jueves, 26 de diciembre de 2013

El Llanto de Dios




En nuestras vidas cotidianas podemos ver, según nuestras acciones, y si lo deseamos la alegría o tristeza de Dios. El hombre tiene una idea impuesta en su vida, justificar su pecado, por ello no permite la acción de Dios en su vida. Si tomamos este concepto como punto de partida en nuestra vida, entonces estaremos abriendo una puerta para nuestra verdadera y definitiva comprensión.

A esto debemos sumar la siguiente pregunta ¿cual es el propósito de Dios en mi vida? El único propósito de Dios es nuestra felicidad, una felicidad que comienza aquí y ahora, Dios no es quien la posterga, sino nosotros mismos manteniéndonos firmes en un pecado que nos daña, nos aleja de la Gracia de Dios y nos convierte en seres tristes, derrotados y mediocres.

Si yo justifico o busco que mis pecados sean justificados, incluso en la confesión, entonces jamás podré recibir el verdadero propósito de Dios en mi vida. Cuando Satanás se sublevo contra Dios, Dios no dudo en condenarlo.

El que fue su primera criatura, su Ángel predilecto dejándose ganar por la vanidad y la soberbia, se revelo contra su Creador, situación que lo convierte automáticamente en enemigo de Dios, no porque Dios deseara, sino por el pecado que el mismo Satanás como Ángel permitió que le invadiera.

¿Cuanto más no nos condenaría Dios nuestros pecados también a nosotros? El llanto de Dios puede verse reflejado en nosotros mismos, ya que Creados a imagen y semejanza de Dios, el pecado nos torna tristes, poco amigables, solitarios, depresivos, en pocas palabras, en cada situación que hoy nos hace ver como personas que no sabemos convivir con nuestros hermanos.

Cuando no estamos conformes con nuestras vidas, en la realidad es ahí cuando Dios se nos manifiesta a través de nuestras acciones para hacernos un llamado de atención de que en algo estamos fallando y por ello el resultado es nuestra inconformidad con nosotros mismos y con nuestras situaciones.

Muchas veces el hombre busca en todos lados la respuesta de Dios, una respuesta visible y evidente, y no somos capaces de ver en nosotros mismos esa respuesta que a gritos nos pide un cambio de actitudes. También muchas veces justificándonos, o buscándonos justificar es cuando vemos en los demás las fallas, fallas que muchas veces cometemos también pero que en nosotros no las vemos y en los demás si. Mi verdadero cambio, transformación o conversión comenzara cuando en verdad no justifique mis acciones poniéndome como victima, sino reconociendo que a través de dichas acciones en realidad es a Dios a quien victimizo y que El solo desea que revea mi situación para que las cambie y logre así salir de mis estados de desesperación y tristeza.

Jesús nos indica de que la verdad nos hará libres, muchas veces buscamos que los demás actúen con verdad, pero en realidad lo que Jesús desea es que cada quien actúe con verdad, de esta forma si yo actúo con verdad entonces el cambio podrá producirse. Justificar el pecado es lo que Satanás deseo, y aun así su condena fue irreversible, ¿porque estaríamos exceptuados de lo mismo?, la ventaja que tiene el hombre con respecto a en este caso Satanás, es que el hombre alcanza la Misericordia de Dios cuando reconoce su falta de Gracia y por todos los medios decide volver a ella y perdurar. Satanás en cambio nunca alcanzara esa Gracia porque el deliberadamente así lo decidió.

Hermano, hermana, Dios llora por ti cada vez que siendo necio sigues tu camino sin dejar que El lo guíe, incluso cuando le pides señales evidentes las cuales siempre da, pero que no siempre quieres verlas como tales, sino que buscas justificarte. Así como un niño que busca justificar su travesura, en distinta magnitud queremos justificar lo injustificable, es por ello que urge por la salvación de cada quien, poner nuestra alma en un verdadero orden.

Ser verdaderos con nosotros mismos nos indicara fácilmente el camino a seguir, la gran mayoría sabemos y distinguimos perfectamente nuestros pecados, pero nuestra necedad no quiere dejárnoslo ver. De nosotros depende de esa eternidad con Dios o esa eternidad sin El, como Satanás.

Este mensaje ha sido inspirado después de haber estado en Oración, no intenta ser un juicio personal contra nadie, sino más bien una orientación para encontrarnos verdaderamente con nosotros mismos y en nosotros con Dios.

Que Dios en Su Amor te bendiga y te acompañe siempre. Dios este contigo.

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