sábado, 12 de abril de 2014

Conviene que uno muera por todos

Juan 11, 45-56. Cuaresma. Sintamos con Cristo, el precio de la cruz que con amor ha querido pagar por nuestra redención.
 
Conviene que uno muera por todos
Del santo Evangelio según san Juan 11, 45-56


Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación». Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación». Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación - y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Desde este día, decidieron darle muerte. Por eso Jesús no andaba a en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudada llamada Efraím, y allí residía con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?»

Oración preparatoria

Jesús, creo en Ti, espero en Ti y te amo con toda mi alma y con todas mis fuerzas. Te pido luz para poder experimentar tu presencia en esta oración.

Petición

Dios mío, derrama tu paz en todas mis relaciones con otras personas, para que reine el amor y nunca el rencor.

Meditación del Papa Francisco

El hecho que en definitiva precipitó la situación y llevó a la decisión de dar muerte a Jesús fue la resurrección de Lázaro en Betania. El Evangelio de Juan nos hace saber que en la siguiente reunión del sanedrín se constató: "Este hombre realiza muchos signos. Si le dejamos que siga así todos creerán en Él y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación". Ante estas previsiones y temores Caifás, Sumo Sacerdote, se pronunció con esta sentencia: "Conviene que muera uno sólo por el pueblo y no perezca toda la nación”. El Evangelista añade: "Esto no lo dijo de su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación sino para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos". Y concluye: "Desde este día, decidieron darle muerte".
Juan, de este modo, nos hace conocer un doble aspecto de aquella toma de posición de Caifás. Desde el punto de vista humano, que se podría más precisamente llamar oportunista, era un intento de justificar la decisión de eliminar un hombre al que se consideraba políticamente peligroso, sin preocuparse de su inocencia. Desde un punto de vista superior, hecho suyo y anotado por el Evangelista, las palabras de Caifás, independientemente de sus intenciones, tenían un contenido auténticamente profético referente al misterio de la muerte de Cristo según el designio salvífico de Dios. (Juan Pablo II, 28 de septiembre de 1988). 

Reflexión

Una vez más, Cristo, el redentor del hombre, nos da la oportunidad de buscar la conversión, de volver a la intimidad del Padre como el hijo pródigo. Cuantas veces, quizá, le hemos dado la espalda, olvidándonos de las maravillas que Él ha realizado en nosotros, como les sucedió a los fariseos que, a causa de su cerrazón no supieron apreciar las obras que Cristo estaba obrando en ellos. Así nos lo dice el evangelio: "Por eso Jesús ya no andaba en público con los judíos sino que se retiró al desierto".

Por eso, necesitamos de redención, de volver a nosotros mismos, como lo hicieron los judíos que creyeron ante la claridad de un milagro. Necesitamos convertirnos a Dios para terminar con la indiferencia que acecha nuestro interior.

Conversión para valorar el don de nuestra fe en Cristo. Esta conversión significa convencerse de Cristo. Para esto, no hay nada mejor que profundizar en ese primer encuentro en que Él se acercó a nuestra vida y nos propusimos seguir sus caminos. Por ello, quien más le conoce más se convence, y quien más se convence , más se enamora de Él.

Está cerca también para nosotros la Pascua. Subamos pues, a Jerusalén acompañando a Jesucristo. Sintamos con Él, el precio de la cruz que con amor ha querido pagar por nuestra redención. Amor con amor se paga, y Cristo, nos amó..., me amó primero.

Propósito

Con especial fervor asistiré a la celebración Eucarística este último domingo de Cuaresma.

Diálogo con Cristo 

Jesús, libremente quiero ofrecerte mi corazón para amarte más en los demás. Te entrego mi boca para que sea tu Palabra la guía de mis conversaciones, porque quiero que pases de mi mente a mi corazón, para sentir permanentemente la urgencia de extender tu Reino, especialmente dentro de mi propia familia. Ayúdame para vivir coherentemente mi fe en la próxima Semana Santa. 


sábado 12 Abril 2014

Sábado de la quinta semana de Cuaresma

San José Moscati

Leer el comentario del Evangelio por
Juliana de Norwich : “Era necesario que un hombre muriera por el pueblo”

Ezequiel 37,21-28.
Así habla el Señor:
Yo voy a tomar a los israelitas de entre las naciones adonde habían ido; los reuniré de todas partes y los llevaré a su propio suelo.
Haré de ellos una sola nación en la tierra, en las montañas de Israel, y todos tendrán un solo rey: ya no formarán dos naciones ni estarán más divididos en dos reinos.
Ya no volverán a contaminarse con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeldías. Los salvaré de sus pecados de apostasía y los purificaré: ellos serán mi Pueblo y yo seré su Dios.
Mi servidor David reinará sobre ellos y todos ellos tendrán un solo pastor. Observarán mis leyes, cumplirán mis preceptos y los pondrán en práctica.
Habitarán en la tierra que di a mi servidor Jacob, donde habitaron sus padres. Allí habitarán para siempre, ellos, sus hijos y sus nietos; y mi servidor David será su príncipe eternamente.
Estableceré para ellos una alianza de paz, que será para ellos una alianza eterna. Los instalaré, los multiplicaré y pondré mi Santuario en medio de ellos para siempre.
Mi morada estará junto a ellos: yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo.
Y cuando mi Santuario esté en medio de ellos para siempre, las naciones sabrán que yo soy el Señor, el que santifico a Israel. 

Jeremías 31,10.11-12ab.13.
¡Escuchen, naciones, la palabra del Señor,
anúncienla en las costas más lejanas!
Digan: «El que dispersó a Israel lo reunirá,
y lo cuidará como un pastor a su rebaño.»

Porque el Señor ha rescatado a Jacob,
lo redimió de una mano más fuerte que él.
Vendrán, cantando de alegría, al cerro de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor.

Entonces la joven danzará alegremente,
los jóvenes y los viejos se regocijarán;
yo cambiaré su duelo en alegría,
los alegraré y los consolaré de su aflicción.


Juan 11,45-57.
Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él.
Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: "¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos.
Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación".
Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: "Ustedes no comprenden nada.
¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?".
No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación,
y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos.
A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús.
Por eso él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con sus discípulos.
Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse.
Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: "¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?".
Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar donde él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo. 


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Juliana de Norwich (1342-después de 1416), reclusa inglesa
Revelaciones del amor divino, cap. 32

“Era necesario que un hombre muriera por el pueblo”

En una ocasión nuestro buen Señor dijo: “Todas las cosas acabarán bien”;
en otra ocasión dijo: “Y tú misma verás que todo acabará bien”. Y de esto el alma obtuvo dos enseñanzas diferentes. Una era ésta: que él quiere que nosotros sepamos que presta atención no sólo a las cosas grandes y nobles, sino también a todas aquellas que son pequeñas y humildes, a los hombres simples y humildes, a éste y a aquélla. Y esto es lo que quiere decir con estas palabras: “Toda cosa, sea cual sea, acabará bien”. Pues quiere que sepamos que ni la cosa más pequeña será olvidada. Otro sentido es el siguiente: que hay muchas acciones que están mal hechas a nuestros ojos y llevan a males tan grandes que nos parece imposible que alguna vez pueda salir algo bueno de ellas. Y las contemplamos y nos entristecemos y lamentamos por ellas, de manera que no podemos descansar en la santa contemplación de Dios, como debemos hacer. Y la causa es ésta: que la razón que ahora utilizamos es tan ciega, tan abyecta y estúpida, que no puede reconocer la elevada y maravillosa sabiduría de Dios, ni el poder y la bondad de la santísima Trinidad. Y ésta es su intención cuando dice: “Y tú misma verás que toda cosa acabará bien”, como diciendo: “Acéptalo ahora en fe y confianza, y al final lo verás realmente en la plenitud de la alegría”.

Hay una obra que la santísima Trinidad realizará el último día, según yo lo vi. Pero qué será esta obra y cómo será realizada es algo desconocido para toda criatura inferior a Cristo, y así será hasta que la obra se lleve a cabo… Y quiere que lo sepamos porque quiere que nuestras almas estén sosegadas y en paz en el amor, sin hacer caso de ninguna preocupación que pudiera impedir nuestra verdadera alegría en él. Y quiere que lo sepamos porque quiere que nuestras almas estén sosegadas y en paz en el amor, sin hacer caso de ninguna preocupación que pudiera impedir nuestra verdadera alegría en él.

Esta es la gran obra ordenada por Dios desde antes del principio, tesoro profundamente escondido en su seno bendito, conocido sólo por él, obra por la que hará que todo termine bien. Pues así como la santísima Trinidad creó todas las cosas de la nada, así la misma santísima Trinidad hará buenas todas las cosas que no lo son. Quedé profundamente maravillada en esta visión, y contemplaba nuestra fe con esto en la mente: “Nuestra fe se fundamenta en la palabra de Dios, y pertenece a nuestra fe que creamos que la palabra de Dios será preservada en todas las cosas”.


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