viernes, 27 de diciembre de 2013

IGLESIA HOY: Histórico encuentro entre el Papa Francisco y Benedicto XVI




Un gran abrazo fraternal, oración en la capilla, regalo de una imagen de la Virgen de la Humildad, y largo diálogo en la biblioteca

 

En un escueto comunicado, porque se trata de una entrevista estrictamente privada, como subrayaban tanto la Radio Vaticana como la Sala de Prensa de la Santa Sede, se informaba esta mañana de la prevista visita del papa Francisco a su predecesor el papa emérito Benedicto XVI. Al final, ante la inmensa expectación creada en la plaza de Castel Gandolfo con gentes e informadores de todo el mundo, el portavoz vaticano tuvo que contar todo lo contable que, excepto el diálogo privado entre ambos papas, fue casi todo.

A las 11,45 de esta mañana, en una hermosa mañana romana de sol, el santo padre Francisco dejó la Domus Sanctae Marthae --su actual residencia mientras acaban los arreglos en su apartamento en el Palacio Apostólico--, y se trasladó al helipuerto vaticano, desde donde partió poco después de mediodía para realizar la anunciada visita al papa emérito Benedicto XVI, en Castel Gandolfo.

Su santidad Benedicto XVI vive en la residencia veraniega de los papas temporalmente, en medio de la estima y el afecto de los castellani (castellanos), los habitantes de esta zona de los Castillos romanos, a unos treinta kilómetros al sur de Roma, mientras acaban también las obras que se realizan en el monasterio al que se retirará definitivamente, dentro del recinto de la Ciudad del Vaticano.

Tras un vuelo de veinte minutos, el santo padre Francisco aterrizó en el helipuerto de las Villas pontificias de Castel Gandolfo, acogido por el papa emérito Benedicto XVI. Estaban presentes monseñor Marcello Semeraro, obispo de Albano, y Saverio Petrillo, director de las Villas pontificias. El santo padre y el papa emérito se trasladaron juntos en automóvil al Palacio Apostólico para mantener el encuentro privado en la biblioteca y, a continuación, la comida. A primeras horas de la tarde, tras almorzar, el papa Francisco se trasladó de nuevo al helipuerto de Castel Gandolfo, acompañado de nuevo por su santidad Benedicto XVI, que lo quiso acompañar hasta el último momento, y regresó a El Vaticano. Este era el escueto comunicado vaticano. Pero hubo que contar más, porque la plaza, la prensa lo pedía.

La multitud cada vez más numerosa arracimada ante el palacio de Castel Gandolfo, acostumbrada a las estancias veraniegas de los papas, que se asoman al balcón y les saludan, esperaba ver a los dos papas juntos. Sin embargo, tanto el portavoz padre Lombardi como los locutores de la Radio Vaticana subrayaron que es una señal de respeto hacia el papa emérito el haber dejado pasar la jornada en la más estricta intimidad.

La plaza estaba a rebosar de fieles, peregrinos y turistas, en una hermosa jornada primaveral de la campiña romana. Según Radio Vaticana, había gran emoción y curiosidad, expectación e incluso en algunos perplejidad, al sumarse a lo que sabían un evento histórico sin conocer mucho más, pero contagiados de un fervor que de vez en cuando coreaba el nombre del papa: ¡Francisco, Francisco!.

Un señor, llegado de Salerno estaba en la plaza, según sus palabras, “por casualidad”. Es la primera vez que viene y tenía la esperanza de ver al papa Francisco. La plaza, cada vez más de bote en bote. “Para nosotros –decía este señor a Radio Vaticana- es una emoción fuerte aunque no somos muy proclives a estas manifestaciones”. Le preguntan si es solo curiosidad, y responde: “No curiosidad. Alegría inmensa. El papa es una figura muy válida por su significado. Es un digno heredero. Se ha realizado una justa transmisión del papado”.

Muchos de los asistentes no hablan italiano y la locutora se las ve y se las desea para encontrar a alguien de lengua nativa. Un joven, pescado al paso, se queda bastante cortado, pero los que dice es bien expresivo: “Lo veo como una persona muy positiva. Ha sido el primero que ha logrado hacerme venir aquí”.

Al final, los periodistas ven colmado su deseo y se vuelven a sus sedes con algo más que contar que el escueto comunicado vaticano. Una rueda de prensa improvisada en medio del gentío. Desde que asumió el pontificado, el papa Francisco no ha dejado de pedir oraciones con gratitud hacia su predecesor, cuenta Lombardi. La curiosidad de los medios es infinita e insaciable, y el jesuita portavoz tiene que contar todo lo contable, que es bastante. Ha recordado que el papa Francisco había telefoneado dos veces a Benedicto XVI, una el día de su elección y otra en el día de su santo, san José para felicitarle.

Rememora también que Benedicto XVI había dicho en su despedida a los cardenales: “Entre ustedes, en el Colegio de Cardenales, está también el futuro papa al que ya hoy prometo mi incondicional reverencia y obediencia”.

Según relata el padre Lombardi, que estaba presente, los dos papas se dieron un gran abrazo apenas Francisco descendió del helicóptero. El portavoz había ya hecho su crónica telefónica a la página vaticana, acompañada de la foto del abrazo. Y repitió lo mismo. Estaba acompañado el papa Francisco por el sustituto monseñor Becciu, por monseñor Sapienza y por monseñor Alfred Xuereb. La Santa Sede prometió tres imágenes del encuentro: el abrazo entre ambos, rezando en la capilla, y el inicio del coloquio en la biblioteca, con el regalo de la imagen de Nuestra Señora, llevada por el papa, la Virgen de la Humildad.

Sí contó que, al llegar a la capilla, el papa emérito quiso ceder el puesto al visitante pero este rehusó diciendo: “Somos hermanos”, y al final se arrodillaron ambos en el mismo banco para rezar.

Los periodistas querían conocer qué tratamiento hubo entre ambos, ya que la imaginación popular había jugado con la escena de uno que se arrodillara ante el otro, o cosas por el estilo. Pero el padre Lombardi dijo que no hubo muchas formalidades, sencillamente se abrazaron al encontrarse. Contó que Benedicto XVI esta vestido sencillamente con sotana blanca, sin faja y sin mantelina. Hacia las 12,30 se encaminaron los dos hacia la biblioteca. Y a las 13,15 empezó el coloquio privado que duró unos 45 minutos.

En la comida participaron los dos secretarios monseñor Georg Gänswein, prefecto de Casa Pontificia, y monseñor Xuereb. Tras breves saludos a los acompañantes y otros presentes, Francisco y Benedicto XVI se subieron al coche junto a monseñor Gänswein.

Periodistas de todo el mundo seguían esperando en la plaza para transmitir la imagen histórica. Dos papas que se abrazan, saludan juntos, y han protagonizado una sucesión ejemplar. Inédito. Pero no pudo ser. Esta vez, se respetó la intimidad del papa emérito. La imagen de los dos abrazados en el helipuerto es sin embargo muy expresiva.

Para dar algo a los oyentes, la periodista de Radio Vaticana se las arregló para entrevistar a la alcaldesa de la villa pontificia, Milvia Monachesi, que se mostró emocionada. Ya sabía que el papa no tenía previsto saludar al exterior pero subrayaba que lo había soñado hasta el último momento. Sin embargo, añadió: “Estamos aquí para testimoniar nuestra cercanía espiritual a Benedicto XVI y al papa Francisco. Son dos papas revolucionarios que se unen a Juan Pablo II. Y estan cambiando el curso de la historia en mejor. Manifestó su respeto a Benedicto XVI y un deseo de intimidad “más que legítimo”. Pero dijo que al papa Francisco esperan “verlo volver para acogerlo como a los otros papas”.

Sobre el papa Bergoglio, la alcaldesa dijo, como mujer, alcaldesa y cristiana, que se “esperaba un papa capaz de evangelizar y devolver lo valores verdaderos del evangelio de Jesús”. “Ha superado mis expectativas --subrayó- por su sencillez y humildad. También Benedicto XVI ha dado una enseñanza a todo el mundo, es un grandísimo regalo para Castel Gandolfo y queremos hacerle sentir nuestro afecto”.

Sobre la reacción en la población local, la alcaldesa contó que Benedicto XVI, como no podía se menos, es el centro de las comidillas del pueblo: se habla a menudo de cómo está, si está dando un paseo, si se está recuperando... Al mismo tiempo, dijo que hay una gran expectación por el nuevo papa. Mientras la plaza coreaba de nuevo: “¡Francisco, Francisco!” la alcaldesa confesó que un efecto inmediato de este pontífice es que “todos nos sintamos hermanos como decía san Francisco de Asís”, y recordó las frases del himno a las criaturas del santo más amado por el mundo. Hasta una joven, que se dijo protestante, contagiada del ambiente de la plaza, declaró: “Estoy muy emocionada de ver como todos están aquí esperando al papa”.

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