domingo, 22 de enero de 2012

San Juan Macías

San Juan Macías
18 de Setiembre

San Juan Macías

Perfil Biográfico

San Juan Macías nace en Ribera de Fresno (Badajoz) el año 1585. Huérfano a los cuatro años, desde muy niño fue dedicado al oficio de pastor. Su vida esta marcada por una primera educación familia de especial devoción a la Virgen María, particularmente mediante el rezo del Rosario. Las largas horas cuidando ovejas le permiten adquirir hábitos contemplativos. Piensa mucho en el texto del Apocalipsis: "vi un cielo nuevo y una tierra nueva" y lo identifica con las Américas, hacía poco descubiertas. Emigra a América del San Juan MacíasSur. En una nave mercante llega a Cartagena de Indias (Colombia) y más tarde a Lima. Allí pide el hábito de hermano cooperador, en el convento de Santa María Magdalena, en 1622, cuando contaba treinta y siete años. Su vida se distingue por una gran pobreza, humildad y caridad, es una persona sencilla y siempre abierta al cambio de vida. Aprende de los acontecimientos y de la lectura de la Palabra de Dios. Su oración es muy profunda: en ella la Virgen María y San Juan Evangelista le ayudan a encontrarse permanentemente con Cristo. Es un hermano muy respetuoso de los consensos comunitarios e incansable trabajador.

Fue portero del convento durante veinticinco años. Desde ese puesto ejercita una increíble obra de beneficencia material y espiritual con limosnas y con el rosario ofrecido por los pecados propios por los demás y en sufragio por las almas del purgatorio. Tuvo también mucho influjo en la ciudad con sus consejos. Aquella portería de la Magdalena se convierte en lugar de comunión y participación de pobres y enfermos. Allí Juan Macías ora con ellos, les imparte catequesis y les ayuda en sus necesidades. Su acción va más allá del recito conventual. Es capaz de amaestrar un borriquillo que con él pide limosna. Más de una vez, sin guía alguna, se dirige a las casas de los necesitados llevándoles alimento. Contemporáneo de San Martín de Porres y Rosa de Lima, es también evangelio viviente del Señor Jesús. También como San Martín, sufre con valentía injurias y calumnias por su caridad heroica con los necesitados.

San Juan Macías murió en Lima el 15 de septiembre de 1645. Su cuerpo se venera en la basílica del Rosario. Fue beatificado por Gregorio XVI en 1813 y canonizado por Pablo VI el 28 de septiembre de 1975.

Semblanza Espiritual

Desde niño era muy modesto y amigo de las cosas religiosas, frecuentaba las iglesias y oía con gran atención los sermones, que a su manera contaba a otros niños. Atendiendo la portería con humildad, San Juan Macías procuró ocultar siempre la estimación que de su santidad hacían todos, dentro y fuera del convento, lo mismo los grandes señores que los pobres a quienes en la portería daba sustento. Teníase por indigno de tratar con los demás religiosos, estimando no solamente a los sacerdotes, sino también a los novicios y conversos como si cada uno fuera su superior. Las reprensiones las llevaba con mucha paz sintiéndose mortificado cuando era alabado.

Su obediencia era tan pronta que, sin formar juicio de lo que le mandaban, inmediatamente lo cumplía. Bastaba con que el superior le hiciese la más mínima señal o indicación para dejar hasta los mismos ejercicios espirituales y hacer lo que le mandaban.

Su caridad con los pobres fue grande en socorrerlos y consolarlos, para lo cual se daban ayuda los nobles de la ciudad y de otras partes. En cada pobre veía a Jesucristo. Socorría a todos, en su portería o enviando un criado a las familias necesitadas. Esta caridad que con los pobres ejercitaba, dándoles limosna, la ejercitaba también con los ricos aconsejándoles y consolándolos.

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SAN JUAN MACÍAS
[1]
1585 - 1645
NOVENA


[Estampa de San Juan Macías]
  • Festividad: 18 de septiembre
  • Fecha de beatificación:22 de octubre de 1813 por el papa Gregorio XVI
  • Fecha canonización: 28 de septiembre de 1975. por el papa Pablo VI.
  • Nacionalidad: española
  • Orden: dominicos
  • Patrón: ?

NOVENA HONOR DE SAN JUAN MACÍAS [2]

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

Por la señal... Señor mío Jesucristo.

Bendito, alabado y glorificado seas por siempre, oh Dios Todopoderoso y Padre amorosísimo de todas las amas, y muy en particular de las que gimen, abandonadas, en este valle de lágrimas y miserias, como lo demostrasteis con vuestro siervo y abogado mío, el Santo Juan Macías, dándole por visible guía al discípulo amado San Juan Evangelista. Yo os suplico me concedáis el favor que os pido por esta novena, si es para vuestra mayor gloria y bien de mi alma. Amén

Meditar a continuación la reflexión del día que corresponda:

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Dios!, que quisisteis que floreciera el Santo Juan Macías por cl candor de las costumbres, enriqueciéndole en su humilde vida con abundancia de gracias; os rogamos nos concedas imitar de tal manera sus virtud que, limpios de toda mancha, merezcamos llegar a nuestra gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Ave María Purísima. Sin pecado concebida.

DÍA PRIMERO

Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Reconocimiento a los beneficios divinos.

Soy cristiano y, por los mismo, dueño de un hermoso huerto de fértil tierra, ricas fuentes, lluvias, vientos, hielos y calores a su debido tiempo; hasta la escogida semilla se viene a la mano: sólo hace falta nuestra cooperación para obtener el deseado fruto. Este fruto es la paz del alma, necesaria para alcanzar los bienes eternos; pues tales oficios hacen las contrariedades, disgustos y enfermedades, refrigeradas por las dulces aguas que brotan de los siete Sacramentos. Haced, Señor, por mediación de vuestro Siervo, sepa reconocer y daros gracias por tan singular beneficio.

Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.

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DÍA SEGUNDO

Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Conformidad con el propio estado.

No es fácil la conformidad, pero es indispensable para que el árbol de nuestra vida arraigue y dé frutos saludables. Todos quisiéramos que nada nos faltara, mas la experiencia nos dice que no es posible; que todos tengamos derecho a ser iguales es una de tantas ofensas a la providencia de Dios, que, con ser el hombre su obra maestra de la Creación, puso a los ojos en el lugar más preferente, mientras que a los pies los dejó a ras de tierra; el rostro, a vista de todos, y, sin embargo, al corazón, fuente vital, lo deja encerrado como en una cárcel. ¿Por qué tanta desigualdad?

Convenzámonos de que el cargo que nos haya cabido en la sociedad es el más conveniente a nuestra santificación, si lo ajustamos a los preceptos de Dios.

Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.

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DÍA TERCERO

Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Vida cristiana.

Verdad es que nos han bautizado, oímos misa en los días festivos, cumplimos con el precepto pascual y asistimos a alguno que otro acto religioso, con esto ya nos creemos verdaderos cristianos; pero ¿podríamos llamar buen comerciante o buen labrador al que rara vez abre su tienda o labra sus tierras? No. Es necesario vivir como tales, cultivando las virtudes, reprimiendo los vicios y amándonos todos como hermanos. Da verdadera pena que llevemos este sagrado nombre y vivamos -!cuántas veces !- odiándonos aun entre las mismas familias. Que no sólo en el nombre, sino que también en las obras puedan decir de nosotros que somos verdaderos hijos de Abraham.

Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.

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DÍA CUARTO

Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Del amor a Jesús Sacramentado.

¿Qué diríamos de quien, estando cerca del fuego y en su mano el calentarse, se consumiera tiritando de frío? Igual reproche merece el que en la vida del espíritu se ve cercado por los siete pecados capitales, es decir, hinchado por la soberbia, consumido por la avaricia, embrutecido por la gula, abrasado de la lujuria, y así de los demás, y no se llega a Jesús en el Sagrario, que es, según dice el P. Granada, consuelo de nuestra soledad, mantenimiento de nuestras almas, medicina de nuestras llagas y escudo contra todos nuestros enemigos. Si te es posible, no dejes de visitarle todos los días en el Sagrario, y entonces experimentarás cuán dulce y suave es el Señor.

Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.

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DÍA QUINTO

Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Devoción a Jesús Crucificado.

"Si yo fuere levantado de la tierra -dice el Señor-, todas las cosas las atraeré a mi". No habrá hogar en España que, por derecho de antigüedad, no tenga entronizado, en su mejor aposento, el santo Crucifijo, el mismo quizá, que confortó en los momentos difíciles a los seres queridos. Así había de ser, porque sólo un Dios Todopoderoso que sabe de dolores, puede valer de bálsamo a nuestras heridas. Sea, pues, Jesús Crucificado el muro y puerto donde se estrellen las olas de las pasiones y resguardamos de las asechanzas de nuestros enemigos, y, en particular, nuestro fiel consolador a la hora de la muerte.

Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.

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DÍA SEXTO

Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Devoción a María Santísima.

Se divierten los niños con tal interés, como si en el mundo no existiera más que ellos y sus juegos; pero, al menor rasguño, brota en seguida de sus labios el dulce nombre de !madre! Hasta los mayores, que ya no pueden gozar de sus cariños, se desprende un dejo de mieles al recordarla. Mas este amor, con ser muy grande, lleva mucho de interesado; es un telón que, descorriéndolo, aparece la verdadera Madre, nada terrena, pero que sabe de dolores y que está pronta a escuchar y remediar nuestras dolencias. Es la Reina y Señora dispensadora de todas las gracias. No dejemos de invocarla diariamente con el rezo del santo Rosario o, al menos, con tres Avemarías al acostarse.

Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.

Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.

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DÍA SÉPTIMO

Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Caridad para con los pecadores.

Dignos de compasión deben de ser los pobres pecadores, y por lo general, ¿cómo se les compadece? Muchas veces, con el desprecio; otras, criticando sus acciones, o, cuando no, se les empuja estando al borde del precipicio. No, cristiano, no; dale tu mano para sacarlo del vicio, suaviza sus miserias si no está en ti el remediarlas: es nuestro hermano. Nunca echemos en olvido que estamos formados del mismo barro, y, si Dios nos deja de su mano, caeríamos en los mismos pecados o en mayores quizás.

En nuestros sacrificios y oraciones no los olvidemos para que el Señor los vuelva al verdadero camino.

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DÍA OCTAVO

Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Amor para con los agonizantes.

Muchas batallas tenemos que sostener durante la vida, pero ninguna más dura y decisiva como la de la hora de la muerte; en ella nos va todo: honra, hacienda, amigos, hogar; pero nada es esto en comparación del eterno porvenir: ese, para siempre, ser infeliz o dichoso, es para temblar de pies a cabeza. Con nuestras oraciones podemos hacer que el Divino Jesús incline la balanza hacia el bien de muchos hermanos que, a no ser así, serían arrojados al fuego eterno. Oremos, oremos por los agonizantes.

Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.

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DÍA NOVENO

Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.

Amor a las almas del Purgatorio.

Mientras vivimos, malo ha de ser que no haya quien de nosotros no se compadezca al contemplar nuestras miserias; pero, ¡ay!, una vez traspasemos los umbrales de la eternidad y transcurra algún tiempo, puede ser se olviden de nosotros. No, no suceda así; si con la vara que midiéremos seremos medidos, seamos cuerdos, pidamos por las almas del Purgatorio. Ofrezcámosles todos nuestros sacrificios, y Dios, que las ama tanto, nos lo pagará con creces en esta y en la otra vida. Que no se pase un solo día, y muchas veces durante él, sin enviarles un «Jesús, María y José, socorred a las almas del Purgatorio».

Pídase la gracia que se desee conseguir. Terminar con la oración final para todos los días.


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