LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Junio 22
Poco se acostumbra hoy a reflexionar, meditar, pensar con pausa y seriedad. El mundo que nos rodea es un mundo de bullicio que aturde y nos priva del silencio indispensable para nuestra introspección.
Somos seres inteligentes; si el hombre es el profesional del pensamiento, hay muchos hombres que no ejercen su profesión; no debemos marchar por la fuerza exclusiva de los instintos ciegos y apetencias naturales, ni como hipnotizados irresponsables, ni como sonámbulos inconscientes.
No vayamos a ser víctimas del vértigo de la velocidad, ni de la alocada precipitación, que es el mal terrible de nuestros días; dediquemos cada día unos breves minutos al menos a entrar dentro de nosotros mismos; el “minuto de Dios” ha de ocupar en nuestro día un lugar preponderante; cuanto más pensemos, más hombres seremos; cuanto más pensemos en Dios, más nos asemejaremos a Él.
“Meditaré tus leyes y tendré en cuenta tus caminos. Mi alegría está en tus preceptos, no olvidaré tu palabra” (Sal 118,15-16). La meditación de la Palabra del Señor y no solamente su lectura rápida o superficial; el minuto dedicado a Dios por la meditación de su santa Ley; deben ser dos preocupaciones que de continuo graben tu corazón.
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