sábado, 21 de diciembre de 2013

CATEQUESIS PAPA: "A rezar, trabajar y sufrir por la Iglesia, sin abandonarla ni traicionarla"


 Un miércoles más, Benedicto XVI ha presidido esta mañana en el Aula Pablo VI del Vaticano, ante unos 9 mil fieles y peregrinos, la habitual Audiencia General cuya catequesis ha dedicado a San Anselmo, monje benedictino del siglo XI, teólogo, gran defensor de la Inmaculada Concepción de María y filósofo. Se le recuerda, además por ser uno de los padres de la escolástica. Fue canonizado en 1494 y proclamado Doctor de la Iglesia en 1720. El Papa ha señalado que “precisamente este año estamos celebrando el noveno centenario de la muerte de San Anselmo, nacido en la ciudad de Aosta, en el año 1033”.

Benedicto XVI ha invitado a los pastores y a los fieles a "rezar, trabajar y sufrir" por la Iglesia, y a "no abandonarla jamás o traicionarla, como hizo san Anselmo de Aosta". “Fue un monje de vida espiritual intensa, un teólogo de grandes capacidades y un defensor de la libertad de la Iglesia” ha señalado el Pontífice. Se formó en la Abadía benedictina de Bec, en Normandía y fue nombrado Prior y Maestro de la escuela claustral, donde demostró ser “un excelente educador de los jóvenes”. Algunos años más tarde de su elección como Abad de Bec fue llamado a Canterbury para instruir también a los monjes y ayudar a la comunidad eclesial.

En 1093 fue elegido Arzobispo de Canterbury. “La claridad y el rigor lógico de su pensamiento tuvieron siempre como finalidad elevar el espíritu a la contemplación de Dios”. “San Anselmo -ha recordado el Papa- afirmaba con firmeza que aquellos que quieren estudiar teología no sólo han de contar con su propia inteligencia, sino que deben también cultivar una profunda experiencia de fe”. El santo monje medieval defendió ante los reyes ingleses de la época la independencia de la Iglesia del poder temporal, lo que le costó el exilio. “Que el amor por la verdad y la constante sed de Dios que han marcado la existencia de San Anselmo -ha dicho Benedicto XVI- sean para todos los cristianos un estímulo para buscar sin cesar una unión siempre más íntima con Cristo”.

Luego, el Papa tras su catequesis en lengua italiana, como ya es habitual, ha hecho una síntesis en distintas lenguas. Estas han sido sus palabras en español: “Queridos hermanos y hermanas: San Anselmo nació en Aosta en el seno de una familia noble. De su madre recibió una profunda formación humana y cristiana. Guiado por Lanfranco de Pavía, prior de la abadía benedictina de Bec, estudió con diligencia las disciplinas eclesiásticas. Allí abrazó la vida monástica y fue ordenado sacerdote, siendo posteriormente elegido abad de esa comunidad. Cuando Lanfranco de Pavía fue designado Arzobispo de Canterbury, pidió a Anselmo que lo ayudara en su tarea pastoral, ya que esa comunidad pasaba una difícil situación tras la invasión de los normandos. San Anselmo trabajó en esa diócesis fructuosamente y se ganó la estima de todos. Fue nombrado sucesor de Lanfranco al frente de esa Sede episcopal, a la que se dedicó con todas sus fuerzas, defendiendo valientemente la independencia de la Iglesia del poder temporal, lo cual le costó el exilio. Cuando pudo regresar a Canterbury, se consagró a formar a su clero y al cultivo de la teología. Murió en el año mil ciento nueve.

Tras la alocución en español Benedicto XVI también ha saludado a los peregrinos polacos presentes en la Audiencia General, de manera especial a los becarios de la Fundación Vaticana Juan Pablo II. Y se ha unido “espiritualmente a las familias de las víctimas y a los heridos de la catástrofe”, ayer, en la Mina de Wujek-Slask en la que perecieron 15 trabajadores. “A todos confío en la oración a la Divina Misericordia. Para los difuntos imploro el descanso eterno, para los heridos la curación y para todos los familiares y amigos el don de la fuerza que proviene de la fe. Dios proteja de símiles tragedias a todos los trabajadores. A todos os deseo fortaleza de ánimo”.

Finalmente, como siempre el último pensamiento del Papa en la audiencia lo ha dedicado a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. “El testimonio de fe y de caridad que animó a San Pío de Pietrelcina, cuya memoria litúrgica recordamos hoy, -ha dicho- os anime a vosotros queridos jóvenes, a proyectar vuestro futuro como un generoso servicio a Dios y al prójimo. Os ayude a vosotros, queridos enfermos, a experimentar en el sufrimiento el apoyo y el consuelo de Cristo Crucificado. Y os estimule a vosotros, queridos recién casados, a conservar en vuestra familia una constante atención por los pobres. Que el ejemplo de este santo, tan popular, sea en fin para los sacerdotes, en este Año Sacerdotal, y para todos los cristianos una invitación a confiar siempre en la bondad de Dios, acercándose y celebrando con confianza el Sacramento de la Reconciliación del que el santo del Gargano, incansable dispensador de la misericordia divina, fue asiduo y fiel ministro”.

No hay comentarios: