domingo, 22 de diciembre de 2013

VIRGEN MARÍA: El Beato Juan Pablo II y la Virgen del Pilar


Queridos amigos y hermanos del blog: la Santísima Virgen del Pilar de Zaragoza tiene el honor de ser la primera de las apariciones marianas de la historia. De acuerdo con la tradición, el día 2 de enero del año 40, la Virgen Santísima se apareció en carne mortal al apóstol Santiago y a un grupo de convertidos que se hallaban orando a orillas del Ebro. Ahí les manifestó su deseo de que se le diese culto para siempre en aquel lugar. Santiago y sus compañeros construyeron una capilla, siendo por tanto, el primer templo construido en honor de la Virgen María. 

Conviene subrayar que, a diferencia de otras apariciones marianas, se trata de una aparición singular y única en la historia, ya que tuvo lugar cuando la Virgen todavía vivía en carne mortal. De ahí que con razón la liturgia del 2 enero, fiesta de la Venida de la Virgen, proclame: "con ninguna nación hizo cosa semejante". El Papa Clemente XII estableció la fecha del 12 de Octubre para la festividad de la Virgen del Pilar. 

El Beato Juan Pablo II y la Virgen del Pilar

El hoy Beato Papa Juan Pablo II, ha proyectado su mirada hacia el Pilar de Zaragoza en solemnes ocasiones. Una de ellas fue desde Roma, cuando, con ocasión del VIII Congreso Mariológico y XV Mariano Internacionales, celebrados en la ciudad del Ebro, envió un mensaje radiotelevisado el 12 de octubre de 1979.

Naturalmente en esa ocasión el tono general del discurso se acomoda al tema de los Congresos, uno en relación con el culto a la Santísima Virgen (siglo XVI) y otro, el Mariano, en torno a María y a la misión de la Iglesia. Ello no obstante, el Papa no puede menos de evocar la figura de la Virgen del Pilar como centro de la devoción mariana de España:
 
«Es para mí motivo de gran satisfacción asociarme, como en una única demostración de gratitud y afecto filial hacia la Madre de Dios, con todos cuantos os habéis reunido estos días en Zaragoza, en torno a la Virgen del Pilar.... un saludo especial y entrañable quiero dirigir hoy a todos los hijos de la noble nación española, cuya distinguida piedad mariana y cuyo fervor por cuanto significa honor para la Madre de Dios tienen pulsación propia, desde época inmemorial... En efecto, desde los primeros siglos del Cristianismo aparece en España el culto a la Virgen, como consta por algunos monumentos de la antigüedad de los que se conservan preciosos testimonios...

Esta devoción mariana no ha decaído a lo largo de los siglos en España, que se reconoce corno "tierra de María". Los numerosos santuarios diseminados como hitos de luz por todas las regiones españolas, cuyo símbolo es en estos momentos la basílica del Pilar, son todavía testigos de la fe viva y de la devoción del pueblo español a la Virgen María, así como su expresión de vida cristiana que yo, como Supremo Pastor y Sucesor de San Pedro, quiero bendecir y alentar... »

Una segunda oportunidad fue mucho más entrañable y significativa. El Santo Padre, con motivo de su visita pastoral a España, en otoño de 1982, vino personalmente a Zaragoza, para postrarse ante la Virgen del Pilar (6 de noviembre). La importancia que el Papa otorgaba a la devoción pilarista se subraya por tres rasgos singulares. En primer lugar, él mismo destaca que viene como primer Papa peregrino al Pilar, reservando para ese día su mensaje mariano nacional, del que más adelante recogeremos algunos párrafos; en segundo lugar, aprovecha la circunstancia de coincidir su peregrinación al Pilar en sábado para rezar, arrodillado en la plaza de la basílica, el Santo Rosario; finalmente, después de postrarse y orar devotamente ante la imagen misma, que se venera en la Santa Capilla, como gesto de su profunda esclavitud mariana, depositó a los pies de la Señora su blanco solideo y entregó como ofrenda y recuerdo un bellísimo rosario. En página miniada del libro de oro de la basílica dejó estampada su firma.

He aquí las frases del mensaje mariano que hacen relación más expresa al Pilar:

«Los caminos marianos me traen esta tarde a Zaragoza. En su viaje apostólico por tierras españolas, el Papa se hace hoy peregrino a las riberas del Ebro. A la ciudad mariana de España. Al santuario de Nuestra Señora del Pilar.

Veo así cumplirse un anhelo, que ya antes deseaba poder realizar, de postrarme como hijo devoto de María ante el Pilar sagrado, para rendir a esta buena Madre mi homenaje de filial devoción y para rendírselo unido al Pastor de esta diócesis, a los otros Obispos y a vosotros, queridos aragoneses, riojanos, sorianos y españoles todos, en este acto mariano nacional.

Peregrino hasta este santuario, como en mis precedentes viajes apostólicos...

De estos santuarios y de todos los otros no menos venerables, donde os unís con frecuencia en el amor a la única Madre de Jesús y nuestra, es hoy un símbolo que nos congrega en Aquélla a quien, desde cualquier rincón de España, todos llamáis con el mismo nombre: Madre y Señora nuestra.

Siguiendo a tantos millones de fieles que me han precedido, vengo como primer Papa peregrino al Pilar, como signo de la Iglesia peregrina de todo el mundo, a ponerme bajo la protección de nuestra Madre, a alentaras en vuestro arraigado amor mariano, a dar gracias a Dios por la presencia singular de María en el misterio de Cristo y de la Iglesia en tierras españolas, y a depositar en sus manos y en su corazón el presente y futuro de vuestra nación y de la Iglesia en España.

El Pilar y su tradición evocan para vosotros los primeros pasos de la evangelización de España.

Aquel templo de Nuestra Señora que, al momento de la reconquista de Zaragoza, es indicado por su Obispo como muy estimado por su antigua fama de santidad y dignidad; que ya varios siglos antes recibe muestras de veneración, halla continuidad en la actual basílica mariana. Por ella siguen pasando muchedumbres de hijos de la Virgen, que llegan a orar ante su imagen y a venerar el Pilar bendito.

Esa herencia de fe mariana de tantas generaciones ha de convertirse no sólo en recuerdo de un pasado, sino en punto de partida hacia Dios. Las oraciones y sacrificios ofrecidos, el latir vital de un pueblo, que expresa ante María sus seculares gozos, tristezas y esperanzas, son piedras nuevas que elevan la dimensión sagrada de una fe mariana.

Porque en esa continuidad religiosa, la virtud engendra nueva virtud. La gracia atrae gracia. Y la presencia secular de Santa María va arraigándose a través de los siglos, inspirando y alentando a las generaciones sucesivas. Así se consolida el difícil ascenso de un pueblo hacia lo alto...

El Pilar de Zaragoza ha sido siempre considerado como el símbolo de la firmeza de fe de los españoles... »

El discurso lo termina con una fervorosísima plegaria en que confía a la Santísima Virgen del Pilar todas sus preocupaciones apostólicas respecto de España y que desde esa fecha es la oración oficial que todas las tardes se reza ante la venerada imagen.




ORACIÓN A LA 
VIRGEN SANTÍSIMA DEL PILAR
ESCRITA POR EL 
BEATO JUAN PABLO II

Doy fervientes gracias a Dios por la presencia singular de María en esta tierra española donde tantos frutos ha producido. Y quiero encomendarte, Virgen Santísima del Pilar, España entera, todos y cada uno de sus hijos y pueblos, la Iglesia en España, así como también los hijos de todas las naciones hispánicas.

¡Dios te salve, María, Madre de Cristo y de la Iglesia!

¡Dios te salve, vida, dulzura y esperanza nuestra!

A tus cuidados confío las necesidades de todas las familias, las alegrías de los niños, la ilusión de los jóvenes, los desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos y el sereno atardecer de los ancianos.

Te encomiendo la fidelidad y abnegación de los ministros de tu Hijo, la esperanza de quienes se preparan para ese ministerio, la gozosa entrega de las vírgenes del claustro, la oración y solicitud de los religiosos y religiosas, la vida y el empeño de cuantos trabajan por el Reino de Cristo.

En tus manos pongo la fatiga de quienes trabajan con las suyas; la noble dedicación de los que transmiten su saber y el esfuerzo de los que aprenden; la hermosa vocación de quienes con su conciencia y servicio alivian el dolor ajeno; la tarea de quienes con su inteligencia buscan la verdad.

En tu Corazón Inmaculado dejo los anhelos de quienes, mediante los quehaceres económicos procuran honradamente la prosperidad de sus hermanos; de quienes, al servicio de la verdad, informan y forman rectamente la opinión pública; de cuantos, en la política, en la milicia, en las labores sindicales o en el servicio del orden ciudadano prestan su colaboración honesta en favor de una justa, pacífica y segura convivencia.

Virgen Santísima del Pilar: aumenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad.

Socorre a los que padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo.

Fortalece a los débiles en la fe. Fomenta en los jóvenes la disponibilidad para una entrega plena a Dios.

Protege a España entera y a sus pueblos, a sus hombres y mujeres.

Asiste maternalmente, oh María a cuantos te invocan como Patrona de la Hispanidad. Así sea.

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