jueves, 3 de abril de 2014

Cita con CON CRISTO EN LA CRUZ

CON CRISTO EN LA CRUZ

“Caminemos juntos hacia la Cruz del Señor, pues con ella ha comenzado una nueva era en la historia del hombre. Este es un tiempo de gracia y salvación. A través de la Cruz el hombre puede comprender el sentido de su propia suerte, de su propia existencia sobre la tierra. Ha descubierto cuanto le ha amado Dios. Ha descubierto, y descubre continuamente, a la luz de la fe, cuán grande es su propio valor. Ha aprendido a medir la propia dignidad con el metro de aquel sacrificio que Dios ha ofrecido en su Hijo para su salvación.” [S.S. Juan Pablo II - Magno]


Ha quedado claro, Padre, que la Cruz, sostenerse en la Cruz de Cristo, es lo único que un cristiano puede hacer, por lo que supone y por lo que es. Pero, sobre todo, el sentido que de la cruz tiene cada cual (pues cada uno tiene una que llevar) no puede ser olvidado porque de hacerlo así, y de ser cristianos, bien podemos decir que, en realidad, no lo somos.
No es sufrir lo que dignifica a la persona, sino la manera de sufrir. En muy numerosas ocasiones, cuando los dolores se hacían y se hacen dueños de  mi cuerpo,  recordaba a Santa Teresa de Jesús:

 “En la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo”
Quien huye de la Cruz de Cristo y de la cruz propia, huye de la salvación. La cruz no se busca, pero antes o después sale a tu encuentro. Es lógico que si al mismísimo Señor le costó lágrimas de sangre aceptarla, a nosotros no nos sea fácil asumir nuestras propias cruces, pero de nuestros labios y nuestro corazón han de salir también las palabras "no se haga mi voluntad sino la tuya". Y la gracia nos capacita para ello.

Dios está clavado en la cruz, bien alto para verle bien. Con los pies enclavados para esperarnos. Con los brazos abiertos para acogernos y las manos llagadas para acariciarnos.
Misterio profundo de una providencia que ha permitido llagas divinas y llagas humanas, para que el hombre pudiera ser injertado en Dios. Los injertos se hacen así; por las heridas. Misterio de la cruz. La  cruz en el cuerpo atormenta, en el corazón da vida. Sucede como con las espinas; más sufre el que las pisa que el que las besa.

No debemos parecer pobres cirineos que comparten de mala gana la cruz del Señor, porque, como expresa gráficamente Pierre Charles, “hay dos maneras de llevar un yugo; una que parece muy razonable y es completamente absurda, otra que parece absurda y es enteramente razonable”. El Señor ha dicho:Tomad sobre vosotros mi yugo. Suave yugo y carga ligera (Mt 11,30).

El seguimiento de la cruz no es una devoción privada, para apacibles embelesos interiores, es seguir las huellas del Crucificado, salir de sí mismo, crucificar el propio yo, existir para los demás hasta fatigarse. 

Comprendo tu sufrir
sereno y callado,
cuando yo sufro
y Tú estás a mi lado.

Comparto tu dolor
reciamente humano,
cuando yo también me quejo
y Tú me tiendes la mano.

Y venero tu silencio
tan elocuente y tan santo,
porque también yo me callo
ante el horror y el espanto.

Te comprendo, y lo comparto,
aun siendo frágil mi barro,
pues en la fiera tormenta
sólo a tu cruz yo me agarro.
Mas no comprendo, Señor,
que tu mirada bendita
siga clavando en mis ojos
Misericordia infinita. 


 Recuerda: Ofrecerse y darse, he ahí así de simple, más gloria para Dios, más felicidad para el prójimo, más gozo interior para uno mismo. Todo esto sí que importa de verdad, yo me siento inmensamente feliz y, si estamos en lo que hay que estar ¿Por qué no entrenamos ya ,en serio, desde ahora?.
Vivir con optimismo y hacer nuestros días fecundos resulta una experiencia enriquecedora. La persona necesita raíces donde apoyarse y metas claras a las que aspirar y como mi testimonio no tiene límites, cuanto escriba seria poco, me contentaré con deciros que Dios os bendiga, adelante, salid a SU encuentro y alabanza y gracias sean dadas al Padre.



QUÉ DIFÍCIL ES VIVIR LA MODESTIA...

Siendo que es tan bella y que nos gusta estar entre gente modesta. Cuando estás con gente así, te sientes agusto. No tienes que estar lidiando con presunciones y protagonismos.... Yo hago esto y aquello, tal persona está taaaannnnn agradecida conmigo porque..... Yo tengo tales y cuales estudios.... participé en dar tales y aquellos famosos cursos.....mis hijos son taaaannnn bien aceptados porque..... yo influí tanto para que se hiciera esto y aquello..... fulanito me aprecia tanto porque yo le........ uf..... queremos salir corriendo de esas conversaciones y lo que es peor.... otras veces caemos en la espiral y nos da por también reivindicar nuestro protagonismo.... pues yo hice que fulano ayudara en esto o aquello... pues yo.... yo...yo.... y la modestia se aparta modestamente a un rinconcito esperando ver a que horas terminamos con nuestros reflectores queriendo brillar sobre nosotros mismos..... a ver cuando termina el espectáculo.

Y cuando termina... que sentimiento de hastío, de náusea se apodera de nuestro corazón.... Y luego cuando nos damos cuenta que estuvimos presumiendo delante de gente que verdaderamente es grandiosa y ha callado y escuchado.....Y luego, todavía mas tremendo, cuando nos damos cuenta que nuestras presunciones fueron hechas delante de la Virgen María... de Cristo crucificado...... ¡Ay Dios mío!!!!!


CITA CON LA CONVERSIÓN. El abusón capaz de moverse

Mas que todos los discursos, la parábola del hijo pródigo expresa el dinamismo de la conversión.
Me limito a subrayar algunos aspectos.
MEJOR UN "ABUSÓN", QUE LOS "QUE TIENEN DERECHO"
La conversión como descubrimiento de la posibilidad de perderse y de la obstinada voluntad de salvación; el antifariseismo como opocision a un derecho adquirido, a una herencia carnal; la simpatía hacia los que son capacer de moverse, aquellos que tiran abajo el techo, que llegan a tocar la orla del manto, que trepan a un árbol, en polémica con el orgullo estático de los que no tienen iniciativas, porque se creen en su derecho. (A. Paoli).
EL SILENCIO DEL PADRE.
Ahí está el hijo que habla, que tiene pretensiones.
El padre no dice ni palabra.
Su silencio es el silencio del amor, respetuoso de la libertad del hijo. Acepta el riesgo de esta libertad. Sin libertad no hay amor. Un doctor de la iglesia, hablando precisamente del hombre en el momento de la creación, le llama "riesgo de Dios".
"Dolorosamente atento porque comienza la gran aventura, que es ambigua, pero sin enojarse por su petición".
Él no puede suplantar la elección del hijo.
Nos preguntamos instintivamente ¿Por qué no le ha detenido? ¿Por qué no le ha dado una buena paliza, en vez de darle la parte del patrimonio que le "correspondía"?
La paternidad verdadera es discreción, es aceptar el riesgo de la libertad.
Y no hay que confundir paternidad con paternalismo. Esto último es una deformidad de la paternidad. Con la intención de proteger, termina sofocando el crecimiento del individuo y bloqueándolo en un estado infantil.
En el contexto del Evangelio, Dios no se presenta como el padre que cierra la puerta par que los hijos no salgan de noche, sino como la luz que ilumina, la brújula misteriosa que orienta al hombre en sus elecciones, que no le abandona en el peligroso ejercicio de la libertad.
El padre no tiene necesidad de marchar visiblemente con el hijo. Va con él de una manera oculta, interior, que más tarde desembocará en la nostalgia.
EL PECADO COMO DERROCHE, COMO DESPILFARRO.
El pródigo es un derrochador. Pierde todo. Tanto el tener como el ser. Los bienes como la identidad. El patrimonio como la dignidad.
Cuando llega hasta el fondo de su despilfarro, puede hacer el inventario de cuanto ha perdido a lo largo del camino hacia el alejamiento.
Ha malgastado todos los bienes
salio de casa como hijo de un rico y se convierte en un porquero.
ha perdido los amigos que ciertamente no faltan en los tiempos del tener y el valer. Ahora no le acoge nadie. Se encuentra en una soledad heladora.
El pecado es este "vacío" total. Esta "pérdida" progresiva y radical que llega hasta la pérdida de la propia identidad.
Cuando se ha perdido todo, es cuando el hombre se da cuenta de la única cosa que le falta.
La conversión comienza en el momento en que uno confiesa que "se muere de hambre". O sea, no puede vivir sin "lo único necesario".

CITA CON LA CONVERSIÓN....El Señor no está a favor nuestro

-Mira, aquél es un convertido...
Y yo he preguntado inmediatamente:
-¿Cuántas veces?
Mi interlocutor, ante esta pregunta, ha quedado sin palabras.
Para muchos cristianos la conversión es un fenómeno excepcional, clamoroso, del que son protagonistas individuos que pasan de las tinieblas del error a la luz de la verdad, de una conducta perversa a una vida "ejemplar".
No sospechan que la convesión es un deber fundamental y habitual del cristiano.
Son víctimas de un equívoco según el cual se es cristiano, religiosa, religioso, de manera definitiva.
Como uno que ha conseguido el doctorado, y es y será ya siempre doctor e ingeniero.
No. No se es cristieno, sino que simplemente se intenta llegar a serlo, se busca llegar a ser religioso o religiosa. Nadie puede afirmar que ha conseguido establemente esa meta. Se tiende hacia ella, pero no se alcanza de una vez para siempre.
Y para "llegar a ser" es necesario convertirse.
La conversión es un quehacer de cada día. Fatigoso, doloroso. Nosotros insistentemente tendemos a esquivarla, a desviarla. Por eso jamás estamos donde deberíamos estar. Nunca estamos, nunca donde él está (aunque nos gusta engañarnos pensando que él está de nuestra parte).
Él siempre está en otra parte
El va siempre por delante
El piensa de otra manera que nosotros
El ama de distinta manera que nosotros.
Ahora bien, convertirse significa precisamente darse cuenta de que no estamos en regla, que no estamos en su lugar, que nuestra lógica es distinta que la suya. Que  nuestros sentimientos resultan desacordes a los suyos. Que nuestros pasos no van sincronizados con los suyos.
Entonces cambiamos de ruta. Cambiamos la cabeza, el corazón, los ojos, todo.
Esta es la conversión. No es un insignificante ajuste, un retoque a la fachada... es una transformación radical, un cambio total.

Y hay algo peor que no estar en regla.
Es creer que se está. Es la petulante seguridad -jamás afectada por la más mínima duda- de creerse situados en el camino recto.
Es necesario que Dios tenga siempre algo que reprocharnos. Nuestra salvación consiste, precisamente, en dejar que él tenga muchas cosas de qué quejarse contra nosotros. Acerca de nuestra conducta, de lo que somos, de lo que pensamos, de lo que amamos y de cómo lo amamos.
Si no es así estamos perdidos...
Convertirse, pues, en resumidas cuentas, significa cambiar la dirección, desplazándonos hacia el Señor, que siempre tiene un montón de cosas de qué quejarse.
Y así cada día.
Porque cada día debemos intentar, "no estar en regla" sino alcanzar su puesto.



CITA CON EL PERDÓN.. Algo nuevo

Solamente aquel que ha saboreado hasta el fondo la alegría de sentirse perdonado, descubre la alegría de perdonar.
Quien se siente objeto del amor desmedido de Dios, es capaz a su vez de volcar su amor sobre los otros hasta el gesto del perdón.
Hablando del perdón, nos limitamos muchas veces a subrayar la dificultad, y hasta el heroísmo. Deberíamos sobre todo descubrir en él la belleza y su dimensión de novedad:

EL QUE PERDONA ES UN REVOLUCIONARIO.  Es el que no se resigna al estado de las cosas. Que rehúsa a hacer siempre lo mismo. Todos somos repetidores incorregibles. Tú me has hecho esto y yo te hago lo mismo. Tú eres terco y yo permanezco en mis trece. Qué aburridos son estos círculos viciosos de ofensas y reparaciones, nuestras interminables espirales de rencores, agresividades, riñas, animosidades, resentimientos, susceptibilidades......
En un momento dado aparece un individuo que no está dispuesto a ese juego y a sus reglas de pereza e interés.... Un revolucionario. Un valiente que salta por encima de todo el mundo, gritando:
-¡Yo no juego! e introduce en el viejo juego de los mutuos despechos el elemnto-novedad que echa todo a rodar: El perdón.... tú me haces daño. Yo te respondo amándote.

EL PERDÓN ES CREADOR. Quien es capaz de perdonar inventa situaciones nuevas, soluciones inéditas, crea relaciones distintas, tiene imaginación, no se resigna a imitar lo que hacen los demás.
El que perdona es una persona que tiene iniciativas. El rencoroso es un perezoso e indolente, que imita a otros.
Cuando Adán se se escondió tras la cortina de hojas, Dios no se retriró detrás de la suya. Ha dado el primer paso. Adán...¿dónde estas?, Adán ven, ¡no mantengamos esta situación!
Sonreir a quien nos escupa en la cara, ayudar a quien nos dará la espalda: estos son actos libres, creadores.
"Bienaventurdos los artífices de la paz".

EL QUE PERDONA ES UN CONSTRUCTOR. Existe un mundo viejo que se derrumba, porque contiene en sí elementos desintegrantes. Es el mundo del odio, del hastío, de la rendición de cuentas, de las vanidades, de las leccciones que  hay que dar, de las injusticias sufridas que hay que reparar, de las ofensas cuidadosamente guardadas en la memoria. El mundo decrépito de la revancha.
El que perdona reconoce que en este mundo viejo, no se puede vivir.
En este mundo nuevo, joven, insólito, tiene razón quien ama de nuevo. En este mundo nuevo vence quien adopta la estragegia de la mansedumbre, quien es fuerte porque sabe perdonar.
En este mundo se respira la libertad, la libertad de sorprender al adversario con una reacción de paz que él no había previsto en absoluto.
Procura no excluir a nadie de tu perdón. Perdona a todos. También a aquella persona que se te hace insoportable, petulante, mezquina. También a aquel que te ha desilusionado profundamente. Y todos aquellos con quienes tendrías que estar descontento. No olvides a nadie. Si dejas a alguno fuera, el espacio se achica dentro. Y el corazón se encoge,
Con uno solo que excluyas tú te colocas automáticamente fuera del "mundo nuevo".

CITA CON EL PERDÓN. ¡Anda, de ahora en adelante la tienes que hacer de Papa!

Y a Pedro le llegó la hora de arreglar cuentas con el interesado después de aquella faena de la negación, decididamente escabrosa. Ya se habían visto una vez, pero Jesús no pudo pararse entonces. Solamente una mirada, que bastó para hacer correr las lágrimas sobre el rostro del culpable.
Sin embargo ahora es inevitable un encuentro comprometido y cara a cara.
Se aclara el asunto.
Pues sí que has sido una roca fuerte, Pedro. Has sucumbido penosamente ante la respiración de una mujerzuela.
¿Dónde quedaron tus promesas de fiedelidad a prueba de bomba?
Y pensar que debías ser el fundamento de mi iglesia.... Encargado de dar solidez a tus hermanos.
¿Cómo puedo aún fiarme de ti? Con esa prueba de cobardía que has dado me veo obligado a retirarte mi confianza.......

Nada de eso.

No he venido a juzgarte. Ya no recuerdo más tu ruindad. Soy el primero en volver a ti únicamente para preguntarte si todavía me amas, si tu remordimiento, que sin duda es grande, no ha destruido en ti la amistad que nos unía. Si el sentimiento de culpabilidad que experimentas con relación ami, no habrá quizá secado la fuente de tu amor. Ni siquiera te digo como a los que me clavaron en la cruz que te perdeno; aquellos no me querían; mejor dicho no habían entendido que les amaba. Pero a ti, que me amabas, que compartías mi existencia cotidiana, solo te pregunto si todavía me amas. Solo te pregunto eso porque es lo esencial. Es lo único necesario para tu felicidad y para tu alegría.

La reprensión hace presente la falta. El perdón la aleja hasta hacerla desaparecer.
La reprensión con frecuencia es estéril. El perdón siempre es creador.
Con el perdón Cristo nos hace salir del pecado.
Cristo cierra el pasado. Cristo nos entrega el futuro.
La penitencia que Cristo impuso a Pedro fue el encargo que ya le había confiado. Como si dijese "¡Anda, de ahora en adelante tienes que hacer de Papa!" También a nosotros nos pone el Señor este tipo de penitencia comprometedora.
"Ahora anda... Pongo en tus manos el porvenir"
El perdón más que saldar una cuenta con el pasado, abre una cuenta con el futuro.



CITA CON EL PERDÓN. ¿Remiendo o creación?

La palabra de Dios no se limita a revelar al hombre su pecado (Natán y David). La palabra de Dios se hace "carne" y viene a buscar al pecador. Dios no se contenta con iluminar al pecador; con hacerle caer en la cuenta de su culpa, sino que se hace promotor del encuentro para regalarle el perdón.
Se ha observado que los enfermos son llevados a Cristo. Pero los pecadores va él a buscarlos. Va a su encuentro. Se sienta a la mesa de ellos con grave escándalo de los "puros".
Cristo no habla a los pecadores con generalidades. Ni habla del pecado con fórmulas abstractas. El es médico y no se ocupa de las enfermedades de modo genérico. Se ocupa y se preocupa de cada uno de los aquejados por el mal del pecado. Se acerca a los pecadores de uno a uno: La samaritana, Zaqueo, la adúltera, María de Magdala, el ladrón, Pedro.....) Se recuperan a través de la relación personal, directa, hecha de comprensión confianza, discreción.
Hemos olvidado que el pecado, más que un acto, es una orientación equivocada de nuestra vida. Ahora bien, Cristo, más que quitar el pecado del hombre -como quitar una mancha del vestido- quita al hombre del pecado. O sea, saca al hombre del camino equivocado y lo coloca en una perspectiva completamente opuesta.
El perdón es un cambio de dirección. Es posibilidad de vida nueva. Es cambio de ruta. Es creación,  es novedad.
Es un principio, no una tachadura.
El perdón es un acto de creación, no una simpre "reparación de daños".
Pecar no es infringir una ley, sino malgastar, derrochar, arruinar algo de verdad profundo, virgen, frágil.
Pero con la gracia no sucede como con el delito.
Porque el pecado es obra del hombre..
La gracia por el contrario es obra de Dios-hombre. De Dios en el hombre.
Pecado son los desastres que nosotros preparamos.
Gracia es la sonrisa de la benevolencia de Dios que toma por la mano a la criatura "desfigurada" y la rehace.
Gracia es creación, no reparación.
Así pues ser perdonados significa ser rehechos, reconstruidos. Cristo se inclina hacia mí, no se limita a curarme las heridas y quizá después, cojeando, pueda proseguir el camino.
No. no me siento mejorado.
Me encuentro "nuevo" joven, íntegro, inocente.
Y advierto que estoy caminando con él pero por otro camino.
Extracto. El Acoso de Dios. Alessandro Pronzato. 1º jueves de cuaresma.


CITA CON EL PERDÓN. El punto de vista de Dios sobre el pecado

Y ahora ¿qué pensará de mi el Señor? ¿Cómo me va a mirar? ¿Cómo me tratará?
Después del pecado, después de haber roto mis relaciones de amor con Dios, es normal que afloren en el ánimo estas preguntas.
También David se las  planteó después del crimen cometido y que le fue echado en cara crudamente por Natán.
¿Serán validas las promesas de Yavé? ¿O más bien habrá sonado la hora de la venganza divina, del justo castigo?
Todo parece indicar que la segunda hipótesis es la válida.
El niño nacido de Betsabé muere. Y como si esto no bastara, Absalón, el hijo mayor, se le ha revelado, provocando una división en el reino.
En esta situación, después de lo que ha hecho ¿podrá contar David todavía con la ayuda divina? ¿O no es el mismo Dios quien le persigue para castigarlo? ¿David a perdido de verdad todo?

La respuesta se la van a dar los acontecimientos.
David sabrá lo que Dios piensa de él.

Se está combatiendo la batalla decisiva. El rey ha encomendado a sus más leales respetar la vida del hijo, en caso de que sea hecho prisionero. Pero el mismo comandante Joab "tomó tres dardos en la mano y los clavó en el corazón de Absalón que había quedado colgado entre el cielo y la tierra trabado en la rama de una encina.
Dos mensajeros corren  a anunciar al rey la victoria. Pero la preocupación de David está muy lejos de este anuncio:
¿Está bien el joven Absalón?
El primer mensajero intuyó el drama del padre y evita, con mucha delicadeza responder a aquella respuesta embarazosa: "..... yo... vi un gran tumulto, pero.... no sé qué era....."
El segundo, sin embargo, que es un bruto mercenario etíope,  le espeta despiadadamente la verdad: "Que suceda, como a ese joven, a todos los enemigos de mi señor el rey..."Entonces el rey se estremeció, subió a la estancia y rompió a llorar. Decía entre sollozos: ¡Hijo mío Absalón; hijo mío, hijo mío" (2 Sam 19, 1).
En ese momento David descubre la respuesta de Dios a su  pregunta angustiosa.
"No se trata ni de cólera ni de venganza. En realidad, más allá del descorazonamiento y del miedo frente a lo que ha sido la perversidad del hijo, reencuentra en sí mismo algo más profundo: un poder creador de bondad y misericordia, de sentimientos de  infinito afecto".
Dios quiere la vida. Él, que es padre, que es amor infinito, ciertamente me ha perdonado, ha borrado en su corazón mi vergonzosa infidelidad.
David decía: "Quien me diera haber muerto en tu lugar...". Lo que David no puede hacer, Dios lo hará en la persona de su hijo.
Morirá en ves de morir nosotros. Para darnos la vida.


CITA CON EL PERDÓN. Aquel que no está en su puesto

En las primeras páginas de la Biblia resuena, inquietante, una pregunta:
- Adán, ¿dónde estás?
El "rey del universo", apenas entronizado, no se deja encontrar en su puesto.
El hombre no está donde debería.
Este es el pecado.
Adán ha ido a esconderse. No se deja encontrar en el momento de la cita con Dios. Rechaza el encuentro, el diálogo, la amistad. Da la espalda al amor.
El pecado es una corrupción de la persona. Pecar no solo significa hacer el mal, sino hacerse el mal.
El pecado impide nuestra realización.
El pecado es una perfecta locura. Por eso al pecador se le define sin muchos miramientos con una palabra: "necio".
La necedad de quien no se deja encontrar allí donde debería estar.
La locura de quien se engaña pensando que la mejor manera de alcanzar la meta consiste en esconderse.
La tontería de quien cree alcanzar todo, escogiendo la nada.


No tengas piedad de mi. Oh Dios. Cita con el perdón

Natán cuenta la historieta (2 Sam 12, 1-7) del ricachón que lleva a cabo aquel vergonzoso abuso contra un pobre hombre. Y mientras lo cuenta observa las reacciones del rey, quien, según lo va oyendo contar, se va excitando, escandalizando, enfurenciendo cada vez más. Natán, muy hábilmente, calibra los matices de la fábula hasta provocar en David la mayor indignación. Y cuando el rey grita toda su indignación, le señala implacablemente con el dedo y le dice:
-¡Eres tú!

La Palabra de Dios es esencialmente reveladora del pecado. Mi pecado.
Yo, habituado a perderme en las justificaciones, atenuantes, explicaciones cómodas.
Yo, empeñado en descubrir la culpa de los otros y en manifestar mi escándalo.
Yo, dispuesto siempre a minimizar mis faltas hasta hacerlas invisibles, pero volver gigantezcas las de los otros.

Pero en un momento llega la Palabra y me inmobiliza.
-¡Eres tú!
El culpable eres tú y no el otro
Es tu pecado no el del prójimo.
Si quiero descubrir la grandeza del perdón de Dios, debo aceptar antes que nada, dejar echarme en cara, por su palabra. No se puede gustar del perdón, si no se toma lúcidamente conciencia de la propia culpa.
Ten misericordia de mi, ¡Oh Dios! (Salmo 50,1).
Si, ten misericordia de mi, no teniendo ninguna misericordia en revelarme mi pecado.
Solo captando mi pecado como enormidad podré descubrir laenormidad de tu misericordia y de tu perdón.

Mirad: ayunáis entre riñas y disgustos, dando puñetazos sin piedad. (Is 58, 4)

En nombre de la mortificación, a veces, se pueden fomentar las más descardas perezas y contrariedades mentales.
Las personas aparentemente más "devotas" son con frecuencia hábiles para escoger aquellas penitencias que les gustan o también aquellas menos oportunas.
Ayer se reflexionaba en que el prójimo debe beneficiarse de nuestras privaciones si queremos que nuestras mortificaciones sean gratas a Dios. Ahora podemos completar ; hacia el prójimo más próximo, o sea la familia, la comunidad debe beneficiarse de nuestras prácticas penitenciales.
Una persona mortificada debe "dar muerte" a su egoísmo, al propio "yo" dividido, a los propios cambios de  humor, a la propia avidez y prepotencia, pequeñeces, envidias y aportar al ambiente donde se mueve: alegría, paz, serenidad, confianza y compasión de la miseria de los otros.

Dos preguntas muy simples: ¿Cuál es la aportación que hoy decides prestar con tus mortificaciones al clima, a la serenidad del ambiente en el que vives?

¿No has pensado alguna vez que la mortificación puede ser el precio doloroso a pagar en favor del buen tiempo en tu familia, trabajo o comunidad?



TIEMPO SEÑALADO

En estos dos días cumplidos de la Cuaresma, he vivido una inundación de temas, talleres, propósitos, que no me permiten olvidar que estamos en este tiempo fuerte. Eso me alegra y me ayuda... es bueno vivir inmersa en las cosas de la fe. Conocer lo que el Papa dice de la Cuaresma, hacer un taller on line, orar con la mente puesta en el camino que nos lleva a la Pascua hace que el espíritu se ensanche. Sin embargo, con toda esta palabrería no he podido expresar este sentimiento de estar viviendo la Cuaresma y encontré en el blog del Padre Fortea este párrafo:

"En estos próximos días deseo que el tiempo se convierta en una realidad presente, una realidad sagrada, en un tiempo disverso del tiempo, un tiempo señalado, peculiar, lleno de gracia. La gracia de la conversión, la gracia de desear hacer penitencia, aunque sea pequeña, a la medida de nuestra debilidad".

Eso quiero yo también.


ALGO DE LA MORTIFICACIÓN

La mortificación para quien quiera tomar en serio a Cristo, es siempre actual. No puede desaparecer impunemente de la vida cristiana.
La mortificación no es una especie de faquirismo ni atletismo religioso, atletismo que parece querer llamar la atención de Dios sobre  nuestras hazañas, como diciéndole "¡Mira lo valiente que soy!.
No olvidemos que la esencia del cristianismo consiste en lo que Dios ha hecho por nosotros y no en lo que nosotros hemos hecho por Dios.
La mortificación está en función de la vida, Está al servicio del desarrollo del hombre.
Mortificación quiere decir "dar muerte" a todo lo que en nosotros obstaculiza la vida, bloquea su plenitud.
Con la mortificación elimino todo lo que me impide ser yo mismo, y esta operación, por supuesto, no es sin dolor.
En suma, una persona que acepta la mortificación, es una persona que ama la vida. Se mortifica porque tiene ansia de vivir. Solo cuando la vida pase de moda, podremos aventurarnos a quitar de la escena la mortificación.


CITA CON LA VIDA

Mas que explicar que es el Miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma, quisiera volver sobre una reflexión que siempre me ha gustado mucho. Es de un libro de Alessandro Pronzato, se llama el Acoso de Dios y va dando día tras día una reflexión de la Cuaresma, iniciando, claro está con el Miércoles de Ceniza. y dice: Cita con el polvo....es cita con la vida.
Por eso, este miércoles que viene, ya tan cerca estamos, tenemos una cita a la que no nos conviene faltar:

 Todo, pues, comienza de nuevo.
Puedo ser "nuevo" si acepto no el...fin, sino el principio.
No el montoncito de ceniza de la tumba.
Sino el puñado de tierra en las manos del artífice. El poco de tierra dispuesta a recibir el "aliento". Y convertirse así, de nuevo en un "viviente"
La cita, pues, con la ceniza, es fundamentalmente la cita con la vida.

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