos los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo deliberaron sobre la manera de hacer ejecutar a Jesús. Después de haberlo atado, lo llevaron ante Pilato, el gobernador, y se lo entregaron.
No está permitido ponerlo en el tesoro, porque es precio de sangre
C. Judas, el que lo entregó, viendo que Jesús había sido condenado, lleno de remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo:
S. «He pecado, entregando sangre inocente.»
C. Ellos respondieron:
S. «¿Qué nos importa? Es asunto tuyo.»
C. Entonces él, arrojando las monedas en el Templo, salió y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, juntando el dinero, dijeron:
S. «No está permitido ponerlo en el tesoro, porque es precio de sangre.»
C. Después de deliberar, compraron con él un campo, llamado «del alfarero», para sepultar a los extranjeros. Por esta razón se lo llama hasta el día de hoy «Campo de sangre.» Así se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías: Y ellos recogieron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue tasado aquel a quien pusieron precio los israelitas. Con el dinero se compró el «Campo del alfarero», como el Señor me lo había ordenado.
¿Tú eres el rey de los judíos?
C. Jesús compareció ante el gobernador, y este le preguntó:
S. «¿Tú eres el rey de los judíos?»
C. El respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Al ser acusado por los sumos sacerdotes y los ancianos, no respondió nada. Pilato le dijo:
S. «¿No oyes todo lo que declaran contra ti?»
C. Jesús no respondió a ninguna de sus preguntas, y esto dejó muy admirado al gobernador. En cada Fiesta, el gobernador acostumbraba a poner en libertad a un preso, a elección del pueblo. Había entonces uno famoso, llamado Barrabás. Pilato preguntó al pueblo que estaba reunido:
S. «¿A quién quieren que ponga en libertad, a Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías?»
C. El sabía bien que lo habían entregado por envidia. Mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir:
S. «No te mezcles en el asunto de ese justo, porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho.»
C. Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la multitud que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Tomando de nuevo la palabra, el gobernador les preguntó:
S. «¿A cuál de los dos quieren que ponga en libertad?»
C. Ellos respondieron:
S. «A Barrabás.»
C. Pilato continuó:
S. «¿Y qué haré con Jesús, llamado el Mesías?»
C. Todos respondieron:
S. «¡Que sea crucificado!»
C. El insistió:
S. «¿Qué mal ha hecho?»
C. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte:
S. «¡Que sea crucificado!»
C. Al ver que no se llegaba a nada, sino que aumentaba el tumulto, Pilato hizo traer agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo:
S. «Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes.»
C. Y todo el pueblo respondió:
S. «Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos.»
C. Entonces, Pilato puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
Salud, rey de los judíos
C. Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a toda la guardia alrededor de él. Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto rojo. Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza, pusieron una caña en su mano derecha y, doblando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo:
S. «Salud, rey de los judíos.»
C. Y escupiéndolo, le quitaron la caña y con ella le golpeaban la cabeza. Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron de
nuevo sus vestiduras y lo llevaron a crucificar.
Fueron crucificados con Él dos bandidos
C. Al salir, se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa «lugar del Cráneo», le dieron de beber vino con hiel. El lo probó, pero no quiso tomarlo. Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron; y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo. Colocaron sobre su cabeza una inscripción con el motivo de su condena: «Este es Jesús, el rey de los judíos.» Al mismo tiempo, fueron crucificados con Él dos bandidos, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz
C. Los que pasaban, lo insultaban y, moviendo la cabeza, decían:
S. «Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!»
C. De la misma manera, los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, se burlaban, diciendo:
S. «¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es rey de Israel: que baje ahora de la cruz y creeremos en él. Ha confiado en Dios; que él lo libre ahora si lo ama, ya que él dijo: "Yo soy Hijo de Dios".»
C. También lo insultaban los ladrones crucificados con Él.
Elí, Elí, ¿lemá sabactani?
C. Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región. Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz:
+ «Elí, Elí, lemá sabactani.»
C. Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron:
S. «Está llamando a Elías.» En seguida, uno de ellos corrió a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber. Pero los otros le decían:
S. «Espera, veamos si Elías viene a salvarlo.»
C. Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu.
Aquí todos se arrodillan, y se hace una breve pausa.
C. Inmediatamente, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron y las tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y, saliendo de las tumbas después que Jesús resucitó, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a mucha gente. El centurión y los hombres que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron:
S. «¡Verdaderamente, este era Hijo de Dios!»
C. Había allí muchas mujeres que miraban de lejos: eran las mismas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre ellas estaban María Magdalena, María -la madre de Santiago y de José- y la madre de los hijos de Zebedeo.
José depositó el cuerpo de Jesús en un sepulcro nuevo
C. Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús, y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran. Entonces José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, y se fue. María Magdalena y la otra María estaban sentadas frente al sepulcro.
Ahí tienen la guardia,
vayan y aseguren la vigilancia como lo crean conveniente
C. A la mañana siguiente, es decir, después del día de la Preparación, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron y se presentaron ante Pilato, diciéndole:
S. «Señor, nosotros nos hemos acordado de que ese impostor, cuando aún vivía, dijo: "A los tres días resucitaré". Ordena que el sepulcro sea custodiado hasta el tercer día, no sea que sus discípulos roben el cuerpo y luego digan al pueblo: "¡Ha resucitado!" Este último engaño sería peor que el primero.»
C. Pilato les respondió:
S. «Ahí tienen la guardia, vayan y aseguren la vigilancia como lo crean conveniente.»
C. Ellos fueron y aseguraron la vigilancia del sepulcro, sellando la piedra y dejando allí la guardia.

Palabra del Señor.



O bien más breve:

En los lugares en que pareciere oportuno, durente la lectura de la Pasión se pueden incorporar aclamaciones.


Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     27, 1-2. 11-54

¿Tú eres el rey de los judíos?
C. Después de ser arrestado, todos los Sumos Sacerdotes y  ancianos del pueblo deliberaron sobre la manera de hacer ejecutar a Jesús. Después de haberlo atado, lo llevaron ante Pilato, el gobernador, y se lo entregaron. Jesús compareció ante el gobernador, y este le preguntó:
S. «¿Tú eres el rey de los judíos?»
C. El respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Al ser acusado por los sumos sacerdotes y los ancianos, no respondió nada. Pilato le dijo:
S. «¿No oyes todo lo que declaran contra ti?»
C. Jesús no respondió a ninguna de sus preguntas, y esto dejó muy admirado al gobernador. En cada Fiesta, el gobernador acostumbraba a poner en libertad a un preso, a elección del pueblo. Había entonces uno famoso, llamado Barrabás. Pilato preguntó al pueblo que estaba reunido:
S. «¿A quién quieren que ponga en libertad, a Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías?»
C. El sabía bien que lo habían entregado por envidia. Mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir:
S. «No te mezcles en el asunto de ese justo, porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho.»
C. Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la multitud que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Tomando de nuevo la palabra, el gobernador les preguntó:
S. «¿A cuál de los dos quieren que ponga en libertad?»
C. Ellos respondieron:
S. «A Barrabás.»
C. Pilato continuó:
S. «¿Y qué haré con Jesús, llamado el Mesías?»
C. Todos respondieron:
S. «¡Que sea crucificado!»
C. El insistió:
S. «¿Qué mal ha hecho?»
C. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte:
S. «¡Que sea crucificado!»
C. Al ver que no se llegaba a nada, sino que aumentaba el tumulto, Pilato hizo traer agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo:
S. «Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes.»
C. Y todo el pueblo respondió:
S. «Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos.»
C. Entonces, Pilato puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
Salud, rey de los judíos
C. Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a toda la guardia alrededor de él.
Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto rojo.
Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza,
pusieron una caña en su mano derecha y, doblando la rodilla delante de él,
se burlaban, diciendo:
S. «Salud, rey de los judíos.»
C. Y escupiéndolo, le quitaron la caña y con ella le golpeaban la cabeza. Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron de
nuevo sus vestiduras y lo llevaron a crucificar.
Fueron crucificados con Él dos bandidos
C. Al salir, se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron a llevar la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa «lugar del Cráneo», le dieron de beber vino con hiel. El lo probó, pero no quiso tomarlo. Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron; y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo. Colocaron sobre su cabeza una inscripción con el motivo de su condena: «Este es Jesús, el rey de los judíos.» Al mismo tiempo, fueron crucificados con Él dos bandidos, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz
C. Los que pasaban, lo insultaban y, moviendo la cabeza, decían:
S. «Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!»
C. De la misma manera, los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, se burlaban, diciendo:
S. «¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es rey de Israel: que baje ahora de la cruz y creeremos en él. Ha confiado en Dios; que él lo libre ahora si lo ama, ya que él dijo: "Yo soy Hijo de Dios".»
C. También lo insultaban los ladrones crucificados con Él.
Elí, Elí, ¿lemá sabactani?
C. Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región. Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz:
+ «Elí, Elí, lemá sabactani.»
C. Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron:
S. «Está llamando a Elías.» En seguida, uno de ellos corrió a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber. Pero los otros le decían:
S. «Espera, veamos si Elías viene a salvarlo.»
C. Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu.
Aquí todos se arrodillan, y se hace una breve pausa.
C. Inmediatamente, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo, la tierra tembló, las rocas se partieron y las tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y, saliendo de las tumbas después que Jesús resucitó, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a mucha gente. El centurión y los hombres que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron:
S. «¡Verdaderamente, este era Hijo de Dios!»

Palabra del Señor.

No hay comentarios: