jueves, 12 de enero de 2012

¿Jugarse porque sí?


¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte?
¿Jugarse porque sí?
¿Jugarse porque sí?

¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte?

Una correcta valoración de la vida lleva necesariamente a una correcta valoración de la muerte: aquel momento supremo en que la vida misma se sacrifica por algo que vale la pena o, en todo caso, aquel momento de "pasaje" a hallarse solo de frente a Aquel que nos conoce más y mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos: muchos pueden "engañarse" a sí mismos; a Jesucristo nadie lo podrá engañar.

Hay jóvenes que no saben por qué viven. No saben por qué vivir. Tampoco saben por qué morir.

Es notable el incremento que han tenido desde hace unos años los accidentes de tránsito, muchas veces fatales, protagonizados por jóvenes. Por jóvenes como tú.

Hace unos pocos meses me enteré de un chico de 16 años protagonizó un choque impresionante, que no tuvo, a Dios gracias, consecuencias muy serias, por milagro. Iba acompañado de dos chicas. ¿Se creen que tomó conciencia de lo que había hecho? Aparentemente, no. Tal vez por los nervios, tal vez por amor propio, cuando un periodista le fue a preguntar algo se levantó para pegarle. Evidentemente, no podía: estaba con la cabeza rota... Pero lo notable es que el muy "vivo", en vez de bajar la cabeza y reconocer que se había equivocado, no sólo no lo hizo, sino que les dijo de todo a los periodistas, para seguir mostrando que... "se la aguantaba".

Puede ser que los nervios lo hayan llevado a eso. No obstante, de hecho, si bien puede ser esta la explicación para este caso concreto, no lo es, ciertamente, para la mayoría de los casos. Es lógico. El que no entiende nada de lo que significa la vida, tampoco comprende, ni es capaz de medir, la medida de los riesgos innecesarios que corre cuando decide vivir un par de instantes de su vida a unos 140 km/h en una avenida...

Conozco un caso de un joven de 23 años, sumamente imprudente. Jamás tomó conciencia de lo que hacía; cada vez que se hablaba con él, es como si todo "resbalase"... Una vez iba con la novia por una avenida o calle rápida. Tenía un poco suelto el asiento del conductor. La cosa es que iba bastante rápido. De repente tuvo que volantear para esquivar un vehículo y el asiento se le fue hacia atrás... Chocó contra una camioneta que estaba estacionada, contra un árbol y terminó chocando contra una pared. Se salvó de milagro... A ese chico lo conozco; ¿se creen que cambió después del accidente? No.

Cuando se buscan las explicaciones sobre el por qué de muchas cosas es posible a veces encontrar muchas, a veces pocas; en general todas se reducen a una principal. Sobre el por qué de arriesgar por nada la vida pueden encontrarse varias explicaciones. La fundamental es, ciertamente, el eclipse que sufre la conciencia de muchos jóvenes en lo que respecta al valor de la vida: un eclipse que no les permite "rebobinar", frenar, poner el embrague y "marcha atrás"... Y vivir según el sentido verdadero de la vida.

Otra causa se puede ver en el mismo deseo de aventuras, característico del joven; pero no así como así, sino mal encaminado, por decirlo de algún modo, "fuera de foco". Un deseo de aventuras sometido a las pasiones y a la dominación de lo inferior..., que no se mueve por grandes ideales, sino sólo por lo que causa placer. Y manejar es placentero. Y mucho más, manejar rápido: un joven que anda a 140 km/h se siente omnipotente. La adicción a la velocidad, que algunos llaman "motorismo", es también un camino a la nada.

Más peligrosas son aún las motos. Para un joven que sabe conducir más o menos bien, y que le gusta, será un punto indiscutible que una moto es más fácil de manejar y, por hallarla más "blanda de maniobra", no tendrá reparos en afirmar que es más segura. Lo hemos escuchado. Grave error. Es, muchas veces, esa falsa confianza la que termina convirtiéndose en la causante de los más terribles accidentes. El paragolpe de la moto es el motociclista.

Otras causas más: eventuales apuestas entre barritas o entre amigos o, simplemente, el querer "figurar", sobresalir..., sin caer en el pequeño detalle de que es mucho mejor sobresalir de otra manera, antes de hacerlo con la cabeza rota por el parabrisas.

Ya lo hemos dicho; pero conviene insistir. Se trata de un problema que atañe, sobre todo, a los jóvenes. Jóvenes que de esta manera arriesgan de un modo inútil sus vidas, jóvenes que en carreras clandestinas son capaces de perder la única carrera que merece ser corrida: la vida. Los que se arriesgan de un modo tan absurdo no comprenden, no saben o no entienden el valor de la vida, ni el destino final que nos espera. Prefieren lo efímero a lo perdurable, lo instantáneo a lo permanente; eso muestra lo equivocada que está la orientación que dieron a sus vidas. Lo mejor que les podría pasar, a veces, es un buen golpe, que los lleve por un rato a "boxes" y les dé tiempo de pensar, para no llegar a concretar su vocación de ser velados en un radiador.

A la muerte por los accidentes de tránsito la llaman "muerte blanca".

Hay jóvenes que en la vida se conducen con tanta despreocupación como conducen sus vehículos.

El fin de esas vidas en algún caso tal vez se la pueda llamar "muerte eterna".


Las muertes violentas son la principal causa de fallecimiento entre los jóvenes; el factor predominante son los accidentes de tránsito.Te invitamos a leer esta interesante información sobre cómo conducir para evitar accidentes a pesar de las acciones incorrectas de los demás y de las condiciones adversas.

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