domingo, 6 de abril de 2014

Arrepentimiento, Confesión Sacramental

 El Papa Francisco recibió el 28 de marzo en el Aula de las Bendiciones a 600 participantes en el curso anual del foro interno de la Penitenciaría Apostólica. Desde hace 25 años ese dicasterio ofrece, sobre todo a los sacerdotes recién ordenados y diáconos, este curso para contribuir a la formación de buenos confesores.

La confesión, experiencia de perdón y misericordia 

El Papa Francisco confesando durante la JMJ de 2013, en Río (Brasil)
El Papa Francisco confesando durante la JMJ de 2013, en Río (Brasil)
El Papa recordó que “el protagonista del ministerio de la reconciliación es el Espíritu Santo. El perdón que el sacramento confiere es la vida nueva transmitida por el Señor Resucitado a través de su Espíritu… Por lo tanto, están llamados a ser siempre ‘hombres del Espíritu Santo, testigos y anunciadores, alegres y fuertes, de la resurrección del Señor’”.

Además, aconsejó a los sacerdotes que “es necesario trabajar sobre nosotros mismos, sobre nuestra humanidad, para que no representemos nunca un obstáculo sino para que favorezcamos siempre el acercamiento a la misericordia y al perdón. ¡La confesión no es un tribunal de condena, sino una experiencia de perdón y misericordia!”.

Por último, Francisco, se refirió a las dificultades que, con frecuencia, encuentra la confesión. “Las razones son tantas, sea históricas como espirituales. Sin embargo, sabemos que el Señor quiso regalar este don inmenso a su Iglesia, ofreciendo a los bautizados la seguridad del perdón del Padre”.

Por eso, concluyó el Papa, es muy importante que en todas las diócesis y comunidades parroquiales se preste mucha atención a la celebración de este sacramento de perdón y salvación. Es importante que en todas las parroquias los fieles sepan cuándo pueden encontrar disponibles a los sacerdotes: cuando hay fidelidad, se ven los frutos”.

El confesonario puede ser un "lugar" real de santificación 

Benedicto XVI junto a los confesionarios de la JMJ de Madrid
Benedicto XVI junto a los confesionarios de la JMJ de Madrid
Como señala la nueva versión del Directorio para el Ministerio y la vida de los presbíteros, "No podemos olvidar que «la fiel y generosa disponibilidad de los sacerdotes a escuchar las confesiones, a ejemplo de los grandes santos de la historia, como san Juan María Vianney, san Juan Bosco, san José María Escrivá, san Pío de Pietrelcina, san José Cafasso y san Leopoldo Mandić, nos indica a todos que el confesonario puede ser un “lugar” real de santificación»"(Discurso a los participantes en el Curso promovido por la Penitenciería Apostólica el 25 de de marzo de de 2011). 

Ajustar el corazón contrito en la confesión

El Fundador del Opus Dei se dedicó con generosidad al ministerio sacerdotal. Recordaba cómo había confesado a miles de niños en las barriadas de Madrid. Un reciente artículo de la revista Studia et Documenta refleja cómo en los años 30 san Josemaría pasaba pasaba muchas horas en el confesonario para atender a los enfermos hospitalizados en el Patronato de Enfermos, del que era capellán, y a los pobres que eran asistidos de diversas necesidades ese día. Además, los domingos confesaba a niños y a niñas, alumnos de las múltiples escuelas próximas al patronato, que asistían a las Misas que durante la mañana se celebraban para ellos en la iglesia.

El amor a este sacramento se ve también en sus escritos. "¡Adelante, pase lo que pase! Bien cogido del brazo del Señor, considera que Dios no pierde batallas. Si te alejas de El por cualquier motivo, reacciona con la humildad de comenzar y recomenzar; de hacer de hijo pródigo todas las jornadas, incluso repetidamente en las veinticuatro horas del día; de ajustar tu corazón contrito en la Confesión, verdadero milagro del Amor de Dios. En este Sacramento maravilloso, el Señor limpia tu alma y te inunda de alegría y de fuerza para no desmayar en tu pelea, y para retornar sin cansancio a Dios, aun cuando todo te parezca oscuro." (Amigos de Dios, 214)
San Josemaría dedicó muchas horas a escuchar confesiones
San Josemaría dedicó muchas horas a escuchar confesiones

"La vida humana es, en cierto modo, un constante volver hacia la casa de nuestro Padre. Volver mediante la contrición, esa conversión del corazón que supone el deseo de cambiar, la decisión firme de mejorar nuestra vida, y que —por tanto— se manifiesta en obras de sacrificio y de entrega. Volver hacia la casa del Padre, por medio de ese sacramento del perdón en el que, al confesar nuestros pecados, nos revestimos de Cristo y nos hacemos así hermanos suyos, miembros de la familia de Dios." (Es Cristo que pasa, 64)

No hay comentarios: