domingo, 22 de enero de 2012

San Juan de Dios


San Juan De Dios

1495-1550


Fundador de la Comunidad
de Hermanos Hospitalarios
de San Juan de Dios
Año 1550

8 de Marzo

Icono de San Juan de DiosNació y murió un 8 de marzo. Nace en Portugal en 1495 y muere en Granada, España, en 1550 a los 55 años de edad.

De familia pobre pero muy piadosa. Su madre murió cuando él era todavía joven. Su padre murió como religioso en un convento.

En su juventud fue pastor, muy apreciado por el dueño de la finca donde trabajaba. Le propusieron que se casara con la hija del patrón y así quedaría como heredero de aquellas posesiones, pero él dispuso permanecer libre de compromisos económicos y caseros pues deseaba dedicarse a labores más espirituales.

Estuvo de soldado bajo las órdenes del genio de la guerra, Carlos V en batallas muy famosas. La vida militar lo hizo fuerte, resistente y sufrido.

La Sma. Virgen lo salvó de ser ahorcado, pues una vez lo pusieron en la guerra a cuidar un gran depósito y por no haber estado lo suficientemente alerta, los enemigos se llevaron todo. Su coronel dispuso mandarlo ahorcar, pero Juan se encomendó con toda fe a la Madre de Dios y logró que le perdonaran la vida. Y dejó la milicia, porque para eso no era muy adaptado.

Salido del ejército, quiso hacer un poco de apostolado y se dedicó a hacer de vendedor ambulante de estampas y libros religiosos.

Cuando iba llegando a la ciudad de Granada vio a un niñito muy pobre y muy necesitado y se ofreció bondadosamente a ayudarlo. Aquel "pobrecito" era la representación de Jesús Niño, el cual le dijo: "Granada será tu cruz", y desapareció.

Estando Juan en Granada de vendedor ambulante de libros religiosos, de pronto llegó a predicar una misión el famosos Padre San Luis de Avila. Juan asistió a uno de sus elocuentes sermones, y en pleno sermón, cuando el predicador hablaba contra la vida de pecado, nuestro hombre se arrodillo y empezó a gritar: "Misericordia Señor, que soy un pecador", y salió gritando por las calles, pidiendo perdón a Dios. Tenía unos 40 años.

Se confesó con San Juan de Avila y se propuso una penitencia muy especial: hacerse el loco para que la gente lo humillara y lo hiciera sufrir muchísimo.

Repartió entre los pobres todo lo que tenía en su pequeña librería, empezó a deambular por las calles de la ciudad pidiendo misericordia a Dios por todos su pecados.

La gente lo creyó loco y empezaron a atacarlo a pedradas y golpes.

Al fin lo llevaron al manicomio y los encargados le dieron fuertes palizas, pues ese era el medio que tenían en aquel tiempo para calmar a los locos: azotarlos fuertemente. Pero ellos notaban que Juan no se disgustaba por los azotes que le daban, sino que lo ofrecía todo a Dios. Pero al mismo tiempo corregía a los guardias y les llamaba la atención por el modo tan brutal que tenían de tratar a los pobres enfermos.

San Juan de Dios ante un enfermo que se asemeja a nuesto SeñorAquella estadía de Juan en ese manicomio, que era un verdadero infierno, fue verdaderamente providencial, porque se dio cuenta del gran error que es pretender curar las enfermedades mentales con métodos de tortura. Y cuando quede libre fundará un hospital, y allí, aunque él sabe poco de medicina, demostrará que él es mucho mejor que los médicos, sobre todo en lo relativo a las enfermedades mentales, y enseñará con su ejemplo que a ciertos enfermos hay que curarles primero el alma si se quiere obtener después la curación de su cuerpo. Sus religiosos atienden enfermos mentales en todos los continentes y con grandes y maravillosos resultados, empleando siempre los métodos de la bondad y de la comprensión, en vez del rigor de la tortura.

Cuando San Juan de Avila volvió a la ciudad y supo que a su convertido lo tenían en un manicomio, fue y logró sacarlo y le aconsejó que ya no hiciera más la penitencia de hacerse el loco para ser martirizado por las gentes. Ahora se dedicará a una verdadera "locura de amor": gastar toda su vida y sus energías a ayudar a los enfermos más miserables por amor a Cristo Jesús, a quien ellos representan.

Juan alquila una casa vieja y allí empieza a recibir a cualquier enfermo, mendigo, loco, anciano, huérfano y desamparado que le pida su ayuda. Durante todo el día atiende a cada uno con el más exquisito cariño, haciendo de enfermero, cocinero, barrendero, mandadero, padre, amigo y hermano de todos. Por la noche se va por la calle pidiendo limosnas para sus pobres.

Pronto se hizo popular en toda Granada el grito de Juan en las noches por las calles. El iba con unos morrales y unas ollas gritando: ¡Haced el bien hermanos, para vuestro bien! Las gentes salían a la puerta de sus casas y le regalaban cuanto les había sobrado de la comida del día. Al volver cerca de medianoche se dedicaba a hacer aseo en el hospital, y a la madrugada se echaba a dormir un rato debajo de una escalera. Un verdadero héroe de la caridad.

El señor obispo, admirado por la gran obra de caridad que Juan estaba haciendo, le añadió dos palabras a su nombre de pila ,y empezó a llamarlo "Juan de Dios", y así lo llamó toda la gente en adelante. Luego, como este hombre cambiaba frecuentemente su vestido bueno por los harapos de los pobres que encontraba en las calles, el prelado le dio una túnica negra como uniforme; así se vistió hasta su muerte, y así han vestido sus religiosos por varios siglos.

Un día su hospital se incendió y Juan de Dios entró varias veces por entre las llamas a sacar a los enfermos y aunque pasaba por en medio de enormes llamaradas no sufría quemaduras, y logró salvarle la vida a todos aquellos pobres.

Otro día el río bajaba enormemente crecido y arrastraba muchos troncos y palos. Juan necesitaba abundante leña para el invierno, porque en Granada hace mucho frío y a los ancianos les gustaba calentarse alrededor de la hoguera. Entonces se fue al río a sacar troncos, pero uno de sus compañeros, muy joven, se adentró imprudentemente entre las violentas aguas y se lo llevó la corriente. El santo se lanzó al agua a tratar de salvarle la vida, y como el río bajaba supremamente frío, esto le hizo daño para su enfermedad de artritis y empezó a sufrir espantosos dolores.

Después de tantísimos trabajos, ayunos y trasnochadas por hacer el bien , y resfriados por ayudar a sus enfermos, la salud de Juan de Dios se debilitó totalmente. El hacía todo lo posible porque nadie se diera cuenta de los espantosos dolores que lo atormentaban día y noche, pero al fin ya no fue capaz de simular más. Sobre todo la artritis le tenía sus piernas retorcidas y le causaba dolores indecibles. Entonces una venerable señora de la ciudad obtuvo del señor obispo autorización para llevarlo a su casa y cuidarlo un poco. El santo se fue ante el Santísimo Sacramento del altar y por largo tiempo rezó con todo el fervor antes de despedirse de su amado hospital. Le confió la dirección de su obra a Antonio Martín, un hombre a quien él había convertido y había logrado que se hiciera religioso, y colaborador suyo, junto con otro hombre a quien Antonio odiaba; y después de amigarlos, logró el santo que le ayudaran en su obra en favor de los pobres, como dos buenos amigos.

Al llegar al la casa de la rica señora, exclamó Juan: "OH, estas comodidades son demasiado lujo para mí que soy tan miserable pecador". Allí trataron de curarlo de su dolorosa enfermedad, pero ya era demasiado tarde.

El 8 de marzo de 1550, sintiendo que le llegaba la muerte, se arrodilló en el suelo y exclamó: "Jesús, Jesús, en tus manos me encomiendo", y quedó muerto, así de rodillas. Había trabajado incansablemente durante diez años dirigiendo su hospital de pobres, con tantos problemas económicos que a veces ni se atrevía a salir a la calle a causa de las muchísimas deudas que tenía; y con tanta humildad, que siendo el más grande santo de la ciudad se creía el más indigno pecador. El que había sido apedreado como loco, fue acompañado al cementerio por el obispo, las autoridades y todo el pueblo, como un santo.

Después de muerto obtuvo de Dios muchos milagros en favor de sus devotos y el Papa lo declaró santo en 1690. Es Patrono de los que trabajan en hospitales y de los que propagan libros religiosos.

San Juan de Dios: alcánzanos de Dios un gran amor hacia los enfermos y los pobres.

NOTA: Los religiosos Hospitalarios de San Juan de Dios son 1,500 y tienen 216 casas en el mundo para el servicio de los enfermos. Los primeros beatos de Colombia pertenecieron a esta santa Comunidad.

Todo lo que hicisteis con cada uno de estos mis hermanos enfermos, conmigo lo hicisteis (Jesucristo Mt. 25,40).

SAN JUAN DE DIOS
1495 - 1550
2. NOVENA



[San Juan de Dios. Cuadro]
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ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

Me dirijo a ti, San Juan de Dios, Padre de los pobres y enfermos, que compartiste los sufrimientos de los demás, y ahora estás junto al Divino Samaritano para ser nuestro intercesor ante la salud y la enfermedad. Te pido que tu recuerdo nos acompañe siempre, que pongamos a Dios en el centro de nuestra vida, y que demos sentido a la misma desde el amor hecho servicio. Cuento contigo, San Juan de Dios, que sepa imitarte. Amén.

Rezar a continuación la oración del día que corresponda:

DÍA PRIMERO

Fe de San Juan de Dios, por Cristo, con la Iglesia. Para ti, San Juan, el Dios "que te hizo y te crió" fue desde tu conversión el centro de tu existencia: "viendo a Dios todos los días" y "siendo fuerte y constante en su servicio". Ese "Dios, preferido a todas las cosas del mundo", era el encarnado en Cristo "al que deseabas servir y agradar".

Así reafirmabas tu fe en Dios, por Cristo, con la Iglesia: "aceptando todo lo que tenía y creía la Santa Madre Iglesia; de ahí no salías y echaba tu sello y cerrabas con tu llave".

Esa era tu fe, San Juan de Dios, hecha vida. Concédeme que yo la comprenda y la viva como tú. Amén.

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DÍA SEGUNDO

Esperanza de San Juan de Dios hecha confianza. Tú, San Juan de Dios, expresas tu esperanza: "vuestro menor hermano Juan de Dios, si Dios quisiere, muriendo mas empero callando y en Dios esperando".

Para ti, Dios es el Señor, nuestro destino: "Yo espero en Dios que algún día será descanso para nuestras almas".

Tu esperanza era confianza existencial y salvífica, y desconfianza de nosotros: "no confiar en sí mismo, sino en solo Jesucristo, pues El sabe mi corazón, y nos dará la vida eterna".

Desde tu esperanza y fe, San Juan de Dios, ayúdame a ver a Dios como Padre y a fiarme de su amor. Amén.

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DÍA TERCERO

Caridad misericordiosa de San Juan de Dios. Tú, San Juan de Dios, escribiste "tened siempre caridad, que donde no hay caridad, no hay Dios, aunque Dios en todo lugar está".

Esta caridad será misericordiosa: "si mirásemos cuán grande es la misericordia de Dios, nunca dejaríamos de hacer el bien mientras pudiésemos". Caridad expresada en Amor Misericordioso.

Tu espiritualidad hace referencia a los necesitados como representación del Cristo sufriente, una nueva presencia en el que sufre.

¡Cuánto misterio y qué grande fe! San Juan de Dios, házmelo aceptar, aunque no lo comprenda. Amén.

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DÍA CUARTO

San Juan de Dios y la salvación. Tú, San Juan de Dios, "deseabas la salvación de todos como la tuya misma. Amén Jesús". Esta salvación es don, "Jesucristo os guarde y salve", y responsabilidad del hombre: "el buen vivir es la llave del que salvarse sabe".

Para ti, "esta vida es una continua guerra con el mundo, y el demonio, y la carne", y "cual nos hallare el Señor tal nos juzgará, bueno será enmendarnos con tiempo".

Ayúdame, San Juan de Dios, a dar sentido a mi vida. Amén.

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DÍA QUINTO

San Juan de Dios, pobre pero confiado. ¿Qué matemáticas eran las tuyas, San Juan de Dios?. "Estoy con mucha necesidad, empeñado y cautivo por solo Jesucristo. Son muchos los pobres, y como no los puedo socorrer, estoy muy triste".

Pero añades: "Confío en solo Jesucristo que me desempeñará; todo lo mantiene y provee Dios cada día. Dar acá, dar allá, todo es ganar".

Que yo, San Juan de Dios, aprenda tu sensibilidad, tu criterio transcendente y sepa imitarte. Amén.

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DÍA SEXTO

San Juan de Dios, limosnero de Dios. Tu pregón cada tarde, Juan de Dios, era: "Haceos bien a vosotros mismos, dando limosna a los pobres". Para ti la limosna enriquece al que da y al que recibe.

"La limosna está delante de Jesucristo rogando por vos, y los ángeles la tienen asentada en el libro de la vida. El anillo está bien empleado, que dos pobres llagados hice vestir".

"¡Quién no da de lo que tiene a este bendito mercader pues hace tan buena mercancía!"

Ábreme, San Juan de Dios, la mente, el corazón y la mano.

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DÍA SÉPTIMO

San Juan de Dios, esclavo de Jesús y María. Jesús y María centraban, San Juan de Dios, tu ser: "En nombre de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra Señora la Virgen María, el menor esclavo de los esclavos".

En tu vivir "deseabas siempre servirles y agradarles; todo sea para su servicio".

Como ideal, "querías tomar ejemplo de la Virgen María, la cual tejía y trabajaba todo el día, y de noche y parte del día oraba en su retiro".

Que yo sepa, San Juan de Dios, cobijarme en Jesús y María y sean mi ideal de cristiano.

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DÍA OCTAVO

San Juan de Dios, Fundador por los pobres. Para ti, Juan de Dios, pobres eran los maltratados, abandonados, enfermos, incurables, llagados que "al verlos te quebraron el corazón".

Escribiste: "desvelarse en curarles, hacerles bien y caridad, sustentarles, vestir y curar".

De tu ejemplo nacen tus Hermanos Hospitalarios y surge tu obra de caridad; y ya son cuatro siglos y medio que sigues entre los pobres por medio de tantos que directa e indirectamente continúan tu misión.

Que tu ejemplo no se desvirtúe, San Juan de Dios, y los pobres cuenten a su lado con unas manos y un corazón. Amén.

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DÍA NOVENO

San Juan de Dios, Patrón por su Hospitalidad. Desde tu ejemplo, San Juan de Dios, fuiste proclamado Patrón de Enfermos, Hospitales, Enfermeros y Asociaciones Sanitarias por León XIII y Pío IX; en España también del Cuerpo de Bomberos.

Sé de todos ellos su intercesor, para que los pobres y enfermos estén sobre otros intereses sociales, económicos y políticos, los hospitales sean en verdad santuarios de salud y humanización y los sanatorios actúen con responsabilidad y ética, con profesionalidad y técnica, con servicialidad, respeto y defensa de la vida. Así sea.


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