martes, 24 de enero de 2012

Fomentar la interioridad de nuestros hijos


En la educación de nuestros hijos hemos de plantearnos la búsqueda del necesario equilibrio entre la actividad y el tiempo para la reflexión
Fomentar la interioridad de nuestros hijos
Fomentar la interioridad de nuestros hijos
Los niños actuales asumen jornadas análogas a las de los adultos. Ocho horas en la escuela más el tiempo de transporte. Aunque hagan tareas recreativas el cansancio es mucho y la necesidad de intimidad y silencio se hacen notar.

Podemos justificar esta realidad aduciendo que no tenemos otra opción, que los padres trabajamos. Muy bien. Entonces pensemos si es necesario que además participen en actividades que posiblemente deseen realizar pero que agreguen cansancio y estrés a una agenda cargada de obligaciones.

¿Cuál es el sentido de todo este activismo? Acaso creemos que cuantas más habilidades aprendan siendo pequeños, más opciones tendrán en el mundo del mañana? Muchos padres creen que si ,que no hay tiempo que perder. Que el mundo laboral es complicado.

En parte es verdad que el futuro es incierto pero también es cierto que a pesar de nuestras buenas intenciones, cuanto más atosigamos a los niños en una vorágine de actividades y estrés más los dejamos desprovistos de sentido común, de contacto consigo mismos y de equilibrio entre sus búsquedas genuinas y los estímulos del entorno. Si un niño no aprende a discernir entre lo necesario y lo superfluo, entre lo que le es afín y lo que no, entre lo que le nutre y lo que le intoxica no habrá conocimiento ni habilidad que valga la pena aprender.

En la educación de nuestros hijos hemos de plantearnos la búsqueda del necesario equilibrio entre la actividad y el tiempo para la reflexión ya que si rellenamos hasta el último minuto de tiempo de nuestros hijos con actividades de todo tipo, no podrán mantener el contacto consigo mismos y como afirmó el beato Juan Pablo II “la falta de interioridad es el drama de nuestro tiempo”.

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